(Saludo en Árabe)
En el nombre de Dios, el clementísimo, el misericordiosísimo, la bendición y la paz sean con el profeta Muhammad y los mensajeros de Dios, especialmente con Jesús y Moisés y todos los Profetas a lo largo de la historia.
Habíamos visto las vías del conocimiento de la resurrección o de la vida más allá de la muerte, o del espíritu, o la existencia de un espíritu en nosotros, una existencia de un ser compuesto de espíritu y de materia, el cuerpo y el alma o el espíritu, la diferencia central después las veremos pero en definitiva una la existencia o un ser que no es meramente material, que no se agota en lo material y esta es la condición de posibilidad de una vida después de la muerte porque el cuerpo, como vemos todos, queda en la tierra sin vida y después es alimento para otros seres y se convierte en materia orgánica o inorgánica; pero qué pasa con nosotros como seres humanos en el momento de morir, queda algo no queda algo, dijimos que en las vías del conocimiento la ciencia no puede hablar de esto porque la ciencia empírica se basa en la experiencia, en los sentidos, en lo que se puede corroborar con experimentos sensibles, de modo que no puede hablar de lo que es insensible o de lo que no es visible a los ojos del cuerpo como el alma, el espíritu y lo que suceda más allá de la vida terrenal, de la vida material. De modo que los científicistas o aquellos que sostienen que la única vida del conocimiento, real, verdadera, en la que nosotros nos podemos apoyar y todo lo demás que no sea científico es mera policía o es mera imaginación, o fantasía, aquellos que sostengan esto, los empiristas, los positivistas, los materialistas, cientificistas, todos ellos tienen que abstenerse de decir si existe o no existe un alma, un espíritu o la vida más allá de la muerte, porque ellos solamente se pueden ajustar y acotar a lo sensible, de modo que filósofos y teólogos que estudian más allá de la experiencia sensible mediante la razón y mediante la intuición, o profetas mediante la revelación, o teólogos y filósofos que estudian la revelación y que vean la veracidad de la revelación, pueden hablar de estas cuestiones, metafísicos, filósofos, profetas o personas teólogos que se apoyan en estos conocimientos, el resto -o místico, por supuesto- por las vías de la intuición, personas que se encuentran con un fallecido, que hablan con él, que les dice secretos, que les dice cosas que después se corroboran en la experiencia, etcétera, experiencias de este tipo las hay, las hubo y son válidas como vía de conocimiento
Ahora, la cuestión es que nosotros entonces tenemos esta realidad sobre la que tenemos que analizar y tenemos que ver si realmente existe vida después de la muerte o no y la importancia que tiene que tengamos vida después la muerte. Dijimos que si nosotros negamos la vida después la muerte caemos en el absurdo, muchos filósofos -por ejemplo Sartre- o poetas o literatos como Camus, o el mismo Borges -el escritor argentino ya fallecido-, ellos y otros materialistas sostienen o sostenían que Dios no existe y que por lo tanto la vida no tiene sentido, el mundo no tiene sentido. Jean-Paul Sartre fue más allá, dijo que la vida es una “náusea”, es realmente un sinsentido, es un absurdo, Camus también, por qué, bueno Sartre decía que por eso que nosotros habíamos anticipado en los programas anteriores, tenemos una vocación como seres humanos de absoluto, de eternidad, de belleza, de bondad, de felicidad plena; es una vocación que está en nuestro ser, todos queremos eso, todos nos movemos por ese deseo de perfección, permanentemente usted, yo y todos los que estamos aquí y todos los que no están acá, estamos buscando los seres humanos una perfección. Nos podemos equivocar en el camino de la búsqueda de la perfección y involucionar o digamos estar peor, ser menos felices, fracasar, pero nadie podrá negar que está intentando progresar aún aquel que se equivoca y hace una guerra para quedarse con el botín o para quitar territorios, o por recursos, o bienes de otros, está buscando su perfección.
