En el nombre de Dios, el Clemente el Misericordioso,
la paz de Dios sea con todos sus Profetas
desde Adán hasta Muhammad (s)
Estábamos hablando acerca de la vida terrenal, ahora vamos a hablar un poco sobre un tema fundamental que tiene que ver con el objetivo de la vida del ser humano, con el sentido de la vida, lo que hoy muchos llaman, justamente “el sentido de la vida”.
Desgraciadamente nosotros nos hemos desarrollado en una cultura como la cultura occidental, que en estos días —en la historia contemporánea— esta cultura por la cuestión de haber establecido el humanismo como el criterio de perfección de vida a nivel ideológico, doctrinal y a la vez establecido al materialismo y el liberalismo como las culturas que desean imponerse al fin y al cabo, especialmente en esta etapa de la globalización y en esta etapa digamos del post modernismo, en esta cuestión del materialismo, el humanismo y el liberalismo, encontramos que desgraciadamente el sentido de la vida del ser humano se ha perdido. Muchas veces o directamente no tenemos sentido de vida, es decir, no existe un objetivo claro, sólo vivimos por obligación. Según esta visión el universo nos tira al mundo y ahora que estamos con esta realidad tenemos que hacernos cargo de ella y tener que vivir simplemente porque existimos. Es decir, no decidimos nosotros obviamente existir como es también la visión religiosa, pero como ya estamos acá tenemos que hacer algo entonces vivimos, vivimos casi por casualidad. Para tener que sobrevivir o subsistir. Uno está obligado constantemente a esforzase, a luchar, a trabajar, entonces ya se hace de una vida de trabajo, de esfuerzo, de lucha. Muchos estudian para lograr una mejor posición o para mejorar la economía, unos se dedican al trabajo, otros son empleados, otros tienen algún oficio, otros son jefes, bueno en fin, cada uno elige un objetivo pero eso es más que todo para saciar una necesidad y para poder de alguna manera subsistir, mejor dicho sobrevivir.
La cuestión es que desgraciadamente ese objetivo es un objetivo que uno se autoimpone, o sea, la misma realidad, la realidad cruda de este mundo y la debilidad del ser humano nos impone y nos obliga a vivir de determinada manera. Entonces nos impone un objetivo, y nos impone muchas veces la forma de vida, porque entre sentido de vida, objetivo de vida y forma de vida hay una relación. Es decir, muchos de nosotros vivimos porque tenemos que vivir y vivimos de la forma que se nos impone. Obviamente nosotros tenemos muy claro que la existencia del ser humano cuando pierde su sentido pierde su dirección. Cuando no existe un objetivo específico por el cual vivir, una razón de vida, sabemos que es una vida sin ningún tipo de verdadero placer porque el placer espiritual, especialmente que nosotros podríamos llamar placer psicológico, se encuentra en primera instancia en saber dónde está parado. Es decir, cuando uno no conoce ni siquiera su lugar, su posición, cuál es el lugar que como ficha ocupamos en este tablero, es muy difícil vivir. Al igual que alguien que de repente sea tirado al mar, digamos, y ahí tiene que empezar a aprender a nadar, tiene que comenzar a convivir con la realidad del mar, tiene que arreglárselas para tener que abrigarse del frio o para poder secarse del agua o poder sentirse con calor, tiene que tratar de llegar más rápido a la orilla para no estar constantemente nadando y poder descansar o tiene que, por ejemplo, aprender a comer de los peses. En fin, tiene una obligación de hacerse de un nuevo ambiente, una forma de vida por obligación sin que nadie le explique nada, sin que nadie le enseñe, nadie reflexione ni lo guíe, sin que nadie experimente y le transmita la experiencia, una cosa media improvisada. Ese tipo de vida, además de ser una vida sin sentido, es una vida que no permite que uno logre ningún tipo de objetivo real. Puede ser que uno finalmente logre riqueza, logre poder, logre fama, logre ciertos placeres terrenales, mundanales, corporales pero no logre un objetivo. Un objetivo es poder llegar a un estado de perfección específica. Todo esto no es más que una simple cuestión que hasta los animales disfrutan de ello, o sea, no tiene nada de especial una vida de esa forma.
