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Descripción

La impaciencia es una aliada de la frustración y esto puede llevarnos a cometer graves errores, tan grandes como un pez que nos traga para hacernos reflexionar en la oscuridad de su panza acerca de nuestra inconstancia. Esto le pasó a un honorable hombre que fue enviado por Dios a guiar a un pueblo extraviado.

Transcripción

La historia del profeta Jonás

Jonás (la paz sea con él) fue uno de los profetas de los Hijos de Israel y su tumba se encuentra actualmente en Irak. Es referido cuatro veces en el Sagrado Corán; incluso, el décimo capítulo lleva su bendito nombre. Además, en algunos versículos son descritas sus cualidades y se narra su historia, aunque no se le menciona de manera explícita.

Misión del profeta Jonás

﴿وَأَرْسَلْنَاهُ إِلَى مِائَةِ أَلْفٍ أَوْ يَزِيدُونَ ﴾

“Y le enviamos a una comunidad de cien mil o más (habitantes de Nínive)”.
 (Capítulo 37, As-Safat, versículo 147)

La ciudad de Nínive era la capital asiria y se encontraba ubicada en la parte oriental de lo que hoy es Mosul (Irak). En la antigüedad fue consideraba una de las metrópolis más grandes y ricas de Oriente, con una población de más de cien mil habitantes. Su gobierno había alcanzado gran poder y dominio sobre un gran número de países de Asia.

La abundancia de bendiciones y las riquezas sin límites llevaron a la gente de esos tiempos a cometer malas acciones y pecados hasta alcanzar el extravío absoluto. Por otro lado, los pobladores de Nínive eran idólatras y no aceptaban la fe en Dios Todopoderoso. Así que Dios les envió a Jonás.

Jonás llegó a Nínive cuando tenía treinta años. Allí dio comienzo a su invitación de abrazar la fe en Dios, a la contrición y el arrepentimiento de los pecados, pero la gente rechazó su llamado. Todo aquel pueblo continuó viviendo bajo las mismas costumbres, sumido en la decadencia moral. Luego de treinta y tres años de haber iniciado este llamamiento profético, apenas dos personas siguieron a Jonás y se convirtieron en creyentes. Una de ellas fue Rubil, un viejo amigo del Profeta, que era además uno de los eruditos y sabios de aquella majestuosa ciudad; el otro devoto se llamaba Melija.

Cuando Jonás observó que su pueblo continuaba atrapado en aquellas creencias erróneas, sintió que su invitación no había alcanzado el propósito deseado, así que este honorable, desesperado y frustrado, decidió maldecirlos.

Rubil le dijo: “No maldigas a tu pueblo, a Dios le disgusta matar a la gente”. No obstante, el devoto Melija estaba de acuerdo con la decisión de Jonás y le decía de forma insistente: “¡Maldícelos!” Finalmente, el Profeta aceptó las sugerencias de Melija y los maldijo.

Dios Todopoderoso envió una revelación diciéndole que enviaría un tormento sobre ellos, en tal año, tal mes y tal día. Poco antes de que cayera el castigo, Jonás y el devoto Melija salieron de la ciudad; sin embargo, el sabio Rubil se quedó con la gente. Cuando se acercó el día en que descendería el castigo, le dijo al pueblo: “Todos supliquen y lloren a Dios, tal vez se apiade de vosotros y les levante el castigo”. 

Preguntaron: “¿Cómo suplicamos y sollozamos?”

Dijo: “Salgan a los desiertos y separen a los hijos de sus madres, hagan lo mismo con los camellos, con las vacas, con los corderos y sus crías, lloren y supliquen”. Así hicieron, todos salieron de la ciudad y Dios levantó de ellos el castigo.

Jonás es colocado en el vientre de la ballena

Jonás, al escuchar esto, abandonó la ciudad sin el permiso de Dios y se dirigió hacia las orillas del mar, donde vio un barco de pasajeros y carga que se hacía a la mar. Jonás pidió permiso para subir, le dieron un lugar y abordó el barco.

