El Shaîj Mufîd narra del imam Sâdiq y este a su vez del imam Bâqir quien, a su vez, narra del imam Zaînul ‘Abidîn que el imam Husaîn (la paz sea con todos ellos) expuso lo siguiente:
«Un hombre judío vino a ver al Mensajero de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él y su bendita familia) y le preguntó: “¡Oh Muhammad! ¿Acaso estás seguro de que eres un enviado de Dios y de que a ti se te hacen revelaciones, al igual que eran hechas a Moisés hijo de ‘Imrân?”
Respondió: “Sí, yo soy el Señor de entre los hijos de Adán y no soy orgulloso, yo soy el último de entre los profetas, el Imâm de los devotos y el mensajero de Dios, Creador del Universo.”
Preguntó el judío: “¡Oh Muhammad! ¿Acaso fuiste enviado para los árabes, o tal vez para los que no los son, o quizás para nosotros?”
Respondió: “Yo, soy el enviado de Dios para todos los hombres.”
Dijo el judío: “Te haré diez preguntas, las mismas que Dios obsequió a Moisés hijo de Imrán (la paz sea con él) en un lugar santo, cuando Moisés fervientemente hacía sus plegarias. Y estas únicamente las conocen los profetas, que fueron enviados para una misión y los ángeles, que se encuentran cercanos a Dios.”
El Mensajero de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él y con su bendita familia) declaró: “Pregunta lo que desees.”
Preguntó entonces el judío: “¡Oh Muhammad! ¿Puedes notificarme respecto a las palabras que Dios escogió para que pronunciara Abraham en ese momento en que construía la Ka‘abah?
Respondió: “Sí, estas fueron Subhânal.lah, wal Hamdulil.lah, wa la ilaha il.la Al.lah wa Al.lahu Akbar.”
Preguntó de nuevo el judío: “¡Oh Muhammad! ¿Por qué Abraham construyó la Ka‘abah en forma cuadrada?
Respondió: “Por estas cuatro palabras [que pronunció Abraham].”
Interrogó el judío: “¿Por qué fue llamada Ka‘abah, la Ka‘abah?
Contestó: “Porque ésta se encuentra en la mitad del mundo.”
Inquirió el judío: “Ahora infórmame acerca del significado de Subhânal.lah, wal Hamdulil.lah, wa la ilaha il.la Al.lah wa Al.lahu Akbar”.
Dijo el Profeta: “Dios sabe que los seres humanos y los genios Le mienten y Lo relacionan con cosas inadmisibles e injustas; por ello Dijo: Subhânal.lah que significa ´Dios es puro y virginal respecto a aquello que le adjudican´. Y cuando Dijo: Al Hamdulil.lah es porque Dios sabe que sus siervos no agradecen los favores interminables de Él, así que antes de que las criaturas agradezcan Él se agradece a Sí mismo, y este agradecimiento se encuentra en el inicio de cada palabra. Si no fuese así, Él no otorgaría favor alguno a nadie.
Por su parte, la ilaha il.la Al.lah muestra la unicidad de Dios y Dios Glorificado sea no aceptará acto alguno ni permitirá a nadie entrar al Paraíso, a menos de que vaya acompañado de esta palabra. Esta es la palabra virtuosa y fue considerada virtuosa debido a que tendrá gran peso y será muy valerosa en la balanza del Día del Juicio Final.
Por último, Al.lahu Akbar es una palabra inigualable, ya que no existe palabra mejor que ésta y es la más querida ante Dios; o sea, que no existe nada que sea más superior que Él. Y ya que ante Dios esta palabra es grandiosa, las oraciones son siempre iniciadas con ella y, por tanto, es uno de los nombres más excelsos de Dios.”
Preguntó el judío nuevamente: “¡Dices la verdad, Oh Muhammad! ¿Cuál es la retribución para aquel que pronuncia estas palabras?”
Contestó lo siguiente: “Cada vez que el siervo diga Subhânal.lah, todo aquello que se encuentra bajo el Empíreo [Cielo, Paraíso] suplica con él, entonces otorgan al orador diez veces más de gratificación. Y cuando dice Al Hamdulil.lah, Dios le otorga los favores del mundo y Lo agasaja con los favores de la Otra Vida. Y esta es una palabra que pronuncian aquellos, cuando entran al Paraíso, mientras que todas las demás palabras, a excepción de Hamd, finalizan en el mundo. Y Dios Dijo: ʻSu saludo allí será ‵¡Paz!ʹ Y terminarán con esta invocación: ‵¡Alabado sea Al.lah, Señor del Universo!ʹʼ (Sagrado Corán, Capítulo10, versículo 10).
