En el Nombre de Dios, hola, hoy es sábado y una vez más nos encontramos junto a ti, con un nuevo cuento en este tu espacio del “Cuento de la Semana” el cual creamos exclusivamente para traerte saberes que iluminan el alma y enriquecen el conocimiento.
Debido a que estamos conmemorando el aniversario del nacimiento del Imam Al Yawad (P), decidimos contarte una historia respecto a este honorable de la descendencia del Profeta Muhammad (BPD).
Ibn al-Rida por su gran generosidad y dadivosidad fue apodado “Yawad” que significa “Generoso”. El Imam Yawad fue el Imam más joven en el momento de alcanzar su martirio.
A pesar de la corta edad que tenía durante su liderazgo religioso, hizo que varios compañeros del Imam Rida (P) dudaran de su Imamato; pero el hecho de haberlo visto hablar al nacer, curar a los enfermos y el que sus súplicas fuesen concedidas, fueron algunos de los milagros que disiparon cualquier duda de las mentes de sus seguidores, en cuanto a su Imamato o liderazgo.
Después de esta introducción y sin más preámbulo vamos juntos a escuchar el cuento de esta semana.
La curación de los ojos
Hacía apenas uno o dos años que Dios había agraciado al Imam Al Rida (P) con un hijo, siendo que ese mismo año y por orden del califa Ma’mun ‘Abbasi se vio obligado a trasladarse al Jorasán hoy día la zona de Mashhad en Irán.
El Imam Al Rida (P) acompañado por su hijo, por última vez fue a visitar La Ka’aba, (la cual es considerada por los musulmanes como la Casa de Dios).
Se cuenta que el Imam Al Rida (P) en un estado especial se despedía de La Ka’aba, siendo que cuando este honorable terminó de circunvalar dicho santuario, se dirigió al Maqame Ibrahim y en ese lugar oró.
En ese mismo estado, que el joven Yawad, sentado sobre los hombros de su sirviente Muwaffaq مُوَفَّق , se encontraba circunvalando la Ka´aba, cuando llegaron al Hijr-Ismail y justo ahí, el honorable Yawad ordenó al sirviente que se detuviera.
Este niño entonces se sentó junto al Hijr-Ismail y no quiso levantarse, estaba conmovido y molesto. Transcurridos algunos minutos Muwaffaq le dijo: “¡Mi señor, levántese!” A lo que el bendito Yawad, con rostro lleno de tristeza, dijo: “¡No me voy de aquí, a menos que sea la Voluntad de Dios!”
Entonces Muwaffaq se dirigió a donde se encontraba el Imam Al Rida (P) y le explicó lo sucedido, a lo que el Imam Al Rida (P) fue a donde estaba el Imam Yawad (P) y dijo: “¡Levántate, mi queridísimo!”
Por lo que con voz temblorosa Hazrat Yawad dijo a su padre:
“¡¿Cómo puedo levantarme y marcharme mientras veo que tú te despides de la Casa de Dios de tal forma como si nunca fueses a regresar?!”.
Entonces el Imam Al Rida (P) le pidió a su hijo que se levantara y el honorable Yawad obedeció la orden de su señor, por lo que el Imam Al Rida abrazó a su único hijo con un amor sin comparación. La escena fue muy triste y ambos sabían que era una despedida sin retorno.
En éste último viaje a la peregrinación, uno de los compañeros del Imam Rida (P), llamado Muhammad ibn Maimun محمد بن مَیمون quien, por el comportamiento del Imam, entendió que ya no lo volvería a ver, quería visitar al hijo del Imam Rida (P), por lo que se le acercó y le dijo:
“¡Mi señor! Tengo la intención de ir a Medina. “¿Puedes escribirle una carta a tu hijo y darme el orgullo de llevársela a Medina?”
Con una sonrisa de bondad y compasión el Imam aceptó su pedido.
Tiempo después, Muhammad ibn Maimún, quien desde años atrás sus ojos se había debilitado gradualmente y ese día estaba ya completamente ciego, se puso en marcha hacia Medina.
Este compañero soportó los inconvenientes del viaje hasta que arribó a la ciudad de Medina, en donde estando ahí en esta ciudad buscó la casa del Imam Al Rida (P), llegando hasta su puerta y tocó.
El amable sirviente de la casa, Muwaffaq fue a recibirlo y Muhammad Ibn Maimún, le mostró la carta del Imam Al Rida (P) y le solicitó que lo dejara ver a Hazrat Yawad para entregársela personalmente.
