En el nombre de Dios, el Clemente el Misericordioso,
la paz de Dios sea con todos sus Profetas
desde Adán hasta Muhammad (s)
Para terminar con las clases acerca de la necesidad de la religión —y ésta es la última clase que voy a dar, aunque podría hablar muchísimo sobre la necesidad, pero como nos interesa también tener variedad en el contenido de las clases— vamos a hablar de un tema fundamental que es especial y particular del Islam en gran medida, y cuando hablamos del Islam obviamente no estamos hablando de la religión del Profeta Muhammad (s) y del Corán, sino estamos hablamos de las religiones monoteístas.
El Islam como definición general es el Islam de los Profetas, Mensajeros y Enviados de Dios. Entonces el Islam que es la revelación divina a través de los Profetas, que en las narraciones aparece que aproximadamente hubieron 124 mil Profetas a través de toda la historia, viene a enseñar la religión que no es sólo un libro y una revelación, sino que también es la conducta y el comportamiento, la tradición de aquellos hombres que Dios eligió como modelos y ejemplos para los demás hombres. Es decir que según las tradiciones y especialmente en el Corán se hace hincapié de esto, y dentro de las enseñanzas del Islam en la escuela Ahlul Bayt, en la escuela de la descendencia profética se hace hincapié que la religión no puede subsistir únicamente a través de un Libro Sagrado o un texto o una revelación. La religión debe también contar con la presencia de un hombre perfecto, de un Profeta (en algunos casos) o un Imam según nuestra propia visión, un sucesor y vice regente del Profeta que es quien va a establecer la corporización de ese Texto Sagrado. Es decir nosotros consideramos que el texto es la letra y es una relevación propuesta en un libro, pero ese libro necesita de alguien que lo interprete, que lo transmita, que lo describa, que lo enseñe, que conozca su verdadera exegesis y, lo más importe, que pueda aplicarlo. Por eso llamamos al Profeta y al Imam al-Quran al-Natiq o el Corán parlante, quiere decir alguien que hizo del Corán su carácter, hizo del Corán su pensamiento, hizo del Corán su conducta, su comportamiento, por ello hay una gran necesidad de conocer quién es esa persona que corporiza el Texto Sagrado.
Según una narración dice: “Quien muere sin conocer a su Imam (o al Imam de su época, a este hombre perfecto, al modelo a seguir), muere como si no hubiese conocido el Islam” — con una muerte como en la época de la gentileza o de la ignorancia, lo que llaman al-yahiliah que es aquella época que durante muchísimos años antes de la llegada del Profeta Muhammad (s) se consideraba una cultura muy decadente, una cultura y civilización sin ningún tipo de valor, ni ético, ni moral, ni social, ni político; los hombres vivían en un sistema caótico, vivían con la ley de la selva, vivían digamos totalmente alejados y desviados del camino de la verdad, del camino de los valores y los principios, del camino de la espiritualidad, del camino de las enseñanzas de los Profetas—. Entonces dice la narración, quien muere sin conocer quién es su Imam, quien es este modelo a seguir, muere como fuese en la época de la yahiliah, en la época de la ignorancia, de la gentileza, de la oscuridad. Es por eso que nosotros creemos que el Imam o el Profeta o este hombre que representa al hombre perfecto y que embellece su alma justamente con las cualidades divinas, con las características de Dios, es quien funciona como un criterio y como un referente a seguir. Por ejemplo, cuando el Profeta habló del Imam ‘Ali, dijo: “Ali está con la verdad y la verdad está con ‘Ali”. Es decir, del mismo modo que ‘Ali es dueño de su propia verdad, de la verdad de las enseñanzas del Corán y del Profeta, de la verdad de Dios, también la verdad lo tiene a ‘Ali como criterio y referente; dice que así como se mueve ‘Ali, se mueve la verdad. Lo que significa que para nosotros la existencia de este modelo y de este ejemplo es fundamental y sabemos muy bien que sólo la religión es la que crea y educa personas de esta categoría. Es la religión la escuela de estos hombres que se van a transformar en un modelo y un ejemplo a seguir, como para poder imitarlos en la vida cotidiana, en nuestros pensamientos, en nuestra creencia. Por eso siempre el creyente tiene el ejemplo del Profeta o el Imam como ese modelo que constantemente tenemos que ver para poder seguirlo, es la luz que va a guiar nuestro camino en la práctica.
