Hola, esta semana traemos un cuento en honor especial del Imam Jaafar As Sadiq (P) nieto del Excelentísimo Profeta Muhammad (BPD), pero antes de dar inicio con el cuento de la semana, quiero brevemente explicar una serie de datos históricos que nos familiarizarán con el contexto de la época.
Al comienzo del segundo siglo del calendario musulmán surgió entre los musulmanes un grupo que se identificaba a sí mismos como del grupo de “zahed” (o devotos, desapegados y abstinentes) y otro que se denominada como “sufis”.
Ellos tenían una manera especial de vivir y comportarse, abandonando los bienes materiales, e invitaban a la gente a seguir su camino, pregonando que era el auténtico rumbo de la religión.
Ellos decían que el creyente debía abandonar este mundo y carecer por completo de bienes, que no debía tener ropa buena ni una casa cómoda, ni siquiera comer una comida agradable.
Si veían a alguien aprovechando de estas mercedes, lo despreciaban y criticaban calificándolo de mundano y alejado de Dios.
La crítica que le realiza Sufián al Imam Sadiq (P) obedece a esta forma de pensamiento, misma que tiene sus raíces en la India y que también había llegado a Europa, la cual se había generalizado por todo el mundo introduciéndose entre los musulmanes tamién con un tinte religioso y austero.
Esta corriente tuvo una fuerte influencia y popularidad entre las siguientes generaciones de musulmanes, dando lugar a la formación de un grupo que llegó a ser muy bien definido y reconocido dentro del Islam.
El efecto directo de este pensamiento, es el descuido de los asuntos de la vida y que lleva a las sociedades a desatender su desarrollo natural. La influencia de esta ideología no afecta únicamente a quienes se identifican a sí mismos como “sufis”, sino que muchas veces, estos bajo el nombre del desapego y el abandono del mundo, inciden fuertemente sobre otros grupos islámicos, algunos de los cuales se han llegado a auto denominar como los “anti–sufis” (es decir, los enemigos de los sufis).
Sin embargo es importante también aclarar que no todos los que se denominan “sufis” tienen esta forma de pensamiento ni siguen esta filosofía puntual.
No hay duda que esta corriente de pensamiento es una enfermedad peligrosa que lleva a una parálisis espiritual de las sociedades, por lo que es necesario combatir eficazmente contra la misma.
Lamentablemente la mayoría de las veces la lucha contra esta corriente suele ser un combate contra un nombre o una persona definida y no contra una filosofía de vida en particular.
Muchas veces en la historia, quienes combatieron a los “sufís” en realidad buscaban un nombre o un cargo y terminaron ellos mismos propagando este mal de una manera aún más contagiosa y perjudicial. Otras veces por ignorancia, se combatieron pensamientos que eran muy elevados y beneficiosos para la Humanidad sin alcanzar a tan solo comprenderlos; y muy pocas personas en la historia han podido entender correctamente este asunto para encaminarlo de manera conveniente.
El punto correcto es enfrentar esta ideología tal como el Imam Sadiq (P) la combate en este relato, más allá de los nombres. Debe combatirse este pensamiento allí donde se lo encuentre siguiendo la línea trazada por el Imam Sadiq (P) y que nos es enseñada en esta narración. Lamentablemente esta corriente de pensamiento se ha extendido y propagado demasiado en tanto que las claras explicaciones para enfrentarla han quedado reservadas a los textos de la ciencia del Hadiz.
Aclarado esto, demos inicio entonces a nuestro cuento de la semana.
Se cuenta que Sufián Az Zuhri un hombre de entre los zahed y que vivía en Medina, se presentó ante el Imam Sadiq (P) encontrándole vestido con una túnica muy fina y blanca como clara de huevo.
Cuando Sufián le vio con estas ropas, criticó fuertemente al Imam (P) diciéndole:
“Esta ropa es indigna de ti. Tú no tienes que ensuciarte con las bellezas del mundo. Yo esperaba que tuvieras piedad (“taqua”) y que te mantuvieras apartado de la vida de este mundo.”