El sirviente entonces guió a Muhammad Ibn Maimún, hasta la sala de estar de la casa y le dijo que esperara, no había transcurrido ni un minuto cuando entró el honorable Yawad en brazos del sirviente.
Muhammad muy alegre y con gran entusiasmo mostró cortesía y presentó la carta del Imam Al Rida (P) padre de Yawad, quien después de saludar pidió al sirviente que tomara la carta y la abriera, siendo entonces que Muwaffaq abrió la carta frente al Imam y él leyó la carta línea tras línea.
Entonces dijo: “¿Acaso pediste a mi padre que me escribiera una carta para verme?”
Muhammad contestó: “¡Así es mi señor! Reunirme y hablar con usted tiene exactamente el mismo gusto que hablar con mi señor, el Imam Rida (P)”.
Hazrat Yawad preguntó: “Que Dios te proteja, ¿cómo están tus ojos, Muhammad?”
Muhammad inclinó la cabeza y dijo con pesar: “Mis ojos están enfermos desde hace mucho tiempo y ahora no tienen fuerza. Mi Señor, estoy triste porque no logro ver su bello rostro”.
El honorable Yawad dijo amablemente: “Acércate”.
Cuando se acercó, este honorable colocó sus pequeñas manos sobre los ojos de Muhammad. El calor de las manos del Imam dieron luz a su vista, quedando Muhammad Ibn Maimún, pasmado por la sorpresa, siendo que ahora sus ojos podían ver mejor que el primer día.
Muhammad, que no cabía en sí mismo del gozo, besó las manos y los pies de este honorable. Cuando llegó el momento de retirarse de la casa del honorable Al Yawad (P), no tenía la mínima duda de que se había entrevistado con el próximo Imam, ya que un niño de menos de dos años de edad le hablaba como todo un hombre, leyó atentamente la carta de su padre y sanó sus ojos. ¿Acaso un acto así puede hacerlo otro que no sea la “prueba de Dios” (es decir un Imam)?
Otro shi’ita seguidor del Ahlul Bait (P) llamado ‘Ali ibn Asbat علی بن اسباط partió desde su ciudad hacia Medina para ver al Imam. Cuando conoció al Imam Yawad (P) y después de saludarlo, comenzó a mirarlo con curiosidad. Este seguidor de la familia del Profeta Muhammad (BPD) miraba al Imam de pies a cabeza con precisión y sorpresa, para así poder describir los atributos de este Imam a la gente de su ciudad.
El Imam, al darse cuenta de su condición y las dudas que cruzaban por su mente, lo calmó con una frase.
“¡Oh Alí! Dios presenta un argumento tanto en el asunto del Imamato como en el asunto de la Profecía.
Dios dice acerca del Profeta Juan (P) o Yahya como se le nombra en árabe, en la Sura María (19:12):
﴿آتَيْناهُ الْحُكْمَ صَبِيًّا…﴾
“Le otorgamos la sabiduría desde niño”. (Surah María 19:12)
Y respecto a otro Profeta dice el Corán en el Capítulo 46 Versículo 15 lo siguiente:
﴿وَ لَمَّا بَلَغَ أَشُدَّهُ وَ بَلَغَ أَرْبَعِينَ سَنَةً﴾
“Hasta que, al alcanzar la edad adulta y alcanzar la madurez a los cuarenta años”.
Así pues, no hay obstáculo para que Dios, Todopoderoso y Sabio, un día encargue Sus asuntos a un niño y otro día a una persona de mediana edad...”.
Hazrat Yawad desde el primer día de su Imamato, numerosas veces realizó milagros y dio muestras evidentes, para con ello eliminar cualquier duda, respecto a su jerarquía, en los corazones de los seguidores del Islam.
El hecho de comprobar el rango del imamato del Imam Al Yawad (P) durante su infancia y con demostrar sus milagros y generosidad ante la gente, facilitó en su tiempo y en un futuro que no fue muy lejano, la aceptación del imamato del Bendito Imam Al Mahdi (P) siendo aún muy niño.
***
Hemos llegado al final de este cuento. Oramos por todos los enfermos, para que muy pronto recuperen la salud. Si Dios quiere.
Me despido, deseándoles lo mejor de esta y la otra vida tanto a ustedes como a sus seres queridos, hasta el próximo sábado, ¡que Dios los cuide e ilumine su camino!