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Descripción

Hoy, escuchamos la historia de vida de una persona que no tenía riquezas después de la muerte de su padre, pero actuando con rectitud y honestidad, gracias al consejo y orden del Imam Sadiq (P), se hizo rico.

Transcripción

En el nombre de Dios, hola, sean Bienvenidos al programa LOS CUENTOS DE LA SEMANA de FatimaTV.

Hoy es sábado y como siempre te hemos preparado una historia nueva.

¿Estás listo? Adelante, vamos juntos a escuchar el cuento de esta semana.

 Un consejo divino para hacerse rico

‘Abd ul-Rahmán ibn Sayaabah (عَبْدُ الرَّحْمَنِ بْنِ سَيَابَه) relata lo siguiente:

“Cuando mi padre falleció, uno de sus mejores amigos vino a nuestra casa, luego de llamar a la puerta y abrirle, me dio las pertinentes condolencias y sin más me preguntó:

“¿Tu padre les dejó algo de herencia para vivir?”

A lo que le contesté que No.

Entonces me entregó una bolsa que contenía mil dirhams (es decir 1000 moneda de plata) y dijo:

“Guarda esto como capital y utiliza su ganancia”.

Con el dinero en mano, feliz fui donde mi madre y le conté lo sucedido. Luego de darle la buena nueva a mi madre, ya entrada la noche fui a casa de un amigo de mi padre, el cual me compró un poco de tela y con ella me puse a trabajar en una tienda.

Dios Todopoderoso proveyó ese trabajo con un gran sustento y bendiciones. Pasado un tiempo llegó la temporada del Hayy o peregrinación, así que sentí que debía ir a La Meca.

Fui a ver a mi madre y le dije que sentía un gran deseo por ir a La Meca. 

A modo de consejo mi madre me recomendó: “¡Hijo mío! Primero regresa ese dinero, (es decir esos dirhams, al amigo de tu padre) y después ve a La Meca”.

Entonces sin más atraso, preparé el dinero y fui a ver al amigo de mi padre, regresándole el dinero de tal forma como si yo se los hubiera dado a él (ya que yo no necesitaba que el amigo de mi padre me los regresara de nuevo).

Entonces me dijo: “Si esta cantidad es poca, la incrementaré”.

Por lo que le contesté: “¡No!, tan solo deseo ir al Hayy y quiero justamente regresar el dinero que usted me he había confiado.

Luego de ello, finalmente me sentí en paz para poder ir a la Meca y después de realizar los rituales correspondientes de la peregrinación y luego retornar a Medina. 

Acompañado de un grupo de amigos fuimos a visitar al Imam Sadiq (la paz sea con él). Estando ya en donde el Imam, éste permitió que toda la gente entrara, puesto que estaba en medio de una reunión pública.

Yo, quien en aquel entonces era un joven de corta edad, me senté al final de la reunión, es decir en las filas de más atrás.

Cada uno de los presentes llevó a cabo una pregunta y el Imam respondió a cada una de ellas, siendo que al final de dicha asamblea, cuando ya gran parte de la multitud se retiró, el Imam Sadiq me señaló gentilmente para que me acercara a él.

Fui hacia él y me preguntó: “¿Tienes algún deseo?”

Contesté: “¡Ofrezco mi vida por ti! Yo soy ‘Abd ul-Rahmán ibn Sayaabah.

El Imam preguntó por mi padre y dijo: “¿Qué hace?”

Por lo que le contesté que había muerto.

El Imam suspiró y pidió perdón y misericordia por él, entonces me preguntó: “¿Les dejó algo de herencia?”

A lo que contesté: “¡No!” 

El Imam dijo: “¡Cómo es que has venido al Hayy!”

Así que comencé a relatar la historia de ese hombre amigo de mi padre quien nos había confiado los 1000 dirhams; sin embargo, el Imam (la paz de Dios sea con él) aún no terminadas mis palabras, me preguntó: “¿Qué hiciste con los mil dirhams?”

Por lo que le dije: “Los devolví a su dueño.”

Entonces el Imam me dijo: “¡Bien hecho!”

Luego me preguntó: “¿Quieres que te de un consejo?”

A lo que sin titubear le dije: “¡Sí, por supuesto! ¡Ofrezco mi vida por usted!”

