Matrimonio Sagrado: Amor, Perdón y Crecimiento Espiritual
En el nombre de Dios. Hola.
Soy Heba Smith, la voz de FátimaTV. Y tú estás escuchando el programa "Voces de la Fe". Tú también puedes ser parte de este proyecto. Sí, con tu propia voz puedes leer los textos y podcasts preparados por FátimaTV para que todos puedan beneficiarse de ellos. En esta edición, hablaremos sobre la familia. Así que no te pierdas este episodio.
Uno de los pilares fundamentales de la sociedad es la familia. El primer núcleo social es el formado por el esposo y la esposa. Es esta base la que, posteriormente, construye la sociedad. El hijo se forma primero en el seno de la familia y luego se incorpora al océano de la comunidad. Si observamos con detenimiento, veremos que son las culturas, las éticas y las actitudes de las familias las que, en última instancia, conforman la sociedad. Si la familia es cálida, llena de afecto, hijos llenos de vitalidad ingresarán a la sociedad. Pero si el hogar está lleno de conflictos y desacuerdos, la flor de la existencia de los niños se marchitará.
Voy a leerles tres versículos del Corán sobre la familia para que vean cuán importante es este tema. Luego, explicaré y profundizaré más en la discusión.
🔹 Primer versículo: Dios Altísimo dice en la Sura 30, versículo 21:
وَمِنْ آيَاتِهِ أَنْ خَلَقَ لَكُم مِّنْ أَنفُسِكُمْ أَزْوَاجًا لِّتَسْكُنُوا إِلَيْهَا وَجَعَلَ بَيْنَكُم مَّوَدَّةً وَرَحْمَةً ۚ إِنَّ فِي ذَٰلِكَ لَآيَاتٍ لِّقَوْمٍ يَتَفَكَّرُونَ
«Y entre Sus signos está el haber creado para vosotros parejas de vuestra misma especie para que encontréis tranquilidad en ellas. Y estableció entre vosotros el amor y la misericordia. Ciertamente, en esto hay signos para quienes reflexionan».
Una señal de Dios es que creó para ustedes un cónyuge. Cuando te casas, tu esposa o esposo es para encontrar tranquilidad, para disipar la ansiedad. El núcleo familiar existe para crear paz y seguridad. Y luego, Dios promete dos cosas: Dice que cuando te casas, Él establece entre ustedes, amor y misericordia.
وَجَعَلَ بَيْنَكُم مَّوَدَّةً وَرَحْمَةً
Si al principio del matrimonio tienen problemas o desacuerdos, cuando pase un poco de tiempo, Dios colocará entre ustedes ese afecto y compasión, haciendo que se conviertan en amigos y compañeros.
La diferencia entre «مَّوَدَّةً mawaddah» (amor/afecto) y «رَحْمَةً rahmah» (misericordia/compasión), mencionadas en este versículo, es que la mawaddah reside en el corazón, mientras que la rahmah se manifiesta en la acción. A veces, una persona ama a otra pero no lo expresa: eso es mawaddah, cariño interior. Pero cuando expresa su amor, diciendo "te quiero", comprándole algo, llevándola de viaje, mostrando su afecto… eso se convierte en rahmah (misericordia activa).
Por ello, tenemos una narración en la que el Profeta (la paz sea con él y su bendita familia) dijo:
قَوْلُ اَلرَّجُلِ لِلْمَرْأَةِ إِنِّي أُحِبُّكِ لاَ يَذْهَبُ مِنْ قَلْبِهَا أَبَداً
«Cuando un hombre le dice a su mujer: Te amo, esas palabras nunca se borran de su corazón».
(Fuente: Al-Kāfi, vol. 5, p. 569)
Los Imames (la paz sea con ellos) expresaban su afecto. El Imam Alí (la paz sea con él) expresaba su cariño, la Señora Fatima (la paz sea con ella) expresaba su amor. El Profeta (la paz sea con él y su bendita familia) expresaba su afecto hacia Jadiya Al-Kubra (la paz sea con ella). El Corán dice: el matrimonio y la familia son señales de Dios.
🔹 Segundo versículo:
«هُنَّ لِباسٌ لَکُمْ وَ أَنْتُمْ لِباسٌ لَهُنَّ»
(Sura 2, versículo 187)
«Ellas son vestidura para vosotros, y vosotros sois vestidura para ellas».
¡Qué expresión tan hermosa! La mujer es vestidura del hombre, y el hombre es vestidura de la mujer.