A lo que inmediatamente el Imam (P) le contestó:
“Voy a decirte algo y quiero que lo escuches con atención ya que te será beneficioso tanto para este mundo como el otro. Si en verdad te has equivocado y no conoces las enseñanzas correctas del Islam, en lo que has mencionado, mis palabras han de servirte.
Por el contrario, si lo único que deseas es innovar, invertir y alterar las realidades, mis palabras no van a ser de utilidad para ti. Es posible que tú sepas de la situación de pobreza y humildad en la que vivían el Profeta (P) y sus compañeros en su época, y conjetures que es un deber para todos los musulmanes de todas las épocas hasta el Día de la Resurrección vivir así, tomando esta forma como modelo y práctica obligatoria.
Pero el Profeta de Dios (P) vivía en un tiempo y una región en la cual la pobreza dominaba sobre la gente y la mayoría de los habitantes no alcanzaba a cubrir las necesidades básicas de la vida. Por lo tanto, el estado en el que vivían el Profeta (P) y sus compañeros era el nivel del común de la población de su tiempo, acorde a la situación general.
Pero si el tiempo cambia y la situación prospera, siendo posible un aprovechamiento mayor de la abundante Merced de Dios, entonces los más dignos de beneficiarse con tales abundancias son las personas buenas y justas, no los malvados y perversos.
Entonces, ¿cuál es la razón de tu crítica? Yo juro por Dios que aunque veas que utilizo las bondades del mundo, desde que alcancé la madurez (el estado de conciencia y la responsabilidad) no paso ni un día ni una noche sin revisar si entre mis posesiones se encuentra algo que le pertenezca a otra persona o sobre lo cual otra persona tenga un derecho, y de encontrar algo así, lo devuelvo inmediatamente.”
Sufián no pudo decir nada ante la lógica del Imam Sadiq (P) y salió humillado y comprendiendo que había sido derrotado, por lo que fue a encontrarse con sus amigos, seguidores de su mismo pensamiento (los sufis) y les relató lo recién acontecido con el Imam.
Es así entonces que todos ellos decidieron ir en grupo a debatir con el Imam Sadiq (P).
Poco después, los sufis se presentaron ante el Imam (P) y le dijeron:
“Nuestro compañero no pudo presentar correctamente sus argumentos ante ti. Por eso hemos venido para exponerte argumentos contundentes que han de condenarte. Nuestros argumentos provienen del mismo Corán.”
A lo cual el Imam (P) contestó:
“¡Qué mejor argumento que el Corán! Estoy dispuesto a escucharlos.”
Los sufis dijeron: “Nosotros hemos traído dos aleyas del Corán como argumento que prueban que nuestro camino es el correcto, y esto es suficiente para nosotros. Dios en el Corán honra a un grupo diciendo:
وَالَّذِينَ تَبَوَّءُوا الدَّارَ وَالْإِيمَانَ مِن قَبْلِهِمْ يُحِبُّونَ مَنْ هَاجَرَ إِلَيْهِمْ وَلَا يَجِدُونَ فِي صُدُورِهِمْ حَاجَةً مِّمَّا أُوتُوا وَيُؤْثِرُونَ عَلَىٰ أَنفُسِهِمْ وَلَوْ كَانَ بِهِمْ خَصَاصَةٌ ۚ وَمَن يُوقَ شُحَّ نَفْسِهِ فَأُولَٰئِكَ هُمُ الْمُفْلِحُونَ ﴿ سورة الحشر-٩﴾
“Los ya establecidos en la Casa y en la fe desde antes de su llegada aman a los que han emigrado a ellos, no codician lo que se les ha dado y los prefieren por encima de sí mismos, aún si están en la penuria. Los que se cuiden a sí mismos de la codicia, esos son los que prosperarán.” (Corán capítulo 59 versículo 9)
Y en otro lugar del Corán, concretamente en el Capítulo 76, versículo 8, Dios dice:
وَيُطْعِمُونَ الطَّعَامَ عَلَىٰ حُبِّهِ مِسْكِينًا وَيَتِيمًا وَأَسِيرًا ﴿سورة الانسان-٨﴾
“Por mucho amor que tuvieran al alimento, se lo daban al pobre, al huérfano y al cautivo... “
Cuando terminaron de hablar, una persona que los estaba escuchando desde una esquina de la mezquita se les acercó y dijo:
“Lo que yo entiendo de lo que ustedes dicen, es que ni siquiera ustedes creen en lo que dicen. Ustedes sólo pretenden que la gente pierda interés en sus bienes y se los entreguen, para así poder aprovecharlos. Pero en la práctica nadie ve que ustedes se abstengan de las comidas deliciosas y las comodidades del mundo”.