La vida puede dar verdadero placer cuando uno logra un objetivo, que es justamente lograr un estado de perfección, cuando tiene sentido y cuando tiene objetivo. Una vida sin sentido no tiene placer, no tiene objetivo, no tiene perfección y es por eso que se hace hincapié en el Islam en esto de encontrar un camino para seguir. Imagínense que los mismos creyentes, siendo creyentes y teniendo una idolología clara, una norma clara y obedeciendo a Dios y todo así, cinco veces al día en el rezo dicen:
âاهْدِنَا الصِّراطَ الْمُسْتَقِيمَ á
“Guíanos por el camino recto”, porque aun así uno puede desviarse del camino o puede equivocarse de camino. Equivocarse es tomar otro camino. Desviarse es estar en ese camino y de repente torcernos, torce la dirección y comenzar un nuevo camino. Entonces es necesario que uno pida la guía, porque puede que uno pierna la dirección, o sea, el sentido de vida.
Eso es con respecto al objetivo de la vida que todavía no hablamos de él. Estuvimos hablando simplemente de la filosofía, de tener una vida con objetivo y una vida sin objetivo; de la descripción de una vida sin sentido y una vida con sentido. Lo que en realidad nos interesa es poder entender qué necesitamos; o sea, hay una necesidad y requerimos por una cuestión innata de esto, de tener una vida con sentido, una vida que nos lleve al objetivo, que nos permita perfeccionarnos. Porque a la vida la consideramos un camino de crecimiento; es decir, la vida es como el tronco de un árbol o la rama de una planta que tiene que crecer finalmente para dar frutos. Entonces ese tronco va a ir creciendo para que al fin y al cabo a través de sus ramas, sus hojas y su pompa pueda dar frutos.
Si la vida no tiene sentido, si la vida no tiene un objetivo, si la vida no tiene una dirección clara, por consiguiente no puede dar fruto. Uno la vive porque a todos nos toca vivir, porque estamos obligados a vivir, pero la diferencia es que una de estas vidas —que es la que tiene sentido— da frutos, o sea logra los objetivos y da buenos resultados. La otra vida se vive, es decir, es un tronco que crece pero finalmente no da frutos. Entonces imaginen la vida con sentido y la vida sin sentido como un árbol que da frutos y un árbol que no da frutos. Los dos viven —sí es cierto— los dos crecen, se desarrollan, los dos de alguna manera hasta disfrutan de todo lo que tiene que disfrutar un ser vivo o, en este caso cuando hablamos de la vida vegetal, los árboles. Desgraciadamente la diferencia está en que al fin y acabo a pesar de los placeres, de la diversión, de la felicidad que uno puede experimentar durante la vida, el problema es que al final de la vida uno encuentra los frutos, otro no los encuentra. Es decir, es como que alguien toda la vida esté construyendo un edificio y los dos construyen, el con sentido y el sin sentido. Cuando termina el edificio viene una aplanadora o una máquina que de alguna manera destruye el edificio del segundo, y el primero queda para vivir en él. El que terminó el edificio y todavía sigue construido, vive en él, lo disfruta, lo vende, lo regala, lo reparte entre sus amigos o entre sus familiares; es decir, cumple con el objetivo de esa construcción. El otro no. El otro se destruye con la muerte. Entonces la vida del ser humano si no tiene sentido, es como cuando alguien llega al precipicio. Bueno, el que llega a un precipicio y tiene sentido vuelve a su casa y duerme tranquilo. El que no tiene sentido cae en el precipicio y termina con la muerte. Es decir, si nosotros vivimos con sentido, vivimos con esa dirección de esfuerzo y lucha en pro de lograr el objetivo. El que vive con sentido logra el objetivo y el que vive sin sentido no logra el objetivo. Eso es lo que dice el Corán a aquellos que se imaginan que están haciendo algo bien, pero en realidad son los que pierdan. Dice:
âإِنَّ الْإِنْسَانَ لَفِي خُسْرٍ á
“En verdad, el hombre camina hacia su perdición”. Significa, ciertamente el ser humano después de jurar por la tarde se encuentra perdiendo, está constantemente en un estado de perdida; perdida se refiera a que va perdiendo su capital, va perdiendo aquello que Dios le dio para perfeccionarse, excepto aquellos que tienen fe, dice la aleya:
âإِلَّا الَّذِينَ آمَنُوا وَعَمِلُوا الصَّالِحَاتِ á
“Excepto quienes crean, obren bien…”, es decir, aquellos que tienen fe y hacen el bien. Eso está en una vida con sentido.
En la próxima clase vamos a hablar de cuál es el sentido de la vida y cuál tiene que ser el objetivo del creyente.
ALAHAMDU LIL.LAHI RABBIL ‘ALAMIN,
WA SALAM ‘ALIKUM WA RAHMATUL.LAHI WA BARAKATU