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Descripción

El Sheij nos narra sobre el que hacer del Hombre desde la práctica, siendo estos conceptos obtenidos conforme a las enseñanzas de los Profetas (P), y de esta forma nos permite que esta construcción satisfaga a Dios. Según la cosmovisión del Islam, el Hombre no es libre del todo, sin embargo poseemos libre albedrío, en lo que respecta a las acciones físicamente posibles. El ser humano en el Islam se siente siervo de Dios, asumido al creador desde su madurez intelectual, siendo este momento el que él se somete a la ley, restringiendo sus libertades, y basando su existencia en la obediencia de esta ley Divina contenida tanto en el Corán, como también en las tradiciones Proféticas.

Transcripción

En el nombre de Dios, el Clemente el Misericordioso,
la paz de Dios sea con todos sus Profetas
desde Adán hasta Muhammad (s)

Como bien escucharon en la anterior clase, veníamos hablando en esta oportunidad acerca del camino del Islam. Reiteradamente dijimos que el objetivo del sentido de la vida del hombre, tiene que ver con conocer a Dios, amar a Dios y adorar a Dios. Eso había sido el resumen de las anteriores clases, si el camino verdadero tiene que ver con llegar a Dios para adorarlo, obviamente la adoración no viene de la nada, la adoración viene de una percepción, de un conocimiento de Dios, por eso el primer paso es el conocer a Dios. Luego a través de ese conocimiento uno ama a Dios, uno se conecta emocionalmente con Dios y finalmente uno termina adorándole en el sentido de la obediencia; uno termina cumpliendo con Sus leyes, con Sus normas y con Sus reglas. Ahora bien, nosotros dijimos que la primera dimensión de este camino a nivel práctico, si uno quiere establecer un programa práctico para transitar este camino, es la construcción del pensamiento. Por lo tanto en las anteriores clases indicamos que sin tener construidas una cosmovisión, una creencia, una fe y una doctrina es imposible poder interactuar con la realidad, es imposible poder conocer a Dios, es imposible poder obedecerle.

Lo que nos interesa en esta oportunidad es hablar de la segunda dimensión de este camino. En las dos clases anteriores estuvimos hablando de la construcción del pensamiento y de la creencia que es la primera dimensión. La segunda dimensión de este camino y es el segundo paso que uno tiene que desarrollar en la práctica, el que está conectado con la acción. Es decir, luego de haber creado un pensamiento: cómo pensar, en qué pensar, cómo debe ser mi pensamiento, vengo a cómo actuar. O sea, qué es lo que se debe hacer en la vida desde la práctica, cuál debe ser su conducta, cuál comportamiento es el correcto conforme con las enseñanzas de los Profetas y las revelaciones; es decir, aquél comportamiento que conforma a Dios, aquél comportamiento que hace de mi camino un camino de perfeccionamiento constante, aquél comportamiento que me va a permitir crecer espiritualmente, aquél comportamiento que va a permitir la realización del ser humano, es decir, la construcción del hombre desde sus profundidades hacia las alturas del camino del perfeccionamiento humano.

Entonces está muy claro, en el comportamiento hay para nosotros una regla general y es que no somos libres, totalmente diferente a esa visión liberal del ser humano que cree o intenta por lo menos hacer del ser humano un ente libre. Con esto que no somos libre no quiere decir que no tenemos libre albedrío, porque el libre albedrío es una realidad que todos nosotros innatamente podemos percibir, y no hace falta ser ni filósofo, ni religioso, ni teólogo para entender que uno por naturaleza nació con la libertad de poder hacer lo que desea, obviamente bajo los límites de su existencia, de la naturaleza y del universo. Pero uno en materia de acción es libre; o sea, yo ahora si quiero mover mi mano hacia la derecha, la muevo; si quiera mover a la izquierda, la muevo; si quiero dejar el lápiz sobre la mesa, lo dejo; si lo quiero agarrar, lo agarro. Eso es algo normal que uno comprende y percibe innatamente de una forma natural. Sin embargo cuando hablo que no somos libres, hablo en el sentido de la libertad absoluta. El ser humano en el Islam se siente siervo.

