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En este episodio de Voces de la Fe, reflexionamos sobre tres tipos de derechos: los derechos de Dios, los derechos de uno mismo y los derechos de los demás. Descubre cómo estos tres pilares pueden transformar nuestra vida, guiarnos hacia la justicia y acercarnos a Dios.

🎙 Locutora: Heba Smith
✍️ Escrito por: Seyed Mostafa

Transcripción

Los Tres Derechos Que Definen Nuestra Vida

En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso.

Hola y bienvenidos a Voces de la Fe, un proyecto creado para compartir mensajes de sabiduría, espiritualidad y reflexión desde el corazón del Islam.

Aquí, cada voz cuenta. Si deseas participar grabando alguno de estos textos con tu propia voz, puedes enviarnos un mensaje o dejarnos un comentario. Estaremos encantados de escucharte.

Soy Heba Smith la voz de FátimaTV, y en este episodio hablaremos sobre tres tipos de derechos fundamentales: el derecho de Dios, el derecho de uno mismo y el derecho de las personas.

Cada uno de ellos juega un papel esencial en nuestra relación con el Creador, con nosotros mismos y con los demás. Acompáñame hasta el final.

FatimaTV.es | Saberes que iluminan el alma

 

En este mundo existen tres tipos de derechos:
 los derechos de Dios, los derechos de las personas y los derechos del propio ser.

El derecho de Dios se refiere a las obligaciones que tenemos directamente con Él: la oración, el ayuno y otros actos de adoración que nos ha ordenado cumplir.
 Si una persona no cumple con estos deberes, será responsable ante Dios.
 Ahora bien, en este tipo de derechos, es Dios mismo quien decide cómo tratar ese incumplimiento: si fue por descuido, por olvido o por rebeldía.
 Solo Él sabe si perdona, castiga o concede Su misericordia.

Hay un punto muy importante que debemos entender:
 si alguien no cree en Dios, si niega Su existencia como lo hicieron en su tiempo personajes como Abū Lahab
ابولَهَب o Abū Ŷahl ابوجهل, entonces aunque haga ciertas obras buenas por naturaleza o por costumbre, esas acciones no tendrán valor ante Dios, porque no las hizo con fe ni por obediencia a Él.

 

El segundo tipo de derecho es el derecho de las personas.

Y aquí la situación es muy distinta, porque en este caso no existe perdón ni absolución hasta que la persona afectada lo conceda.

La diferencia entre los derechos de Dios y los derechos de las personas es clara:

Si alguien comete una falta contra Dios —por ejemplo, no reza o no ayuna—, Dios puede perdonarlo si Él quiere.

Pero si alguien injustamente toma el dinero, los bienes o los derechos de otra persona,

entonces no puede esperar el perdón divino hasta que ese ser humano le perdone primero.

Puede que la persona a la que se le hizo daño nunca perdone.

Ni en esta vida ni en la otra.

Y eso tiene consecuencias muy graves, porque en el Día del Juicio,

esa persona oprimida tendrá derecho a reclamar justicia ante Dios.

En ese momento, Dios no intervendrá directamente para perdonar al opresor,

sino que dejará que el agraviado decida qué hacer con quien le hizo daño.

Y si esa persona decide no perdonarlo,

sus buenas acciones se transferirán a quien sufrió la injusticia,

y si esas obras no alcanzan, entonces el opresor cargará con las faltas del otro.

De esa manera, el injusto puede terminar perdiendo la misericordia divina

y ser llevado al castigo eterno.

Por eso los sabios dicen que Dios puede perdonar lo que es Suyo,

pero nunca perdona en nombre de los demás.

Solo quien sufrió la injusticia tiene el poder de perdonar o no hacerlo.

y por eso este tipo de derechos tiene una gravedad enorme.

El Imam Ṣādiq —la paz sea con él— dijo:

مَا عُبِدَ اللهُ بِشَيْءٍ أَفْضَلَ مِنْ أَدَاءِ حَقَّ الْمُؤْمِن.  الکافي  ج۲ ص۱۷۰

“Dios no es adorado con nada mejor que cumplir con el derecho del creyente.”

Y esto nos enseña algo muy importante.
 En el Islam, la adoración no se limita solo a los actos rituales,
 como la oración, el ayuno o la peregrinación.
 Estos actos, por supuesto, son pilares esenciales de la fe,
 pero la verdadera adoración va más allá:
 es todo lo que haces con la intención sincera de acercarte a Dios.

Este hadiz nos muestra una verdad profunda:
 cumplir los derechos de los demás creyentes —respetarlos, ayudarlos, no hacerles daño—
 es, a los ojos de Dios, una forma de adoración superior.

Dios valora tanto cómo tratas a las personas
 como las horas que pasas orando o ayunando.
 Porque, en realidad, tu relación con los demás refleja tu relación con Él.

El tercer tipo de derecho es el derecho del propio ser, o como se dice en árabe, ḥaqq an-nafs.
 Lamentablemente, este conjunto de derechos suele ser olvidado o descuidado.

¿Qué significa el derecho del ser?
 Significa los derechos que tu alma, tu mente y tu cuerpo tienen sobre ti.
 Por ejemplo, ¿tienes derecho a herirte a ti mismo?
 ¿A dañar tu propio cuerpo?
 ¿A quitarte la vida?
 ¿A negarte el derecho a vivir, a descansar, o a disfrutar de las cosas lícitas que Dios ha puesto en este mundo?

La respuesta es no.
 Tu cuerpo y tu vida son un depósito sagrado que Dios te ha confiado.
 No puedes disponer de ellos como si fueran solo tuyos.

Se cuenta que, en tiempos del Imam ʿAlí ibn Abī Ṭālib —la paz sea con él—,
 un hombre decidió aislarse del mundo.
 Abandonó a su esposa, a sus hijos y su vida cotidiana para irse a una cueva,
 donde pasaba los días orando y ayunando.

Cuando el Imam ʿAlí se enteró, mandó a buscarlo.
 Y al verlo, le dijo:

“Tú eres el enemigo de ti mismo.”

¿Por qué?
 Porque incluso en la adoración, el equilibrio es una parte esencial del camino hacia Dios.

Otro ejemplo es el de Uways al-Qaranī اُوَیس قَرَنی, un hombre profundamente devoto y valiente,
 que murió mártir en la batalla de Ṣiffīn junto al Imam ʿAlí —la paz sea con él—.
 Uways era un ejemplo de equilibrio entre la fe, la adoración y la acción.

Le contaron que uno de sus amigos había cavado su propia tumba,
 se envolvía en un sudario, se sentaba dentro del sepulcro
 y pasaba allí el tiempo recitando el Corán y llorando.
 No hablaba con nadie.
 Uways fue a visitarlo y, al verlo, le dijo:

“Esa tumba y ese sudario se han convertido en tu ídolo.
 Ya no adoras a Dios, sino a esa imagen que has creado de la muerte.
 El mismo Dios que te ordenó rezar por la noche,
 también te dijo:

﴿ لا تَنْسَ نَصِيبَكَ مِنَ الدُّنْيَا ﴾

No te olvides de tu parte en este mundo
 (Corán, Sura 28: versículo 77).