En eso El Imam (P) le dijo a esta persona que increpaba a los sufís:
“Es mejor que dejes estas palabras que no son útiles.”
Seguido de eso, se dirigió al grupo de sufis y les dijo:
“Ustedes que pretenden argumentar con el Corán, primero deben decir si conocen perfectamente el Libro de Dios y pueden distinguir las aleyas unívocas de las alegóricas y las abrogantes de las abrogadas, o no. Cualquiera de esta comunidad que se ha extraviado del camino fue por pretender utilizar el Corán sin tener la información correcta.”
El grupo de sufis respondió: “Tenemos alguna información sobre esto, pero no es completa y perfecta.”
El Imam (P) argumentó: “Precisamente la desgracia de ustedes es por este motivo (que poseen un poco de información incompleta y pretenden usarla).
Las narraciones del Profeta (P) son iguales que las aleyas del Corán; necesitan tener conocimiento e información adecuada para aprovecharlas.
Estas aleyas que ustedes traen del Corán no prohíben el uso de las Mercedes de Dios en el mundo, sino que se refieren a la concesión y la entrega de aquellas pertenencias que son necesarias para uno.
En estas aleyas se admira a un grupo que en un momento determinado dieron preferencia a otros por encima de sí mismos, otorgándoles aquellos bienes que les eran lícitos, los que si ellos no brindaban no estaban cometiendo ninguna falta ni nada reprochable.
Dios no había ordenado que ellos debieran comportarse así y no había vedado omitir esta acción. Ellos, por sus elevados sentimientos y bondad, se pusieron a sí mismos en estrechez y penurias otorgando aquello que precisaban para sí mismos. Y Dios ha de recompensarlos por esto. Luego, estas aleyas no concuerdan con lo que ustedes pretenden argumentar.
Porque ustedes le reprochan a la gente que utilicen sus riquezas y las Gracias que Dios les ha concedido, queriendo prohibirles esto. En aquella circunstancia, ellos (quienes han sido mencionados en estas aleyas) gastaron en el camino de Dios sus bienes de esta manera. Pero luego vino una Orden de Dios completa que determinó los límites de este asunto y abrogó esta conducta que ellos tuvieron, por lo cual nosotros debemos seguir la Orden de Dios (fue abrogante) y no lo que ellos hicieron (que quedó abrogado).
Dios por una Misericordia especial Suya y para reconciliar la situación de los creyentes, ha prohibido a las personas que se abandonen a sí mismos y a sus familias en la estrechez por gastar todo en el camino de Dios, pues entre las familias de las personas existen siempre niños, chicos y ancianos débiles que no pueden soportar las condiciones de escasez extrema, y si uno otorga el único alimento que posee para los suyos, que están bajo su responsabilidad, es posible que alguno se vea afectado muy seriamente por esto y muera.
Por eso, el Profeta (P) dijo que si alguno tiene algo de pan o dátiles o algunas monedas y las quiere ofrecer en caridad (en el camino de Dios), primero tiene que darle a su padre y a su madre, en segundo lugar, a su esposa e hijos, en tercer lugar a sus hermanos creyentes y parientes cercanos, y recién en cuarto lugar puede ofrecerle a los otros, rivalizando en buenas obras. Y esto se encuentra después de los anteriores.
Cuando el Profeta (P) una vez escuchó que un musulmán que había fallecido, había entregado todos sus bienes en el camino de Dios y por esto había dejado a un hijo pequeño en la pobreza, forzándolo a vivir de la caridad, expresó:
‘Si me hubieran informado esto antes de enterrarlo, no hubiese permitido que lo entierren en el cementerio islámico.’