¿Qué función cumple la vestidura? La ropa cubre las imperfecciones, protege del frío y del calor, y se adapta a cada estación. En invierno usamos ropa abrigada, en verano ropa fresca; en una boda vestimos de fiesta, y en un duelo, ropa acorde a la solemnidad.
«هُنَّ لِباسٌ لَکُمْ» (Ellas son vestidura para vosotros) significa que el hombre y la mujer deben adaptarse mutuamente a las circunstancias del otro. Si la mujer está enferma, el hombre debe aumentar su ternura y sensibilidad. Si el hombre llega cansado del trabajo, la mujer debe ajustar su trato. Si ella acaba de dar a luz o atraviesa una etapa particular en su vida, o si él enfrenta dificultades, ambos deben modificar su actitud. Así como cambiamos de ropa según la situación, el hombre y la mujer deben adaptarse el uno al otro con sabiduría y empatía.
🔹 Tercer versículo:
En la Sura 25, desde el verso 63 hasta el final de la sura Dios describe doce características de Sus siervos especiales, donde comienza con las palabras «عِبادُ الرَّحْمنِ» (Los siervos del Misericordioso), se menciona:
«اَلَّذِینَ یَمْشُونَ عَلَی اَلْأَرْضِ هَوْناً»
(aquellos que caminan sobre la tierra con humildad) —los siervos buenos de Dios no son arrogantes—.
Y continúa:
«وَ إِذا خاطَبَهُمُ الْجاهِلُونَ قالُوا سَلاماً» —cuando los ignorantes se dirigen a ellos, responden con palabras de paz—. Tratan con bondad a quienes actúan con ignorancia, no discuten, sino que los soportan con paciencia.
Estas cualidades se extienden hasta llegar a un punto crucial, donde Dios dice que una de las características de Sus siervos rectos es que suplican:
«رَبَّنا هَبْ لَنا مِنْ أَزْواجِنا وَ ذُرِّيّاتِنا قُرَّةَ أَعْيُنٍ وَ اجْعَلْنا لِلْمُتَّقِينَ إِماماً»
«¡Señor nuestro! Concédenos que nuestras esposas e hijos sean el consuelo de nuestros ojos [fuente de alegría], y haznos modelos para los piadosos».
Las personas rectas piden a Dios: "Haz que nuestras esposas e hijos sean luz de nuestros ojos", es decir, que sean nuestra alegría y motivo de felicidad. Y también suplican: "Haznos líderes y ejemplos para los piadosos, para los que temen a Dios".
Quiero resaltar esto: el Corán dedica una atención profunda a la familia.
Por ejemplo, en la Sura María, versículos 54 y 55, describe al Profeta Ismael, la paz sea con él, con estas palabras:
وَاذْكُرْ فِي الْكِتَابِ إِسْمَاعِيلَ إِنَّهُ كَانَ صَادِقَ الْوَعْدِ وَكَانَ رَسُولًا نَّبِيًّا ﴿٥٤﴾
Y menciona en la Escritura a Ismael. Él fue fiel a su palabra, y fue un mensajero y un profeta.
وَكَانَ يَأْمُرُ أَهْلَهُ بِالصَّلَاةِ وَالزَّكَاةِ وَكَانَ عِندَ رَبِّهِ مَرْضِيًّا ﴿٥٥﴾
Y ordenaba a su familia realizar la oración y dar caridad (az-Zakat), y fue grato a su Señor».
Uno de los atributos del Profeta Ismael, la paz sea con él, era precisamente que instaba a su familia a cumplir con la oración y la caridad, reflejando así la importancia de guiar a los seres queridos hacia actos de fe.
Cuando el profeta Abraham —la paz sea con él— dejó a su esposa Agar y a su hijo pequeño Ismael en el árido valle de La Meca —una mujer joven y un niño indefensos en un lugar desolado—, su súplica no fue primero por sustento material. En lugar de decir: "Señor, dales alimento y refugio", su ruego, registrado en el Corán, fue:
رَّبَّنَا إِنِّي أَسْكَنتُ مِن ذُرِّيَّتِي بِوَادٍ غَيْرِ ذِي زَرْعٍ عِندَ بَيْتِكَ الْمُحَرَّمِ رَبَّنَا لِيُقِيمُوا الصَّلَاةَ…
(Sura Ibrahim, 37)
«¡Señor! He establecido, aparte de mi descendencia en un valle sin cultivo, junto a Tu Casa Sagrada [la Kaaba], ¡oh Señor!, para que establezcan la oración…».
