En el nombre de Dios. Hola, sean Bienvenidos nuevamente al cuento de la semana, esta vez con una fascinante historia la cual sabemos te será de gran interés. Estoy muy feliz de estar a tu servicio una vez más a través de FátimaTV y como siempre, te recuerdo suscribirte a nuestro canal de YouTube/FatimaTVes en donde encontrarás saberes que iluminan el alma y enriquecen el saber.
Uno de los personajes más destacados, importantes e influyentes en la historia del islam sin duda es Fátima bint Asad, madre del Bendito Imam ‘Ali, el Príncipe de los Creyentes (P). Ella, después de la señora Jadiyah esposa del Profeta Muhammad (BPD), fue la segunda mujer en la historia del islam que creyó en la profecía de Muhammad y aceptó el islam como religión.
Como bien sabemos Fátima bint Asad o hija de Asad, después de la señora Jadiyah fue la primera mujer que hizo el juramento de lealtad con el Profeta en La Meca, y así también fue la primera mujer en emigrar a pie, desde a La Meca hasta Medina, donde se encontraba el Profeta del Islam, Su profeta a quien tanto amaba.
Fátima bint Asad, falleció en el cuarto año de la hégira lunar.
Dado que el Profeta del islam perdió a su padre, madre y abuelo durante su infancia, desde la edad de ocho años, éste quedó bajo la custodia de su tío Abu Tálib quien estaba casado con Fátima hija de Asad, y la cual jugase un importante papel en la tutela del Mensajero de Dios (BPD).
La bondad de Fátima bint Asad hacia el Profeta fue tal que después de su muerte, este honorable dijo:
“¡Hoy murió mi madre!”
Y también se narra que dijo:
“Después de Abu Tálib, nadie fue tan bondadoso conmigo, como lo fue Fátima, la hija de Asad”.
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Bien, después de esta introducción, los invito a escuchar el cuento de esta semana, el cual ha sido extraído de una narración del libro Bihar Al-Anwar, así que sin más preámbulos, vamos juntos a escuchar los cuentos de la semana.
La madre de Muhammad y Ali
Cuando Fátima bint Asad falleció, el Imam ‘Ali, el Príncipe de los creyentes, se presentó llorando ante el Mensajero de Dios y éste honorable le preguntó: “¿Por qué lloras? ¡Que Dios no vea llorando!”
A lo que el Imam Ali exclamó con dolor: “¡Mi madre ha fallecido!”
El Profeta entonces dijo:
“Y mi madre también. ¡Oh Ali, mientras sus propios hijos estaban hambrientos, ella me daba de comer y me mantenía alimentado! ¡Siempre me mantenía muy aseado, limpio y perfumado! En la casa de Abu Tálib había una palmera, la cual muy temprano por la mañana ella se dirigía a la palmera, recogiendo dátiles de ésta y los juntaba; para así dármelos de comer”.
Entonces el Mensajero de Dios se levantó y comenzó a prepararla, para enterrarla apropiadamente según el rito islámico. La amortajó con su camisa, y en el funeral caminaba descalzo muy lentamente. Cuando realizó la oración fúnebre para ella, recitó setenta takbir “Al.lahu Akbar”.
Acto seguido, el Profeta, después de haberse acostado en el sepulcro, la colocó dentro de éste con sus benditas manos y le dictó el testimonio de la creencia o talqin.
Se cuenta que mientras vertían tierra sobre su tumba y la gente estaba a punto de regresar a sus hogares, el Mensajero de Dios exclamó:
“¡Tu hijo!, ¡tu hijo!, ¡tu hijo!, no Ya'far ni ‘Aqeel; ¡tu hijo, tu hijo ‘Ali ibn Abi Talib!”
Entonces la gente con curiosidad le preguntó al Profeta:
“¡Oh, Mensajero de Dios!, hiciste algo que nunca antes te habíamos visto hacer: caminaste descalzo en el funeral, repetiste setenta veces Al.lahu Akbar, te acostaste dentro de la fosa y la amortajaste con tu propia camisa, y luego dijiste: “¡Tu hijo!, ¡tu hijo!, ¡tu hijo!, no Ya'far ni ‘Aqeel; ¡tu hijo, tu
hijo ‘Ali ibn Abi Talib!”
El Profeta Muhammad respondió:
“Mi lentitud al caminar durante la procesión fúnebre se debió a la multitud de ángeles que habían participado en el sepelio; y el que setenta veces repetí el takbir, fue porque setenta filas de ángeles estaban realizando la oración para ella.
Y me acosté dentro de su tumba, ya que en una ocasión que hablé de la presión de la tumba al momento de morir, Fátima la hija de Asad temió y dijo: ‘¡Ay Ay!, por la debilidad e incapacidad delante de esta calamidad’. Es por esa razón que yo entonces me acosté allí para quitarle a ella, la presión de la tumba.
Pero el hecho de que la amortajé con mi vestido fue porque en una ocasión le hablé del Día de la Resurrección y de cómo ese día la gente se suscitará desnuda.
A lo que Fátima bint Assad dijo: ‘¡Ay!, por esa desnudez’ Yo la cubrí con mi propio vestido para que el Día del Juicio se levante tapada.
Y eso que dije: “¡Tu hijo!, ¡tu hijo!, ¡tu hijo!, no Ya'far ni ‘Aqeel; ¡tu hijo, tu hijo ‘Ali ibn Abi Talib!” fue porque cuando los dos ángeles que entraron en su tumba, le preguntaron a Fátima: ‘¿Quién es tu Señor? Ella dijo: ‘Mi Señor es Allah, seguido Le preguntaron: ‘¿Quién es tu profeta?’ Y Respondió: “Muhammad es mi Profeta” y finalmente le Preguntaron: ‘¿Quién es tu Imam?’ Pero a Fátima la inhibía decir ‘mi hijo’. Así que le dije:
‘Di que es tu hijo ‘Ali ibn Abi Talib (P)’ y Dios con esto alegró su corazón”.
Hemos llegado al final de este cuento, el cual nos muestra varias moralejas, entre el amor de un hijo a su padre o madre adoptivos, la posición y rango de la mujer en el Islam, así como de Fátima bint Asad al haber pasado a la historia por su pureza, rango ante Dios, y como madre adoptiva del Mensajero de Dios, pero sobre todo el valor de su hijo adoptivo al ser quien de la mejor forma demostró el amor y agradecimiento por las atenciones recibidas en la niñez, el valor del amor y devoción de sus padres adoptivos, pero sobre todo el nivel y respeto de esta mujer honorable, para con su hijo Ali Ibn Abu Talib, algo que debe ser presentado como uno de los requisitos para llegar a Dios.
Con esto me despido no sin antes rogar a Dios todopoderoso, te otorgue a tí y a tus seres queridos lo mejor de esta y la otra vida inshallah, por favor cuídense y hasta la próxima entrega de un nuevo cuento de la semana. Hasta pronto.
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