Por supuesto, la búsqueda de la perfección tiene sus reglas, sus reglas morales, sus reglas, sus códigos, sus normas y para nosotros la felicidad plena o el ser pleno, o la plenitud, o el absoluto, es Dios y Dios es dueño de todos los atributos de perfección como la sabiduría, la bondad, la misericordia, el perdón, la guía, el poder, la belleza, etcétera, entonces es de él y hacia él, de la perfección y hacia la perfección que nos movemos y es bajo sus reglas éticas, morales, normativas, etcétera, que nosotros vamos a alcanzar esa perfección, esa felicidad, que no es meramente material y que no se agota en lo material, porque si fuera así entonces sabemos de antemano que nosotros crecemos, nos desarrollamos, llegamos a un cenit, a una plenitud y después empieza un periodo de vejez, enfermedad, debilidad, puede ser hasta que olvidemos todo lo que sabíamos, terminemos como niños teniendo que ser cuidados porque no nos podemos cuidar a nosotros mismos y la muerte.
Por lo tanto del ciclo material es un ciclo de nacimiento, vida, crecimiento, desarrollo, plenitud, descenso, vejez y muerte, enfermedad, debilidad, etcétera, por lo tanto no vamos a encontrar en lo material, en el ámbito de lo material, o solamente en el ámbito de lo material, la felicidad plena que buscamos, satisfacer esa vocación es imposible. Entonces, Jean-Paul Sartre va a decir estamos proyectados o estamos lanzados al ser, a ser, nacemos sin haberlo elegido, sin tener la opción y con un deseo de Dios, con un deseo de perfección, con un deseo de felicidad -reconoce que la naturaleza innata nuestra busca eso- pero que no existe, por lo tanto lo que existe es la muerte por lo tanto hay una contradicción y esa contradicción hace que no obtenga sentido la vida y que sea una náusea, es decir, esta pretensión de algo que es imposible. Uno de los filósofos del absurdo, nihilista, estas personas que en definitiva son pesimistas y que no pueden encontrar la manera de saciar esta necesidad profunda del alma.
Lo primero que vamos a obtener con la creencia y la fundamentación de la creencia en el día del juicio, en la vida después de la muerte, es un enorme alivio y una liberación, de qué, de la finitud material a la que estamos sujetos como cuerpo, es decir, la realización de esa vocación profunda existencial innata en nosotros, eso es lo que vamos a lograr, saciar esta necesidad, esta sed inagotable de perfección de belleza absoluta, de bondad absoluta, de poder absoluto, de una vida plena más allá de los límites de este mundo porque este mundo no la satisface, es decir, en otras palabras, quien se conoce a sí mismo -dijo el profeta- conoce a su Señor; si nosotros nos conocemos le vamos a dar la razón a Sartre y usted me puede dar la razón también y si no demuéstreme que no es así, nuestro ser innato, nuestra naturaleza, la manera en que somos, es una manera que busca la perfección; fíjense los niños, los niños vienen de esa perfección, vienen de ese absoluto, vienen de esa felicidad plena y realmente un niño -hay un dicho de Jesús- y se verá a los niños, los niños son el reflejo, todavía ellos no son constructores plenamente de su modo de vivir y su modo de pensar, es decir, todavía ellos -casi inconscientemente- manifiestan una fuente inagotable de energía, de felicidad, de bienestar, de vivir el presente, de no angustiarse, no tener problemas, a menos que se le generen condiciones de angustia o problemas, que eso es otro tema pero que no brota de ellos. Los niños realmente son muestra de un origen muy puro y muy bendito.
Entonces, vamos a concluir acá con esto, la confirmación de la vida después de la muerte, del espíritu independiente, de la resurrección, del juicio final incluso, es una liberación y es una una manera de saciar esa necesidad innata que tenemos, así como tenemos en nuestro ser necesidades materiales, de comer, alimentarnos, reproducirnos, etcétera y todas han sido saciadas por el Creador. De modo que nosotros diríamos cómo puede ser que la necesidad más profunda de todas que es la de la perfección, que es la de Dios en términos religiosos o teológicos, que es la perfección absoluta en términos filosóficos, que es la felicidad, Aristóteles decía que el hombre busca por naturaleza la felicidad total y no se contenta con menos que sea total, de modo que cómo puede ser que la necesidad, la vocación y este sentimiento, esta forma de ser más profunda y más elemental que abarca todas las demás, que subordina a todas las demás a esta gran necesidad, no sea saciada cuando todas los demás lo son.
Si Dios quiere, Inshallah, vamos a continuar en otro programa sobre consecuencias de aceptar la resurrección o de negar la resurrección.
(Despedida en Árabe)
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