Esto significa que el ser humano debe vivir en equilibrio:
 ni perderse en el mundo material, ni renunciar por completo a él.
 La espiritualidad no consiste en huir de la vida,
 sino en vivirla con propósito, conciencia y gratitud.


Las formas de olvido condenadas

En el Corán, Dios menciona distintos tipos de “olvido” (nisyān) que son reprobables.
 Uno de ellos aparece en la Sura 59, aleya 19, donde dice:

﴿ وَلَا تَكُونُوا كَالَّذِينَ نَسُوا اللَّهَ فَأَنسَاهُمْ أَنفُسَهُمْ ﴾

“No seáis como aquellos que olvidaron a Dios, y Él hizo que se olvidaran de sí mismos.”
Olvidar a Dios conduce a perder el sentido de uno mismo,
 a olvidar el valor de la vida, de la familia, de las bendiciones que tenemos.

En otro pasaje, el Corán nos recuerda que no debemos olvidar las bendiciones de Dios,
 entre las cuales están la familia, los hijos, la salud y el tiempo.
 Recordarlas es una forma de agradecer.

Y también nos advierte contra olvidar el Más Allá,
 pues quienes olvidan el Día del Juicio serán, a su vez, olvidados ese día.

Ahora que hemos comprendido en conjunto los tres tipos de derechos —los derechos de Dios, los del ser y los de las personas—,
 es momento de profundizar un poco más en los derechos de las personas (ḥaqq an-nās),
 pues este es un tema muy amplio y esencial.

Podemos dividir estos derechos en tres categorías: los derechos naturales, los derechos legales y los derechos religiosos.

🌿 Parte 1: Los Derechos Naturales

Comencemos con los derechos naturales.
 Son aquellos derechos que toda persona posee por el simple hecho de existir:
 el derecho a la vida, a la seguridad, a la libertad y al bienestar básico.

Por ejemplo, un niño en su casa tiene el derecho natural de respirar aire limpio.
 En un autobús, los pasajeros tienen derecho a respirar un aire saludable y viajar en un ambiente tranquilo.
 Si yo enciendo un cigarrillo en ese espacio cerrado,
 estoy violando ese derecho natural que Dios les ha dado.

Otro ejemplo, Dios dice en el Corán

﴿ وَجَعَلْنَا نَوْمَكُمْ سُبَاتًا * وَجَعَلْنَا اللَّيْلَ لِبَاسًا ﴾

“Y hemos hecho de vuestro sueño un descanso, y de la noche un manto que os cubre.”  (Sura 78:9–10)

El Corán nos recuerda que incluso la noche ha sido creada como un tiempo de descanso.
 Por eso, si mi lugar de trabajo está en un barrio residencial
 y yo continúo haciendo ruido con martillos o herramientas fuera del horario laboral,
 estoy afectando el derecho de los demás a descansar.

Estos también son derechos humanos, y forman parte de los derechos de las personas.
 Desgraciadamente, cuando hablamos de los “derechos de las personas”,
 muchos piensan solo en derechos económicos —como devolver el dinero o pagar una deuda—,
 pero la realidad es que violar los derechos naturales de los demás
 también constituye una forma de injusticia.


⚖️ Parte 2: Los Derechos Legales

El segundo tipo de derechos son los derechos legales,
 es decir, aquellos que establece la autoridad de una sociedad o un gobierno.

Tal vez su origen no esté directamente en el Corán o en un hadiz,
 pero el Estado los aprueba para mantener el orden y proteger a la comunidad.

Por ejemplo:
 cuando el semáforo está en rojo, la ley ordena detener el coche.
 Si yo lo cruzo y obstaculizo el paso de otros vehículos,
 he violado su derecho a circular con seguridad.

O si estaciono en un lugar donde hay un cartel que dice “Parada de autobús”,
 estoy impidiendo que otras personas suban o bajen con comodidad,
 y eso también es una falta contra los derechos de los demás.

Por lo tanto, respetar las leyes justas también forma parte de los derechos de las personas.
 No se trata solo de obedecer por miedo al castigo,
 sino de entender que esas normas existen para proteger la convivencia y la justicia.

Los derechos legales abarcan todas las áreas:
 las normas civiles, militares, políticas y sociales.
 Cumplirlas no es solo un deber ciudadano,
 sino también una forma de adoración,
 porque quien respeta los derechos de la gente, agrada a Dios.


🌙 Parte 3: Los Derechos Religiosos

El tercer tipo son los derechos religiosos,
 es decir, aquellos que la ley divina —la sharīʿah— ha establecido.

Por ejemplo, el zakat y el ḫums.
 El zakat es el derecho de los pobres sobre los bienes de los ricos.
 Si alguien tiene la obligación de pagar zakat y no lo hace,
 no solo está desobedeciendo a Dios,
 sino que también está privando a los necesitados de su derecho.

En el caso del ḫums —el quinto del ingreso anual—,
 Dios ordena que se destine una parte de la riqueza a ciertos fines sagrados y sociales.
 Negarse a pagarlo es una forma de injusticia,
 porque ese dinero no te pertenece completamente;
 es un derecho que Dios ha reservado para otros.

Así que cuando hablamos de los derechos de las personas,
 no debemos limitarlo a los asuntos materiales o legales.
 También los deberes religiosos hacia la sociedad son parte de ese derecho colectivo
 que, si se viola, se convierte en una deuda moral y espiritual ante Dios.

Ahora que hemos explicado los tres tipos de derechos, debemos entender que, en el Derecho de los demás (Ḥaqq an-Nās), no hay distinción entre si el derecho es pequeño o grande, ni entre si la persona que lo posee es joven o mayor.

Algunas personas podrían decir: “Un adolescente que está en la fila para comprar algo no tiene un trabajo importante; puede esperar un poco más, yo necesito llegar a la oficina o a mi clase, así que puedo saltarme su turno”. Pero esto no es correcto. Si ese adolescente es el primero en la fila y tú eres el décimo, al adelantarlo y comprar antes que él, estás violando su derecho, y eso entra dentro del Derecho de los demás.

El verso más largo del Corán (Sura Al-Baqara, 2:282) habla sobre los préstamos y de hecho se refiere al  Derecho de los demás. En este verso se explica con gran detalle cómo prestar y tomar dinero sin perjudicar los derechos de otras personas.

El Corán, que es la palabra de la revelación, suele expresar muchas cosas de manera breve, pero cuando se trata del Derecho de los demás, se explaya cuidadosamente.

Por lo tanto, en el Derecho de los demás no hay diferencia entre un derecho pequeño o grande: puede ser un grano de trigo o un granero entero; tampoco hay distinción entre mujer u hombre, niño o joven, anciano o adulto.

Efectos y consecuencias de violar los derechos de los demás

Según las narraciones, las consecuencias de no respetar los derechos de otras personas se dividen en dos categorías: efectos en esta vida y efectos en la vida futura o el Más Allá.

