En el nombre de Dios, el Clemente el Misericordioso,
la paz de Dios sea con todos sus Profetas
desde Adán hasta Muhammad (s)
En esta clase vamos a continuar hablando acerca del sentido de la vida, o mejor dicho el camino del Islam como aquél sendero que nos lleva a cumplir con el objetivo de nuestra existencia, nos lleva al encuentro con Dios, nos lleva a la perfección, nos lleva a la verdadera adoración. En la primera clase sobre el sentido de la vida dijimos que al fin y al cabo Dios estableció en el Corán que la adoración de Dios es el verdadero sentido de la vida. En la clase que estuvimos hablando del camino hacia aquel objetivo, dijimos que en realidad el comienzo es la construcción del pensamiento; es decir, que uno comienza a transitar el camino hacia Dios, el camino para la realización, para la verdadera liberación del ser a través de la construcción de su pensamiento. Un hombre que quiere construir su personalidad, un hombre que quiere lograr su objetivo, un hombre que quiere transitar el camino del perfeccionamiento humano, necesita obligadamente comenzar con la construcción de su pensamiento, porque de su pensamiento va a surgir todo lo que va a surgir después en materia psicológica, a nivel sentimientos, a nivel emociones, a nivel comportamiento, conducta, acciones y todo lo que tiene que ver con el quehacer cotidiano del ser humano, todo lo que tiene que ver con la vida diaria del hombre en su forma de actuar, en su forma de hablar. Todo eso está relacionado con la construcción del pensamiento. Si uno construye un pensamiento materialista donde no consigue encontrar el origen del universo, no consigue encontrar al Creador como el principio de la existencia, no consigue entender que todo esto no ha sido creado por casualidad y cree, digamos, en una forma de vida materialista, entonces todo su comportamiento, todo su sentir, todas sus emociones y todo lo que tienen que ver con aquellos estados psicológicos y del alma, todo va a estar dirigido hacia el mundo terrenal, hacia la materia, hacia la vida mundanal y, por consiguiente, va a tener como objetivo, un objetivo muy muy limitado que es justamente el poder vivir con placer y felicidad en esta vida.
Si al contrario uno en vez de construir una cosmovisión materialista construye una visión religiosa, una visión en donde se toma en cuenta al Creado como el Origen del universo, donde se toma en cuenta al Creador como el Señor del universo, a quien debemos obedecer como a alguien que plantea una norma y unas reglas claras de vida, entonces uno va a interactuar con esa realidad desde otra postura. Por lo tanto su esfuerzo no será limitado a la vida terrenal, sino además va a construir puentes hacia la otra vida. Es decir que va a intentar que su conducta, sus sentimientos y sus pensamientos también estén conectados con la otra vida, por ende va a pensar en la otra vida. Cuando, por ejemplo, el hombre creyente piensa en el futuro, no piensa en los 50 o 60 años que le esperan en esta vida, sino piensa en la eternidad. Cuando piensa en la acción, no piensa en la acción de un hombre libre, si no en un hombre siervo; es decir, que hay un Señor que le mira, un Señor que le controla, un Señor que le espera, un Señor que juzgará sus actos. Cuando ve el tema de sus sentimientos, no termina amando lo efímero, amando lo ficticio, amando lo pasajero, amando lo que perece, sino que su corazón se une a aquello que permanece, como lo dice el Corán, “el rostro de Dios”, aquello que existe por siempre, como lo es la otra vida.
Cuando uno tiene una visión como creyente y es religioso, entonces ya no piensa en la felicidad simplemente como los placeres pasajeros, sino cree que la felicidad es un camino que se construye en esta vida para lograr cosechar en la otra vida. Cuando uno es creyente y no tiene una visión materialista, ya no piensa que su única existencia se limita a los parámetros de la vida terrenal, sino que piensa que esto es simplemente un puente hacia el Más Allá y lucha y se esfuerza y se sacrifica para lograr la felicidad en el Más Allá. Entonces todas estas cosas están basada ¿en qué?, están basadas en un pensamiento religioso, están basadas en una visión, por eso el comienzo del camino de la espiritualidad es poder tener la capacidad de construir esa visión, construir esas convicciones que son las que van a ser las veces de motor que mueve la vida del ser humano. Por lo tanto la construcción de ese camino comienza con la reflexión, comienza con la búsqueda del conocimiento, comienza con el pensamiento, con la meditación, con ir construyendo uno a uno estos ladrillos que van a dar forma a la pared y finalmente al edificio de las convicción del ser humano, de la cosmovisión del hombre y de sus creencias. Obviamente nosotros acortamos el camino para eso, ya sin perder el tiempo, sin andar buscando de un lado a otro o sin darle lugar a nuestra imaginación que trabaje como desee, simplemente nos dirigimos a la revelación y vemos lo que el Profeta, en este caso, o el Corán nos dice. Entonces ahí viene el rol de la guía del Corán y la guía de la revelación y de la tradición profética. Tanto el Corán como el Profeta y la descendencia del Profeta vienen a decirnos: bueno, el camino de la construcción de la creencia es por acá, por ejemplo, dejemos el politeísmo por el monoteísmo, dejamos los seudo profetas por el verdadero Profeta, dejamos las seudo espiritualidades por las verdaderas espiritualidad, en vez de creer en una vida eterna que no tiene lugar la misericordia, creemos que hay un Juicio Final por parte de un Señor que además es el Señor del universo, como lo es Dios, es también un ser pleno de misericordia, lleno de misericordia, un ser en donde la misericordia gobierna su demás estatus, sus demás estados. Por lo tanto todas esas cuestión nos van aclarando el camino y es como que van iluminando el camino, por eso el Corán es luz, el Profeta es luz, porque iluminan nuestro camino de pensamiento y bien uno tiene como referente al Corán y la tradición profética y a Ahlul Bayt, entonces uno se da cuenta que hay una guía muy clara para construir el camino. Por eso es una cuestión que va desde el intelecto hacia el Corán, desde Corán hacia el intelecto; no es un pensamiento libre como muchos libres pensadores tratan de imponer esa clase de pensamiento obviamente basado en una visión materialista y liberal, sino que es un pensamiento que permite la independencia del pensamiento a nivel reflexión, porque es uno mismo el que tiene que reflexionar y es uno mismo el que tiene que pensar y es uno mismo es el que tiene que percibir la realidad y es uno mismo el que tiene que creer y confirmar lo que cree, pero al mismo tiempo bajo la guía de la revelación que nos va a explicar los detalles. Es cierto que la creencia, en materia de creencia, no hay ningún tipo de coerción, no hay ningún tipo de imitación; sin embargo lo que sí existe es tomar de la revelación una guía para entender cuando yo quiero creer en Dios que lo hago a través de una actividad de pensamiento, reflexiva, de meditación y sacando mis propias conclusiones. Bueno, ese Creador cuando yo quiero darle una imagen en mi mente, no una imagen obviamente material, una imagen real, entonces veo la forma en que la revelación va guiándome y dice: bueno, Dios es Uno, Dios es el Más Grande, Dios es el Señor, Dios es por ejemplo Misericordioso y todo lo que va a venir después. Por lo tanto es una cuestión de construcción dual, entre el intelecto y la revelación, entre el intelecto y la tradición. Eso va a ir ayudando para poder construir el pensamiento del hombre, que es el primer paso para la construcción de la personalidad del hombre y para andar y transitar el camino de la de la espiritualidad.
ALAHAMDU LIL.LAHI RABBIL ‘ALAMIN,
WA SALAM ‘ALIKUM WA RAHMATUL.LAHI WA BARAKATU