El Imam continuó diciendo: Mi padre (el Imam Baqir –P–) narró del Mensajero de Dios (P) que él dijo:
‘En vuestros gastos siempre debéis comenzar por los familiares, y de ellos el más cercano tiene mayor prioridad’. Además de todo lo expuesto, el Sagrado Corán anula el método de gastar los bienes que ustedes proponen en el capítulo 25 versículo 67, “El criterio”, al decir:
وَالَّذِينَ إِذَا أَنفَقُوا لَمْ يُسْرِفُوا وَلَمْ يَقْتُرُوا وَكَانَ بَيْنَ ذَٰلِكَ قَوَامًا ﴿سورة الفرقان-٦٧﴾
“Los siervos del Clementísimo (es decir los temerosos de Dios) son quienes al gastar no lo hacen con prodigalidad ni avaricia, sino en el punto medio”
En muchas aleyas, el Corán prohíbe los excesos. Prohíbe excederse en el gasto de los bienes tanto como la tacañería. Para este asunto, el Corán ha determinado un punto medio, una medida moderada. No es correcto conceder todo lo que uno posee a otros y quedarse sin nada para luego levantar las manos y suplicar a Dios por el sustento. Dios no acepta la súplica de tal persona, pues el Profeta (P) nos ha informado que los pedidos de ciertos grupos no son aceptados, y son los siguientes:
1.– Aquellos que piden a Dios un mal contra su padre o su madre.
2.– Los que prestan su hacienda sin tomar testigos de la transacción y luego, cuando descubren que su hacienda se ha perdido, le piden a Dios que arregle el asunto. Esta persona tenía la solución en las normas establecidas para prevenir su pérdida y él mismo la abandonó, por lo que Dios entonces no escucha sus ruegos.
3.– Los que piden que Dios los libere de la malicia de su mujer, ya que la solución de este asunto se encuentra en sus propias manos, y si no puede cambiar su situación hogareña puede anular su matrimonio (a través del divorcio).
4.– La persona que se encuentra en su casa sin hacer nada (sin trabajar ni esforzarse) y le pide a Dios el sustento. En respuesta a esta persona ávida, Dios le dice:
‘¡Oh, siervo Mío! ¿Acaso no He abierto para ti los caminos del movimiento y el esfuerzo? ¿Acaso no te He dado un cuerpo con miembros perfectos (sanos y funcionales)? ¿Acaso no te He dotado de manos, pies, ojos, oídos e inteligencia (prudencia) para que puedas ver, oír, pensar, moverte y esforzarte?
En la creación de cada uno de estos elementos existe un propósito y un motivo. La forma de agradecer estas abundancias es que tú las utilices como corresponde.
Entonces deja de reclamarme y ponte en marcha para obtener tu sustento, obedeciendo Mi orden respecto de tu esfuerzo sin recostarte sobre los hombros de nadie.
Por cierto que tu situación se encuentra de acuerdo con Mi determinación general, por lo cual He de otorgarte sustentos abundantes (si haces el esfuerzo). Y si por algún motivo no cambio tu situación actual (y no recibes un sustento abundante), al menos habrás cumplido con tus responsabilidades al realizar el esfuerzo, por lo que has de quedar exento de reclamos (en el Día del Juicio)’.
5.– La persona que tiene hacienda y riquezas abundantes y las otorga sin medida perdiéndolas todas, para luego suplicar:
‘¡Oh, Dios! ¡Bríndame el sustento!’
En respuesta, Dios le dice:
‘¿Acaso no te había dotado de abundantes sustentos? ¿Por qué no los ofreciste con moderación? ¿Acaso no He ordenado la moderación en la entrega de los bienes? ¿Acaso no He prohibido conceder sin medida (con prodigalidad)?’
6.– La persona que ha cortado los lazos familiares y suplica a Dios por esto (para que no se restablezcan).
A lo que el Imam Sadiq siguió diciendo:
“En el Corán, Dios le enseñó al Profeta (P) la manera correcta de otorgar los bienes por un acontecimiento que tuvo lugar.