Pero la recompensa de aquel que diga La ilaha il.la Al.lah es el Paraíso. Y esta es lo dicho por Dios: ʻLa retribución del bien obrar ¿es otra que el mismo bien obrar?ʼ (Sagrado Corán, Capítulo 55, versículo 60). En cambio, el premio para aquel que diga Al.lahu Akbar es el grado más elevado en el Paraíso y el mejor lugar ante Dios.”
El judío dijo: “¡Ciertamente dices la verdad, Oh Muhammad! Has contestado a la primera de las diez preguntas, ¿me permites hacerte la segunda pregunta?”
Respondió: “Pregunta lo que desees”; dijo esto mientras que a su diestra se encontraba el Arcángel Gabriel y, a su siniestra, el Arcángel Miguel, quienes le ayudaban a responder.
Entonces el judío hizo su segunda pregunta: “¿Por qué recibiste los nombres de Muhammad, Ahmad, Abûl Qâsim, Bashîr, Nadhîr y Dâ‘î? ”
Contestó de esta manera: “Muhammad, ya que soy elogiado en el Cielo; Ahmad, porque soy alabado en la Tierra; Abûl Qâsim, debido a que Dios Exaltado sea dividió el fuego infernal entre los incrédulos y descreídos de los antepasados y los venideros; Bashîr, porque aquel que me obedece le doy la buena nueva del Paraíso; Nadhîr, ya que aquel que no me obedece lo atemorizo con el fuego; y Dâ‘î, debido a que yo invito a los hombres a la religión de mi Creador, esto es, el islam.”
Dijo el judío: “¡Ciertamente dices la verdad, Oh Muhammad! Ahora contesta a mi tercera pregunta. ¿Por qué Dios Glorificado sea hizo obligatorio para tu gente las cinco oraciones durante las horas del día y la noche, en cinco diferentes momentos?”
Respondió: “Cada vez que llega el inicio del declive del sol (después del medio día) y este se encuentra en el meridiano (en el punto más alto) destinado para este, comienza a descender y toda la creación implora a Dios. Esta es la hora en la que mi Creador me envió Su misericordia. Es por ello que Él hizo obligatorio para mi gente y para mí la oración en este momento ya que Dijo: ʻHaz el azalá desde el declive del sol…ʼ (Sagrado Corán, Capítulo 17, versículo 77). Esta es la hora en que el Día del Juicio Final traerá al Infierno [a los incrédulos], por eso Dios prohibirá al fuego [que toque] el cuerpo de aquellos creyentes que en esos momentos se encuentren realizando la oración en posición de prosternación, inclinados o de pie.
En cuanto a la oración de la tarde, esta es la hora en que el profeta Adán (la paz sea con él) comió del árbol prohibido, acto que provocó su expulsión del Paraíso. En consecuencia, Dios hizo obligatorio para sus descendientes [los del profeta Adán] esta oración hasta el Día del Juicio Final. Es una de las oraciones más queridas ante Dios, por ello mi Creador me advirtió que, entre todas las oraciones, cuidara especialmente de [observar] esta. Dios dijo: ʻ¡Observad el azalá y [sobre todo], el azalá intermedio!ʼ (Sagrado Corán, Capítulo 2, versículo 238).
El azalá intermedio es la oración de la tarde. Pero la oración del ocaso es la hora en que Dios Glorificado sea aceptó el arrepentimiento del Profeta Adán. Trescientos días terrenales transcurrieron desde que ingirió del árbol prohibido hasta el momento en que se arrepintió –y un día del Día del Juicio Final equivale a mil años del mundo. Adán –que los saludos de Dios sean para él- realizó tres ciclos de la oración: uno por sus pecados, el segundo por los pecados de Eva y el tercero por su arrepentimiento. Por ello, Dios aceptó su arrepentimiento e hizo obligatorio para mi gente la oración de tres ciclos. De allí que esta sea la hora en que son aceptadas las súplicas y mi Creador me prometió que no desilusionará a nadie en esta hora. Él dijo: ʻ¡Gloria a Al.lah tarde y mañana!ʼ (Sagrado Corán, Capítulo 13, versículo 17).