1. Efectos en esta vida

Si alguien ignora los derechos de los demás, desde un niño pequeño, la familia, la esposa, los padres, los vecinos, hasta los derechos de los países e incluso de las futuras generaciones, sufrirá tres efectos negativos importantes en esta vida:

a) Privación de la bendición en la provisión (rizq)

Se relata en la historia que un gobernante le dijo a un hombre:
 —A partir de hoy serás el inspector del mercado.

Su trabajo consistía en supervisar que no hubiera fraude ni engaño, algo parecido a lo que hoy llamamos control e inspección comercial.

El hombre comenzó su labor y fue al mercado de manera anónima para observar cómo trabajaban los comerciantes. Entró en una tienda donde se vendía trigo y, al mirar con atención, notó algo extraño: junto a los sacos de trigo, el vendedor tenía también un saco de arena y tierra. Descubrió que el comerciante mezclaba un poco de esa arena —unos doscientos gramos por cada cinco kilos de trigo— antes de venderlo. Era una cantidad pequeña, casi imperceptible a simple vista, pero suficiente para engañar a la gente.

Cuando el mercado se quedó más tranquilo, el inspector se acercó y le preguntó:
 —¿Tú vendes trigo o arena?
 El hombre respondió:
 —Trigo, claro.
 —Entonces, ¿qué es esto que veo aquí? —le dijo el inspector señalando el saco de arena.

El vendedor bajó la cabeza y dijo:
 —A veces la vida se pone difícil. Tengo muchas deudas y problemas económicos. Si mezclo un poco de arena gano más dinero. Pero, aun así, las cosas no mejoran. Siempre estoy con dificultades.

Luego el inspector fue a otra tienda de trigo. Allí vio todo lo contrario: el comerciante tenía un tamiz, un colador grande, y antes de vender el trigo lo limpiaba para quitarle toda la tierra.

El inspector le preguntó:
 —¿No compras el trigo mezclado con tierra, como los demás?
 —Sí, claro que sí —respondió el comerciante.
 —Entonces, ¿por qué lo limpias antes de venderlo?

El hombre contestó:
 —El campesino que lo cosecha no puede limpiarlo mejor, pero yo sí. Quiero que las personas que compran mi trigo estén satisfechas y me recuerden con una buena oración.

El inspector le preguntó:
 —¿Y cómo va tu vida, tu negocio?
 —Gracias a Dios, muy bien —respondió—. Tengo lo suficiente y vivo tranquilo.

El inspector regresó al gobernante y le dijo:
 —Señor, nuestro mercado no necesita inspección. El comerciante que engaña a la gente ya ha perdido la bendición de su sustento, y el que actúa con honestidad recibe la recompensa de Dios y vive con abundancia.


 Esta historia nos enseña que uno de los efectos de violar los derechos de los demás (ḥaqq al-nās) es la pérdida de la bendición en la vida. Cuando una persona daña o engaña a otros, puede ganar algo material, pero pierde la baraka, la verdadera prosperidad que viene de Dios.


El Corán menciona la bendición en varios contextos. Sobre los creyentes dice:

وَلَوْ أَنَّ أَهْلَ الْقُرَىٰ آمَنُوا وَاتَّقَوْا لَفَتَحْنَا عَلَيْهِم بَرَكَاتٍ مِّنَ السَّمَاءِ وَالْأَرْضِ وَلَٰكِن كَذَّبُوا فَأَخَذْنَاهُم بِمَا كَانُوا يَكْسِبُونَ ‎﴿٩٦﴾‏

"Y si los habitantes de las ciudades hubieran creído y temido a Alá, habríamos abierto para ellos bendiciones del cielo y de la tierra, pero desmintieron, y les castigamos por lo que habían cometido". (Corán, 7:96)

En cambio, sobre quienes olvidan a Dios:

فَلَمَّا نَسُوا مَا ذُكِّرُوا بِهِ فَتَحْنَا عَلَيْهِمْ أَبْوَابَ كُلِّ شَيْءٍ حَتَّىٰ إِذَا فَرِحُوا بِمَا أُوتُوا أَخَذْنَاهُم بَغْتَةً فَإِذَا هُم مُّبْلِسُونَ ‎﴿٤٤﴾‏

"Y cuando olvidaron lo que se les había recordado, les abrimos las puertas de todo, hasta que, cuando se regocijaron con lo que se les había concedido, Nos apoderamos de ellos de repente, y de pronto, quedaron sumidos en la desesperación." (Corán, 6:44)

El Profeta Muhammad (la paz sea con él y su familia purificada) cuando deseaba rezar por alguien decía: “Dios, dale riqueza con bendición”, no simplemente riqueza. La bendición distingue entre una vida próspera y una vida llena de problemas.

b) Privación del placer de la adoración

La segunda consecuencia es que la persona pierde el gozo de la adoración.

Si uno comete injusticias como chismes, difamación o daños a la reputación de otros, no puede esperar disfrutar del acto de adorar.

Imam Al-Sayyād (paz sea con él) dice:

﴿إِلَهِي أَذِقْنِي حَلَاوَةَ عِبَادَتِكَ﴾

"¡Oh, mi Dios! Hazme saborear la dulzura de Tu adoración."

Si nuestra percepción está dañada por violar los derechos de otros, perdemos el sabor y la plenitud de nuestras prácticas espirituales, al igual que alguien enfermo no puede saborear la comida.

c) No aceptación de las súplicas

La tercera consecuencia, mencionada en numerosas narraciones, es que las súplicas no son respondidas.

Imam Ṣādiq (paz sea con él) dijo:

إِذَا أَرَادَ أَحَدُكُمْ أَنْ يُسْتَجَابَ لَهُ فَلْيُطَيِّبْ كَسْبَهُ وَلْيَخْرُجْ مِنْ مَظَالِمِ النَّاسِ

"Si alguno de vosotros desea que su súplica le sea respondida, que se asegure de que su ganancia sea lícita, y que se libere de las injusticias cometidas contra la gente."


Efectos en el Más Allá y en la vida intermedia (Barzaj) de violar los derechos de los demás

1. Barzaj difícil

El primer efecto es que la persona que ha violado los derechos de otros puede enfrentar una vida intermedia o barzaj difícil.

El barzaj es un mundo intermedio entre la vida terrenal y el Día de la Resurrección.
 Según las enseñanzas islámicas, este mundo existe tanto para los creyentes como para los no creyentes, pero de manera distinta: para los creyentes es como un jardín del paraíso, y para los incrédulos, como una parte del infierno.

La palabra barzaj significa “barrera” o “separación entre dos cosas”. En términos religiosos, se refiere al tiempo que transcurre desde la muerte del ser humano hasta el Día del Juicio. Es decir, comienza con la muerte y continúa hasta el momento de la resurrección.

En el Corán, la palabra barzaj aparece tres veces, pero solo en el versículo 100 de la sura 23, Al-Mu’minún se usa con este sentido específico. En este versículo, Dios menciona a quienes, al enfrentarse con la muerte, piden regresar al mundo para hacer el bien. Sin embargo, se les responde que eso no es posible, porque detrás de ellos hay un barzaj hasta el día en que sean resucitados.

