¡No temas a tu situación, Dios proveerá!
“¡Qué bueno sería si te casaras y formases una familia! De esta manera acabaría tu vida de soltero, tus necesidades naturales y tu mujer te ayudaría en tus asuntos de este mundo y el otro.”
“¡Oh, Profeta de Dios! No tengo riqueza, ni belleza, ni tampoco antepasados (nobles). ¿Quién me dará una mujer? ¿Quién va a desear casarse con un hombre pobre, bajo, de color y feo como yo?”
“¡Oh, Jovaiber! Dios, a través del Islam, cambió los valores y las costumbres comunes de la época pasada. Muchas personas que en la época preislámica eran respetables, fueron degradados por el Islam y otras a quienes no se las consideraba, el Islam las ennobleció (al ser puestos donde les correspondía por sus cualidades y virtudes verdaderas). Dios, con el Islam, abolió las vanidades de los paganos y la glorificación a los antepasados y a la familia. Ahora toda de la gente, sea de color o blanca, Quraishita o no, Árabe o no, tienen el mismo grado siendo que nadie tiene preferencia sobre otro salvo por la piedad y la obediencia a Dios.”
يَا أَيُّهَا النَّاسُ إِنَّا خَلَقْنَاكُم مِّن ذَكَرٍ وَأُنثَىٰ وَجَعَلْنَاكُمْ شُعُوبًا وَقَبَائِلَ لِتَعَارَفُوا إِنَّ أَكْرَمَكُمْ عِندَ اللَّهِ أَتْقَاكُمْ إِنَّ اللَّهَ عَلِيمٌ خَبِيرٌ
“¡Oh, gentes! En verdad, os hemos creado de un macho y una hembra y hemos hecho de vosotros pueblos y tribus para que os conozcáis. En verdad, el más noble de vosotros ante Dios es quien posee mayor temor de Dios, Taqua. (El mejor de ustedes ante Dios es el de más piedad). En verdad, Dios todo lo conoce, está bien informado.”
Corán, capítulo 49, versículo 13
Como nota quiero aclarar algo antes de seguir con el cuento:
En este verso, el Corán se dirige a toda la sociedad humana, y expresa el principio más importante que garantiza el orden y la estabilidad expresando también el verdadero criterio de los valores humanos y lo introduce contra aquellos falsos que se han creado erróneamente y se han igualmente extendido en la sociedad.
Dios dice en el Corán:
“¡Oh, gentes! En verdad, os hemos creado de un macho y una hembra y hemos hecho de vosotros pueblos y tribus para que os conozcáis.”
Dios continúa diciendo que “a qué nación o tribu pertenezcas” no es un criterio de superioridad, pero el criterio de superioridad humana se determina al final del versículo, que como vimos enfatiza en “El mejor de ustedes ante Dios es el de más piedad”
La creación de personas a partir de un hombre y una mujer significa el regreso de las relaciones humanas a "Adán" y "Eva".
Por lo tanto, dado que todos somos de la misma raíz, no tiene sentido que se esté orgullosos el uno con el otro en términos de linaje y tribu, por ejemplo, yo soy de cierto país o etnia, y tú eres de cierto país y tribu, así que soy mejor que tú. O soy blanco y tú de color, así que soy mejor.
Todos somos hijos de Adán y Eva y no tenemos superioridad entre nosotros. Y si Dios ha establecido un conjunto de características para cada tribu, son al final estas insignificantes diferencias tan solo para mantener un orden de la vida social de la gente basada en sus esquemas socio culturales no más, puesto que éstas diferencias hacen que las personas se conozcan mejor entre sí, ya que al fin y al cabo, sin identificar a los individuos, no se puede establecer el orden en la sociedad humana y buscar un encuentro de diálogo o comprensión entre las gentes a partir de sus rasgos culturales, étnicos y de costumbres que pueden ser resultado de incluso procesos socio culturales e históricos como bien ya mencionamos.
