(Saludo en Árabe)
En el nombre de Dios, el clemente, el misericordioso, la bendición y la paz sean con el Profeta Muhammad y su familia purificada y con todos los mensajeros de Dios, especialmente Jesús y Moisés.
Estábamos viendo la exégesis de la Sura El Acontecimiento, Sura 56 del Sagrado Corán, estábamos viendo la importancia que tiene este principio de la cosmovisión, este principio de la creencia, este principio de la doctrina del Islam que es el día del Juicio, el destino, hacia dónde vamos; dijimos que estaba relacionado con los otros grandes principios, quiénes somos, qué somos y de dónde venimos, qué son estas las preguntas más profundas de un ser humano, de dónde vengo, a dónde voy, quién soy, que un ser humano que no se haga estas preguntas -se puede decir, como dicen algunos sabios- que no es plenamente humano, una persona que no se pregunta de dónde viene, a dónde va, que no sabe, que no investiga, que no resuelve esta cuestión y estas preguntas fundamentales de quién es, de dónde vengo, qué es esto, a dónde voy, realmente es una persona que se puede decir que es muy superficial y que seguramente en algún acontecimiento de su vida donde tome conciencia de sus límites, de su finitud, de su imperfección, en el sentido de una enfermedad, de la vejez, de la muerte, de la muerte de seres queridos, etcétera, la impotencia de fracasos y demás, va a experimentar el resurgimiento o el surgimiento desde el fondo de su ser de estas preguntas.
Puede ser que alguien distraído en un momento de su vida de plenitud, de juventud, de fuerza, vitalidad, de éxito, siga para adelante sin ver la necesidad de resolver estos temas, como alguien que está muy entusiasmado dentro de un barco haciendo cosas y demás y no sabe ni a dónde va el barco ni de dónde viene, se olvida o no piensa y no pregunta porque está consustanciado con cuestiones que tienen que ver con la vida dentro de ese barco, pero de repente anuncian que el barco se está por hundir o que el barco cambia su destino, etcétera y la persona esa situación lo lleva a preguntarse con más concentración y más profundidad sobre temas no resueltos como (...) y a dónde voy, dijimos también que había vías para conocer y hablamos un poco del intelecto que va más allá de los sentidos, que ve más allá de lo que percibe el ojo, el oído, el tacto, etcétera, las relaciones constantes, las causas y los efectos más profundos que no son tan visibles a primera vista. De modo que puede generalizar, se puede decir, supongamos, mañana va a llover, siendo que todavía no vio lo que va a suceder mañana, es decir, no vio con sus ojos mañana, todavía no nos llegó el mañana, sin embargo anticipa debido a los conocimientos racionales; por ejemplo digo dos más dos es cuatro, entonces si yo dentro de una semana veo dos naranjas y otras dos naranjas, voy a tener cuatro naranjas y yo ya lo sé de antemano y lo sé por reglas generales y por argumentación lógica y racional que eso va a ser así independientemente de que la semana que viene yo esté vivo o no, lo vea no lo vea, yo sé que siempre estas sumas o estas restas, estos cálculos matemáticos que son racionales, van a dar siempre y de acuerdo a esos conocimientos racionales yo construyo edificios, puentes, sé la capacidad de resistencia, sé la capacidad, la duración que pueden tener estos materiales, el peso que pueden soportar, etcétera, sin verlo, es decir, eso va a suceder en el futuro pero yo lo calculo previamente en base a unas constantes que es una información que me da la razón.