Le sigue la oración de la noche. Dado que en la tumba y en el día del Juicio Final también hay una intensa oscuridad, Dios ordenó esta oración para mi gente y para mí, y nadie se levanta para realizar esta oración sin que Dios, Glorificado sea, prohíba para este el fuego e ilumine su tumba, y el Día del Juicio Final Le obsequie una luz con la cual pueda cruzar el puente de Sarât. La oración de la noche es una oración que Dios Glorificado sea prefirió para los profetas (la paz sea con todos ellos) antes de mí.
Luego, la oración de la madrugada, ya que cuando sale el sol, sale del cuerno del Demonio. Por ello Dios Glorificado me ordenó realizar la oración de la aurora antes del amanecer y que mi gente se prosterne delante de Dios antes de que los incrédulos se prosternen ante el sol, y quien realice esta oración en su tiempo preferente será más querido por Él. Esta es la oración de la que son testigos tanto los ángeles de la noche como los ángeles del día."
El judío inquirió: “¡Ciertamente dices la verdad, Oh Muhammad! Ahora responde a mi cuarta pregunta. ¿Por qué Dios ordenó que sean lavadas estas cuatro partes del cuerpo, que son de las cuatro partes más limpias del cuerpo?”
Respondió así: “Ya que cuando el Demonio comenzó a seducir a Adán y provocó que se acercara al árbol prohibido y lo mirara, en ese momento desapareció la frescura y brillantes del rostro de Adán, entonces se detuvo y este fue el primer paso que fue dado hacia el pecado. Seguidamente tomo al árbol entre sus manos y lo quebró, y cuando comió de éste, sus vestiduras desaparecieron y terminó la luminosidad de su cuerpo, fue aquí donde Adán se arrepintió y colocando su mano sobre su cabeza, lloró.
Cuando Dios aceptó su arrepentimiento, hizo obligatorio para Adán y para sus descendientes que lavaran estas cuatro partes del cuerpo. Dijo que lavaran los rostros, ya que Adán miró el árbol prohibido; que lavaran los brazos hasta la altura del codo, ya que extendió sus manos hacia el pecado; que pasaran la mano húmeda sobre la parte superior de la cabeza, ya que cuando Adán se arrepintió y antes de que fuese aceptado su arrepentimiento, colocó su mano sobre su cabeza; y Ordenó que pasaran la mano húmeda sobre sus pies, ya que Adán caminó hacia el pecado.
Entonces, además de esto, yo hice como costumbre para mi gente lavar la boca y limpiar la nariz (aspirar y expulsar el agua), ya que lavar la boca purifica al corazón de cualquier perversidad y limpiar la nariz, hace prohibido el mal olor del fuego para ésta.”
El judío realizó otra pregunta: "¡Ciertamente dices la verdad, Oh Muhammad! Ahora dime ¿cuál es la recompensa para aquel que realiza la ablución tal y como tú dices?”
Contestó: “La primera vez que la persona toca el agua para la ablución, el Demonio se aleja de él; y cada vez que lave su boca, Dios ilumina con la luz de la sabiduría su lengua y corazón; y cada vez que lave su nariz, Dios lo protege de las penalidades de la tumba y el fuego infernal; pues cuando lava su cara, Dios aclarará su rostro el Día en que todos los rostros obscurecerán; y cada vez que lava sus brazos hasta la altura de los codos, Dios prohíbe que el Día del Juicio Final le coloquen los brazaletes de fuego que son colocados ese Día; cada vez que pasa la mano húmeda sobre su cabeza, Dios limpia sus pecados; y cada vez que pasa la mano húmeda sobre sus pies, Dios hace que sus pasos sean firmes, ese día en que los pasos de todos aquellos que cruzan el puente de Sarât (el Día del Juicio Final) son inseguros.”
Inquirió el judío: “¡Ciertamente dices la verdad, Oh Muhammad! Ahora responde a mi quinta pregunta ¿por qué Dios hizo obligatorio el baño completo para cuando es expulsado el semen y no para después de orinar ni de excrementar, a pesar de que este primero es más limpio que los otros dos?”