A lo que el Imam dijo: 

عَلَيْكَ بِصِدْقِ اَلْحَدِيثِ وَ أَدَاءِ اَلْأَمَانَه، تُشْرِكُ اَلنَّاسَ فِي أَمْوَالِهِمْ

“Te recomiendo que seas siempre sincero en hablar y  responsable respecto a lo que está bajo tu cuidado, pues si eres así, vas a ser el socio de la gente en sus riquezas así.

Entonces unió sus dedos para mostrarme que serás así ,como estos dedos pegados, unido con la gente por la confianza que tendrán en ti.

Entonces yo le hice caso y memoricé su consejo poniéndolo siempre en práctica y llegué a un estado de riqueza en la que pagué unos trescientos mil Dirhams como azaque de mis bienes.

 

El consejo dado por el Imam Sadiq (P) a este joven muestra los valores morales y la ética elevada enseñada por los Profetas de Dios, en especial el del Profeta del Islam a todos, pero en especial a su descendencia purificada quienes eran los encargados de bien guiar a la comunidad musulmana, luego de la partida del Mensajero de Dios (BPD), pero sobre todo transmitir esa elevadísima serie de valores que ha siempre pretendido construir una mejor sociedad, equitativa, justa y cargada de bienestar para todos (as). Hoy el valor de la sinceridad el cumplir con la palabra, la justicia y honestidad son algunos de los tantos valores transmitidos para la construcción de un mundo mejor, más humano para acercarnos de prisa a lo espiritual que nos lleva sin duda alguna a construir una vida en este mundo cargada de respeto, honor y bienestar, pero que trabaja para garantizarnos igualmente lo mejor de la otra vida. 

Hemos llegado al final del cuento de esta semana, esperamos que haya sido de beneficio para tí, esperamos juntos de nuevo encontrarnos el próximo sábado con una nueva y fascinante historia cargada de saberes que iluminan el alma y enriquecen el conocimiento. 

No me voy sin antes rogar a Dios, Todopoderoso, te otorgue a tí y a tus seres queridos lo mejor de esta y la otra vida, por favor cuídate y hasta pronto.

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Hoy, escuchamos la historia de vida de una persona que no tenía riquezas después de la muerte de su padre, pero actuando con rectitud y honestidad, gracias al consejo y orden del Imam Sadiq (P), se hizo rico.

En el nombre de Dios, hola, sean Bienvenidos al programa LOS CUENTOS DE LA SEMANA de FatimaTV.

Hoy es sábado y como siempre te hemos preparado una historia nueva.

¿Estás listo? Adelante, vamos juntos a escuchar el cuento de esta semana.

 Un consejo divino para hacerse rico

‘Abd ul-Rahmán ibn Sayaabah (عَبْدُ الرَّحْمَنِ بْنِ سَيَابَه) relata lo siguiente:

“Cuando mi padre falleció, uno de sus mejores amigos vino a nuestra casa, luego de llamar a la puerta y abrirle, me dio las pertinentes condolencias y sin más me preguntó:

“¿Tu padre les dejó algo de herencia para vivir?”

A lo que le contesté que No.

Entonces me entregó una bolsa que contenía mil dirhams (es decir 1000 moneda de plata) y dijo:

“Guarda esto como capital y utiliza su ganancia”.

Con el dinero en mano, feliz fui donde mi madre y le conté lo sucedido. Luego de darle la buena nueva a mi madre, ya entrada la noche fui a casa de un amigo de mi padre, el cual me compró un poco de tela y con ella me puse a trabajar en una tienda.

Dios Todopoderoso proveyó ese trabajo con un gran sustento y bendiciones. Pasado un tiempo llegó la temporada del Hayy o peregrinación, así que sentí que debía ir a La Meca.

Fui a ver a mi madre y le dije que sentía un gran deseo por ir a La Meca. 

A modo de consejo mi madre me recomendó: “¡Hijo mío! Primero regresa ese dinero, (es decir esos dirhams, al amigo de tu padre) y después ve a La Meca”.

Entonces sin más atraso, preparé el dinero y fui a ver al amigo de mi padre, regresándole el dinero de tal forma como si yo se los hubiera dado a él (ya que yo no necesitaba que el amigo de mi padre me los regresara de nuevo).