El Corán como libro podría tener muchas interpretaciones. Hay veces que uno se da cuenta que algunos grupos, por ejemplo en nombre del Corán y supuestamente argumentándose bajo la luz del Corán, y aparentemente utilizando al Corán como su criterio hacen atrocidades, hacen cuestiones que tienen que ver con extremismos, fundamentalismos y terrorismo, algo totalmente alejado del Islam. Eso lo hacen supuestamente con su propia interpretación del Corán, porque el Corán no puede salir a defenderse a sí mismo, no puede decir: ¡me estas mal interpretando!, si alguien quiere mal interpretarlo. No puede decir, te has equivocado en tu lectura o en el análisis del Corán. El Corán es un libro mudo, está callado. El Corán no puede hablar como para decir: ¡miren que yo quiero decir tal cosa!, ¡miren que yo me interpreto de esta manera! o ¡quien me escribió quiso decir tal cosa! Por eso dicen que en árabe, hay una frase famosa que dice: “El significado del verso o de la poesía está en el corazón del poeta”. O sea si el poeta muere ¿quién puede saber a ciencia cierta qué es lo que quiso decir? Por eso constantemente en los análisis y en las exegesis que se hacen de los libros hay tantas diferencias, porque cada uno termina interpretando desde su propia visión, desde su propia limitación. Entonces necesitamos para ese Texto Sagrado y ese Libro a un hombre que sea quién interprete y quién lo transmite, que sea quién lo corporiza, quién lo hace realidad. Por ello ante la realidad de una conducta humana uno no se puede confundir que el Imam ‘Ali en tal situación actuó de tal manera. Eso no necesita interpretación, la acción es acción. Si por ejemplo yo agarro un martillo y rompo un vidrio, lo que hice es romper un vidrio, ya no hay manera de poder interpretar otra cosa más que rompí el vidrio, mientras que el Corán muchas veces se da para que uno pueda jugar, desgraciadamente, con su interpretación según su propia visión. Por lo tanto además del Corán que es la letra, que es la norma, que es la constitución y las enseñanzas de Dios, la palabra de Dios escrita y revelada al Profeta Muhammad (s) y reunida en el Libro, se necesita de un hombre que haga del Corán la herramienta justa para lograr la perfección y poder llegar al objetivo, que es el Profeta o el Imam según nuestra propia escuela de Ahlul Bayt, que es el sucesor del Profeta y el que le dará continuidad a la línea profética.
Por lo tanto ese Imam o ese Profeta va a ser un Corán parlante, un Corán que va a decir: “el Corán dice tal cosa”, y es ese Corán que además va a hablar y decir: “yo deseo tal cosa, yo necesito tal cosa, yo interpreto que lo dicho por Dios dice es así”, porque lo hace justamente bajo la luz de la palabra de Dios. Por eso el mismo Corán cuando habla del Profeta dice que no habla por deseo propio, dice:
âوَ ما يَنْطِقُ عَنِ الْهَوى *إِنْ هُوَ إِلاَّ وَحْيٌ يُوحىá
“… y no habla conforme a su deseo * sino que es una inspiración que se le revela”. Es decir, el Profeta no habla por una cuestión de deseo, por una cuestión de interés, de visón o capricho personal, lo habla porque dice:
âإِنْ هُوَ إِلاَّ وَحْيٌ يُوحىá
Sino que ciertamente esto es una revelación que le está siendo revelada. Por eso la diferencia entre el Profeta y un hombre normal está justamente en el hecho de que el Profeta es un hombre normal pero dice el Corán: “…se le revela…”, es decir, le es revelado al Profeta su conocimiento, sus palabras”. Con respecto al Imam, que es el sucesor del Profeta y no tiene revelación, su revelación está determinada a través de la herencia profética; es decir que el Profeta toma la revelación, recibe y percibe la revelación de una forma directa desde Dios y el Profeta se encarga de heredarla a sus sucesores, en este caso a su descendencia: el Imam ‘Ali, el Imam Hasan, el Imam Husain y los nueve hijos de Husain. Entonces es a través de esa escuela que nosotros consideramos que hay una necesidad de la religión en el sentido de conseguir ese modelo, ese ejemplo. El hombre no se puede guiar sin un modelo, sin ejemplo. El hombre necesita imitar a alguien perfecto y ese hombre perfecto no es nadie más que la religión quien nos lo puede dar ya sea a través de la revelación o a través de la herencia profética.
ALAHAMDU LIL.LAHI RABBIL ‘ALAMIN,
WA SALAM ‘ALIKUM WA RAHMATUL.LAHI WA BARAKATU