Se cuenta que en una ocasión el Profeta Muhammad (P) recibió una determinada cantidad de oro y él no quería pasar la noche con esos bienes en su posesión, por lo cual les fue otorgando a las personas, una tras otra, hasta agotar en el mismo día toda la cantidad que había recibido.
La mañana siguiente un pobre se presentó ante el Profeta (P) pidiendo con insistencia por su necesidad, pero el Mensajero de Dios (P) no tenía absolutamente nada para darle. El Profeta (P) se quedó muy triste por esto y Dios reveló la aleya del Corán ordenando el método correcto de otorgar los bienes, en el Capítulo 17 versículo 29 que dice:
وَلَا تَجْعَلْ يَدَكَ مَغْلُولَةً إِلَىٰ عُنُقِكَ وَلَا تَبْسُطْهَا كُلَّ الْبَسْطِ فَتَقْعُدَ مَلُومًا مَّحْسُورًا ﴿سورة الإسراء-٢٩﴾
‘No te lleves la mano cerrada al cuello ni la extiendas demasiado. Si no, te encontrarás censurado, falto de recursos.’
Continúó el Imam Sadiq:
Estas son narraciones (Hadic es) del Mensajero de Dios (P) y aleyas del Corán que las confirman (por lo que son auténticas más allá de toda duda). Por cierto que los que conocen y tienen fe en el Corán, creen en estas aleyas (que son explícitas).
Ustedes conocen a Abu Dharr y a Salmán como gente de gran sabiduría, devoción y piedad. Y sin embargo, la conducta de ellos era como les estoy diciendo.
Cuando Salmán recibía su cuota anual del Tesoro Público, apartaba y se reservaba el dinero suficiente para mantener a su familia durante todo un año. Entonces algunos le cuestionaron diciendo:
“Tú eres una persona piadosa y devota. ¿Por qué te reservas los bienes para los gastos de un año, mientras quizás hoy mismo o mañana mueras y no alcances a vivir todo el año?”
El les contestó: ‘Quizás yo muera antes de terminar el año, y quizás no. ¿Por qué ustedes sólo consideran la posibilidad de que muera? Existe la otra posibilidad, de que si yo llegase a vivir, tendría gastos y necesidades.”
El Imam siguió diciendo: ¡Oh, ignorantes! Ustedes no conocen el alma humana. Si ella no tiene los elementos suficientes para la vida, no puede obedecer bien a Dios, pues pierde toda su energía y su regocijo por el camino de Dios (debido a la necesidad que posee).
Y cuando tiene todos los elementos necesarios, se calma (y puede aprovechar mejor la devoción).
¿Saben cuántos animales tenía Abu Dharr entre camellos y ovejas? El aprovechaba la leche y la carne de esos animales para su sustento y tenía además para recibir huéspedes o para algún necesitado que le pidiera.
Si quería otorgar algo, guardaba para sí una parte igual a la que ofrecía en caridad. ¿Y quién era más devoto que estos musulmanes (Abu Dharr y Salmán)?
El mismo Profeta (P) ha dicho sobre ellos muchas cosas que todos ustedes conocen. Ellos nunca perdieron todos sus bienes bajo el nombre de ‘devoción’ o ‘piedad’. Ellos nunca transitaron este camino que ustedes proponen. Ustedes pretenden que la gente otorgue todas sus posesiones y queden en la miseria, tanto ellos como sus familias.
Yo oficialmente les transmito esta narración de mi padre, de su padre, de sus abuelos, que el Mensajero de Dios (P) ha dicho:
“Hay un estado muy especial del creyente en el cual, él recibe bondad y prosperidad, sea que le estén cortando su cuerpo por pedazos o que le hayan otorgado todo el territorio de oriente y occidente. La bondad y prosperidad del creyente no es por los bienes materiales sino por la fe de su alma y su creencia. Él sabe que en cualquier situación que se encuentre, sea de riqueza o pobreza, tiene un deber que cumplir, y él lo llevará delante de la mejor manera posible. Esta es la situación más extraña que tiene lugar para el creyente, en la cual todas sus desventuras, dificultades y problemas traen bondad y prosperidad para él.”
