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La deuda de Aquil
El buen gobernante debe ser honesto y resguardar el tesoro público. Ni siquiera la obligación de ayudar a alguien de tu sangre a cubrir una deuda debe quebrantar este principio moral. Robar o asaltar a alguien para despojarlo de sus pertenencias no se diferencia mucho del acto de tomar del dinero de todo un pueblo, por el simple hecho de tener el poder para hacerlo.