(Saludo en Árabe)

            En el nombre de Dios, el clementísimo, el misericordiosísimo, la bendición y la paz sean con el profeta Muhammad y su familia purificada, con Jesús, Moisés y todos los Mensajeros de Dios a lo largo de la historia.

            Estábamos viendo las consecuencias de afirmar o negar la resurrección y podemos agregar lo siguiente: la creencia en la resurrección, que dijimos está vinculada necesariamente a la creencia en Dios y a la creencia en el Espíritu y a la creencia en el Juicio, de la responsabilidad humana, de que tenemos que dar cuenta de lo que hacemos y de que nada queda impune y que todo será analizado y todo será juzgado y todo será pesado, de modo que nadie pueda y nadie tenga excusas, a diferencia de los juicios en el mundo, los juicios en el mundo, las sociedades muchas veces se conforman y arreglan de tal manera que si no es un profeta quien la conformó donde hay valores supremos de igualdad, de moral, de igualdad de la leyes y el profeta se somete a la ley como el último de los musulmanes, no hay diferencia de ello, todos deben cumplir con la ley, desde el primero que la anuncia por revelación -que es el profeta- hasta el último son musulmanes.

            Este es un sistema como el de los demás profetas Jesús, Moisés, Abraham, etcétera, donde todos somos iguales ante la ley, pero cuando los sistemas no proféticos -y como paradigma podemos citar los gobiernos que no se basan en la revelación, como paradigmas ya de extremo, el Faraón, César, Nimrod, etcétera-, estos gobiernos dictatoriales, estos gobiernos tiránicos, estos gobiernos esclavistas y estos gobiernos de privilegios, de castas, de grupos, de partidos, de lo que fuera, que se auto-vanaglorian con toda una serie de privilegios, se distinguen y se alejan y se distancian de los gobernados, toman la riqueza de los gobernados y empobrecen a la mayoría, estos sistemas que tienen como base una arrogancia, una petulancia, una auto-vanagloria, si reconocieran a Dios, si reconocieran que son creados, juzgados, guiados, contemplados, examinados y sostenidos por Dios, no serían tan arrogantes porque al contrario, cuando uno toma conciencia de su finitud y de que el camino de la búsqueda de la perfección es un camino trazado y es un camino enseñado por los profetas con condiciones de no agresión, de no mentir, de no dañar, de no molestar, de no tomar lo que no es de uno, de ayudar, de solidarizarse, de hacer el bien, de ser generosos y solidarios, entonces uno se vuelve humilde porque sabe que todos los bienes vienen de Dios, todas las perfecciones vienen de Dios, todas las ayudas vienen de Dios, las posibilidades de que yo haga una obra de bien son gracias a Él, Él me da la vida, Él me da el sustento, Él me da aquello con lo que ayudó, Él me da la posibilidad de hacerlo, Él me sostiene con vida.

            En esta concepción y en el conocimiento de Dios -a medida que conocemos las bendiciones de Dios en las que estamos como sumergidos de tal manera, como el pez en el agua, que nos olvidamos- el Hombre es, dice el Corán, (¿…?) (¿…?), es muy opresor, es muy ignorante en términos generales, no todos, pero en términos generales el Hombre es muy ignorante de las perfecciones, de las misericordias, como vamos a ver.

            Entonces, una de las consecuencias de la aceptación de Dios, de su soberanía, de su autoridad, de su misericordia, pero también de su ira, Dios no ama a los agresores, Dios no ama a los falsarios, a los mentirosos, a los enemigos de los profetas no los ama, y la ira de Dios es algo que está inmersa en su misericordia, es decir, la misericordia de Dios abarca todas las cosas, como vamos a ver, como dice el Corán al principio de la Revelación, y la ira es una consecuencia final del incumplimiento, la desobediencia y la rebeldía.