Su petición fundamental fue que su familia mantuviera la oración, que es la conexión con Dios. La provisión de alimento y agua —el milagro del agua de Zamzam— vino después, como una consecuencia de su fe y confianza en Dios.
Dijo: "Dios, los he dejado aquí para que mantengan viva la oración y la religión". Incluso cuando ruega, pide: "Señor, haz que mi familia sea dedicada a la oración".
En el Corán, Luqman, la paz sea con él, aconseja a su hijo:
يَا بُنَيَّ أَقِمِ الصَّلَاةَ وَأْمُرْ بِالْمَعْرُوفِ وَانْهَ عَنِ الْمُنكَرِ وَاصْبِرْ عَلَىٰ مَا أَصَابَكَ إِنَّ ذَٰلِكَ مِنْ عَزْمِ الْأُمُورِ ﴿١٧﴾
«¡Oh hijo mío! Establece la oración, ordena el bien y prohíbe el mal, y soporta con paciencia lo que te aflija. En verdad, esto es parte de las determinaciones firmes [de la fe]».
Dios también dice en la Sura 66, versículo 6:
«يا أَيُّهَا الَّذِينَ آمَنُوا قُوا أَنْفُسَكُمْ وَ أَهْلِيكُمْ ناراً وَقُودُهَا النّاسُ وَ الْحِجارَةُ»
"¡Oh creyentes! Proteged a vosotros mismos y a vuestras familias del Fuego cuyo combustible son los hombres y las piedras".
Este versículo se dirige a todos los creyentes: "Salven a sus familias del Infierno".
Pero hoy, lamentablemente, la familia en Occidente se está desintegrando: el individualismo, la homosexualidad, las relaciones prematrimoniales... y esta cultura incluso se está filtrando gradualmente en los países islámicos.
Por eso es crucial volver a los derechos mutuos en la familia —derechos que tanto el hombre como la mujer deben respetar—.
✅ El primer derecho mutuo entre esposo y esposa es el respeto y la consideración recíproca.
El Imam Sadiq (la paz sea con él) dijo:
«مَنِ اتَّخَذَ امْرَأَهً فَلْيُكْرِمْهَا»
«Quien elige a una esposa, debe honrarla».
Presten atención a esta otra narración del Profeta (la paz sea con él y su familia purificada):
La felicidad de un hombre radica en que su esposa posea estas tres cualidades:
«إِذَا نَظَرَ إِلَيْهَا سَرَّتْهُ»
- «Cuando él la mira, ella lo alegra y lo complace».
El Príncipe de los Creyentes, el Imam Ali (la paz sea con él), dijo: «Cada vez que miro a Fátima (la paz sea con ella), todas mis preocupaciones y penas se disipan».
«وَ إِذَا أَمَرَهَا أَطَاعَتْهُ»
- «Cuando él le da una orden, ella le obedece».
«وَ إِذَا غَابَ عَنْهَا حَفِظَتْهُ»
- «Cuando él está ausente, ella protege su honor, su dignidad y sus bienes».
¿Por qué el temor, la arrogancia y la avaricia son malos en el hombre, pero buenos en la mujer?
Tenemos una narración en la que el Imam Ali (la paz sea con él) dijo:
«Los peores atributos en un hombre son los mejores atributos en una mujer».
Para un hombre, la arrogancia es mala, el temor es malo (debe ser valiente), y la avaricia es mala (debe ser generoso).
Pero el Príncipe de los Creyentes (la paz sea con él) dijo que estos mismos atributos son positivos para la mujer.
¿Qué significa esta enseñanza? Ahora revisamos su significado:
1. El temor (الخوف):
Si una mujer tiene temor, no hablará con cualquier hombre no permitido, no conversará con cualquiera, no se subirá a cualquier automóvil, ni responderá a cualquier invitación que podría llevarla al pecado.
Que una mujer sea audaz a veces le causa problemas.
Este "temor" no se refiere a tener miedo de un gato, una cucaracha, o de ingresar a la universidad o centros sociales.
Significa temor a ser imprudente y caer en manos de personas corruptas, dañando su castidad y modestia.
2. La avaricia (البخل):
Significa que protege los bienes de su esposo, evitando gastos innecesarios o extravagantes que podrían perjudicar la economía familiar.
3. La arrogancia (التكبر):
Un hombre debe ser humilde, pero una mujer, frente a hombres que no son de su familia cercana, no debe hablar con sumisión, suavidad o condescendencia de una manera que pueda excitar sexualmente a un hombre.
