En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso.
Hola, hoy queremos compartir contigo este nuevo episodio que hemos titulado: La mujer. Parte II.
Todas las ideologías y sistemas de creencias que se fundamentan en lo trascendente y en la ética humana abogan, en teoría, por el bien y la dignidad del hombre y la mujer; pero en la práctica es algo que no se da de manera total en ninguna parte del planeta. Sin embargo, en ciertos periodos históricos se han evidenciado prácticas humanísticas; por ejemplo, a favor de los derechos de la mujer.
La civilización islámica fue precursora en ese sentido. No obstante, hay regiones del mundo islámico donde hoy día no se aplican los preceptos de la religión, sino que han adoptado costumbres preislámicas o modelos, más bien anti-modelos, importados de occidente. Precisamente, los modos de vida y valores culturales ajenos al islam han provocado la cosificación y mercantilización de la mujer, degradándola a un objeto sexual, lo cual violenta sus derechos. En consecuencia, por una razón o por otra, por regionalismo o por folklore local, existen zonas en el mundo islámico donde no se respetan o medianamente se respetan estos derechos.
Como se sabe, hablar del mundo islámico no es hablar de un país o de una región en particular o de un pueblo en particular, sino que esa comunidad musulmana está conformada por muchos pueblos en muchas regiones del planeta. Por esa razón, cuando afirmamos que estas desviaciones suceden en determinadas zonas queremos dejar claro que su práctica no puede ser generalizada, ni atribuida a la religión en su totalidad, sino que se trata de un comportamiento asumido por una parcialidad de ese enorme conjunto humano. Un ejemplo de ello es que, hasta hace muy poco, la mujer no tenía derecho a conducir un automóvil; esto sucedía solo en una región muy particular. Por supuesto, la mayor parte de la comunidad musulmana internacional estaba en contra de esta práctica, dado que nada tiene que ver con los preceptos del islam.
Todas esas son cuestiones importadas de otros lugares del planeta y que se han instituido en el en el Medio Oriente, sobre todo en las sociedades islámicas. Son cuestiones que nunca existieron en esa región, por lo menos no en el islam como religión, porque su objetivo siempre ha sido velar por los derechos de la mujer: derecho a su propio sueldo, derecho a votar, derechos políticos, a estudiar. Cuestiones que ya estaban solucionadas desde la ideología misma y que en la práctica contó con épocas de gran esplendor, aunque se han venido apagando desde hace un siglo aproximadamente. Sin embargo, gracias al mismo islam se están rescatando para bien de todos los musulmanes y musulmanas del mundo.
Hay tres ámbitos que nos permiten conocer la dimensión humana de la mujer: el individual, el familiar y el social. En cuanto a la familia, hay grupos que afirman estar a favor de los derechos de la mujer, pero en realidad lo que hacen es anular ese rol de una manera exagerada. En cambio, el islam considera a la familia como la célula básica de la sociedad, no por cuestiones o conceptos que hayan sido importados de otras sociedades, sino que dentro de la misma religión existen orientaciones al respecto. El sagrado Corán, por ejemplo, menciona la unión familiar que establecen el marido y la mujer: y dispuso entre ambos, entre vosotros dos, cariño y compasión.
El cariño y la compasión no son precisamente los valores que busca reivindicar Occidente. Su objetivo es que la mujer abandone su papel de esposa y de madre en la familia, por considerar que es una forma de explotación impuesto por el patriarcado y que la convierte en una persona oprimida, una imposición de la sociedad que no le permite independizarse económicamente. Esto está muy alejado de la realidad, porque no se puede circunscribir algo tan fundamental como la familia a ese aspecto tan material como es lo económico, cuando el fin es procurar la verdadera dicha: la eternidad del ser humano.
Las relaciones humanas forman parte de ese triángulo que nos permite alcanzar la verdadera dicha: la relación de una persona con Dios, la relación de una persona con sus congéneres y la relación de una persona consigo misma. Esto es, el aspecto espiritual, el aspecto social y el aspecto individual, respectivamente. Al tener en cuenta esto, podemos hablar con propiedad acerca de los roles que desempeñan las personas en la sociedad: el hombre, la mujer, los líderes, los niños. De esta manera, si todos aquellos que formamos parte de una sociedad subordinamos la familia a cuestiones simplemente económicas, estaríamos otorgando al ser humano un carácter unidimensional, priorizando solo el aspecto material y nada más. Este es el error en que ha caído este movimiento por los derechos de la mujer en la sociedad occidental.
Hemos llegado al final de este episodio. Nos despedimos de ti con profundo afecto y respeto, seguros de que cada día compartirás con nosotros estas enseñanzas que abrirán tu corazón y tu pensamiento. ¡Hasta mañana!
ESTE PODCAST ESTÁ BASADO EN UN VIDEO QUE REGISTRA UNO DE LOS PROGRAMAS EN VIVO DEL SHEIJ FEISAL MORHELL, TRANSMITIDO POR FÁTIMA TV, EL 10 DE MARZO DE 2018.