(Siguió diciendo el Imam Sadiq –P–):
¿Acaso todo los que hoy les he mencionado es suficiente o quieren que les hable más? Ustedes sepan que al principio del Islam, las normas del ‘yihad’ (lucha o combate) establecían que todo musulmán debía resistir a diez enemigos, y si no lo hacía se le computaba como una falta y se hacía (ante Dios) culpable de un delito.
Pero luego Dios con Su Gracia y Misericordia otorgó una gran reducción de las exigencias a favor de los musulmanes y cambió esta norma de tal forma que cada musulmán se encuentra obligado a resistir sólo a dos enemigos, no a más. (Es decir que no se pueden considerar las exigencias y condiciones de vida de los primeros musulmanes pues luego Dios estableció normas menos severas y abolió aquellas que eran muy exigentes y estrictas).
Hablemos ahora de la jurisprudencia islámica y los tribunales. Supongamos que uno de ustedes se encuentra ante un juez que decreta que para cubrir el derecho de manutención de su esposa, él debe otorgarle determinada suma. ¿Qué haría en tal situación? ¿Acaso pretendería argumentar diciendo:
“Yo soy una persona devota que ha abandonado el mundo y ¿sus posesiones?”
¿Acaso este argumento es razonable? Si ante una postura así, el juez decreta que igualmente el hombre debe pagar el derecho de manutención a la esposa, ¿su veredicto está de acuerdo con la justicia o es tiránico? Si pretenden que tal veredicto es tiránico y opresivo, están diciendo una mentira evidente con la cual agravian a todos los musulmanes con una acusación injusta.
Y si dicen que el juez está decretando con justicia, están reconociendo que vuestro argumento es inválido y vuestro camino es incorrecto.
Existen otras consideraciones más por analizar. Hay situaciones en las que los musulmanes deben realizar gastos obligatorios en pagos o expiaciones (‘kaffarah’).
Ahora supongamos que toda la gente toma el camino de la abstinencia y desapego, abandonando sus posesiones y despojándose de todo los bienes para vivir en la pobreza, como ustedes proponen. ¿Qué sucedería con las expiaciones y las limosnas obligatorias?
Y piensen en el ‘zakat’ (impuesto) obligatorio sobre el oro, la plata, los ganados como el cordero, el camello y la vaca, y las cosechas como el dátil y la uva. ¿Acaso no han sido establecidos para que los pobres puedan vivir mejor y aprovechar de las abundancias de la vida? ¿Acaso esto mismo no confirma que el objetivo de la religión es beneficiarse de las riquezas de la vida?
Si el objetivo de la religión fuese la pobreza y el máximo grado de educación religiosa consiste en despojarse de todos los bienes mundanales, entonces los pobres ya se encuentran en tal estado y han alcanzado tal objetivo eminente, por lo cual no necesitan algo que los haga salir de esa situación agradable y próspera que supuestamente tienen.
En tal situación, ellos tendrían que rechazar la caridad negándose a aceptarla. Si como ustedes pretenden, todo aquel que posea una hacienda tiene que entregarla por entero en caridad, entonces ya no queda ningún sentido para el zakat. Queda en claro que ustedes siguen un camino incorrecto y peligroso, invitando a la gente a una ideología extraviada. Esto se debe a su falta de conocimiento sobre el Corán y la sunnat del Profeta (P), así como de las narraciones (Hadices) que se transmiten.
Existen Hadices que son confiables y seguros, y son lo que el Corán confirma. Pero ustedes niegan la validez de las narraciones que no coinciden con la ideología hacia la cual convocan, lo cual es otra muestra de ignorancia.
Ustedes no meditan en las aleyas del Corán y los delicados y maravillosos asuntos que ellas traen, los que son dignos de aprovecharse. Tampoco conocen la diferencia entre abrogante y abrogado, entre unívoca y alegórica, y no pueden distinguir entre los mandatos (lo que se ordena hacer) y las prohibiciones.
Les voy a plantear algo de la historia del Profeta Salomón, hijo de David (Suleiman ibn Dauud –P–) para que me respondan.