Debe mantener un tono firme y respetuoso, evitando malentendidos.
¿Acaso Dios no dice en el Corán (Sura 33, versículo 32) a las esposas del Profeta?:
يَا نِسَاءَ النَّبِيِّ لَسْتُنَّ كَأَحَدٍ مِّنَ النِّسَاءِ ۚ إِنِ اتَّقَيْتُنَّ فَلَا تَخْضَعْنَ بِالْقَوْلِ فَيَطْمَعَ الَّذِي فِي قَلْبِهِ مَرَضٌ وَقُلْنَ قَوْلًا مَّعْرُوفًا
¡Mujeres del Profeta! Vosotras no sois como otras mujeres cualesquiera. Si teméis a Dios, no seáis tan complacientes en vuestras palabras que llegue a anhelaros el enfermo de corazón. ¡Hablad, más bien, como se debe!
Este versículo confirma que la mujer debe evitar un tono de voz que pueda despertar deseos inapropiados en hombres enfermos de corazón. La arrogancia aquí es sinónimo de dignidad y autocontrol, no de orgullo dañino.
La consideración hacia el cónyuge es uno de los principios fundamentales que debe observarse en el matrimonio: la mujer debe honrar al hombre, y el hombre debe honrar a la mujer.
El Noble Profeta del Islam (la paz sea con él y su familia purificada) dijo:
«Si un hombre golpea a su esposa, Dios ordenará a los ángeles del castigo que golpeen a ese hombre setenta veces con fuego en el Día de la Resurrección, como retribución por esa injusticia cometida contra su compañera».
En las crónicas de la historia islámica, existen relatos que no solo narran eventos, sino que pintan un retrato vivo de la justicia y la compasión. La historia que vamos a contar hoy es una de esas joyas, un encuentro en las calles de Kufa que revela el carácter del personaje más importante de la historia después del Profeta, es decir, el Imam Ali ibn Abi Talib, la paz sea con él. Escuchemos cómo la intervención de un líder puede cambiar el destino de una familia.
«رجع علي (عليه السلام) إلى داره في وقت القيظ، فإذا امرأة قائمة تقول: إن زوجي ظلمني وأخافني وتعدى علي وحلف ليضربني. فقال: يا أمة الله اصبري حتى يبرد النهار ثم أذهب معك إن شاء الله. فقالت: يشتد غضبه وحرده علي. فطأطأ رأسه ثم رفعه وهو يقول: لا والله أو يؤخذ للمظلوم حقه غير متعتع. أين منزلك؟ فمضى إلى بابه فوقف فقال: السلام عليكم، فخرج شاب، فقال علي: يا عبد الله اتق الله فإنك قد أخفتها وأخرجتها. فقال الفتى: وما أنت وذاك؟ والله لأحرقنها لكلامك. فقال أمير المؤمنين: آمرك بالمعروف وأنهاك عن المنكر تستقبلني بالمنكر وتنكر المعروف؟ فأقبل الناس من الطرق ويقولون: سلام عليكم يا أمير المؤمنين. فسقط الرجل في يديه فقال: يا أمير المؤمنين أقلني في عثرتي، فوالله لأكونن لها أرضا تطأني. فأغمد علي سيفه فقال: يا أمة الله ادخلي منزلك ولا تلجئي زوجك إلى مثل هذا وشبهه.» مستدرک الوسائل، ج 12، ص 337:
Se narra que el Imam Ali, la paz sea con él, regresaba a su hogar en la hora más calurosa del día, cuando vio a una mujer de pie, visiblemente angustiada. Ella se le acercó y le dijo: "Mi esposo ha sido injusto conmigo. Me ha aterrorizado, ha abusado de mí y ha jurado que va a golpearme".
El Imam, con su calma característica, le respondió: "Oh, sierva de Dios, ten paciencia hasta que el calor disminuya, y entonces, si Dios quiere, iré contigo a hablar con él".
Pero la mujer, con la voz quebrada por la desesperación, insistió: "¡Si espero, su furia contra mí será aún mayor!".
Al oír la urgencia en sus palabras, el Imam Ali inclinó su cabeza por un momento, y luego la levantó con una determinación inquebrantable, diciendo: "No, por Dios. El derecho del oprimido debe ser restaurado sin la menor vacilación. Dime, ¿dónde está tu casa?".
Entonces, el Imam caminó con ella hasta su puerta. Al llegar, se detuvo y dijo en voz alta: "As-salamu alaykum", la paz sea con ustedes.