Por lo tanto, si nosotros vemos y experimentamos la vejez, la muerte, pero al mismo tiempo experimentamos una profunda necesidad vital y existencial de no morir, de no querer morir, de querer vivir plenamente feliz, plenamente realizado -sin ninguna necesidad-, plenamente autosuficiente en el bien, en la bondad, si nosotros rechazamos el mal, la injusticia, la opresión, la debilidad, la fealdad, todos los defectos, los rechazamos profundamente, los ocultamos, los combatimos, intentamos corregir todo aquello que no esté bien, si vemos una injusticia intentamos evitarlo, la rechazamos en nuestro corazón, todo eso nos lleva a pensar cuál es el sentido de la vida, vemos todos los ciclos de vida y muerte y vemos una suerte de contradicción entre nuestra naturaleza que desea todas esas perfecciones y la realidad, que si bien es extraordinaria y es maravillosa, es un signo de Dios, del poder de Dios, las estrellas, el cielo, los mares, etcétera; sin embargo, vemos que hay una contradicción, hay por un lado una proyección de nuestro ser para la vida, para la felicidad, para la bondad, para el amor, para el bienestar, pero por otro lado estos fuertes deseos del alma tienen límites y tienen cortes y tienen contradicciones, o sea, se enfrentan con realidades opuestas.
Eso dispara el tema de la pregunta por el destino y el sentido de la vida y también por la pregunta de quiénes realmente somos y de dónde venimos y cómo se explica esa contradicción entre la realidad finita y esta necesidad de infinitud que todos tenemos. Hay otras vías para conocer la intuición o el conocimiento místico o en otras palabras el conocimiento del corazón, es decir, la visión del corazón de realidades metafísicas, realidades que no son físicas, por ejemplo personas que tienen contactos con lo que va más allá de la experiencia corporal, por ejemplo contactos con fallecidos, visiones de realidades paradisíacas, infernales, visiones de acontecimientos futuros, resolución de cuestiones misteriosas o complejas que se ven, por ejemplo, en sueños o en vigilia, por ejemplo personas que ven ángeles que la mayoría no ve, personas que ven fallecidos que hablan con ellos, personas que ven una situación paradisíaca, etcétera, eso en las religiones sabemos hay mucho y también fuera de las religiones, es decir, la capacidad intuitiva o la capacidad de esta visión interior, de este ojo del corazón o este oído del corazón que escucha más allá, por ejemplo es común en el Islam que personas veían al Arcángel Gabriel y personas no lo veían, por supuesto lo menos lo veían, personas veían, por ejemplo, a Iblís -el demonio-, personas no lo veían, o personas que ven el paraíso, personas que no lo ven.
La mayoría de los seres humanos estamos limitados a las percepciones materiales o racionales y tenemos todos en algún otro momento de nuestra vida algunas visiones de este tipo intuitivas, por ejemplo sueños, o en vigilia, estados donde a muchos les pueden haber pasado algunas cosas extraordinarias, visiones o conocimiento que después se confirman, sueños con personas fallecidas que le dan información que se corrobora después en la realidad, etcétera. Hay un puente que se traspasa con esta capacidad intuitiva, o mística si se quiere, y esta es otra vía del conocimiento que no es necesariamente la racional ligada a lo sensible sino sería lo racional ligado a lo no sensible, que para los griegos el intelecto y la razón eran una sola misma cosa, es decir, el intelecto intuitivo o la visión interior, o la visión del corazón, estaba unido al intelecto, si se quiere intelecto técnico, el intelecto científico, el intelecto volcado al conocimiento de las cuestiones sensoriales o empíricas. Y otra fuente de conocimiento es la revelación, la revelación es la fuente más grande del conocimiento porque la revelación viene de Dios, la traen los mensajeros o profetas que avalan con sus milagros, con su grandeza, con su perfección moral, con su bondad, con su coherencia, lo que dicen recibir de parte de Dios, el Evangelio, el Corán, la Torá, los libros de Abraham, los Salmos de David, etcétera -para citar algunos que conocemos-, y tantas otras revelaciones a lo largo de la historia, a lo largo de los continentes, a lo largo de los tiempos, a distintos profetas, de acuerdo como dice la tradición islámica 124 mil profetas. Entonces, la revelación trae una riqueza de información mucho más allá de la que puede traer un místico, mucho más allá de la que puede o podemos tener por vía de la razón.
