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Descripción

Debemos reconocer y otorgar a nuestros familiares sus derechos. Estos quedan establecidos de acuerdo con la proximidad consanguínea. De todos, el más importante y obligatorio para uno es el de la madre. Dice el Corán: “Su madre le llevó, soportando debilidad sobre debilidad, terminando su lactancia a los dos años” (Sura 31, aleya 14).

Transcripción

Hola, hoy queremos compartir contigo este nuevo episodio que hemos titulado: Los derechos de los parientes. La madre.

Debemos reconocer y otorgar a nuestros familiares sus derechos. Estos quedan establecidos de acuerdo con la proximidad consanguínea. De todos, el más importante y obligatorio para uno es el de la madre. Dice el Corán: “Su madre le llevó, soportando debilidad sobre debilidad, terminando su lactancia a los dos años” (Sura 31, aleya 14).

En tal sentido, no cabe discusión acerca del duro trabajo que representa para la mujer sobrellevar el embarazo y luego entregarse por completo a la lactancia del hijo por tantos meses, cuidarlo de peligros y enfermedades. Esto sitúa a la madre por delante de otros familiares en materia de derecho y nos obliga a cumplir cabalmente nuestras obligaciones con ella. En consecuencia, lo que a la madre corresponde antecede con creces nuestras responsabilidades hacia nuestro padre, nuestros hijos, hermanos, y así sucesivamente según el grado de parentesco respecto a nosotros.

El imam Sayyad (la paz sea con él) en el Tratado Sobre los Derechos, dedica un apartado completo a describir con detalles sublimes “Los derechos de los parientes”. Allí, otorga total preponderancia al vínculo materno:

“El derecho de tu madre es que tú seas consciente de que te llevó donde nadie lleva a nadie, te dio el fruto de su corazón que nadie da a nadie, y te protegió con su oído, su vista, sus manos, sus pies, su pelo, su alegría, y con todos los miembros de su cuerpo, sintiéndose jubilosa y alegre por ello, poniendo total atención y cuidado, y tolerando molestias, sufrimientos, incomodidad y aflicción hasta que tu fuerza la apartó de ti y te dispuso sobre la tierra.”

En este pasaje del Tratado, el imam amplía con su sabia y dulce argumentación, en concordancia con lo expresado en el Corán, los extraordinarios esfuerzos que la madre realiza durante la preñez y sus extremados cuidados con su hijo durante los primeros años de su vida. Además, incorpora el aspecto afectivo, no se trata de simple instinto sino de un conjunto de emociones que la desbordan durante ese exigente trance de la crianza. En medio de duras dificultades ella es capaz de sentir y expresar alegría y júbilo, pero también dolor, sufrimiento, lamento.

Continúa el imam: “Ella se sentía complacida si estabas saciado (de comida) aún teniendo ella hambre, si estabas vestido aunque ella estuviera desnuda, si estabas ahíto de bebida aún teniendo ella sed, si estabas a la sombra aún estando ella expuesta al sol. Te infundía bienestar aún en su desgracia. Te deleitaba procurándote un buen sueño aún en su desvelo.”

El imam va acuñando una serie de virtudes extraordinarias en la figura materna. Vemos cómo en estas palabras le confiere a la mujer que da a luz y vive o ha vivido todo el difícil proceso de crianza, la capacidad de convertir la desgracia en bienestar a favor de sus hijos. Su cuerpo es capaz de soportar los peores estragos del hambre y la sed con tal de proveer de agua y alimento a su criatura.

Por último, dice: “Sus entrañas fueron para ti un recipiente, y su regazo un cobertor. Sus pechos fueron tu abrevadero, y todo su ser una protección para ti. Soportó y te protegió del calor y frío de este mundo. Debes agradecerle por todo eso, pero no serás capaz de hacerlo sino a través de la ayuda de Allah.”

Aquí el imam completa la enumeración de atributos morales que determinan la maternidad: la bondad, el amor, el desprendimiento y el sacrificio. De este modo, queda establecida una extensa lista de rasgos que definen a la madre: ella es heroica, valiente y paciente portadora, protectora y vigilante de la vida que Dios nos regala a través del vientre de ella.

Todo lo expresado hasta aquí por el imam tiene como objetivo recalcar los deberes del hijo en la edad adulta o al contar ya con la capacidad de discernimiento. Si la madre dio por completo el fruto de su corazón y dispuso para el hijo todos sus sentidos y sentimientos, es natural y necesario que el hijo muestre su agradecimiento con ella mediante sus palabras y acciones. Sin embargo, la generosidad materna es tan descomunal que solo puede correspondérsele acudiendo a la intermediación de Dios.

Hemos llegado al final de este episodio. Nos despedimos de ti con profundo afecto y respeto, seguros de que cada día compartirás con nosotros estas enseñanzas que abrirán tu corazón y tu pensamiento. ¡Hasta mañana!