Alegó el Profeta: “Ya que cuando Adán comió del árbol prohibido, esta fruta se transformó en sus venas, su vellosidad y piel, y cada vez que el hombre mantiene una relación sexual con la mujer el esperma de este, en el clímax, se apodera de la pasión que sale de cada vena y vellosidad. Es por ello que Dios Glorificado hizo obligatorio el baño completo para el hombre hasta el Día del Juicio Final; en cambio, la orina y el excremento son los restos de la comida y bebida, y para estos es suficiente la ablución.”
Interpeló el judío: “¿Cuál es la recompensa para aquel que realiza el baño completo por haber tenido relaciones con su mujer permitida?”
Respondió: “Dios Glorificado, construye para él con cada gota de agua que utilice al realizar el baño completo, un castillo en el Paraíso, y el estado de polución es una impureza especial existente entre Dios y Sus siervos.”
Preguntó el hombre judío: “¡Oh Muhammad! Ahora responde a mi sexta pregunta. ¿Cuáles son esas ocho cosas que Dios ordenó a los Banî Isrâ’îl y que están registradas en la Torá, que deberán seguir estos después de la muerte del Profeta Moisés (la paz sea con él)?”
Contestó: “¡Por Dios! Si te contesto ¿lo aceptarás?”
Aseguró: “¡Sí, Oh Muhammad!”
Entonces dijo: “Lo primero que está registrado en la Torá es ʻMuhammad Rasulil.lahʼ y Muhammad en lengua hebrea se dice ʻTâbʼ.”
En ese momento, el Mensajero de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él y con su bendita familia) pronunció los siguientes versículos: “…a quien ven mencionado en sus textos: en la Torá y en el Evangelio” (Sagrado Corán, Capítulo 7, versículo 157) y “…como nuncio de un Enviado que vendrá después de mí, llamado Ahmad” (Sagrado Corán, Capítulo 61, versículo 6).
Continuó respondiendo: “Y respecto a lo segundo, tercero y cuarto registrado en la Torá, son los nombres de ‘Alî ibn Abî Tâlib, Fâtimah y sus dos hijos Hasan y Husaîn (la paz sea con ellos). Estos nombres están registrados en la Torá en lengua hebrea como Îlîâ, Shabar, Shubaîr y Hilîûn.”
(…)
El judío interpeló: “¡Ciertamente dices la verdad, oh Muhammad! Ahora dime acerca de tu preeminencia en cuanto a los demás Profetas y respecto a la superioridad de las virtudes de los de tu familia en cuanto a la demás gente.”
Respondió: “Pero acerca de mi preeminencia en cuanto a los demás profetas, todos ellos maldijeron a su gente, mientras que yo escogí la intervención por la mía en el Día del Juicio Final, pero las virtudes de aquellos y de los de mi casa (Ahlul Bayt) y mis descendientes se asemejan a las virtudes que posee el agua en cuanto a las demás cosas. Cada cosa es y existe por medio del agua al igual que Dios Exaltado sea dijo: ʻ¿Y que sacamos del agua a todo ser viviente? ¿Y no creerán?ʼ (Sagrado Corán, Capítulo 21:30). Es así como el amor hacia los de mi casa (Ahlul Bayt) y hacia aquellos y hacia mis descendientes perfecciona la religión.
Expuso el judío: “¡Ciertamente dices la verdad, Oh Muhammad! Ahora responde a mi séptima pregunta: ¿Qué superioridades poseen los hombres en cuanto a las mujeres?”
Respondió: “La misma superioridad que tienen el cielo y el agua en cuanto a la tierra. Por medio del agua existe todo y por medio del hombre existe la mujer. Si los hombres no existiesen, Dios no hubiese creado a las mujeres y ninguna mujer llega al Paraíso a menos de que sea a través de las virtudes del hombre. Dios Exaltado sea dijo: ʻLos hombres tienen el derecho de cuidar a las mujeres…ʼ y es por medio de este derecho que Dios dijo: ʻLos hombres tienen autoridad sobre las mujeres en virtud de la preferencia que Al.lah ha dado a unos más que a otros…ʼ” (Sagrado Corán, Capítulo 4, versículo 34).
El judío preguntó: “¡Oh Muhammad! ¿Por qué es así?”