Para concluir este tema de las vías del conocimiento, decimos que la razón nos lleva a entender y aceptar que necesariamente la vida no termina con la muerte, es decir, que tiene que haber un más allá, porque para conciliar esta necesidad que tenemos nosotros de infinitud, de perfección, con los límites que nos marca la vida; si estos límites no son tales, si estos límites son temporarios, entonces se resuelve esta contradicción, si estos límites son totales, es decir, la muerte termina con todo y de nosotros no queda absolutamente ningún rastro más allá, entonces aquí hay un choque muy fuerte con un deseo muy profundo en nuestro ser de justicia, por ejemplo, el hombre aborrece, detesta la injusticia, por eso es que muchos que practican la injusticia, que oprimen, que quitan los derechos a los demás, no les gusta que lo hagan consigo porque en el fondo hay un denominador común de que la gente rechaza en su alma la injusticia y eso es lo que hace que mucha gente disfrace su injusticia de una supuesta justicia o la justifique.
Esta justificación o este ocultar la injusticia “yo robo algo pero trato de que nadie se dé cuenta porque si fuera natural, si fuera bueno, yo robaría y hasta me enorgullecería, sin embargo yo siento vergüenza, si me ven y si me descubren me siento atrapado”, porque hay un mal en eso y hay un rechazo vital o existencial de nuestro ser en eso y eso define un poco cómo es nuestro ser y eso también nos va a ayudar a entender de dónde venimos, cuál es la fuente, realmente qué somos, eso es lo que vamos a ir viendo, pero la revelación entonces trae mucha más información pero la razón solamente no nos da información en detalle de lo que va a pasar a la muerte, después de la muerte, pero nos dice la razón y muchos filósofos y muchos sabios han dicho necesariamente tiene que haber vida después de la muerte, necesariamente tenemos un espíritu independiente del cuerpo y han dado múltiples razones -que vamos a ver a lo largo del curso- para afirmar y fundamentar nuestra independencia espiritual, es decir, tenemos un espíritu distinto del cuerpo, somos un compuesto, somos una composición de cuerpo-espíritu, de modo que si nosotros podemos afirmar la existencia del espíritu y su independencia del cuerpo, ya ahí resolvemos el problema de que hay algo que queda después de la muerte.
La razón entonces dice necesariamente, por ejemplo, frases como estas “si no existe vida después la muerte, si no existe dios, si no hay juicio final, entonces el mundo es un absurdo, el mundo no tiene sentido, el mundo es un cúmulo de injusticias, es decir, aquello que nosotros vitalmente, irracionalmente y existencialmente rechazamos, no se entiende porqué lo rechazamos siendo que sería, si no hay vida después la muerte, sería la norma, es así, no habría porqué rechazarlo”, sin embargo lo rechazamos. Si una persona, por ejemplo, mata a otra persona injustamente, no en defensa propia, totalmente agresor, totalmente culpable, y una persona mata a 10 mil, 80 mil o 200 mil, ambos reciben la misma pena, por ejemplo, o prisión perpetua o muerte; siendo que los dos crímenes no son iguales, los dos son aberrantes, desde el punto de vista del Corán quien mata una persona inocente es como que mata a toda la humanidad, desde el punto de vista de la Torá y la Biblia también, pero no es lo mismo, sabemos todos, matar 80 mil o 100 mil que matar a 1, es 80.000 veces peor. Entonces el tema es que la capacidad de hacer justicia en este mundo es limitada, es decir, a los dos les damos la misma pena, si tuviéramos la posibilidad de darle 80.000 años de prisión perpetua, bueno, y este un año, a este una prisión perpetua y a este 80.000, bueno ahí habría justicia, cada cual tendría de acuerdo al crimen cometido
Entonces, si no hay vida después de la muerte y no hay juicio después la muerte, este es un mundo donde las gentes más injustas, opresoras y demás grandes emperadores, tiranos, grandes mafias, grandes crímenes que quedan impunes y todos sabemos de eso; sin embargo hay algo que en nosotros rechaza esa posibilidad.
Vamos a ver, si Dios quiere, en el próximo programa, los efectos de aceptar el día del juicio, los efectos de negar el día del juicio y los efectos de olvidarse del día del juicio, los tres, si Dios quiere.
(Despedida en Árabe)
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