En el mundo de la creación no podemos encontrar una criatura con mayor grandeza que la del Profeta del Islam, es decir: el líder de todos los profetas, de todos los guardianes y de todos los hombres buenos del mundo. La existencia de Muhammad (la paz sea con él) es el último eslabón que une a la creación con Dios, es el Sello de la Profecía.
El Corán respecto al Profeta dice:
“Y no te hemos enviado sino como una misericordia para toda la humanidad”.
Durante cuarenta años el Gran Profeta vivió entre la gente en forma normal. En el transcurso de todos esos años nadie vio en él traición, mentira, corrupción u opresión alguna, hacia otros. Sino al contrario era defensor de los oprimidos y necesitados. Durante la época de la ignorancia de los árabes, cuando enterraban vivas a sus hijas y la tiranía y perversión abundaban no fue registrado en la historia incluso un acto débil por parte de este gran hombre. Aunque el Profeta desde que nació era profeta y realizaba milagros, pero su misión mundial inició después del descenso de una revelación Divina. El Gran Profeta nunca mostró el más mínimo resentimiento o violencia. En una narración encontramos que sonrió cuando llevaron ante él a un grupo de presos de guerra. Uno de ellos dijo: “Dicen que usted es un Profeta misericordioso y de buen carácter”. Le contesto: “Mi sonrisa y alegría son porque un día los voy a llevar al Paraíso y salvarlos del politeísmo y la idolatría”.
Es posible que como seres humanos lloremos mucho por los oprimidos, pero no podemos encontrar a alguien que también se enoje por los opresores,
–de por qué eligieron ese sendero equivocado,
–de por qué son injustos,
–de por qué se hacen merecedores del Infierno.
El Profeta también lloraba por los hombres malos, de por qué no entraron en el camino recto. En una narración dice que cuando el Profeta daba la noticia del fin del mundo y del estado en el que se encontrarían los habitantes del mundo en el futuro llegó al punto en que dijo: “…vendrán sabios malos que desvían a la gente”.
Después de decir esto enojó mucho y lloró tanto en voz alta que incluso hizo llorar a sus compañeros cercanos y seguidores, y cuando le preguntaron la causa de sus lágrimas dijo: “Me entristecen los hombres malos”.
El Mensajero del Islam en todas las etapas de su vida se esforzó arduamente por dirigir a todos los seres humanos hacia el sendero recto y lo hacía con verdadera compasión, y lo molestaba que incluso una persona se desviara.
¡Nosotros no podemos entender la grandeza del Profeta, no podemos entender esa compasión del Profeta por la humanidad!
En la época del Profeta vivió un judío que constantemente lo molestaba. Cuando pasaba cerca de su casa tiraba basuras y suciedades sobre la cabeza de este generoso, lo insultaba y fastidiaba constantemente. Dos días el hombre judío no apareció. El Profeta preguntó sobre su estado, le informaron que estaba enfermo y no podía salir de casa. El Profeta Muhammad decidió ir a visitarlo. Cuando el judío abrió los ojos y lo vio se preguntó ¿cómo era posible que después de haberlo molestado tanto él haya ido a visitarlo? Quedó trastornado por la conducta del Profeta hacia él y luego aceptó el Islam.
En la sura Toubah aleya 128 Dios dice:
“Ciertamente, ha venido a vosotros un Mensajero de entre vosotros mismos al que le abruma vuestro sufrimiento, se preocupa por vosotros y con los creyentes es compasivo, misericordioso.”
En una ocasión que estaban realizando la oración colectiva, se escucharon los lloridos de un niño desde donde rezaban las mujeres. El Profeta, a pesar de saber que estaba hablando con Dios, terminó la oración rápidamente para que la madre pudiese atender a su hijo. Cuando le preguntaron la causa del apuro dijo: “¿Acaso no escuchasteis los lloridos del niño?”
Este honorable mostraba empeño en la guía de los siervos y compasión en cuanto a los creyentes. Dios Altísimo eligió a una personalidad así como el ÚLTIMO PROFETA para guiar a la humanidad.