حَتَّىٰ إِذَا جَاءَ أَحَدَهُمُ الْمَوْتُ قَالَ رَبِّ ارْجِعُونِ ‎﴿٩٩﴾‏

Cuando la muerte llega a uno de ellos, dice: ‘¡Señor mío, hazme volver!

لَعَلِّي أَعْمَلُ صَالِحًا فِيمَا تَرَكْتُ ۚ كَلَّا ۚ إِنَّهَا كَلِمَةٌ هُوَ قَائِلُهَا ۖ وَمِن وَرَائِهِم بَرْزَخٌ إِلَىٰ يَوْمِ يُبْعَثُونَ ‎﴿١٠٠﴾

Tal vez pueda hacer el bien en aquello que dejé atrás.’ ¡No! Es solo una palabra que él pronuncia, y detrás de ellos hay un barzaj hasta el día en que sean resucitados.”
 (Corán, 23:99-100)

Por eso, la justicia divina no deja pasar ninguna injusticia cometida contra los demás, y eso también se manifiesta en la vida intermedia antes del Juicio Final.

2. Privación del Paraíso

Se relata en una narración que Dios ha colocado el acecho o puestos de control sobre el puente del Ṣirāṭ, y que quien tenga derechos de otros pendientes no podrá atravesarlo.

مَا أَشَارَ إِلَيْهِ رَسُولُ اَللَّهِ صَلَّى اللَّهُ عَلَيْهِ وَ آلِهِ بِقَوْلِهِ: أَ تَدْرُونَ مَا اَلْمُفْلِسُ فَقِيلَ اَلْمُفْلِسُ فِينَا مَنْ لاَ دِرْهَمَ لَهُ وَ لاَ مَتَاعَ لَهُ فَقَالَ اَلْمُفْلِسُ مِنْ أُمَّتِي مَنْ يَأْتِي يَوْمَ اَلْقِيَامَةِ بِصَلاَةٍ وَ صِيَامٍ وَ زَكَاةٍ وَ يَأْتِي قَدْ شَتَمَ وَ قَذَفَ هَذَا وَ أَكَلَ مَالَ هَذَا وَ سَفَكَ دَمَ هَذَا وَ ضَرَبَ هَذَا فَيُعْطَى هَذَا مِنْ حَسَنَاتِهِ وَ هَذَا مِنْ حَسَنَاتِهِ فَإِنْ فَنِيَتْ حَسَنَاتُهُ قَبْلَ أَنْ يُقْضَى مَا عَلَيْهِ أُخِذَ مِنْ خَطَايَاهُمْ فَطُرِحَتْ عَلَيْهِ ثُمَّ طُرِحَ فِي اَلنَّارِ .

بحار الأنوار  ج۶۹ ص۵

Lo que indicó el Mensajero de Dios —la paz y las bendiciones de Dios sean con él y su familia— cuando dijo:

«¿Sabéis quién es el arruinado (o el verdadero pobre)?»
 Le respondieron: «Entre nosotros, el arruinado es quien no tiene ni dinero ni bienes».

Entonces el Profeta dijo:
 «El arruinado de mi comunidad es aquel que viene el Día del Juicio con sus oraciones, su ayuno y su zakat, pero también viene habiendo insultado a este, calumniado a aquel, comido los bienes de otro, derramado la sangre de uno y golpeado a otro.

Entonces, se le dará a cada uno de ellos parte de sus buenas acciones. Y si sus buenas acciones se agotan antes de que se pague lo que debe, se tomarán de los pecados de ellos y se cargarán sobre él, y luego será arrojado al fuego».

Es una verdad profunda que aprendemos de esta valiosa narración. En esta vida, la ruina puede repararse, pero la ruina y la bancarrota en la otra vida son irreparables y no tienen compensación posible.


Ejemplos prácticos de los derechos de los demás (Ḥaqq al-Nās)

Después de explicar los principios generales de los derechos de los demás, podemos entrar en ejemplos más concretos para que sean más comprensibles y aplicables en la vida diaria.

La palabra “gente” (nās) es amplia, pero debemos analizarla por partes: primero la familia, luego la comunidad cercana (calle, vecinos, oficinas) y finalmente a nivel del gobierno y la sociedad en general.

1. Familia cercana

Los primeros con quienes debemos cuidar los derechos son los familiares más próximos: padres, madres, cónyuge, hijos, hermanos y hermanas.

Quien descuida los derechos de sus padres, o les ayuda con resentimiento o desprecio, es responsable ante Dios. Por ejemplo, un hombre con buenos ingresos que no atiende a sus padres necesitados está violando Ḥaqq al-Nās o el Derecho de los demás. La ayuda debe ser sincera y sin que el beneficiario tenga que pedirla.

El Imam Alí —la paz sea con él— dijo:

لا يُكلِّفْ أحدُكُم أخاهُ الطَّلَبَ إذا عَرَفَ حاجتَهُ. [بحار الأنوار  ج۷۱ ص۱۶۵]

«Que ninguno de vosotros obligue a su hermano a pedir, si ya conocéis su necesidad.»

Dios mismo dice en el Corán:

﴿وَبِالْوَالِدَيْنِ إِحْسَانًا﴾

(Sura 4: versículo 36 — "Sean buenos con sus padres")

Por ejemplo, si ves que a tu madre le falta un medicamento o que se terminó el arroz en la cocina, prepáralo sin que tenga que pedirlo. Asimismo, es importante cuidar los derechos de los padres de tu cónyuge. Aunque no sean de tu obligación económica directa, tratarlos con respeto y atención fortalece la armonía familiar.

2. Cónyuge e hijos

El abuso hacia la pareja o los hijos también constituye Ḥaqq al-Nās. Golpear, sobrecargar de trabajo o descuidar sus necesidades genera responsabilidad ante Dios. Quien obliga a su esposa o hijos a sacrificios injustos viola sus derechos y debe corregirlo.

En resumen, los derechos de los demás comienzan en casa: padres, madres, cónyuge, hijos y hermanos. Cuidarlos y atenderlos de manera proactiva es fundamental para vivir una vida ética y piadosa.

La Risālat al-Ḥuqūqرسالة الحقوق— es un hadiz del Imam Sayyad —la paz sea con él— en el que se enumeran los derechos que cada persona tiene: los derechos de Dios, de los líderes religiosos —es decir, los profetas y los Imames—, de los familiares y de los miembros del propio cuerpo.

En este hadiz, el Imam explica que cada ser humano tiene responsabilidades hacia Dios, hacia quienes guían a la comunidad por voluntad divina, así como hacia su familia y su propio cuerpo. Estudiar este hadiz ayuda a comprender mejor el derecho de los demás y a aplicarlo de manera práctica en la vida cotidiana.


Y así concluimos este episodio de Voces de la Fe.
 Recordemos que los derechos —de Dios, de las personas y de uno mismo— son una responsabilidad sagrada que define nuestra relación con el Creador y con Su creación.
 Cumplirlos es más que una obligación: es una forma de adoración, una manera de mantener la justicia y la armonía en el alma y en la sociedad.