Un joven salió de la casa, y sin reconocer al gobernante, lo miró con desdén. El Imam Ali se dirigió a él directamente y le dijo:
"Oh, siervo de Dios, teme a Dios. Has aterrorizado a tu esposa y la has expulsado de su propio hogar".
El joven, lleno de arrogancia, respondió: "¿Y a ti qué te importa? ¡Por Dios, que por tu intromisión ahora la quemaré viva!".
La gravedad de la situación escaló en un instante. El Imam, el Príncipe de los Creyentes, desenvainó su espada y le replicó con firmeza: "¿Cómo es que te ordeno el bien y te prohíbo el mal, y tú me respondes con el mal y rechazas el bien?".
Justo en ese momento, la gente que pasaba por la calle comenzó a acercarse, reconociendo a su líder y saludando: "¡La paz sea contigo, oh, Príncipe de los Creyentes!".
Al oír estas palabras y darse cuenta de con quién estaba hablando, la arrogancia del joven se desvaneció por completo. Cayó de rodillas, temblando, y suplicó: "¡Oh, Príncipe de los Creyentes, perdona mi terrible error! Te juro por Dios que, de ahora en adelante, seré para ella como la tierra bajo sus pies".
Al ver su sincero arrepentimiento, el Imam Ali envainó su espada. Luego, se volvió hacia la mujer y le dijo con amabilidad: "Ahora, sierva de Dios, entra en tu hogar. Y procura no llevar a tu esposo a una situación límite como esta de nuevo".
Esta historia nos narra una profunda reflexión. No es solo el relato de una intervención, sino una lección sobre la responsabilidad de proteger al vulnerable, la valentía de enfrentar la injusticia de frente y, sobre todo, el poder de la misericordia y el arrepentimiento. Nos enseña que la verdadera fortaleza no reside en la agresión, sino en la humildad y en el temor a Dios.
(Fuente: Mustadrak al-Wasā’il, vol. 12, p. 337)
Presten atención a esta historia para aprender sobre el valor de honrar a la mujer:
Umm Salamah, esposa del Profeta (la paz sea con él y su familia purificada), había estado previamente casada con Abu Salamah, con quien tuvo varios hijos.
Umm Salamah relata:
«Un día, mi esposo Abu Salamah llegó y me dijo:
El Mensajero de Dios me enseñó algo.
Le pregunté: ¿Qué es?.
Respondió: Me enseñó que, ante cualquier calamidad, digamos:
إِنَّا لِلّهِ وَ إِنَّا إِلَيْهِ راجِعُونَ
(En verdad, somos de Dios y a Él regresamos), y luego supliquemos: ¡Oh Dios! Permíteme soportar esta pérdida con paciencia y recompénsame con algo mejor».
Umm Salamah continúa:
«Estas palabras quedaron en mi mente hasta que Abu Salamah fue martirizado. Entonces dije:
إِنَّا لِلّهِ وَ إِنَّا إِلَيْهِ راجِعُونَ (En verdad, somos de Dios y a Él regresamos) e hice esa súplica. Pero en mi interior pensaba: Abu Salamah era el mejor hombre del mundo… ¿Cómo podría obtener algo mejor?».
Hasta que un día, el Noble Profeta Muhammad (la paz sea con él y su bendita familia) vino a pedir su mano.
Cabe destacar que los matrimonios del Profeta en Medina tenían motivos sociales o de compasión. Este fue uno de ellos: el Profeta vio que Umm Salamah no podía mantener sola a sus hijos.
Ella misma le dijo al Profeta:
«Soy mayor, tengo hijos pequeños y gastos que cubrir».
El Profeta respondió:
«Yo también soy mayor, y me haré cargo de tus hijos».
El objetivo principal del Mensajero de Dios era brindar protección a estas familias.
La vida matrimonial del Profeta desde los 25 hasta los 50 años transcurrió exclusivamente con Jadiya al-Kubra (la paz sea con ella). Ella fue su única esposa durante su juventud. Después de su fallecimiento, contrajo otros matrimonios, algunos por razones sociales —como integrar tribus o fortalecer la comunidad— y otros para atraer corazones al Islam, como su matrimonio con Safiyyah, quien dijo: «Si te casas conmigo, muchos se sentirán atraídos hacia el Islam».
Volviendo a Umm Salamah: tras un tiempo de vivir en casa del Profeta, sucedió algo crucial.