﴿وَإِنَّ يُونُسَ لَمِنَ الْمُرْسَلِينَ﴾

“Y, en verdad, Jonás fue uno de los Mensajeros”. (Capítulo 37, As-Safat, versículo 139)

 

﴿إِذْ أَبَقَ إِلَى الْفُلْكِ الْمَشْحُونِ﴾

 

“[Recuerda] Cuando se escapó en la nave repleta (de gente y carga)”. (Capítulo 37, As-Safat, versículo 140)

 

El barco se echó a la mar y cuando estaban lejos de la costa apareció un gran pez que detuvo el curso del barco; el enorme animal abría la boca como si buscara comida. Cuando Jonás vio aquel enorme animal, se fue hacia la popa del barco, pero el formidable animal lo siguió hasta la parte posterior del barco hasta que la situación se volvió difícil para todos los pasajeros.

Alguien dijo: “Sin duda un pecador se ha ocultado entre nosotros que debe ser alimento de este pez”. Así que decidieron realizar un sorteo entre ellos para determinar a quién lanzarían del barco. Jonás fue el destinado.

﴿فَسَاهَمَ فَكَانَ مِنَ الْمُدْحَضِينَ  ﴾

“Y echaron a suertes y fue de los perdedores”. (Capítulo 37, As-Safat, versículo 141)

 

Incluso sortearon tres veces y tres veces Jonás fue el destinado. Fue así como lo echaron al mar y el gran pez lo tragó de inmediato.

﴿فَالْتَقَمَهُ الْحُوتُ وَهُوَ مُلِيمٌ﴾

“(lo echaron al mar) y el pez se lo tragó y ese fue su castigo”. (Capítulo 37, As-Safat, versículo 142)

 

En seguida el pez atrapó a Jonás entre sus grandes mandíbulas, pero Dios había inspirado a ese animal para que no le hiciera daño. Cuando se encontraba en la panza del animal, el Profeta pensó que había muerto, sin embargo, al mover las extremidades de su cuerpo comprendió que aún estaba con vida. Se postró y dijo: “¡Oh, Señor! Elegí un lugar para la adoración, en el que nadie te ha alabado”.

Pasó varios días en el vientre del pez. Debió ser un lugar sombrío y húmedo, pero eso no impidió que alabara y glorificara constantemente a Dios. Ahí confesó la grandeza divina y confesó también que, con lo que había hecho, se había perjudicado a sí mismo. Dios respondió a su oración y aceptó su arrepentimiento:

 

﴿وَذَا النُّونِ إِذْ ذَهَبَ مُغَاضِبًا فَظَنَّ أَنْ لَنْ نَقْدِرَ عَلَيْهِ فَنَادَى فِي الظُّلُمَاتِ أَنْ لَا إِلَهَ إِلَّا أَنْتَ
سُبْحَانَكَ إِنِّي كُنْتُ مِنَ الظَّالِمِينَ﴾

Y [recuerda a] Du l-Nun (Jonás) cuando se fue indignado pensando que no le pondríamos en dificultades. Y gritó en la oscuridad: «¡No hay más Dios que Tú! ¡Gloria a Ti! ¡En verdad, he sido de los opresores!»”.

(Capítulo 21, Los profetas, versículo 87)

﴿فَاسْتَجَبْنَا لَهُ وَنَجَّيْنَاهُ مِنَ الْغَمِّ وَكَذَلِكَ نُنْجِي الْمُؤْمِنِينَ﴾

Y le respondimos y le salvamos de la angustia. Así es como salvamos a los creyentes

(Capítulo 21, Los profetas, versículo 88)

Luego Dios le ordenó al pez que llevara a Jonás hasta la costa y lo aventara fuera del mar, sobre la arena. Jonás salió enfermo y cansado de la panza del pez, así que Dios hizo crecer una gran mata de calabaza para que su sombra lo protegiera de los calientes rayos del sol y de cuyas ramas manaba un líquido parecido a la leche que Jonás succionaba para obtener alimento.