Que Dios nos conceda la conciencia para respetar cada derecho y la humildad para reparar cuando fallamos.
 Soy Heba Smith, la voz de FátimaTV, y te agradezco por acompañarnos.
 Nos reencontramos, si Dios quiere, en el próximo episodio.
 FátimaTV.es — Saberes que iluminan el alma

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En este episodio de Voces de la Fe, reflexionamos sobre tres tipos de derechos: los derechos de Dios, los derechos de uno mismo y los derechos de los demás. Descubre cómo estos tres pilares pueden transformar nuestra vida, guiarnos hacia la justicia y acercarnos a Dios.

🎙 Locutora: Heba Smith
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En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso.

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Cada uno de ellos juega un papel esencial en nuestra relación con el Creador, con nosotros mismos y con los demás. Acompáñame hasta el final.

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En este mundo existen tres tipos de derechos:
 los derechos de Dios, los derechos de las personas y los derechos del propio ser.

El derecho de Dios se refiere a las obligaciones que tenemos directamente con Él: la oración, el ayuno y otros actos de adoración que nos ha ordenado cumplir.
 Si una persona no cumple con estos deberes, será responsable ante Dios.
 Ahora bien, en este tipo de derechos, es Dios mismo quien decide cómo tratar ese incumplimiento: si fue por descuido, por olvido o por rebeldía.
 Solo Él sabe si perdona, castiga o concede Su misericordia.

Hay un punto muy importante que debemos entender:
 si alguien no cree en Dios, si niega Su existencia como lo hicieron en su tiempo personajes como Abū Lahab
ابولَهَب o Abū Ŷahl ابوجهل, entonces aunque haga ciertas obras buenas por naturaleza o por costumbre, esas acciones no tendrán valor ante Dios, porque no las hizo con fe ni por obediencia a Él.

 

El segundo tipo de derecho es el derecho de las personas.

Y aquí la situación es muy distinta, porque en este caso no existe perdón ni absolución hasta que la persona afectada lo conceda.

La diferencia entre los derechos de Dios y los derechos de las personas es clara:

Si alguien comete una falta contra Dios —por ejemplo, no reza o no ayuna—, Dios puede perdonarlo si Él quiere.

Pero si alguien injustamente toma el dinero, los bienes o los derechos de otra persona,

entonces no puede esperar el perdón divino hasta que ese ser humano le perdone primero.

Puede que la persona a la que se le hizo daño nunca perdone.

Ni en esta vida ni en la otra.

Y eso tiene consecuencias muy graves, porque en el Día del Juicio,

esa persona oprimida tendrá derecho a reclamar justicia ante Dios.

En ese momento, Dios no intervendrá directamente para perdonar al opresor,

sino que dejará que el agraviado decida qué hacer con quien le hizo daño.

Y si esa persona decide no perdonarlo,

sus buenas acciones se transferirán a quien sufrió la injusticia,

y si esas obras no alcanzan, entonces el opresor cargará con las faltas del otro.

De esa manera, el injusto puede terminar perdiendo la misericordia divina

y ser llevado al castigo eterno.

Por eso los sabios dicen que Dios puede perdonar lo que es Suyo,

pero nunca perdona en nombre de los demás.

Solo quien sufrió la injusticia tiene el poder de perdonar o no hacerlo.

y por eso este tipo de derechos tiene una gravedad enorme.

El Imam Ṣādiq —la paz sea con él— dijo:

مَا عُبِدَ اللهُ بِشَيْءٍ أَفْضَلَ مِنْ أَدَاءِ حَقَّ الْمُؤْمِن.  الکافي  ج۲ ص۱۷۰

“Dios no es adorado con nada mejor que cumplir con el derecho del creyente.”

Y esto nos enseña algo muy importante.
 En el Islam, la adoración no se limita solo a los actos rituales,
 como la oración, el ayuno o la peregrinación.
 Estos actos, por supuesto, son pilares esenciales de la fe,
 pero la verdadera adoración va más allá:
 es todo lo que haces con la intención sincera de acercarte a Dios.

Este hadiz nos muestra una verdad profunda:
 cumplir los derechos de los demás creyentes —respetarlos, ayudarlos, no hacerles daño—
 es, a los ojos de Dios, una forma de adoración superior.

Dios valora tanto cómo tratas a las personas
 como las horas que pasas orando o ayunando.
 Porque, en realidad, tu relación con los demás refleja tu relación con Él.

El tercer tipo de derecho es el derecho del propio ser, o como se dice en árabe, ḥaqq an-nafs.
 Lamentablemente, este conjunto de derechos suele ser olvidado o descuidado.

¿Qué significa el derecho del ser?
 Significa los derechos que tu alma, tu mente y tu cuerpo tienen sobre ti.
 Por ejemplo, ¿tienes derecho a herirte a ti mismo?
 ¿A dañar tu propio cuerpo?
 ¿A quitarte la vida?
 ¿A negarte el derecho a vivir, a descansar, o a disfrutar de las cosas lícitas que Dios ha puesto en este mundo?

La respuesta es no.
 Tu cuerpo y tu vida son un depósito sagrado que Dios te ha confiado.
 No puedes disponer de ellos como si fueran solo tuyos.

Se cuenta que, en tiempos del Imam ʿAlí ibn Abī Ṭālib —la paz sea con él—,
 un hombre decidió aislarse del mundo.
 Abandonó a su esposa, a sus hijos y su vida cotidiana para irse a una cueva,
 donde pasaba los días orando y ayunando.

Cuando el Imam ʿAlí se enteró, mandó a buscarlo.
 Y al verlo, le dijo:

“Tú eres el enemigo de ti mismo.”

¿Por qué?
 Porque incluso en la adoración, el equilibrio es una parte esencial del camino hacia Dios.

Otro ejemplo es el de Uways al-Qaranī اُوَیس قَرَنی, un hombre profundamente devoto y valiente,
 que murió mártir en la batalla de Ṣiffīn junto al Imam ʿAlí —la paz sea con él—.
 Uways era un ejemplo de equilibrio entre la fe, la adoración y la acción.

Le contaron que uno de sus amigos había cavado su propia tumba,
 se envolvía en un sudario, se sentaba dentro del sepulcro
 y pasaba allí el tiempo recitando el Corán y llorando.
 No hablaba con nadie.
 Uways fue a visitarlo y, al verlo, le dijo:

“Esa tumba y ese sudario se han convertido en tu ídolo.
 Ya no adoras a Dios, sino a esa imagen que has creado de la muerte.
 El mismo Dios que te ordenó rezar por la noche,
 también te dijo:

﴿ لا تَنْسَ نَصِيبَكَ مِنَ الدُّنْيَا ﴾

No te olvides de tu parte en este mundo
 (Corán, Sura 28: versículo 77).

Esto significa que el ser humano debe vivir en equilibrio:
 ni perderse en el mundo material, ni renunciar por completo a él.
 La espiritualidad no consiste en huir de la vida,
 sino en vivirla con propósito, conciencia y gratitud.