En cualquier caso, el Corán, después de eliminar el mayor orgullo de la era de la ignorancia, a saber, el linaje y la tribu, así como del criterio de superioridad sin sentido que prevalecía en esa época, logró llevar a la humanidad a pasar del criterio falso al criterio real y de valor verdadero del ser humano y lo introduce así:
إِنَّ أَکْرَمَکُمْ عِنْدَ اللَّهِ أَتْقاکُمْ
“En verdad, el más noble de vosotros ante Dios es quien posee mayor temor de Dios. (Es decir quien es el de más piedad).”
Entonces, Dios no considera todos los criterios físicos y materiales como la razón de la superioridad de unas personas sobre otras.
Es decir, criterios como la belleza, la riqueza, el poder, la raza, la nacionalidad, el género, el color, un puesto, entre otras características no es causa de superioridad sobre los demás. Más bien, quien tiene una posición más alta que otros, es quien está más cerca de Dios, o sea alguien que tiene más piedad.
Y el que es más piadoso es definitivamente más virtuoso, más bondadoso y generoso; sin duda alguna es más misericordioso para con los demás. Por tanto, el verdadero criterio de superioridad humana es la “piedad”.
Y es este, un punto que el Profeta del Islam trató de difundir como un criterio en común para todo el mundo y para cada sociedad como un deber, por orden de Dios para alcanzar así una equidad, sin distinción alguna.
Y por supuesto, Dios continúa diciendo que debido a que, la piedad es un atributo espiritual y esotérico, es que primero debe entonces instaurarlo en el corazón y en el alma de los seres humanos por igual, antes de que esté de otra manera reflejado en las personas, ya que sin antes estar en el corazón y el alma de las gentes, esa piedad no podría estar en las acciones de las gentes de manera pura y evidente, a como certera y natural, por lo que esta piedad podría ser falsamente reclamada por personas que en verdad no poseen dicha virtud, siendo gente que solo vive de apariencias, pero sin embargo Dios continúa explicando:
إن الله عَلِیمٌ خَبِیرٌ
“En verdad, Dios todo lo conoce, está bien informado”.
Es decir, Dios, Exaltado Sea, conoce bien a los piadosos y es consciente de su grado de piedad, intención y pureza, y los honra y recompensa de acuerdo con su conocimiento. Y conocerá y castigará a los falsos pretendientes.”
Bueno, continuamos con la historia:
…
El Profeta (P) dijo:
“¡Oh, Jovaiber! Dios, a través del Islam, cambió los valores y las costumbres comunes de la época pasada. Muchas personas que en la época preislámica eran respetables, fueron degradados por el Islam y otras a quienes no se las consideraba, el Islam las ennobleció (al ser puestos donde les correspondía por sus cualidades y virtudes verdaderas). Dios, con el Islam, abolió las vanidades de los paganos y la glorificación a los antepasados y a la familia. Ahora toda de la gente, sea de blanca o de color, Quraishita o no, Árabe o no, tienen el mismo grado siendo que nadie tiene preferencia sobre otro salvo por la piedad y la obediencia a Dios.”
Para mí entre los musulmanes solamente los que tienen más piedad y mejor obras buenas tienen preferencia (y tú eres de este grupo). Ahora, harás lo que te diga...”
Estas fueron las palabras del Profeta de Dios (BPD) a Jovaiber un día que había ido a visitar a los “As·habe Sofa´h” (“los compañeros de pórtico”, un grupo de musulmanes muy pobres y de gran espiritualidad y jerarquía que vivían en el pórtico de la mezquita pues no tenían hogar).
Jovaiber era de Yiä·mameh y aunque era pobre, de color y bajo, era muy inteligente y un voluntarioso buscador de la verdad.
Cuando por primera vez escuchó sobre el Islam y la aparición del último Profeta, después de informarse viajó directamente a Medina a ver la situación de cerca. No tardó mucho en aceptar el Islam y sumarse al grupo de los musulmanes, pero por no tener dinero ni casa ni trabajo, temporalmente y por autorización del Profeta de Dios (BPD), vivía en la mezquita.
Poco a poco entre los que aceptaban el Islam y se quedaban en Medina, se encontraban otros que como Jovaiber eran pobres y por autorización del Profeta (BPD) vivían en la mezquita.