Ella tenía un hermano llamado Abdullah, quien había sido de los que más hostigaban y criticaban al Profeta.
Cuando el Mensajero de Dios conquistó La Meca, declaró:
«أَنْتُمُ الطُّلَقَاءُ» (Sois los liberados).
«He perdonado a la gente de La Meca, excepto a doce personas que me causaron gran daño».
La historia registra los nombres de esos doce, a quienes el Profeta declaró «mahdur al-dam» (merecedores de castigo por su traición y crímenes).
Uno de ellos era Abdullah. Cuando se presentó ante el Profeta, este inicialmente se negó a perdonarlo.
Umm Salamah intercedió:
«¡Oh Mensajero de Dios! Es mi hermano. Sé que te ofendió gravemente, y sé que ordenaste no perdonarlo, pero te ruego que lo absuelvas por mí».
El Profeta respondió:
«Está bien, por tu intercesión, lo acepto».
¡Reflexionen sobre esto! Eso es honor y consideración.
El Mensajero de Dios perdonó a Abdullah ibn Abi Umayyah, quien luego abrazó el Islam.
Cabe señalar que el Profeta también perdonó a otros de esa lista por diversas razones, mostrando su infinita misericordia.
En resumen: uno de los pilares de la vida familiar es el respeto mutuo.
✅ El segundo punto que a menudo se debilita en algunas familias es la capacidad de perdonar errores y aceptar disculpas de manera indirecta —no siempre directa—.
A veces, el esposo o la esposa comete un error, se da cuenta de su falta, pero sus emociones o su orgullo no le permiten disculparse verbalmente. Sin embargo, a través de sus acciones, demuestra arrepentimiento. ¡Debemos aceptar esas señales!
Si un hombre comete un error, quizás no pueda expresarlo con palabras, pero su comportamiento muestra que está arrepentido. ¡Acéptenlo!
El Corán nos enseña que Perdonen y pasen por alto, para que Dios los perdone.
¿Tú no estás dispuesto a perdonar a tu esposa? ¿No estás dispuesto a perdonar a tus hijos? ¿Y esperas que Dios te perdone a ti?
Uno de los aspectos más importantes para generar mayor intimidad en la vida matrimonial y familiar es precisamente perdonar los errores.
Pongámoslo simple: cuando dos personas con pensamientos diferentes viven bajo un mismo techo —cada uno proveniente de una familia, una cultura y con características únicas, especialmente si hay grandes diferencias—, es natural que, a lo largo de la convivencia, cada uno vea fallos en el otro.
Si una persona viaja dos días con un amigo, ya le encuentra diez defectos... ¿cómo no va a ver errores en su esposa o esposo con quien convive treinta o cuarenta años?
Ahí es donde entra el arte de ignorar lo evitable, pasar por alto lo insignificante, cubrir las imperfecciones y aceptar las disculpas indirectas.
Este es uno de los pilares esenciales que debemos cultivar en la vida familiar.
✅ El tercer punto es que el esposo y la esposa deben ser como un peldaño para el progreso espiritual mutuo y para acercarse más a Dios. Deben ayudarse el uno al otro en este camino.
La vida del Imam Ali (la paz sea con él) con Fátima Az-Zahra (la paz sea con ella) —que es el modelo para todos— es un ejemplo sublime.
Cuentan que cuando el Mensajero de Dios, el Profeta Muhammad (la paz sea con él y su familia purificada), entraba en la casa del Imam Ali, le preguntaba:
«¡Oh Ali! ¿Cómo es Fátima como esposa para ti?».
El Imam Ali respondía:
«يَا رَسُولَ اللهِ، نِعْمَ الْعَوْنُ عَلَى طَاعَةِ اللهِ»
«¡Oh Mensajero de Dios! Ella es una excelente ayuda en la obediencia a Dios».
(Fuente: Biḥār al-Anwār, vol. 43, p. 117; Al-Manāqib, vol. 3, p. 355)
Este es el verdadero propósito del matrimonio en el Islam: ser cómplices en el camino hacia lo divino.
Así llegamos al final de este episodio de Voces de Fe. Recuerden: la familia es el refugio donde crece el amor, el respeto mutuo es su cimiento, y la paciencia y el perdón son sus alas.
Cuiden sus hogares, honren a sus seres queridos y nunca subestimen el poder de una palabra amable o un gesto de perdón.
Desde FátimaTV, les deseamos paz, bendiciones y una fe que ilumine cada paso.
¡Hasta pronto! Que la misericordia de Dios los acompañe siempre.