En algunas clases ya hablamos sobre la servidumbre, sobre el concepto de servidumbre y posiblemente a futuro hablaremos con más claridad sobre este estatus del siervo, del ser humano, de qué forma se desarrolla esa servidumbre. Lo importante es que no somos libres, porque tenemos que seguir una norma, es decir se siente limitado el creyente con la norma de Dios, con las reglas de Dios, con esta constitución divina que viene a abarcar todo el movimiento del ser humano en su vida. Esto significa que desde que nace el ser humano hasta que muere hay una serie de normas y reglas naturales que van limitando su existencia y su movimiento en el universo. Del mismo modo desde la época en que se transforma en un ser responsable —que es lo que llaman el taklif en el Islam, o sea la edad de entre 9 a los 15 años, según si es niña o niño, desde la edad que uno de alguna manera se ha trasformado en un ser responsable, en un ser humano responsable ante Dios; es decir que le es obligatorio cumplir con la ley— hasta la muerte ese hombre a nivel legal, a nivel normas ya no va a ser un hombre libre, sino va a ser un siervo de Dios. Eso de la servidumbre tiene que ver justamente con la obediencia; es decir, la edad de la responsabilidad es la edad que uno toma conciencia y piensa en que existe un Señor, existe un Dueño de este universo, existe un Dios y un Creador Omnipresente, Omnisapiente, Omnisciente, ese ser es quien nos controla, ese ser es el que nos dio la existencia, ese ser es aquél a quien le debemos todo lo que tenemos, por lo tanto esa deuda y esa relación de criatura-Creador, y esa relación del individuo con su Señor es una relación de servidumbre. Por lo tanto a través de esa relación de servidumbre uno tiene que obedecer a Dios.

Entonces, a manera de resumen decimos que el camino de la práctica, o sea esta segunda dimensión del camino hacia Dios es el camino de la práctica, debe estar basado en ese sentimiento de que uno es siervo y de que se transforma en responsable de sus actos. Es decir que hasta antes de la edad de la responsabilidad´—cuando uno es niño Dios no contabiliza sus acción porque simplemente no tiene la capacidad de poder entender este tema, no tiene la capacidad de poder saber acerca del Creador, acerca de las condiciones del Creador, de los requerimientos del Creador, de su estatus de Señor, que controla las vidas y que juzga—, hasta esa época cuando uno es niño puede hacer lo que quiera y se siente realmente libre y, de hecho, es libre en el sentido que no será juzgado, pero cuando comienza la edad de la responsabilidad, uno tiene que comenzar a transitar un camino de responsabilidades. Es decir, justamente como dice la palabra, un camino en donde sabe que tiene que responder por sus actos, es responsable de sus actos, de sus pensamientos, de sus comportamientos, de su conducta; pero lo más importante es esto: “saber que los actos deben estar limitados bajo la norma de Dios”. Es decir, Dios dijo esto está permitido y esto no está permitido, esto es preferible y esto no es preferible.

Quizás en la próxima clase hablemos un poco de cuál es el estatus de estos actos, y en base de eso uno tiene que ir limitando su vida. Por eso el creyente no se siente libre en el sentido de querer hacer lo quiera, decir lo que quiera o pensar lo que quiera. No, uno se siente obviamente controlado por Dios, se siente controlado por la ley, se siente controlado por su devenir, por la otra vida, por el castigo por, digamos, el juicio que se le hará, y todo eso va limitando poco a poco la vida del ser humano.

Por lo tanto esta segunda dimensión en la vida práctica del hombre y el comportamiento del hombre tiene que ver con actuar basado en un estado de responsabilidad, y ese estado de responsabilidad se basa en un cumplimiento y en una obediencia a la ley. Por eso el Corán no sólo es un libro de espiritualidad o de guía, sino que también además es un libro de leyes. Hay muchísimas aleyas y muchas más en cantidad de tradiciones y hadices y sunnas proféticas que hablan acerca de la importancia de la ley y hablan detalladamente de la misma ley. Por ejemplo tenemos las enseñanzas del Corán sobre los temas sociales, sobre los temas de justicias; sobre los temas de gobierno, sobre los temas de higiene, de alimentación; sobre los temas de la vestimenta del hombre y de la mujer; sobre el tema de las relaciones personales, de las transacciones, del comercio, de la compra, de la venta, de los alquileres; sobre el tema de la administración, de la cultura, de la educación de los niños, de las cuestiones civiles, de las cuestiones penales, toda una gama de normas y reglas que van de alguna manera a construir ese canon islámico para poder obedecerle y finalmente así conformar a Dios en materia de comportamiento. Por lo tanto luego de la construcción de la creencia, aparece la construcción de la conducta humana, a través de la obediencia de la ley.