Él le pidió a Dios un reino tal que nadie después de él pudiera tener algo semejante y que vemos en el Capítulo 38 versículo 35 del Sagrado Corán que dice:
قَالَ رَبِّ اغْفِرْ لِي وَهَبْ لِي مُلْكًا لَّا يَنبَغِي لِأَحَدٍ مِّن بَعْدِي إِنَّكَ أَنتَ الْوَهَّابُ ﴿سورة ص-٣٥﴾
"¡Oh, Señor mío! Perdóname y concédeme un reino tan poderoso, que nadie pueda igualarlo después de mí; Tú eres el Dadivoso".
Siendo que luego de su súplica, Dios, Exaltado Sea le concedió lo pedido.
Por cierto que Salomón (P) no quería otra cosa que a Dios. Ni Dios en el Corán, ni los creyentes en general critican a Salomón por haber pedido tal reino en el mundo. Lo mismo con David (Dauud –P–) el Profeta que estaba antes de Salomón. Y antes con José (Yusuf –P–), que le solicitó al Faraón que lo pusiera a cargo de los almacenes del país, ya que él sabía cómo administrarlos, lo cual está plasmado en el Majestuoso Corán, Capítulo 12, Versículo 55 que dice:
قَالَ اجْعَلْنِي عَلَىٰ خَزَائِنِ الْأَرْضِ إِنِّي حَفِيظٌ عَلِيمٌ ﴿ سورة يوسف-٥٥﴾
“dijo[José]: «Ponme al frente de los almacenes del país. En verdad, soy un buen guardián y tengo conocimiento.»”
El (José) Realizó su trabajo tan bien que le dieron el poder sobre un territorio muy extenso. Como había una gran carestía, la gente se acercaba desde todos los territorios circundantes a adquirir mercaderías en esa zona gobernada por él.
Y por cierto que ni José (P) intentaba realizar nada en contra de los mandatos Divinos, ni Dios lo critica a él en el Corán por su actitud.
Igual que la historia de Dhul Qarnain, un siervo que amaba mucho a Dios y Dios lo amaba a él, al punto que le concedió el dominio sobre el oriente y el occidente.
¡Oh, gente! ¡Abandonen este camino incorrecto y edúquense a ustedes mismos con las consignas verdaderas del Islam! No trasgredan lo que Dios ha ordenado y prohibido, y no pretendan establecer ustedes mismos los mandatos.
No intervengan en los asuntos que no conocen y pídanle a las personas entendidas que los guíen al respecto. Esfuércense por distinguir lo abrogante de lo abrogado, lo explícito de lo metafórico, lo lícito de lo ilícito.
Esto ha de ser mejor y más fácil para ustedes y se encuentra más apartado de la ignorancia. ¡Abandonen la ignorancia! Pues ella tiene muchos protectores, mientras que los protectores de la sabiduría son pocos. Dios Ha dicho: ‘Por encima de cada dueño de una sabiduría hay un sabio.’”[1]
Como cierre y a modo de nota quiero hacerles un par de cometarios:
Respecto a la segunda recitación de Corán Capítulo 76 versículo 8, existe un cuento muy importante y hermoso el cual encontrarás en el cuento “Tres toques a la puerta de la Generosidad” del 30 de Enero del 2021 donde se explica ¿para quiénes se ha descendido esta aleya coránica?
Ponemos el enlace del cuento en la descripción.
El segundo punto que quiero comentar es este:
¿Recuerdas que en el cuento de la semana pasada, en la historia del profeta Salih (la paz sea con él), en donde recité el Hadiz Az-Zaqalain para ti?
Te leeré esta esta narración nuevamente:
إِنِّی تَارِک فِیکمْ أَمْرَینِ إِنْ أَخَذْتُمْ بِهِمَا لَنْ تَضِلُّوا- کتَابَ اللَّهِ عَزَّ وَ جَلَّ وَ أَهْلَ بَیتِی عِتْرَتِی
أَیهَا النَّاسُ اسْمَعُوا وَ قَدْ بَلَّغْتُ إِنَّکمْ سَتَرِدُونَ عَلَی الْحَوْضَ فَأَسْأَلُکمْ عَمَّا فَعَلْتُمْ فِی الثَّقَلَینِ وَ الثَّقَلَانِ کتَابُ اللَّهِ جَلَّ ذِکرُهُ وَ أَهْلُ بَیتِی
“Dijo el Profeta Muhammad (BPD): «Dejo entre vosotros dos tesoros, si os aferráis a éstos, nunca estaréis extraviados; el Libro de Dios, Poderoso y Exaltado, y mi familia (el Ahlul-Bait).
