Lista de descargas

MP3 SoundCloud iVoox
Descripción

Un anciano carpintero decide retirarse de su oficio y la persona para la que ha trabajado durante tantos años le hace un último encargo. Las mejores oportunidades son las que no se advierten.

Transcripción

En el nombre de Dios
¡Hola!
Estás escuchando Los cuentos de la semana de FátimaTV.
Sí, un programa dedicado a narrar un interesante cuento para ti cada sábado a través del sitio web de Fatimatv.es y sus redes sociales.
Ha sido constante nuestro diálogo contigo y ello nos impulsa a hacer nuestro mejor esfuerzo para producir contenidos que te proporcionen un goce estético y al mismo tiempo nutran tu intelecto. Una provechosa combinación que te gustará compartir con tus amigos.
Así que mantente en contacto con nosotros y envíanos tus comentarios a través de WhatsApp o las redes sociales. Tu opinión es una guía fundamental para nosotros. Con tus valiosos aportes y el avance de la tecnología podremos mejorar cada vez más nuestros productos.
Nos gusta compartir contigo y es una gran satisfacción para nosotros que escuches los podcasts que producimos para ti. Es entretenido escuchar historias y cuentos cuando estamos haciendo algo que no requiere mucha concentración, cuando vamos a dormir o miramos caer la lluvia. Es una manera de hacer un mejor uso de tu tiempo y aprender algo nuevo.

Escuchemos el cuento de esta semana

Lo que hagas será para ti mismo
Cuando el anciano carpintero le anunció a su patrón su deseo de retirarse, este se opuso y trató de disuadirlo. Pero no hubo manera de convencerlo, el carpintero ya había tomado una decisión irrevocable. Era uno de los mejores artesanos de aquella provincia, pero el agotamiento lo había vencido y solo deseaba descansar. Llevaba muchos años fabricando muebles y casas para otros, así que deseaba alejarse del ruido de los aserraderos, del golpeteo pertinaz de los martillos y de aquel aserrín omnipresente que se le había metido hasta en el alma. Soñaba con vivir sin preocupaciones en su humilde y derruida vivienda y quizás, algún día, mejorar las condiciones de esta.
Este patrón valoraba como nadie las cualidades de aquel maestro de la madera. Sabía que estaba a punto de perder a un hombre que poseía la extraordinaria habilidad de construir estructuras sólidas que se mantendrían en pie durante muchas generaciones. Igualmente, su pulso y precisión eran únicos y le permitían elaborar verdaderas joyas de ebanistería. Cuidaba hasta el más mínimo detalle en todas sus piezas. Así que el patrón tuvo que aceptar, muy a su pesar, esta irreparable pérdida para su carpintería. 
Sin embargo, le puso una sola condición. Le pidió que aceptara, como último trabajo, la construcción de una casa, un encargo muy especial que solo él podía llevar a cabo. El carpintero aceptó a regañadientes. Como no estaba muy satisfecho con este forzado compromiso y porque en su mente solo tenía cabida la idea de descansar, se tomó a la ligera sus responsabilidades. Compró materiales de mala calidad y comenzó a construir la casa con total descuido y desidia. 
Terminó el trabajo lo más rápido que pudo. En cada rincón de aquella casa había dejado las huellas de su desgano. Cuando fue a entregarle la llave a su antiguo patrón, este se la regresó y le dijo: “Esta casa es un obsequio de mi parte para ti, una muestra de mi agradecimiento por todos los años que trabajaste conmigo”. El anciano carpintero se quedó pasmado. Este inesperado gesto le hizo sentir una vergüenza tan profunda que le heló la espalda y comprimió su pecho. Aquel hombre con el que había compartido tantas horas de su vida, fabricando casas y muebles, le estaba dando un techo propio que abrigaría sus últimos años de vida. 
Y después de la vergüenza vino el arrepentimiento. No paraba de pensar en la indolencia con que había ejecutado aquel encargo y se preguntaba de manera reiterada por qué no se le advirtió que sería el ocupante de esa casa que levantaba con sus propias manos. “De haberlo sabido -se decía una y otra vez- hubiera puesto en ello todo mi talento, hubiese utilizado mejores materiales para su construcción y puesto mucho más cuidado en los acabados·.
Esta breve historia representa nuestra vida. La moraleja es que a veces no ponemos ni la más mínima atención en lo que construimos todos los días; luego, cuando ocurre algún suceso que nos afecta, nos vemos obligados a vivir en aquello que nosotros mismos hemos edificado. Dejamos pasar las mejores oportunidades y cuando nos encontramos con otras tal vez nos resulte imposible reconstruir lo que habíamos levantado con absoluto desinterés.
Eres el carpintero de tu vida y los días son los martillazos pegados sobre un clavo de tu vida.
***
Escuchamos estos versículos del último Libro celestial.


إِنْ أَحْسَنْتُمْ أَحْسَنْتُمْ لِأَنْفُسِكُمْ وَإِنْ أَسَأْتُمْ فَلَهَا 
“En verdad, si hacéis el bien lo haréis en vuestro propio beneficio y si hacéis el mal lo haréis en vuestro propio perjuicio …”.

(El Corán, capítulo 17, versículo 7)


مَنْ عَمِلَ صَالِحًا فَلِنَفْسِهِ وَمَنْ أَسَاءَ فَعَلَيْهَا وَمَا رَبُّكَ بِظَلَّامٍ لِلْعَبِيدِ 
“Quien obre rectamente, obra para su propio beneficio y quien haga el mal, obra contra sí mismo. Tu Señor no oprime a Sus siervos”. (Corán, capítulo 41, versículo 46)
 

El sitio web de FatimaTV está licenciado bajo una Licencia
Internacional de Creative Commons Attribution 4.0.