 ALAHAMDU LIL.LAHI RABBIL ‘ALAMIN,
WA SALAM ‘ALIKUM WA RAHMATUL.LAHI WA BARAKATU

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El camino del Islam (3)

Descripción

Transcripción

El Sheij nos narra sobre el que hacer del Hombre desde la práctica, siendo estos conceptos obtenidos conforme a las enseñanzas de los Profetas (P), y de esta forma nos permite que esta construcción satisfaga a Dios. Según la cosmovisión del Islam, el Hombre no es libre del todo, sin embargo poseemos libre albedrío, en lo que respecta a las acciones físicamente posibles. El ser humano en el Islam se siente siervo de Dios, asumido al creador desde su madurez intelectual, siendo este momento el que él se somete a la ley, restringiendo sus libertades, y basando su existencia en la obediencia de esta ley Divina contenida tanto en el Corán, como también en las tradiciones Proféticas.

En el nombre de Dios, el Clemente el Misericordioso,
la paz de Dios sea con todos sus Profetas
desde Adán hasta Muhammad (s)

Como bien escucharon en la anterior clase, veníamos hablando en esta oportunidad acerca del camino del Islam. Reiteradamente dijimos que el objetivo del sentido de la vida del hombre, tiene que ver con conocer a Dios, amar a Dios y adorar a Dios. Eso había sido el resumen de las anteriores clases, si el camino verdadero tiene que ver con llegar a Dios para adorarlo, obviamente la adoración no viene de la nada, la adoración viene de una percepción, de un conocimiento de Dios, por eso el primer paso es el conocer a Dios. Luego a través de ese conocimiento uno ama a Dios, uno se conecta emocionalmente con Dios y finalmente uno termina adorándole en el sentido de la obediencia; uno termina cumpliendo con Sus leyes, con Sus normas y con Sus reglas. Ahora bien, nosotros dijimos que la primera dimensión de este camino a nivel práctico, si uno quiere establecer un programa práctico para transitar este camino, es la construcción del pensamiento. Por lo tanto en las anteriores clases indicamos que sin tener construidas una cosmovisión, una creencia, una fe y una doctrina es imposible poder interactuar con la realidad, es imposible poder conocer a Dios, es imposible poder obedecerle.

Lo que nos interesa en esta oportunidad es hablar de la segunda dimensión de este camino. En las dos clases anteriores estuvimos hablando de la construcción del pensamiento y de la creencia que es la primera dimensión. La segunda dimensión de este camino y es el segundo paso que uno tiene que desarrollar en la práctica, el que está conectado con la acción. Es decir, luego de haber creado un pensamiento: cómo pensar, en qué pensar, cómo debe ser mi pensamiento, vengo a cómo actuar. O sea, qué es lo que se debe hacer en la vida desde la práctica, cuál debe ser su conducta, cuál comportamiento es el correcto conforme con las enseñanzas de los Profetas y las revelaciones; es decir, aquél comportamiento que conforma a Dios, aquél comportamiento que hace de mi camino un camino de perfeccionamiento constante, aquél comportamiento que me va a permitir crecer espiritualmente, aquél comportamiento que va a permitir la realización del ser humano, es decir, la construcción del hombre desde sus profundidades hacia las alturas del camino del perfeccionamiento humano.

Entonces está muy claro, en el comportamiento hay para nosotros una regla general y es que no somos libres, totalmente diferente a esa visión liberal del ser humano que cree o intenta por lo menos hacer del ser humano un ente libre. Con esto que no somos libre no quiere decir que no tenemos libre albedrío, porque el libre albedrío es una realidad que todos nosotros innatamente podemos percibir, y no hace falta ser ni filósofo, ni religioso, ni teólogo para entender que uno por naturaleza nació con la libertad de poder hacer lo que desea, obviamente bajo los límites de su existencia, de la naturaleza y del universo. Pero uno en materia de acción es libre; o sea, yo ahora si quiero mover mi mano hacia la derecha, la muevo; si quiera mover a la izquierda, la muevo; si quiero dejar el lápiz sobre la mesa, lo dejo; si lo quiero agarrar, lo agarro. Eso es algo normal que uno comprende y percibe innatamente de una forma natural. Sin embargo cuando hablo que no somos libres, hablo en el sentido de la libertad absoluta. El ser humano en el Islam se siente siervo.

