En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso.
Hola, hoy queremos compartir contigo este nuevo episodio que hemos titulado: La llave de la inteligencia.
El Imam Kazim (la paz sea con él), refiriéndose al estudio de la religión, consideraba que el conocimiento es la llave que permite alcanzar los grados más elevados de la perfección humana y procura la complacencia de Dios:
“Instrúyanse en la religión de Dios! Pues el conocimiento es, en verdad, la llave de la inteligencia, la perfección de la adoración, el recurso hacia las moradas elevadas y los grados de venerabilidad en la religión y en el mundo. La superioridad del sabio sobre el devoto es como la superioridad del sol sobre las estrellas. Dios nunca se complacerá de las acciones de quien no se instruye en su religión."
Esta narración es un llamado a estudiar acerca de los saberes de la religión. Además, establece una clara diferencia entre el devoto y el sabio. Este último se distingue del practicante y lo supera en una proporción cósmica. Su jerarquía es comparable a la del imponente sol respecto a los pálidos y distantes luceros. El sabio es de naturaleza reflexiva e instruido en los asuntos de la existencia y la religión, conocedor de su propia fuerza y debilidad. En tal sentido, la mera práctica de los preceptos religiosos carece de significación si no va precedida del conocimiento.
De igual modo, la sabiduría por sí misma es también una cualidad intrascendente que se degrada con facilidad. Puede llegar a convertirse en vanidad si no forma parte de la preparación que permitirá recorrer los exigentes caminos de la perfección. También puede convertirse en soberbia y egoísmo si no se asume simultáneamente el ejercicio de la benevolencia, la generosidad y la humildad. Así que ni simple erudición ni vacía devoción.
El verdadero creyente no es aquel que manifiesta su fe mediante buenas acciones sino el que fundamenta estas en el intelecto. Las acciones deben ser la puesta en práctica del conocimiento religioso. El creyente debe ser un atleta del intelecto, un estudioso practicante de la bondad que ha consagrado su vida a develar los secretos de la existencia bajo la guía de las revelaciones divinas, la sabiduría y ejemplo de los profetas, las elevadas virtudes del Mensajero de Dios y su bendita descendencia (la paz y las bendiciones sean con ellos).
No obstante, quien posee la facultad de la sabiduría posee también la capacidad del conocimiento interno. Quien oye, escucha, analiza y discierne acerca de la realidad de las cosas, es capaz de conocerse a sí mismo. De hecho, esta es la verdadera llave para el conocimiento de Dios. De acuerdo a la narración profética: “Aquel que se conoce a sí mismo, conoce a su Dios”. Conocer nuestras debilidades y cualidades ante Dios nos vincula y acerca más a Él. Esto nos aleja de todo envanecimiento, soberbia y egoísmo que son los factores generadores de los más vergonzantes comportamientos morales.
Estas diferentes clases de conocimiento son fundamentales para pulir nuestro corazón, constituyen la esencia de toda adoración y motivan la pureza de nuestra existencia. Nos brinda también protección en la vida diaria, contra los problemas y amenazas de este mundo materialista. El conocimiento y el brillo solar del corazón nos apartan de la desidia, las conjeturas, las vacilaciones, las suposiciones falsas y los espejismos del mal.
Hemos llegado al final de este episodio. Nos despedimos de ti con profundo afecto y respeto, seguros de que cada día compartirás con nosotros estas enseñanzas que abrirán tu corazón y tu pensamiento. ¡Hasta mañana!