Fatima TV

Fatima TV

Descripción

Transcripción

Un anciano carpintero decide retirarse de su oficio y la persona para la que ha trabajado durante tantos años le hace un último encargo. Las mejores oportunidades son las que no se advierten.

En el nombre de Dios
¡Hola!
Estás escuchando Los cuentos de la semana de FátimaTV.
Sí, un programa dedicado a narrar un interesante cuento para ti cada sábado a través del sitio web de Fatimatv.es y sus redes sociales.
Ha sido constante nuestro diálogo contigo y ello nos impulsa a hacer nuestro mejor esfuerzo para producir contenidos que te proporcionen un goce estético y al mismo tiempo nutran tu intelecto. Una provechosa combinación que te gustará compartir con tus amigos.
Así que mantente en contacto con nosotros y envíanos tus comentarios a través de WhatsApp o las redes sociales. Tu opinión es una guía fundamental para nosotros. Con tus valiosos aportes y el avance de la tecnología podremos mejorar cada vez más nuestros productos.
Nos gusta compartir contigo y es una gran satisfacción para nosotros que escuches los podcasts que producimos para ti. Es entretenido escuchar historias y cuentos cuando estamos haciendo algo que no requiere mucha concentración, cuando vamos a dormir o miramos caer la lluvia. Es una manera de hacer un mejor uso de tu tiempo y aprender algo nuevo.

Escuchemos el cuento de esta semana

Lo que hagas será para ti mismo
Cuando el anciano carpintero le anunció a su patrón su deseo de retirarse, este se opuso y trató de disuadirlo. Pero no hubo manera de convencerlo, el carpintero ya había tomado una decisión irrevocable. Era uno de los mejores artesanos de aquella provincia, pero el agotamiento lo había vencido y solo deseaba descansar. Llevaba muchos años fabricando muebles y casas para otros, así que deseaba alejarse del ruido de los aserraderos, del golpeteo pertinaz de los martillos y de aquel aserrín omnipresente que se le había metido hasta en el alma. Soñaba con vivir sin preocupaciones en su humilde y derruida vivienda y quizás, algún día, mejorar las condiciones de esta.
Este patrón valoraba como nadie las cualidades de aquel maestro de la madera. Sabía que estaba a punto de perder a un hombre que poseía la extraordinaria habilidad de construir estructuras sólidas que se mantendrían en pie durante muchas generaciones. Igualmente, su pulso y precisión eran únicos y le permitían elaborar verdaderas joyas de ebanistería. Cuidaba hasta el más mínimo detalle en todas sus piezas. Así que el patrón tuvo que aceptar, muy a su pesar, esta irreparable pérdida para su carpintería. 
Sin embargo, le puso una sola condición. Le pidió que aceptara, como último trabajo, la construcción de una casa, un encargo muy especial que solo él podía llevar a cabo. El carpintero aceptó a regañadientes. Como no estaba muy satisfecho con este forzado compromiso y porque en su mente solo tenía cabida la idea de descansar, se tomó a la ligera sus responsabilidades. Compró materiales de mala calidad y comenzó a construir la casa con total descuido y desidia. 
Terminó el trabajo lo más rápido que pudo. En cada rincón de aquella casa había dejado las huellas de su desgano. Cuando fue a entregarle la llave a su antiguo patrón, este se la regresó y le dijo: “Esta casa es un obsequio de mi parte para ti, una muestra de mi agradecimiento por todos los años que trabajaste conmigo”. El anciano carpintero se quedó pasmado. Este inesperado gesto le hizo sentir una vergüenza tan profunda que le heló la espalda y comprimió su pecho. Aquel hombre con el que había compartido tantas horas de su vida, fabricando casas y muebles, le estaba dando un techo propio que abrigaría sus últimos años de vida. 
Y después de la vergüenza vino el arrepentimiento. No paraba de pensar en la indolencia con que había ejecutado aquel encargo y se preguntaba de manera reiterada por qué no se le advirtió que sería el ocupante de esa casa que levantaba con sus propias manos. “De haberlo sabido -se decía una y otra vez- hubiera puesto en ello todo mi talento, hubiese utilizado mejores materiales para su construcción y puesto mucho más cuidado en los acabados·.
Esta breve historia representa nuestra vida. La moraleja es que a veces no ponemos ni la más mínima atención en lo que construimos todos los días; luego, cuando ocurre algún suceso que nos afecta, nos vemos obligados a vivir en aquello que nosotros mismos hemos edificado. Dejamos pasar las mejores oportunidades y cuando nos encontramos con otras tal vez nos resulte imposible reconstruir lo que habíamos levantado con absoluto desinterés.
Eres el carpintero de tu vida y los días son los martillazos pegados sobre un clavo de tu vida.
***
Escuchamos estos versículos del último Libro celestial.


إِنْ أَحْسَنْتُمْ أَحْسَنْتُمْ لِأَنْفُسِكُمْ وَإِنْ أَسَأْتُمْ فَلَهَا 
“En verdad, si hacéis el bien lo haréis en vuestro propio beneficio y si hacéis el mal lo haréis en vuestro propio perjuicio …”.

(El Corán, capítulo 17, versículo 7)


مَنْ عَمِلَ صَالِحًا فَلِنَفْسِهِ وَمَنْ أَسَاءَ فَعَلَيْهَا وَمَا رَبُّكَ بِظَلَّامٍ لِلْعَبِيدِ 
“Quien obre rectamente, obra para su propio beneficio y quien haga el mal, obra contra sí mismo. Tu Señor no oprime a Sus siervos”. (Corán, capítulo 41, versículo 46)