En algunas clases ya hablamos sobre la servidumbre, sobre el concepto de servidumbre y posiblemente a futuro hablaremos con más claridad sobre este estatus del siervo, del ser humano, de qué forma se desarrolla esa servidumbre. Lo importante es que no somos libres, porque tenemos que seguir una norma, es decir se siente limitado el creyente con la norma de Dios, con las reglas de Dios, con esta constitución divina que viene a abarcar todo el movimiento del ser humano en su vida. Esto significa que desde que nace el ser humano hasta que muere hay una serie de normas y reglas naturales que van limitando su existencia y su movimiento en el universo. Del mismo modo desde la época en que se transforma en un ser responsable —que es lo que llaman el taklif en el Islam, o sea la edad de entre 9 a los 15 años, según si es niña o niño, desde la edad que uno de alguna manera se ha trasformado en un ser responsable, en un ser humano responsable ante Dios; es decir que le es obligatorio cumplir con la ley— hasta la muerte ese hombre a nivel legal, a nivel normas ya no va a ser un hombre libre, sino va a ser un siervo de Dios. Eso de la servidumbre tiene que ver justamente con la obediencia; es decir, la edad de la responsabilidad es la edad que uno toma conciencia y piensa en que existe un Señor, existe un Dueño de este universo, existe un Dios y un Creador Omnipresente, Omnisapiente, Omnisciente, ese ser es quien nos controla, ese ser es el que nos dio la existencia, ese ser es aquél a quien le debemos todo lo que tenemos, por lo tanto esa deuda y esa relación de criatura-Creador, y esa relación del individuo con su Señor es una relación de servidumbre. Por lo tanto a través de esa relación de servidumbre uno tiene que obedecer a Dios.

Entonces, a manera de resumen decimos que el camino de la práctica, o sea esta segunda dimensión del camino hacia Dios es el camino de la práctica, debe estar basado en ese sentimiento de que uno es siervo y de que se transforma en responsable de sus actos. Es decir que hasta antes de la edad de la responsabilidad´—cuando uno es niño Dios no contabiliza sus acción porque simplemente no tiene la capacidad de poder entender este tema, no tiene la capacidad de poder saber acerca del Creador, acerca de las condiciones del Creador, de los requerimientos del Creador, de su estatus de Señor, que controla las vidas y que juzga—, hasta esa época cuando uno es niño puede hacer lo que quiera y se siente realmente libre y, de hecho, es libre en el sentido que no será juzgado, pero cuando comienza la edad de la responsabilidad, uno tiene que comenzar a transitar un camino de responsabilidades. Es decir, justamente como dice la palabra, un camino en donde sabe que tiene que responder por sus actos, es responsable de sus actos, de sus pensamientos, de sus comportamientos, de su conducta; pero lo más importante es esto: “saber que los actos deben estar limitados bajo la norma de Dios”. Es decir, Dios dijo esto está permitido y esto no está permitido, esto es preferible y esto no es preferible.

Quizás en la próxima clase hablemos un poco de cuál es el estatus de estos actos, y en base de eso uno tiene que ir limitando su vida. Por eso el creyente no se siente libre en el sentido de querer hacer lo quiera, decir lo que quiera o pensar lo que quiera. No, uno se siente obviamente controlado por Dios, se siente controlado por la ley, se siente controlado por su devenir, por la otra vida, por el castigo por, digamos, el juicio que se le hará, y todo eso va limitando poco a poco la vida del ser humano.

Por lo tanto esta segunda dimensión en la vida práctica del hombre y el comportamiento del hombre tiene que ver con actuar basado en un estado de responsabilidad, y ese estado de responsabilidad se basa en un cumplimiento y en una obediencia a la ley. Por eso el Corán no sólo es un libro de espiritualidad o de guía, sino que también además es un libro de leyes. Hay muchísimas aleyas y muchas más en cantidad de tradiciones y hadices y sunnas proféticas que hablan acerca de la importancia de la ley y hablan detalladamente de la misma ley. Por ejemplo tenemos las enseñanzas del Corán sobre los temas sociales, sobre los temas de justicias; sobre los temas de gobierno, sobre los temas de higiene, de alimentación; sobre los temas de la vestimenta del hombre y de la mujer; sobre el tema de las relaciones personales, de las transacciones, del comercio, de la compra, de la venta, de los alquileres; sobre el tema de la administración, de la cultura, de la educación de los niños, de las cuestiones civiles, de las cuestiones penales, toda una gama de normas y reglas que van de alguna manera a construir ese canon islámico para poder obedecerle y finalmente así conformar a Dios en materia de comportamiento. Por lo tanto luego de la construcción de la creencia, aparece la construcción de la conducta humana, a través de la obediencia de la ley.

 ALAHAMDU LIL.LAHI RABBIL ‘ALAMIN,
WA SALAM ‘ALIKUM WA RAHMATUL.LAHI WA BARAKATU