Entonces me dijo: “Si esta cantidad es poca, la incrementaré”.

Por lo que le contesté: “¡No!, tan solo deseo ir al Hayy y quiero justamente regresar el dinero que usted me he había confiado.

Luego de ello, finalmente me sentí en paz para poder ir a la Meca y después de realizar los rituales correspondientes de la peregrinación y luego retornar a Medina. 

Acompañado de un grupo de amigos fuimos a visitar al Imam Sadiq (la paz sea con él). Estando ya en donde el Imam, éste permitió que toda la gente entrara, puesto que estaba en medio de una reunión pública.

Yo, quien en aquel entonces era un joven de corta edad, me senté al final de la reunión, es decir en las filas de más atrás.

Cada uno de los presentes llevó a cabo una pregunta y el Imam respondió a cada una de ellas, siendo que al final de dicha asamblea, cuando ya gran parte de la multitud se retiró, el Imam Sadiq me señaló gentilmente para que me acercara a él.

Fui hacia él y me preguntó: “¿Tienes algún deseo?”

Contesté: “¡Ofrezco mi vida por ti! Yo soy ‘Abd ul-Rahmán ibn Sayaabah.

El Imam preguntó por mi padre y dijo: “¿Qué hace?”

Por lo que le contesté que había muerto.

El Imam suspiró y pidió perdón y misericordia por él, entonces me preguntó: “¿Les dejó algo de herencia?”

A lo que contesté: “¡No!” 

El Imam dijo: “¡Cómo es que has venido al Hayy!”

Así que comencé a relatar la historia de ese hombre amigo de mi padre quien nos había confiado los 1000 dirhams; sin embargo, el Imam (la paz de Dios sea con él) aún no terminadas mis palabras, me preguntó: “¿Qué hiciste con los mil dirhams?”

Por lo que le dije: “Los devolví a su dueño.”

Entonces el Imam me dijo: “¡Bien hecho!”

Luego me preguntó: “¿Quieres que te de un consejo?”

A lo que sin titubear le dije: “¡Sí, por supuesto! ¡Ofrezco mi vida por usted!”

A lo que el Imam dijo: 

عَلَيْكَ بِصِدْقِ اَلْحَدِيثِ وَ أَدَاءِ اَلْأَمَانَه، تُشْرِكُ اَلنَّاسَ فِي أَمْوَالِهِمْ

“Te recomiendo que seas siempre sincero en hablar y  responsable respecto a lo que está bajo tu cuidado, pues si eres así, vas a ser el socio de la gente en sus riquezas así.

Entonces unió sus dedos para mostrarme que serás así ,como estos dedos pegados, unido con la gente por la confianza que tendrán en ti.

Entonces yo le hice caso y memoricé su consejo poniéndolo siempre en práctica y llegué a un estado de riqueza en la que pagué unos trescientos mil Dirhams como azaque de mis bienes.

 

El consejo dado por el Imam Sadiq (P) a este joven muestra los valores morales y la ética elevada enseñada por los Profetas de Dios, en especial el del Profeta del Islam a todos, pero en especial a su descendencia purificada quienes eran los encargados de bien guiar a la comunidad musulmana, luego de la partida del Mensajero de Dios (BPD), pero sobre todo transmitir esa elevadísima serie de valores que ha siempre pretendido construir una mejor sociedad, equitativa, justa y cargada de bienestar para todos (as). Hoy el valor de la sinceridad el cumplir con la palabra, la justicia y honestidad son algunos de los tantos valores transmitidos para la construcción de un mundo mejor, más humano para acercarnos de prisa a lo espiritual que nos lleva sin duda alguna a construir una vida en este mundo cargada de respeto, honor y bienestar, pero que trabaja para garantizarnos igualmente lo mejor de la otra vida. 

Hemos llegado al final del cuento de esta semana, esperamos que haya sido de beneficio para tí, esperamos juntos de nuevo encontrarnos el próximo sábado con una nueva y fascinante historia cargada de saberes que iluminan el alma y enriquecen el conocimiento. 

No me voy sin antes rogar a Dios, Todopoderoso, te otorgue a tí y a tus seres queridos lo mejor de esta y la otra vida, por favor cuídate y hasta pronto.

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