Había perdido todo el pelo y adelgazado notoriamente. Imploraba y lloraba todos los días y todas las noches. Cuando su cuerpo se fortaleció y recuperó la salud, Dios envió a una lombriz para que comiera las raíces de la mata de calabaza, de manera que esto la secara. Para Jonás fue muy triste y doloroso ver que la mata había muerto.

Dios le reveló: “¿Por qué estás triste?”

Él dijo: “Esta mata me proporcionaba sombra. Hiciste que un gusano la dominara, comió sus raíces y se secó”.

Dios dijo: “Te entristeció el que la mata se haya secado, una mata que tú mismo no la plantaste ni regaste, pero no te entristeció el descenso de un tormento sobre mil personas o tal vez más. Ahora debes saber que la gente de Nínive creyó y tomó el camino de la abstinencia, les fue levantado el castigo, dirígete hacia ellos”.

Jonás (la paz sea con él) se percató de su error y suplicó: “¡Oh Señor, perdóname, perdóname!” Entonces se dirigió a Nínive. Después de la hora señalada, Jonás regresó a la ciudad para ver la forma en que la gente moría, pero para su sorpresa vio a los campesinos trabajando en sus campos, y la situación en la ciudad parecía muy normal.

Jonás preguntó por el estado de la gente. Ellos no lo reconocieron. Uno de la tribu de Jonás le dijo: “Jonás maldijo a su tribu, su súplica fue aceptada, el castigo cayó sobre ellos, entonces ellos todos juntos lloraron e imploraron y Dios tuvo Misericordia de ellos, y desvió el castigo hacia las montañas. En estos momentos andan en busca de Jonás, quieren encontrarlo y convertir su fe a la de él”.

Jonás sintió vergüenza y no entró en la ciudad. Vio a un pastor, se acercó a él y le dijo: “Ve a la gente de Nínive e infórmale que Jonás vendrá a ellos”.

Vinieron a recibirlo y lo llevaron a Nínive con respeto; creyeron en él, se mantuvieron firmes en el camino de la fe y continuaron su vida durante muchos años bajo la dirección y guía del profeta Jonás (la paz sea con él).

 

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La impaciencia es una aliada de la frustración y esto puede llevarnos a cometer graves errores, tan grandes como un pez que nos traga para hacernos reflexionar en la oscuridad de su panza acerca de nuestra inconstancia. Esto le pasó a un honorable hombre que fue enviado por Dios a guiar a un pueblo extraviado.

La historia del profeta Jonás

Jonás (la paz sea con él) fue uno de los profetas de los Hijos de Israel y su tumba se encuentra actualmente en Irak. Es referido cuatro veces en el Sagrado Corán; incluso, el décimo capítulo lleva su bendito nombre. Además, en algunos versículos son descritas sus cualidades y se narra su historia, aunque no se le menciona de manera explícita.

Misión del profeta Jonás

﴿وَأَرْسَلْنَاهُ إِلَى مِائَةِ أَلْفٍ أَوْ يَزِيدُونَ ﴾

“Y le enviamos a una comunidad de cien mil o más (habitantes de Nínive)”.
 (Capítulo 37, As-Safat, versículo 147)

La ciudad de Nínive era la capital asiria y se encontraba ubicada en la parte oriental de lo que hoy es Mosul (Irak). En la antigüedad fue consideraba una de las metrópolis más grandes y ricas de Oriente, con una población de más de cien mil habitantes. Su gobierno había alcanzado gran poder y dominio sobre un gran número de países de Asia.

La abundancia de bendiciones y las riquezas sin límites llevaron a la gente de esos tiempos a cometer malas acciones y pecados hasta alcanzar el extravío absoluto. Por otro lado, los pobladores de Nínive eran idólatras y no aceptaban la fe en Dios Todopoderoso. Así que Dios les envió a Jonás.