Respondió: “Adán fue creado de arcilla y la mujer de la espalda de Adán. El primero que obedeció a la mujer fue Adán y por eso fue expulsado del Paraíso. Y Dios en este mundo mostró la superioridad del hombre en cuanto a la mujer. ¿Acaso no ves cómo las mujeres menstrúan y suspenden la oración en esos días por encontrarse impuras, pero en los hombres no es así?”
Aseguró el judío: “¡Ciertamente dices la verdad, Oh Muhammad! Ahora responde a mi octava pregunta, ¿por qué Dios hizo obligatorio únicamente treinta días de ayuno, en cambio para los otros pueblos es más de treinta?”
Contestó: “Ya que Adán comió de ese árbol prohibido, sus manifestaciones quedaron dentro de su cuerpo por treinta días. Por ello, Dios hizo obligatorio para sus descendientes el ayuno durante treinta días, así como ingerir alimento durante la noche es una gracia y favor de parte de Dios hacia su siervo. Y así también para Adán era obligatorio el ayuno durante treinta días, al igual que para mi gente.” Entonces pronunció esta aleya: ʻSe os ha prescrito el ayuno, al igual que se prescribió a los que os precedieron. Quizás, así, temáis a Al.lahʼ (Sagrado Corán, Capítulo 2, versículo 182).
Interrogó el judío: “¡Ciertamente dices la verdad, Oh Muhammad! ¿Cuál es la remuneración de aquel que ayune durante treinta días?”
Respondió: “Ningún creyente ayunará poniendo atención y cuidado un día en el mes de Ramadán sin que por ello Dios Exaltado sea Le otorgue siete cosas buenas: primero, que disgregue lo prohibido de su cuerpo y lo aleje de éste; segundo, que lo acerque a la clemencia de Dios; tercero, que cubra sus pecados, ¿acaso no sabes que los pecados son cubiertos al dar la reparación del ayuno?; cuarto, que se haga fácil para él la agonía de la muerte; quinto, que Lo resguarda de sufrir sed y hambre el Día del Juicio Final; sexto, que Le obsequie la exención del fuego; y séptimo, que Le otorga de los alimentos saludables y exquisitos del Paraíso.”
Examinó una vez más el judío: “¡Ciertamente dices la verdad, Oh Muhammad! Ahora responde a mi novena pregunta, ¿por qué Dios ordenó que se queden en Arafah hasta después de la tarde?”
Respondió: “Ya que es la hora cuando Adán desobedeció a su Creador, así pues, Dios hizo obligatorio para mi gente que a esa hora se encuentren en el lugar más preciado por Él –Arafah- y allí se humillen e imploren; y Dios consideró obligatorio para Sí mismo aceptar sus imploraciones. La hora en que la gente regresa de Arafah es la misma hora en que Adán recibió las palabras que Dios le envió, se arrepintió y Dios Benévolo aceptó su arrepentimiento.”
Preguntó el judío: “¡Ciertamente dices la verdad, Oh Muhammad! Ahora dime ¿cuál es la recompensa para aquel que se quede en Arafah, sea humilde e implore ante Dios?”
El Mensajero de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él y su bendita familia) dijo: “¡Juro por Dios que Me nombró para dar la buena nueva del Paraíso y para atemorizar con el Infierno! ¡Anunciar que el cielo de Dios tiene siete puertas! La puerta del arrepentimiento, la de la clemencia, la de la benevolencia, la del favor, la de la indulgencia, la de la generosidad y la de la remisión. Nadie se reunirá en Arafah a menos que merezca que estas siete puertas sean abiertas para él y Dios le otorgue esta especialidad, ya que Dios Glorificado sea, tiene cien mil ángeles y cada uno de estos está acompañado de ciento veinte mil ángeles y Dios posee cien bendiciones que Hizo descender para la gente el día de Arafah, pues cuando regresan de Arafah, Dios toma como testigos a estos ángeles para que liberen a los que estuvieron en Arafah del Infierno. Sí, cuando regresan, Dios toma como testigos a estos ángeles de que Él hizo obligatorio para esta gente el Paraíso, y el Aclamador dice: ʻ¡Oh, gente de Arafah! Regresad ahora que habéis sido perdonados, que me Habéis alegrado y Yo estoy satisfecho de vosotros.ʼ
Aseguró el judío: “¡Ciertamente dices la verdad, Oh Muhammad! Responde a mi décima pregunta, ¿cuáles son esas nueve virtudes superiores que Dios te otorgó a ti, entre los profetas y entre la gente?”
