En el nombre de Dios, el clemente, el misericordioso.
La paz de Dios sea con todos sus profetas, desde Adán hasta Muhammad.
Venimos hablando en estas lecciones acerca de la realidad de la fitrah, que habíamos traducido hay veces como la necesidad, la naturaleza primigenia, todas esas tendencias y esas formas de percepción, o esos conocimientos que están en el ser humano de manera innata, junto a esas propensiones y esas disposiciones naturales que acompañan al ser humano en toda su existencia; y tiene un carácter general en el sentido que abarca a todos los individuos del mundo, de la humanidad, de los seres humanos, a cada uno de los individuos. Históricamente se desarrolló en todas las personas, a eso llamamos fitrah, que tiene que ver con un tipo de creación divina, que Dios establece como una disposición en el ser, es decir, cuando Dios crea al ser humano lo crea con cierta disposición, con ciertos conocimientos, con cierta tendencia, que a el conjunto de esas cuestiones llamamos fitrah.
Dijimos que creemos que una de las formas de conocer a Dios es a través de la fitrah, de la naturaleza humana, creyendo en el hecho de que el conocimiento de Dios es innato en primera instancia, o sea, antes de salir a buscar a Dios a través de sus efectos, de sus criaturas, de las creaciones de Dios y de aquello que ha establecido como signos que indican en su existencia, el ser humano puede buscar a Dios y encontrarlo en su propio interior. Es decir, que para conocer a Dios no hace falta, o por lo menos no es una necesidad ni una obligación el salir a conocerlo fuera de uno mismo, pues éste proceso puede ser un proceso introspectivo, sin la necesidad de conocer más allá de uno mismo.
Por eso la narración famosa del Profeta que dice: Quien se conoce a sí mismo conoce a Dios. Porque en realidad Dios se encuentra como ser que uno puede percibir y conocer, en nuestro propio interior. Y eso habíamos hablado en forma resumida, y habíamos prometido que ya comenzaríamos a detallar un poco más esta cuestión. Si recuerdan, aquel día nosotros habíamos hablado de algunas de las características de la fitrah y algunas de sus dimensiones. Hoy vamos a hablar específicamente de la relación entre la fitrah y el conocimiento de Dios, o sea, ¿a qué llamamos conocimiento innato de Dios?, ¿cómo es que se puede conocer innatamente a Dios?, ¿qué significa eso? de eso vamos a hablar, a tratar de definirlo de una manera un poco más profunda y detallada.
Cuando hablamos de fitrah en el islam tenemos dos tipos: la fitrah de la razón y la fitrah del corazón. La primera tiene que ver con esto de conocer a Dios a través de la fitrah, es decir, hay un conocimiento interno e innato, instintivo, natural, de Dios en el ser humano, que tiene que ver con saber de su existencia, o sea, probar la existencia de Dios a través de lo que uno puede sentir internamente, a nivel conocimiento: yo sé porque siento que Dios existe, eso es un tipo de conocimiento que está relacionado a la fitrah de la razón. Hay otra fitrah que es la fitrah del corazón, que ya no es un mero conocimiento o saber que Dios existe, sino que es un sentimiento de necesidad de Dios: uno necesita a Dios, uno desea a Dios, uno tiene una tendencia de querer encontrarse con Dios, de querer saciarse con Dios, de querer llenar su vacío con Dios, de querer perfeccionarse con Dios, o sea, una búsqueda interna que ya no es un mero conocimiento. Ya es una cuestión de sentimiento, y se siente tanto el deseo como la necesidad, o sea, uno siente el vacío y también el deseo de querer llegar a él.
Entonces son dos las formas de poder establecer esta relación entre el ser humano y Dios a través de la fitrah: la primera forma es cuando uno puede aprobar, puede comprobar y puede argumentar la existencia de Dios por su conocimiento interno,
que según las narraciones todo niño cuando nace, nace en ese estado de fitrah, y cuando preguntan a los imames acerca de qué significa el estado de fitrah, dicen: Dios los ha creado con esa capacidad de poder conocerlo, porque internamente existe ya ese estado. Y la otra forma de relacionarnos con Dios ya no es a través del mero conocimiento interno, sino a través del sentimiento de necesidad, cuando uno se siente dependiente de Dios, cuando uno siente la necesidad de llegar a Dios y de encontrarse con él.
Muchas veces cuando hablan del sentido religioso, hablan de ese fuego interno que nos mueve hacia Dios, que se traduce en las enseñanzas religiosas en el amor a Dios, o lo que llaman la pasión de espiritual o divina. Entonces muchas de las experiencias religiosas tienen que ver con estas dos cuestiones. Algunas experiencias simplemente se limitan a indicarnos a Dios, su existencia, para que sepamos que Dios existe; y muchas veces la experiencia tiene que ver con el sentir un amor, un deseo y una necesidad por Dios.
Cuando detallemos este tema vamos a tener que hablar de dos cuestiones fundamentales: una es que el ser humano además de conocer a Dios internamente puede sentilo, y el segundo punto que vamos a tocar, que eso va a venir en la próxima clase, va a tratar acerca de que ese sentido religioso está relacionado a una cuestión netamente innata, es decir, sus raíces están en la propia naturaleza humana, que eso es lo que queremos comprobar, y no producto o resultado del aprendizaje o de la enseñanza, porque justamente la diferencia entre los materialistas y los espirituales, los que aprueban esta idea del sentido religioso en el ser humano, es que todos consideran que existe un sentido religioso, pero nosotros decimos que ese sentido religioso tiene sus raíces en la naturaleza humana, o sea es parte de la estructura natural del ser humano, mientras que los
materialistas y los que no tienen esa creencia dicen que en realidad eso es producto del aprendizaje, que ha sido adquirido, puede ser por ejemplo de la herencia cultural, producto de la educación y de la formación, o de la estructura cultural de
las sociedades que van inculcando al individuo sus principios, sus valores.
Entonces sobre estos tema vamos a hablar en la próxima clase: uno es que aparte de existir un conocimiento innato, existe un sentimiento innato frente a Dios, y además ese conocimiento y ese sentimiento tienen sus raíces en la estructura del ser humano, es decir, en su naturaleza, así como los instintos por ejemplo.