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Descripción

El Imam ‘Ali (a.s) dijo: “La paciencia es valentía, pero el que el hombre se haga pasar por débil es una calamidad”.

Transcripción

Uno de los términos muy repetido que encontramos en el Generoso Corán es “sabr” que significa paciencia, resignación, resistencia o aguante. Esta palabra es mencionada 103 veces en el Corán. En ocasiones el ser humano se enfrenta a desgracias en las cuales no tuvo ninguna intervención. El Imam ‘Ali (a.s) dijo: “La paciencia es valentía, pero el que el hombre se haga pasar por débil es una calamidad”. Cuando la persona realiza sus deberes y obligaciones pero aun así se le presentan constantes dificultades, en este caso la resignación se considera valentía. Un día el Profeta Moisés (a.s) pidió a Dios que le mostrara a las personas más devotas y queridas ante Él. Dios le dijo que fuese a la costa y buscara a un hombre con tal descripción. El Profeta Moisés (a.s) se dirigió a ese lugar y en ningún de los transeúntes encontró las especialidades de un devoto y piadoso. Sólo encontró a un hombre inválido que sufría de una enfermedad grave y asiduamente repetía una oración. Preguntó a Dios: “¿Dónde se encuentra ese hombre que ando buscando?” Gabriel le indicó: “¡Es él!” Dijo: “No he visto nada en ese hombre; no devoción, no donde se prosternase”. Escuchó una voz que le dijo: “¿Quieres que lo probemos en este momento?” A ese pobre hombre viejo que sufría de varias enfermedades en ese momento le fue quitada la vista. Se esperaba que el anciano gritara: “¡Dios mío! Ya tengo suficientes problemas ¿por qué me quitas la vista?” Lo único que repetía el anciano era: “¡Dios mío!, hasta el momento en que quisiste me diste ojos que vieran, hoy me los has quitado, no hay problema. Aun así mantengo una gran esperanza en Ti. ¡Oh, Dios!, Tu que me has otorgado tantos favores y eres benevolente”. Una voz dirigiéndose a Moisés (a.s) le dijo: “Él es el hombre más devoto y querido por Mí”. El Profeta Moisés (a.s) preguntó al anciano enfermo: “Mi súplica es aceptada, ¿quieres que suplique por que se curen todas estas enfermedades que tienes?” El hombre le respondió: “Aquello que Dios quiera para mí es más querido por mí que aquello que yo desee”. El Profeta Moisés (a.s) le preguntó: “¿Qué fue lo que Dios te dio que le estás tan agradecido?” Contestó: “En esta región soy el único que conoce a Dios, y fuera de mí no hay ningún otro creyente. ¿Acaso esto no es suficiente para estar agradecido?”
Aquél que muestra paciencia ante todas las dificultades y desgracias sin quejarse, recibirá una recompensa incalculable en la Otra Vida. El Corán con respecto a los que guardan paciencia dice: “Ellos son quienes cuando les aflige una desgracia, dicen: «¡En verdad, pertenecemos a Dios y, en verdad, a Él retornamos!»” Dios Todopoderoso dijo a su Profeta (s): “Cuando, por cualquier causa, pongo a uno de mis siervos en un conflicto, ya sea en sus bienes y riquezas, en su salud o en su hijo, si mi siervo muestra aguante y no se queja ante esa desgracia el Día del Juicio Me avergüenzo pedirle cuentas de sus actos y destinar para él una balanza y un libro de los actos”. Es decir ese día entrará al Paraíso sin necesidad de dar cuenta alguna.
 

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El Imam ‘Ali (a.s) dijo: “La paciencia es valentía, pero el que el hombre se haga pasar por débil es una calamidad”.

Uno de los términos muy repetido que encontramos en el Generoso Corán es “sabr” que significa paciencia, resignación, resistencia o aguante. Esta palabra es mencionada 103 veces en el Corán. En ocasiones el ser humano se enfrenta a desgracias en las cuales no tuvo ninguna intervención. El Imam ‘Ali (a.s) dijo: “La paciencia es valentía, pero el que el hombre se haga pasar por débil es una calamidad”. Cuando la persona realiza sus deberes y obligaciones pero aun así se le presentan constantes dificultades, en este caso la resignación se considera valentía. Un día el Profeta Moisés (a.s) pidió a Dios que le mostrara a las personas más devotas y queridas ante Él. Dios le dijo que fuese a la costa y buscara a un hombre con tal descripción. El Profeta Moisés (a.s) se dirigió a ese lugar y en ningún de los transeúntes encontró las especialidades de un devoto y piadoso. Sólo encontró a un hombre inválido que sufría de una enfermedad grave y asiduamente repetía una oración. Preguntó a Dios: “¿Dónde se encuentra ese hombre que ando buscando?” Gabriel le indicó: “¡Es él!” Dijo: “No he visto nada en ese hombre; no devoción, no donde se prosternase”. Escuchó una voz que le dijo: “¿Quieres que lo probemos en este momento?” A ese pobre hombre viejo que sufría de varias enfermedades en ese momento le fue quitada la vista. Se esperaba que el anciano gritara: “¡Dios mío! Ya tengo suficientes problemas ¿por qué me quitas la vista?” Lo único que repetía el anciano era: “¡Dios mío!, hasta el momento en que quisiste me diste ojos que vieran, hoy me los has quitado, no hay problema. Aun así mantengo una gran esperanza en Ti. ¡Oh, Dios!, Tu que me has otorgado tantos favores y eres benevolente”. Una voz dirigiéndose a Moisés (a.s) le dijo: “Él es el hombre más devoto y querido por Mí”. El Profeta Moisés (a.s) preguntó al anciano enfermo: “Mi súplica es aceptada, ¿quieres que suplique por que se curen todas estas enfermedades que tienes?” El hombre le respondió: “Aquello que Dios quiera para mí es más querido por mí que aquello que yo desee”. El Profeta Moisés (a.s) le preguntó: “¿Qué fue lo que Dios te dio que le estás tan agradecido?” Contestó: “En esta región soy el único que conoce a Dios, y fuera de mí no hay ningún otro creyente. ¿Acaso esto no es suficiente para estar agradecido?”
Aquél que muestra paciencia ante todas las dificultades y desgracias sin quejarse, recibirá una recompensa incalculable en la Otra Vida. El Corán con respecto a los que guardan paciencia dice: “Ellos son quienes cuando les aflige una desgracia, dicen: «¡En verdad, pertenecemos a Dios y, en verdad, a Él retornamos!»” Dios Todopoderoso dijo a su Profeta (s): “Cuando, por cualquier causa, pongo a uno de mis siervos en un conflicto, ya sea en sus bienes y riquezas, en su salud o en su hijo, si mi siervo muestra aguante y no se queja ante esa desgracia el Día del Juicio Me avergüenzo pedirle cuentas de sus actos y destinar para él una balanza y un libro de los actos”. Es decir ese día entrará al Paraíso sin necesidad de dar cuenta alguna.