Las formas de olvido condenadas

En el Corán, Dios menciona distintos tipos de “olvido” (nisyān) que son reprobables.
 Uno de ellos aparece en la Sura 59, aleya 19, donde dice:

﴿ وَلَا تَكُونُوا كَالَّذِينَ نَسُوا اللَّهَ فَأَنسَاهُمْ أَنفُسَهُمْ ﴾

“No seáis como aquellos que olvidaron a Dios, y Él hizo que se olvidaran de sí mismos.”
Olvidar a Dios conduce a perder el sentido de uno mismo,
 a olvidar el valor de la vida, de la familia, de las bendiciones que tenemos.

En otro pasaje, el Corán nos recuerda que no debemos olvidar las bendiciones de Dios,
 entre las cuales están la familia, los hijos, la salud y el tiempo.
 Recordarlas es una forma de agradecer.

Y también nos advierte contra olvidar el Más Allá,
 pues quienes olvidan el Día del Juicio serán, a su vez, olvidados ese día.

Ahora que hemos comprendido en conjunto los tres tipos de derechos —los derechos de Dios, los del ser y los de las personas—,
 es momento de profundizar un poco más en los derechos de las personas (ḥaqq an-nās),
 pues este es un tema muy amplio y esencial.

Podemos dividir estos derechos en tres categorías: los derechos naturales, los derechos legales y los derechos religiosos.

🌿 Parte 1: Los Derechos Naturales

Comencemos con los derechos naturales.
 Son aquellos derechos que toda persona posee por el simple hecho de existir:
 el derecho a la vida, a la seguridad, a la libertad y al bienestar básico.

Por ejemplo, un niño en su casa tiene el derecho natural de respirar aire limpio.
 En un autobús, los pasajeros tienen derecho a respirar un aire saludable y viajar en un ambiente tranquilo.
 Si yo enciendo un cigarrillo en ese espacio cerrado,
 estoy violando ese derecho natural que Dios les ha dado.

Otro ejemplo, Dios dice en el Corán

﴿ وَجَعَلْنَا نَوْمَكُمْ سُبَاتًا * وَجَعَلْنَا اللَّيْلَ لِبَاسًا ﴾

“Y hemos hecho de vuestro sueño un descanso, y de la noche un manto que os cubre.”  (Sura 78:9–10)

El Corán nos recuerda que incluso la noche ha sido creada como un tiempo de descanso.
 Por eso, si mi lugar de trabajo está en un barrio residencial
 y yo continúo haciendo ruido con martillos o herramientas fuera del horario laboral,
 estoy afectando el derecho de los demás a descansar.

Estos también son derechos humanos, y forman parte de los derechos de las personas.
 Desgraciadamente, cuando hablamos de los “derechos de las personas”,
 muchos piensan solo en derechos económicos —como devolver el dinero o pagar una deuda—,
 pero la realidad es que violar los derechos naturales de los demás
 también constituye una forma de injusticia.


⚖️ Parte 2: Los Derechos Legales

El segundo tipo de derechos son los derechos legales,
 es decir, aquellos que establece la autoridad de una sociedad o un gobierno.

Tal vez su origen no esté directamente en el Corán o en un hadiz,
 pero el Estado los aprueba para mantener el orden y proteger a la comunidad.

Por ejemplo:
 cuando el semáforo está en rojo, la ley ordena detener el coche.
 Si yo lo cruzo y obstaculizo el paso de otros vehículos,
 he violado su derecho a circular con seguridad.

O si estaciono en un lugar donde hay un cartel que dice “Parada de autobús”,
 estoy impidiendo que otras personas suban o bajen con comodidad,
 y eso también es una falta contra los derechos de los demás.

Por lo tanto, respetar las leyes justas también forma parte de los derechos de las personas.
 No se trata solo de obedecer por miedo al castigo,
 sino de entender que esas normas existen para proteger la convivencia y la justicia.

Los derechos legales abarcan todas las áreas:
 las normas civiles, militares, políticas y sociales.
 Cumplirlas no es solo un deber ciudadano,
 sino también una forma de adoración,
 porque quien respeta los derechos de la gente, agrada a Dios.


🌙 Parte 3: Los Derechos Religiosos

El tercer tipo son los derechos religiosos,
 es decir, aquellos que la ley divina —la sharīʿah— ha establecido.

Por ejemplo, el zakat y el ḫums.
 El zakat es el derecho de los pobres sobre los bienes de los ricos.
 Si alguien tiene la obligación de pagar zakat y no lo hace,
 no solo está desobedeciendo a Dios,
 sino que también está privando a los necesitados de su derecho.

En el caso del ḫums —el quinto del ingreso anual—,
 Dios ordena que se destine una parte de la riqueza a ciertos fines sagrados y sociales.
 Negarse a pagarlo es una forma de injusticia,
 porque ese dinero no te pertenece completamente;
 es un derecho que Dios ha reservado para otros.

Así que cuando hablamos de los derechos de las personas,
 no debemos limitarlo a los asuntos materiales o legales.
 También los deberes religiosos hacia la sociedad son parte de ese derecho colectivo
 que, si se viola, se convierte en una deuda moral y espiritual ante Dios.

Ahora que hemos explicado los tres tipos de derechos, debemos entender que, en el Derecho de los demás (Ḥaqq an-Nās), no hay distinción entre si el derecho es pequeño o grande, ni entre si la persona que lo posee es joven o mayor.

Algunas personas podrían decir: “Un adolescente que está en la fila para comprar algo no tiene un trabajo importante; puede esperar un poco más, yo necesito llegar a la oficina o a mi clase, así que puedo saltarme su turno”. Pero esto no es correcto. Si ese adolescente es el primero en la fila y tú eres el décimo, al adelantarlo y comprar antes que él, estás violando su derecho, y eso entra dentro del Derecho de los demás.

El verso más largo del Corán (Sura Al-Baqara, 2:282) habla sobre los préstamos y de hecho se refiere al  Derecho de los demás. En este verso se explica con gran detalle cómo prestar y tomar dinero sin perjudicar los derechos de otras personas.

El Corán, que es la palabra de la revelación, suele expresar muchas cosas de manera breve, pero cuando se trata del Derecho de los demás, se explaya cuidadosamente.

Por lo tanto, en el Derecho de los demás no hay diferencia entre un derecho pequeño o grande: puede ser un grano de trigo o un granero entero; tampoco hay distinción entre mujer u hombre, niño o joven, anciano o adulto.

Efectos y consecuencias de violar los derechos de los demás

Según las narraciones, las consecuencias de no respetar los derechos de otras personas se dividen en dos categorías: efectos en esta vida y efectos en la vida futura o el Más Allá.

1. Efectos en esta vida

Si alguien ignora los derechos de los demás, desde un niño pequeño, la familia, la esposa, los padres, los vecinos, hasta los derechos de los países e incluso de las futuras generaciones, sufrirá tres efectos negativos importantes en esta vida:

a) Privación de la bendición en la provisión (rizq)

Se relata en la historia que un gobernante le dijo a un hombre:
 —A partir de hoy serás el inspector del mercado.