Finalmente Dios le reveló al Profeta (BPD) que la mezquita no es un lugar para habitar y vivir, por lo que ellos tenían que irse a vivir afuera del templo. El Profeta eligió un lugar afuera de la mezquita y construyó un pórtico al cual llamaron “Sofah”, y transfirieron a estos musulmanes allí, quienes fueron conocidos como “As-habe Sofah” (“los compañeros del pórtico”). Los habitantes de aquel sitio eran pobres y eran ayudados por el Profeta (BPD) y los demás musulmanes para así tener una vida digna.
Un día el Profeta (BPD) había ido a visitarlos y entre ellos vio a Jovaiber. Pensó en el modo de hacer salir a Jovaiber de aquella situación y mejorar su calidad de vida.
Jovaiber pensaba que por la situación en la que se encontraba, nunca iba a tener una mujer, casa o un estado mejor para su existencia. Por eso cuando el Profeta (BPD) le propuso que se casara, se asombró mucho y contestó a modo de pregunta si en verdad alguien aceptaría casarse con él. Entonces el Profeta de Dios (BPD) pronto lo hizo a salir de su equivocación informándole sobre el cambio social que había surgido por el Islam.
Luego, le ordenó ir directamente a la casa de Ziad ibn Labid Al Ansari para pretender a su hija Zalfa, dándole garantía y ánimo al respecto. Ziad era uno de los hombres ricos y honorables de Medina, siendo una persona muy respetada por la gente de su pueblo.
Cuando Jovaiber entró en la casa de Ziad, un grupo de sus conocidos y de su tribu estaban reunidos ahí. Jovaiber se sentó, aguardó un momento y luego levantó su cabeza y le dijo a Ziad:
“Tengo un Mensaje del Profeta para ti. ¿Te lo digo confidencialmente o en público?” Ziad contestó: “Un mensaje del Profeta es un gran honor para mí. Por supuesto que prefiero que lo digas públicamente.” Jovaiber entonces anunció: “El Profeta me mandó a pedirte a tu hija Zalfa para mí mismo (para que yo me case con ella)”. Ziad preguntó: “¿El Profeta mismo te ha dicho este asunto?” Jovaiber respondió: “(Por supuesto.) Yo no digo algo por mi cuenta. Todos me conocen y saben que no soy mentiroso.” Ziad dijo: “Es extraño. No es costumbre nuestra entregar nuestras hijas, excepto a personas de su misma categoría de nuestra propia tribu. Puedes irte, que yo mismo iré ante el Profeta (BPD) y le explicaré este asunto.”
Jovaiber se levantó y salió de la casa de Ziad. En el camino iba diciendo para sí mismo:
“¡Juro por Dios que lo que ha enseñado el Corán y lo que pertenece a la Profecía de Muhammad (BPD) es contrario a lo que dice Ziad.”
Cada persona que pasaba cerca, escuchaba estas palabras que él murmuraba. Zalfa misma, que era la hija más linda de Ziad, famosa por su belleza, escuchó también las palabras de Jovaiber y fue ante su padre a informarle sobre el asunto.
Ella le preguntó: “Padre: Este hombre que acaba de salir de la casa murmurando, ¿cuál fue el motivo de su visita?” Ziad le dijo: “Este hombre vino a pedir casarse contigo y pretendía que el Profeta lo ha mandado.” Zalfa dijo: “Quizás realmente el Profeta lo ha mandado y la negativa sea considerada como una desobediencia”. Ziad interrogó a su hija: “Entonces, por tu opinión, ¿qué debo hacer?” Zalfa le contestó: “Yo opino que deberías alcanzarlo antes de que se presente al Profeta y enviarlo de vuelta a la casa. Luego ve tú mismo a visitar al Profeta y pregúntale sobre el asunto”.
Es así que Ziad alcanzó a Jovaiber y lo envió con respeto de regreso a su casa. Luego él mismo se presentó ante el Profeta (BPD) y después de saludarlo, le dijo:
“¡Oh, Enviado de Dios! Jovaiber vino a mi casa y trajo tal mensaje de usted. Quiero decirle que nuestra costumbre y tradición es dar (en casamiento) a nuestras hijas solamente para los eminentes de nuestra propia tribu, todos los cuales son sus ayudantes y compañeros”. El Profeta (BPD) le dijo: “¡Oh, Ziad! Jovaiber es un creyente. Estos méritos que tú imaginas, hoy en día han sido anulados (por el Islam). El hombre creyente es meritorio (o digno) para la mujer creyente.”