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Debemos reconocer y otorgar a nuestros familiares sus derechos. Estos quedan establecidos de acuerdo con la proximidad consanguínea. De todos, el más importante y obligatorio para uno es el de la madre. Dice el Corán: “Su madre le llevó, soportando debilidad sobre debilidad, terminando su lactancia a los dos años” (Sura 31, aleya 14).

Hola, hoy queremos compartir contigo este nuevo episodio que hemos titulado: Los derechos de los parientes. La madre.

Debemos reconocer y otorgar a nuestros familiares sus derechos. Estos quedan establecidos de acuerdo con la proximidad consanguínea. De todos, el más importante y obligatorio para uno es el de la madre. Dice el Corán: “Su madre le llevó, soportando debilidad sobre debilidad, terminando su lactancia a los dos años” (Sura 31, aleya 14).

En tal sentido, no cabe discusión acerca del duro trabajo que representa para la mujer sobrellevar el embarazo y luego entregarse por completo a la lactancia del hijo por tantos meses, cuidarlo de peligros y enfermedades. Esto sitúa a la madre por delante de otros familiares en materia de derecho y nos obliga a cumplir cabalmente nuestras obligaciones con ella. En consecuencia, lo que a la madre corresponde antecede con creces nuestras responsabilidades hacia nuestro padre, nuestros hijos, hermanos, y así sucesivamente según el grado de parentesco respecto a nosotros.

El imam Sayyad (la paz sea con él) en el Tratado Sobre los Derechos, dedica un apartado completo a describir con detalles sublimes “Los derechos de los parientes”. Allí, otorga total preponderancia al vínculo materno:

“El derecho de tu madre es que tú seas consciente de que te llevó donde nadie lleva a nadie, te dio el fruto de su corazón que nadie da a nadie, y te protegió con su oído, su vista, sus manos, sus pies, su pelo, su alegría, y con todos los miembros de su cuerpo, sintiéndose jubilosa y alegre por ello, poniendo total atención y cuidado, y tolerando molestias, sufrimientos, incomodidad y aflicción hasta que tu fuerza la apartó de ti y te dispuso sobre la tierra.”

En este pasaje del Tratado, el imam amplía con su sabia y dulce argumentación, en concordancia con lo expresado en el Corán, los extraordinarios esfuerzos que la madre realiza durante la preñez y sus extremados cuidados con su hijo durante los primeros años de su vida. Además, incorpora el aspecto afectivo, no se trata de simple instinto sino de un conjunto de emociones que la desbordan durante ese exigente trance de la crianza. En medio de duras dificultades ella es capaz de sentir y expresar alegría y júbilo, pero también dolor, sufrimiento, lamento.

Continúa el imam: “Ella se sentía complacida si estabas saciado (de comida) aún teniendo ella hambre, si estabas vestido aunque ella estuviera desnuda, si estabas ahíto de bebida aún teniendo ella sed, si estabas a la sombra aún estando ella expuesta al sol. Te infundía bienestar aún en su desgracia. Te deleitaba procurándote un buen sueño aún en su desvelo.”

El imam va acuñando una serie de virtudes extraordinarias en la figura materna. Vemos cómo en estas palabras le confiere a la mujer que da a luz y vive o ha vivido todo el difícil proceso de crianza, la capacidad de convertir la desgracia en bienestar a favor de sus hijos. Su cuerpo es capaz de soportar los peores estragos del hambre y la sed con tal de proveer de agua y alimento a su criatura.

Por último, dice: “Sus entrañas fueron para ti un recipiente, y su regazo un cobertor. Sus pechos fueron tu abrevadero, y todo su ser una protección para ti. Soportó y te protegió del calor y frío de este mundo. Debes agradecerle por todo eso, pero no serás capaz de hacerlo sino a través de la ayuda de Allah.”

Aquí el imam completa la enumeración de atributos morales que determinan la maternidad: la bondad, el amor, el desprendimiento y el sacrificio. De este modo, queda establecida una extensa lista de rasgos que definen a la madre: ella es heroica, valiente y paciente portadora, protectora y vigilante de la vida que Dios nos regala a través del vientre de ella.

Todo lo expresado hasta aquí por el imam tiene como objetivo recalcar los deberes del hijo en la edad adulta o al contar ya con la capacidad de discernimiento. Si la madre dio por completo el fruto de su corazón y dispuso para el hijo todos sus sentidos y sentimientos, es natural y necesario que el hijo muestre su agradecimiento con ella mediante sus palabras y acciones. Sin embargo, la generosidad materna es tan descomunal que solo puede correspondérsele acudiendo a la intermediación de Dios.

Hemos llegado al final de este episodio. Nos despedimos de ti con profundo afecto y respeto, seguros de que cada día compartirás con nosotros estas enseñanzas que abrirán tu corazón y tu pensamiento. ¡Hasta mañana!