Su trabajo consistía en supervisar que no hubiera fraude ni engaño, algo parecido a lo que hoy llamamos control e inspección comercial.

El hombre comenzó su labor y fue al mercado de manera anónima para observar cómo trabajaban los comerciantes. Entró en una tienda donde se vendía trigo y, al mirar con atención, notó algo extraño: junto a los sacos de trigo, el vendedor tenía también un saco de arena y tierra. Descubrió que el comerciante mezclaba un poco de esa arena —unos doscientos gramos por cada cinco kilos de trigo— antes de venderlo. Era una cantidad pequeña, casi imperceptible a simple vista, pero suficiente para engañar a la gente.

Cuando el mercado se quedó más tranquilo, el inspector se acercó y le preguntó:
 —¿Tú vendes trigo o arena?
 El hombre respondió:
 —Trigo, claro.
 —Entonces, ¿qué es esto que veo aquí? —le dijo el inspector señalando el saco de arena.

El vendedor bajó la cabeza y dijo:
 —A veces la vida se pone difícil. Tengo muchas deudas y problemas económicos. Si mezclo un poco de arena gano más dinero. Pero, aun así, las cosas no mejoran. Siempre estoy con dificultades.

Luego el inspector fue a otra tienda de trigo. Allí vio todo lo contrario: el comerciante tenía un tamiz, un colador grande, y antes de vender el trigo lo limpiaba para quitarle toda la tierra.

El inspector le preguntó:
 —¿No compras el trigo mezclado con tierra, como los demás?
 —Sí, claro que sí —respondió el comerciante.
 —Entonces, ¿por qué lo limpias antes de venderlo?

El hombre contestó:
 —El campesino que lo cosecha no puede limpiarlo mejor, pero yo sí. Quiero que las personas que compran mi trigo estén satisfechas y me recuerden con una buena oración.

El inspector le preguntó:
 —¿Y cómo va tu vida, tu negocio?
 —Gracias a Dios, muy bien —respondió—. Tengo lo suficiente y vivo tranquilo.

El inspector regresó al gobernante y le dijo:
 —Señor, nuestro mercado no necesita inspección. El comerciante que engaña a la gente ya ha perdido la bendición de su sustento, y el que actúa con honestidad recibe la recompensa de Dios y vive con abundancia.


 Esta historia nos enseña que uno de los efectos de violar los derechos de los demás (ḥaqq al-nās) es la pérdida de la bendición en la vida. Cuando una persona daña o engaña a otros, puede ganar algo material, pero pierde la baraka, la verdadera prosperidad que viene de Dios.


El Corán menciona la bendición en varios contextos. Sobre los creyentes dice:

وَلَوْ أَنَّ أَهْلَ الْقُرَىٰ آمَنُوا وَاتَّقَوْا لَفَتَحْنَا عَلَيْهِم بَرَكَاتٍ مِّنَ السَّمَاءِ وَالْأَرْضِ وَلَٰكِن كَذَّبُوا فَأَخَذْنَاهُم بِمَا كَانُوا يَكْسِبُونَ ‎﴿٩٦﴾‏

"Y si los habitantes de las ciudades hubieran creído y temido a Alá, habríamos abierto para ellos bendiciones del cielo y de la tierra, pero desmintieron, y les castigamos por lo que habían cometido". (Corán, 7:96)

En cambio, sobre quienes olvidan a Dios:

فَلَمَّا نَسُوا مَا ذُكِّرُوا بِهِ فَتَحْنَا عَلَيْهِمْ أَبْوَابَ كُلِّ شَيْءٍ حَتَّىٰ إِذَا فَرِحُوا بِمَا أُوتُوا أَخَذْنَاهُم بَغْتَةً فَإِذَا هُم مُّبْلِسُونَ ‎﴿٤٤﴾‏

"Y cuando olvidaron lo que se les había recordado, les abrimos las puertas de todo, hasta que, cuando se regocijaron con lo que se les había concedido, Nos apoderamos de ellos de repente, y de pronto, quedaron sumidos en la desesperación." (Corán, 6:44)

El Profeta Muhammad (la paz sea con él y su familia purificada) cuando deseaba rezar por alguien decía: “Dios, dale riqueza con bendición”, no simplemente riqueza. La bendición distingue entre una vida próspera y una vida llena de problemas.

b) Privación del placer de la adoración

La segunda consecuencia es que la persona pierde el gozo de la adoración.

Si uno comete injusticias como chismes, difamación o daños a la reputación de otros, no puede esperar disfrutar del acto de adorar.

Imam Al-Sayyād (paz sea con él) dice:

﴿إِلَهِي أَذِقْنِي حَلَاوَةَ عِبَادَتِكَ﴾

"¡Oh, mi Dios! Hazme saborear la dulzura de Tu adoración."

Si nuestra percepción está dañada por violar los derechos de otros, perdemos el sabor y la plenitud de nuestras prácticas espirituales, al igual que alguien enfermo no puede saborear la comida.

c) No aceptación de las súplicas

La tercera consecuencia, mencionada en numerosas narraciones, es que las súplicas no son respondidas.

Imam Ṣādiq (paz sea con él) dijo:

إِذَا أَرَادَ أَحَدُكُمْ أَنْ يُسْتَجَابَ لَهُ فَلْيُطَيِّبْ كَسْبَهُ وَلْيَخْرُجْ مِنْ مَظَالِمِ النَّاسِ

"Si alguno de vosotros desea que su súplica le sea respondida, que se asegure de que su ganancia sea lícita, y que se libere de las injusticias cometidas contra la gente."


Efectos en el Más Allá y en la vida intermedia (Barzaj) de violar los derechos de los demás

1. Barzaj difícil

El primer efecto es que la persona que ha violado los derechos de otros puede enfrentar una vida intermedia o barzaj difícil.

El barzaj es un mundo intermedio entre la vida terrenal y el Día de la Resurrección.
 Según las enseñanzas islámicas, este mundo existe tanto para los creyentes como para los no creyentes, pero de manera distinta: para los creyentes es como un jardín del paraíso, y para los incrédulos, como una parte del infierno.

La palabra barzaj significa “barrera” o “separación entre dos cosas”. En términos religiosos, se refiere al tiempo que transcurre desde la muerte del ser humano hasta el Día del Juicio. Es decir, comienza con la muerte y continúa hasta el momento de la resurrección.

En el Corán, la palabra barzaj aparece tres veces, pero solo en el versículo 100 de la sura 23, Al-Mu’minún se usa con este sentido específico. En este versículo, Dios menciona a quienes, al enfrentarse con la muerte, piden regresar al mundo para hacer el bien. Sin embargo, se les responde que eso no es posible, porque detrás de ellos hay un barzaj hasta el día en que sean resucitados.

حَتَّىٰ إِذَا جَاءَ أَحَدَهُمُ الْمَوْتُ قَالَ رَبِّ ارْجِعُونِ ‎﴿٩٩﴾‏

Cuando la muerte llega a uno de ellos, dice: ‘¡Señor mío, hazme volver!