Jonás llegó a Nínive cuando tenía treinta años. Allí dio comienzo a su invitación de abrazar la fe en Dios, a la contrición y el arrepentimiento de los pecados, pero la gente rechazó su llamado. Todo aquel pueblo continuó viviendo bajo las mismas costumbres, sumido en la decadencia moral. Luego de treinta y tres años de haber iniciado este llamamiento profético, apenas dos personas siguieron a Jonás y se convirtieron en creyentes. Una de ellas fue Rubil, un viejo amigo del Profeta, que era además uno de los eruditos y sabios de aquella majestuosa ciudad; el otro devoto se llamaba Melija.

Cuando Jonás observó que su pueblo continuaba atrapado en aquellas creencias erróneas, sintió que su invitación no había alcanzado el propósito deseado, así que este honorable, desesperado y frustrado, decidió maldecirlos.

Rubil le dijo: “No maldigas a tu pueblo, a Dios le disgusta matar a la gente”. No obstante, el devoto Melija estaba de acuerdo con la decisión de Jonás y le decía de forma insistente: “¡Maldícelos!” Finalmente, el Profeta aceptó las sugerencias de Melija y los maldijo.

Dios Todopoderoso envió una revelación diciéndole que enviaría un tormento sobre ellos, en tal año, tal mes y tal día. Poco antes de que cayera el castigo, Jonás y el devoto Melija salieron de la ciudad; sin embargo, el sabio Rubil se quedó con la gente. Cuando se acercó el día en que descendería el castigo, le dijo al pueblo: “Todos supliquen y lloren a Dios, tal vez se apiade de vosotros y les levante el castigo”. 

Preguntaron: “¿Cómo suplicamos y sollozamos?”

Dijo: “Salgan a los desiertos y separen a los hijos de sus madres, hagan lo mismo con los camellos, con las vacas, con los corderos y sus crías, lloren y supliquen”. Así hicieron, todos salieron de la ciudad y Dios levantó de ellos el castigo.

Jonás es colocado en el vientre de la ballena

Jonás, al escuchar esto, abandonó la ciudad sin el permiso de Dios y se dirigió hacia las orillas del mar, donde vio un barco de pasajeros y carga que se hacía a la mar. Jonás pidió permiso para subir, le dieron un lugar y abordó el barco.

﴿وَإِنَّ يُونُسَ لَمِنَ الْمُرْسَلِينَ﴾

“Y, en verdad, Jonás fue uno de los Mensajeros”. (Capítulo 37, As-Safat, versículo 139)

 

﴿إِذْ أَبَقَ إِلَى الْفُلْكِ الْمَشْحُونِ﴾

 

“[Recuerda] Cuando se escapó en la nave repleta (de gente y carga)”. (Capítulo 37, As-Safat, versículo 140)

 

El barco se echó a la mar y cuando estaban lejos de la costa apareció un gran pez que detuvo el curso del barco; el enorme animal abría la boca como si buscara comida. Cuando Jonás vio aquel enorme animal, se fue hacia la popa del barco, pero el formidable animal lo siguió hasta la parte posterior del barco hasta que la situación se volvió difícil para todos los pasajeros.

Alguien dijo: “Sin duda un pecador se ha ocultado entre nosotros que debe ser alimento de este pez”. Así que decidieron realizar un sorteo entre ellos para determinar a quién lanzarían del barco. Jonás fue el destinado.

﴿فَسَاهَمَ فَكَانَ مِنَ الْمُدْحَضِينَ  ﴾

“Y echaron a suertes y fue de los perdedores”. (Capítulo 37, As-Safat, versículo 141)

 

Incluso sortearon tres veces y tres veces Jonás fue el destinado. Fue así como lo echaron al mar y el gran pez lo tragó de inmediato.

﴿فَالْتَقَمَهُ الْحُوتُ وَهُوَ مُلِيمٌ﴾

“(lo echaron al mar) y el pez se lo tragó y ese fue su castigo”. (Capítulo 37, As-Safat, versículo 142)

 

En seguida el pez atrapó a Jonás entre sus grandes mandíbulas, pero Dios había inspirado a ese animal para que no le hiciera daño. Cuando se encontraba en la panza del animal, el Profeta pensó que había muerto, sin embargo, al mover las extremidades de su cuerpo comprendió que aún estaba con vida. Se postró y dijo: “¡Oh, Señor! Elegí un lugar para la adoración, en el que nadie te ha alabado”.