Ziad volvió a su casa y directamente se fue ante de Zalfa, su hija, para contarle todo lo ocurrido. Ella le dijo:
“Yo creo que no debes negarte a la proposición del Profeta de Dios. El asunto me afecta a mí (y a mí me corresponde decidir al respecto). Sea lo que fuere Jovaiber, necesita que yo lo acepte (y brinde mi consentimiento para casarme con él) y yo doy este consentimiento.”
Ziad aceptó (el matrimonio) entre Jovaiber y Zalfa, dando él mismo la dote para Zalfa de su riqueza y también un ajuar conveniente para ellos.
Ziad le preguntó de Jovaiber si tenía preparada una casa para llevar su esposa, y él le contestó:
“La verdad es que yo no pensaba nunca en que iba un día a tener esposa y familia. El Profeta vino y me dijo que procediera de esta manera, mandándome a su casa (para pedir la mano de su hija).” Ziad de su riqueza preparó una casa completamente equipada para vivir y además preparó dos juegos de ropas meritorias para el novio.
Trasladaron a la novia arreglada, perfumada y completamente adornada a aquella casa. Cuando llegó la noche, Jovaiber no sabía dónde estaba la casa que habían preparado para él y lo tuvieron que guiar hasta allí.
Cuando Jovaiber vio su nuevo hogar tan bien equipado y a su esposa tan linda, se acordó de su pasado y pensó: “Yo ingresé a esta ciudad como un hombre pobre y desconocido. No tenía nada, ni riqueza, ni belleza, ni ancestros, ni siquiera una familia. A través del Islam, Dios me otorgó todas estas mercedes. Realmente el Islam ha generado un cambio tan grande en la gente que no se puede imaginar. Yo tengo tanto para agradecer a Dios...”
En ese momento surgió en su alma un sentimiento de gratitud tan intenso que lo embargó. Se retiró a un rincón de la casa y se puso a rezar y recitar el Corán, y no se dio cuenta del paso del tiempo hasta que se escuchó la voz del llamado a la oración del alba. Entonces puso la intención de ayunar ese día para agradecer a Dios Altísimo.
Cuando las mujeres vinieron a visitar a Zalfa, la encontraron virgen. Fue evidente que Jovaiber no se había acercado a ella. No le dijeron nada a Ziad. Pero pasaron dos días de esta manera, en los que Jovaiber ayunaba durante el día y durante de las noches rezaba y leía el Corán, y los familiares de la novia supusieron que quizás el hombre fuese impotente.
Entonces le informaron la situación a Ziad, quien a su vez le informó al Profeta (BPD). Entonces el Mensajero de Dios (BPD) llamó a Jovaiber y le preguntó:
“¿Acaso tú no deseas a la mujer?” “¡Al contrario! Este deseo en mí es muy fuerte”. El Profeta (BPD) le planteó: “¿Entonces por qué no fuiste hasta ella?” Jovaiber respondió: “¡Oh, Enviado de Dios! Cuando entré en esa casa y me encontré ante tantas abundancias, pensé que Dios le había otorgado demasiado a un siervo miserable como yo. Entonces fui embargado por la necesidad de alabar a Dios y rezar, considerando que era prioritario agradecerle a Dios antes que cualquier otra cosa. Pero a partir de esta noche me acercaré a mi esposa.”
El Profeta de Dios (BPD) le informó a Ziad lo ocurrido. Jovaiber y Zalfa se casaron y vivieron muy felices hasta que surgió la guerra. Jovaiber participó en una batalla, con el regocijo de pertenecer a los hombres creyentes bajo la bandera de Islam y fue martirizado. Después del martirio de Jovaiber, ninguna mujer tenía tantos pretendientes como Zalfa y por ninguna mujer nadie ofrecía tanto dinero para casarse (como dote para ella) como lo que se ofrecía por ella.[1]
[1]: Al Kafi, tomo V, pág. 34.