            Si somos conscientes tanto de la misericordia, que abarca todas las cosas, como de la ira, última instancia en que Dios con ella nos guía y nos purifica de las rebeldías, de los pecados y los grandes pecados, entonces vamos a agachar la cabeza, vamos a prosternarnos inclusive, vamos a ser humildes y reconocerlo a Él y únicamente a Él como la máxima autoridad y a todos los que con el aval de Él puedan ser autoridad nuestra, como profetas, sucesores de los profetas, sabios, maestros, padres inclusive, los padres su autoridad y la obediencia hacia ellos es condicionada; los profetas deben ser obedecidos incondicionalmente porque son representantes de Dios y como tales son infalibles, eso lo vamos a ver después, pero en el caso de los padres la obediencia es condicionada, es decir, nadie debe ser obedecido si desobedece a su Creador, por lo tanto un padre tiene autoridad de por sí, en forma natural, es quien me dio la vida, quien me sustenta, gracias a Dios, sí, pero es un intermediario al que debo respeto, al que Dios puso frente a mí, que me da todo su amor,  los padres las madres en términos generales, salvo excepciones, que son excepciones, no son la regla, sino la regla es el amor de los padres, el cuidado de los padres, la crianza de los padres y entonces frente a eso yo tengo un deber de sometimiento, de humildad, etcétera, a no ser que me obliguen -dice el Corán- a hacer algo que disgusta a Dios o que desobedece a Dios, por ejemplo que me manden a robar o que me manden a matar, lo que fuera, en cuyo caso yo no debo obedecerlos, o sea que su obediencia es condicional.

            Pero si yo tomo conciencia de Dios y del Día del Juicio entonces me hago sumiso, me hago bueno, porque Dios es bueno, es decir, en la medida que me acerco a Dios, me visto de los atributos divinos y en un extremo de acercamiento a Dios llego al grado de un Moisés, que con su vara abre el mar, abre el Nilo, por ejemplo, o el Mar Rojo (lo que fuera) para salvarse de la persecución del faraón, o curo un enfermo de nacimiento, resucito a un muerto y digo “Sea” y “Es”, como Jesús, o como Muhammad, la bendición y la paz sean con Él, que instauro el gobierno de Dios en el mundo, es decir, un gobierno basado en la revelación donde él es el Jefe de Estado e imparte justicia, e imparte misericordia, donde el esclavo y el amo se unen como iguales, donde se terminan los privilegios para un reparto fraternal.

            ¿Alguien vio en una familia que el padre y la madre tengan todas las bendiciones, la heladera llena y a los hijos les den en pan duro? ¿O lo que solemos ver en una familia es que la madre es capaz de comer pan duro para darle el único plato de comida que puede llegar a tener en una circunstancia especial a su hijo? Cuando hace frío, ¿alguien vio que la madre esté toda abrigada y sus hijos estén desabrigados? ¿Alguna madre hace eso? Rarísimo, la regla es que la madre prefiere quedar despierta o tomando frío, pero que sus hijos estén cubiertos, porque rige la misericordia, ni siquiera la justicia, más allá de la justicia rige la misericordia, esa misericordia que rige en las madres de forma natural y en los padres es producto del origen de dónde venimos, nosotros somos así, nosotros vemos eso como normal, vemos eso como bien y al contrario nos espantamos si vemos una madre que acapara todas las riquezas que puede haber en un hogar y deja a sus hijos desprotegidos.

            Una de las consecuencias de la creencia en el Día del Juicio es como si alguien supiese que tiene una cámara permanentemente que lo está viendo, Dios ve todo, que tiene un policía que si se pasa de la raya lo controla, no puede robar, no puede mentir, porque Dios sabe y se va a encontrar con Él y va a ser juzgado.

            Vamos a ver, si Dios quiere, en el próximo programa más consecuencias para las sociedades y para los individuos que viven de acuerdo a la creencia firme, no una mera creencia volátil o accidental, sino realmente fundada, con conocimiento, con sabiduría, con reflexión, con acción; el creyente es como una montaña firme, nada la puede mover, si llega a uno de esos niveles entonces es un hombre liberado, es un hombre libre, no como nos hacen creer que un hombre libre es el que hace cualquier cosa, un hombre libre es el que rechaza los códigos sociales de conducta, etcétera, un transgresor, es un hombre libre, no, eso no libera al hombre, pero de todo eso vamos a seguir hablando después.

(Despedida en Árabe)

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