لَعَلِّي أَعْمَلُ صَالِحًا فِيمَا تَرَكْتُ ۚ كَلَّا ۚ إِنَّهَا كَلِمَةٌ هُوَ قَائِلُهَا ۖ وَمِن وَرَائِهِم بَرْزَخٌ إِلَىٰ يَوْمِ يُبْعَثُونَ ‎﴿١٠٠﴾

Tal vez pueda hacer el bien en aquello que dejé atrás.’ ¡No! Es solo una palabra que él pronuncia, y detrás de ellos hay un barzaj hasta el día en que sean resucitados.”
 (Corán, 23:99-100)

Por eso, la justicia divina no deja pasar ninguna injusticia cometida contra los demás, y eso también se manifiesta en la vida intermedia antes del Juicio Final.

2. Privación del Paraíso

Se relata en una narración que Dios ha colocado el acecho o puestos de control sobre el puente del Ṣirāṭ, y que quien tenga derechos de otros pendientes no podrá atravesarlo.

مَا أَشَارَ إِلَيْهِ رَسُولُ اَللَّهِ صَلَّى اللَّهُ عَلَيْهِ وَ آلِهِ بِقَوْلِهِ: أَ تَدْرُونَ مَا اَلْمُفْلِسُ فَقِيلَ اَلْمُفْلِسُ فِينَا مَنْ لاَ دِرْهَمَ لَهُ وَ لاَ مَتَاعَ لَهُ فَقَالَ اَلْمُفْلِسُ مِنْ أُمَّتِي مَنْ يَأْتِي يَوْمَ اَلْقِيَامَةِ بِصَلاَةٍ وَ صِيَامٍ وَ زَكَاةٍ وَ يَأْتِي قَدْ شَتَمَ وَ قَذَفَ هَذَا وَ أَكَلَ مَالَ هَذَا وَ سَفَكَ دَمَ هَذَا وَ ضَرَبَ هَذَا فَيُعْطَى هَذَا مِنْ حَسَنَاتِهِ وَ هَذَا مِنْ حَسَنَاتِهِ فَإِنْ فَنِيَتْ حَسَنَاتُهُ قَبْلَ أَنْ يُقْضَى مَا عَلَيْهِ أُخِذَ مِنْ خَطَايَاهُمْ فَطُرِحَتْ عَلَيْهِ ثُمَّ طُرِحَ فِي اَلنَّارِ .

بحار الأنوار  ج۶۹ ص۵

Lo que indicó el Mensajero de Dios —la paz y las bendiciones de Dios sean con él y su familia— cuando dijo:

«¿Sabéis quién es el arruinado (o el verdadero pobre)?»
 Le respondieron: «Entre nosotros, el arruinado es quien no tiene ni dinero ni bienes».

Entonces el Profeta dijo:
 «El arruinado de mi comunidad es aquel que viene el Día del Juicio con sus oraciones, su ayuno y su zakat, pero también viene habiendo insultado a este, calumniado a aquel, comido los bienes de otro, derramado la sangre de uno y golpeado a otro.

Entonces, se le dará a cada uno de ellos parte de sus buenas acciones. Y si sus buenas acciones se agotan antes de que se pague lo que debe, se tomarán de los pecados de ellos y se cargarán sobre él, y luego será arrojado al fuego».

Es una verdad profunda que aprendemos de esta valiosa narración. En esta vida, la ruina puede repararse, pero la ruina y la bancarrota en la otra vida son irreparables y no tienen compensación posible.


Ejemplos prácticos de los derechos de los demás (Ḥaqq al-Nās)

Después de explicar los principios generales de los derechos de los demás, podemos entrar en ejemplos más concretos para que sean más comprensibles y aplicables en la vida diaria.

La palabra “gente” (nās) es amplia, pero debemos analizarla por partes: primero la familia, luego la comunidad cercana (calle, vecinos, oficinas) y finalmente a nivel del gobierno y la sociedad en general.

1. Familia cercana

Los primeros con quienes debemos cuidar los derechos son los familiares más próximos: padres, madres, cónyuge, hijos, hermanos y hermanas.

Quien descuida los derechos de sus padres, o les ayuda con resentimiento o desprecio, es responsable ante Dios. Por ejemplo, un hombre con buenos ingresos que no atiende a sus padres necesitados está violando Ḥaqq al-Nās o el Derecho de los demás. La ayuda debe ser sincera y sin que el beneficiario tenga que pedirla.

El Imam Alí —la paz sea con él— dijo:

لا يُكلِّفْ أحدُكُم أخاهُ الطَّلَبَ إذا عَرَفَ حاجتَهُ. [بحار الأنوار  ج۷۱ ص۱۶۵]

«Que ninguno de vosotros obligue a su hermano a pedir, si ya conocéis su necesidad.»

Dios mismo dice en el Corán:

﴿وَبِالْوَالِدَيْنِ إِحْسَانًا﴾

(Sura 4: versículo 36 — "Sean buenos con sus padres")

Por ejemplo, si ves que a tu madre le falta un medicamento o que se terminó el arroz en la cocina, prepáralo sin que tenga que pedirlo. Asimismo, es importante cuidar los derechos de los padres de tu cónyuge. Aunque no sean de tu obligación económica directa, tratarlos con respeto y atención fortalece la armonía familiar.

2. Cónyuge e hijos

El abuso hacia la pareja o los hijos también constituye Ḥaqq al-Nās. Golpear, sobrecargar de trabajo o descuidar sus necesidades genera responsabilidad ante Dios. Quien obliga a su esposa o hijos a sacrificios injustos viola sus derechos y debe corregirlo.

En resumen, los derechos de los demás comienzan en casa: padres, madres, cónyuge, hijos y hermanos. Cuidarlos y atenderlos de manera proactiva es fundamental para vivir una vida ética y piadosa.

La Risālat al-Ḥuqūqرسالة الحقوق— es un hadiz del Imam Sayyad —la paz sea con él— en el que se enumeran los derechos que cada persona tiene: los derechos de Dios, de los líderes religiosos —es decir, los profetas y los Imames—, de los familiares y de los miembros del propio cuerpo.

En este hadiz, el Imam explica que cada ser humano tiene responsabilidades hacia Dios, hacia quienes guían a la comunidad por voluntad divina, así como hacia su familia y su propio cuerpo. Estudiar este hadiz ayuda a comprender mejor el derecho de los demás y a aplicarlo de manera práctica en la vida cotidiana.


Y así concluimos este episodio de Voces de la Fe.
 Recordemos que los derechos —de Dios, de las personas y de uno mismo— son una responsabilidad sagrada que define nuestra relación con el Creador y con Su creación.
 Cumplirlos es más que una obligación: es una forma de adoración, una manera de mantener la justicia y la armonía en el alma y en la sociedad.

Que Dios nos conceda la conciencia para respetar cada derecho y la humildad para reparar cuando fallamos.
 Soy Heba Smith, la voz de FátimaTV, y te agradezco por acompañarnos.
 Nos reencontramos, si Dios quiere, en el próximo episodio.
 FátimaTV.es — Saberes que iluminan el alma