¡Oh gente! escuchad que os informo, que cuando volvaís a mí al lado de la Fuente (en el Más Allá), os preguntaré sobre su comportamiento respecto a estos dos tesoros, que son el Libro de Dios y mi Ahlul-Bait.»“
Sí, el profeta dijo:
“Dejo entre vosotros dos tesoros, si os aferráis a éstos (dos), nunca estaréis extraviados; el Libro de Dios, Poderoso y Exaltado, y mi familia (el Ahlul-Bait).”
Por lo tanto, el Corán sin el Ahlul-Bait y el Ahlul-Bait sin el Corán no pueden ser una guía completa y según el Profeta, debemos aferrarnos a ambos.
El cuento de esta semana es un ejemplo de un error obvio para algunas personas que, solas y sin conocer el Corán, malinterpretaron los versículos de éste libro sagrado y las desviaron a su conveniencia o error.
Así que está frase de que el Corán es suficiente para nosotros, es decir el Corán Sin la guía del Profeta y de su Ahlul-Bait, es un gran error que muchos han venido repitiendo durante mucho tiempo, error que el Profeta nos puso sobre alerta, de no llegar a separar esos dos grandes tesoros (Corán y Ahlul Baith jamás) cosa que si sucede es un gravísimo error que ha llevado al surgimiento de muchos grupos y sectas en la historia del Islam hasta hoy día.
Grupos que han estado lejos del verdadero Islam y actuaron en contra de las órdenes de Dios mismo y del Islam, llegando con su desvío a oprimir, saquear, y matar a personas inocentes, con el gran perjurio de ser considerados musulmanes, siendo nada más lejos de la verdad que eso, tan solo son un grupo de gentes que suspicazmente han usado los versos del Corán de forma torcida para justificar sus actos inhumanos, engañando así a muchos con sus malas y antojadizas interpretaciones.
¿Cuántos hadices y narraciones falsos han sido creados por los gobiernos corruptos, de épocas obscuras en la historia del Islam, para así poder sin obstáculo alguno malinterpretar los versículos del Corán y promover sus objetivos malvados?
Todavía hay grupos en el mundo que afirman falsamente ser musulmanes y oprimen, matan y crean miedo y pánico entre las gentes del mundo, seres malvados que actúan en contra de los mandatos del Islam, recitan versículos del Corán para poder tener un matiz de islámico en todas sus creencias falsas y engañan a sus seguidores diciéndoles que tenemos razón y actuamos de acuerdo con el Corán.
Como expliqué en el cuento de la semana pasada, este error ocurrió justo después del martirio del Profeta en el Islam, por aquellos que, para ganar poder, dijeron: “No necesitamos los hadices del Profeta, no necesitamos el Ahlul-Bait, y el Corán es suficiente para nosotros e intentaron crear una brecha entre estos dos preciosos tesoros.”
…
Bueno queridos escuchas, hemos llegado al final de este podcast, es decir, el cuento número 50, sí, hemos definido 50 cuentos para ti hasta ahora, gracias a Dios.
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Puedes escuchar todos estos cuentos en YouTube.com/FatimaTVes y también en las cuentas de FatimaTV en Spotify, iTunes, Google Podcasts y Soundcoud.
Estos cuentos también están disponibles junto con la transcripción en nuestro sitio web www.FatimaTV.es, en la sección de podcasts, LOS CUENTOS DE LA SEMANA.
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Estoy muy feliz de haber podido leerte un nuevo cuento esta semana. Hasta el sábado que viene. Chao.
[1] Tuhaful Uqul, pag. 348 a 354 y Al Kafi, Tomo V, pag. 65 a 71