Contestó de esta manera: “Fâtihatul Kitâb (el primer capítulo del Sagrado Corán), el Adhan (llamada a la oración), el Iqamâh, la oración colectiva en las mezquitas de los musulmanes, el día yumah (viernes), leer en la oración en voz alta el capítulo de Hamd y el otro capítulo en las tres oraciones –ocaso, noche y alba-, dar permiso a mi gente cuando está enferma o de viaje, la oración para el muerto y la intervención para los grandes de mi gente.”
Dijo el judío: “¡Ciertamente dices la verdad, Oh Muhammad! ¿Cuál es la recompensa para aquel que lea el primer capítulo del Sagrado Corán?”
Respondió: “Aquel que lea este capítulo, Dios le otorgará la misma recompensa como si hubiese leído todos los libros Sagrados. Y respecto al Adhan, el muecín de mi gente se encontrará entre los profetas, los veraces y los mártires.
Pero en la colectividad, las filas (en la oración colectiva) de mi gente son iguales a las filas de la oración de los ángeles del cuarto cielo y un ciclo de la oración colectiva equivale a veinticuatro ciclos, y cada uno de estos ciclos (veinticuatro ciclos) es más estimado ante Dios que las oraciones de cuarenta años.
El día viernes, por su parte, es el Día en que Dios reunirá al primero y al último para entregar las cuentas, así que ningún creyente se dirigirá a la oración del viernes sin que por ello Dios aminore en él los temores del Día del Juicio Final y esto ocurre después de ser pronunciados los sermones del Imâm, que es cuando Dios se apiada de todos los hombres y mujeres creyentes.
Y pronunciar en voz alta esas tres oraciones cada vez, hasta donde llegue a escucharse su voz, así el fuego se alejará de él y el puente de Sarât se ensanchará para él y le otorgarán una luz para que se dirija hacia el Paraíso.
En cuanto al permiso cuando se está enfermo o de viaje, Dios aminorará los temores del Día del Juicio Final para aquellos de mi gente que reciban permiso, tal y como está especificado este permiso en el Sagrado Corán.
Respecto a la oración del muerto, ningún creyente realiza la oración del muerto a menos que el día del Juicio Final sea de los que interceden o de los que son intercedidos.
Pero mi intercesión es por aquellos de mi gente que realizaron un pecado mortal, a excepción de los que asociaron o fueron dictadores o quitaron el derecho de los hombres, estos no cuentan con mi intercesión.”
Dijo el judío: “¡Ciertamente dices la verdad, Oh Muhammad! Ahora tengo fe en tu profecía. Atestiguo que no hay dios más que Dios único y que no tiene socio alguno; y que Muhammad es Su siervo y Su enviado. Y atestiguo que tú eres el último de los profetas y el líder de los devotos y el Enviado del Señor del Universo.”
Entonces, el judío sacó una hoja blanca de su manga y todo aquello que el Mensajero de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él y con su bendita familia) había dicho estaba registrado en ella.
Luego continuó: “¡Oh Mensajero de Dios! Juro por el Dios que te nombró Su Mensajero, yo extraje esto de las tablas que Dios envió a Moisés hijo de Imrán, sin agregar nada. Yo he leído cien mil veces los versículos de la Torá, ningún capítulo leí a menos de que en este se encuentre mencionado de diferentes formas tu nombre y leí en la Torá respecto a tus virtudes, al grado que caí en la duda y el asombro. ¡Oh Muhammad! Yo, durante cuarenta años borré tu nombre de la Torá y nuevamente lo encontraba registrado en esta, y yo había leído allí que las respuestas a estas preguntas nadie las conocía sino tú. Y que, cuando respondieras a ellas, el Arcángel Gabriel estaría a tu diestra y el Arcángel Miguel a tu siniestra.”
El Mensajero de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él y con su bendita familia) dijo: “Sí, en este momento el Arcángel Gabriel se encuentra a mi derecha y el Arcángel Miguel a mi izquierda.”
Y saludos sean para Muhammad y su familia.