Pasó varios días en el vientre del pez. Debió ser un lugar sombrío y húmedo, pero eso no impidió que alabara y glorificara constantemente a Dios. Ahí confesó la grandeza divina y confesó también que, con lo que había hecho, se había perjudicado a sí mismo. Dios respondió a su oración y aceptó su arrepentimiento:

 

﴿وَذَا النُّونِ إِذْ ذَهَبَ مُغَاضِبًا فَظَنَّ أَنْ لَنْ نَقْدِرَ عَلَيْهِ فَنَادَى فِي الظُّلُمَاتِ أَنْ لَا إِلَهَ إِلَّا أَنْتَ
سُبْحَانَكَ إِنِّي كُنْتُ مِنَ الظَّالِمِينَ﴾

Y [recuerda a] Du l-Nun (Jonás) cuando se fue indignado pensando que no le pondríamos en dificultades. Y gritó en la oscuridad: «¡No hay más Dios que Tú! ¡Gloria a Ti! ¡En verdad, he sido de los opresores!»”.

(Capítulo 21, Los profetas, versículo 87)

﴿فَاسْتَجَبْنَا لَهُ وَنَجَّيْنَاهُ مِنَ الْغَمِّ وَكَذَلِكَ نُنْجِي الْمُؤْمِنِينَ﴾

Y le respondimos y le salvamos de la angustia. Así es como salvamos a los creyentes

(Capítulo 21, Los profetas, versículo 88)

Luego Dios le ordenó al pez que llevara a Jonás hasta la costa y lo aventara fuera del mar, sobre la arena. Jonás salió enfermo y cansado de la panza del pez, así que Dios hizo crecer una gran mata de calabaza para que su sombra lo protegiera de los calientes rayos del sol y de cuyas ramas manaba un líquido parecido a la leche que Jonás succionaba para obtener alimento.

Había perdido todo el pelo y adelgazado notoriamente. Imploraba y lloraba todos los días y todas las noches. Cuando su cuerpo se fortaleció y recuperó la salud, Dios envió a una lombriz para que comiera las raíces de la mata de calabaza, de manera que esto la secara. Para Jonás fue muy triste y doloroso ver que la mata había muerto.

Dios le reveló: “¿Por qué estás triste?”

Él dijo: “Esta mata me proporcionaba sombra. Hiciste que un gusano la dominara, comió sus raíces y se secó”.

Dios dijo: “Te entristeció el que la mata se haya secado, una mata que tú mismo no la plantaste ni regaste, pero no te entristeció el descenso de un tormento sobre mil personas o tal vez más. Ahora debes saber que la gente de Nínive creyó y tomó el camino de la abstinencia, les fue levantado el castigo, dirígete hacia ellos”.

Jonás (la paz sea con él) se percató de su error y suplicó: “¡Oh Señor, perdóname, perdóname!” Entonces se dirigió a Nínive. Después de la hora señalada, Jonás regresó a la ciudad para ver la forma en que la gente moría, pero para su sorpresa vio a los campesinos trabajando en sus campos, y la situación en la ciudad parecía muy normal.

Jonás preguntó por el estado de la gente. Ellos no lo reconocieron. Uno de la tribu de Jonás le dijo: “Jonás maldijo a su tribu, su súplica fue aceptada, el castigo cayó sobre ellos, entonces ellos todos juntos lloraron e imploraron y Dios tuvo Misericordia de ellos, y desvió el castigo hacia las montañas. En estos momentos andan en busca de Jonás, quieren encontrarlo y convertir su fe a la de él”.

Jonás sintió vergüenza y no entró en la ciudad. Vio a un pastor, se acercó a él y le dijo: “Ve a la gente de Nínive e infórmale que Jonás vendrá a ellos”.

Vinieron a recibirlo y lo llevaron a Nínive con respeto; creyeron en él, se mantuvieron firmes en el camino de la fe y continuaron su vida durante muchos años bajo la dirección y guía del profeta Jonás (la paz sea con él).