Hola, hoy queremos compartir contigo este nuevo episodio que hemos titulado: La bondad hacia el huérfano.
En el Sagrado Corán hay numerosas menciones al tema de la orfandad y sobre la caridad y misericordia que debemos profesar hacia la figura del huérfano. En todas esas referencias nos instan a alimentarlos, ser generosos con ellos, hablarles con ternura, darles un trato justo e igualitario, no afectar sus propiedades; beneficiarlos en todo momento, no consumir sus bienes ni alimentos, tratarlos siempre como hermanos; jamás oprimirlos y mejorar sus vidas, cuidar de ellos y entregarles los bienes que les corresponden:
“Te preguntan sobre los huérfanos. Di: Mejorar su vida está bien. Y, si mezcláis [vuestros bienes] con los de ellos, [tratadles] como hermanos vuestros”. [Sura 2, La vaca, aleya 220].
“Y dad a los huérfanos sus bienes y no deis lo malo en lugar de lo bueno y no os comáis sus bienes juntándolos con los vuestros. En verdad, sería un gran pecado.” [Sura 4, Las mujeres, aleya 2].
“En verdad, aquellos que devoran injustamente los bienes de los huérfanos, solamente introducen fuego en sus vientres y pronto arderán en el Fuego abrasador.” [Sura 4, Las mujeres, aleya 10].
Todos los imames inmaculados inclinaron su generosidad hacia los huérfanos y más débiles. Por ejemplo, el imam Alí (la paz sea con él) alimentaba a los huérfanos dándoles miel con su propia mano, de manera que uno de sus compañeros llegó a decir: “Llegué a desear haber sido un huérfano”.
Los imames se entregaron por completo a atender las necesidades de niños, niñas y jóvenes que habían quedado abandonados, sin padres y sin hogar. Aún cuando estuvieran padeciendo extrema carestía, los imames infalibles colocaban los requerimientos de aquellos por encima de sus propios intereses.
Y no podía ser de otra manera. Quedó para la posteridad que el imam Alí y la gente de su casa dieron el ejemplo más trascendente de desprendimiento y benevolencia. Nos referimos a esa ocasión en que dieron de comer su propia ración de comida al indigente, al huérfano y luego al liberto, motivo por el cual tuvieron que pasar tres días más en ayuno bebiendo únicamente agua. Sus hijos, nietos y toda su bendita descendencia consideraron este hecho piadoso como un distintivo y fue para ellos un honor imitarlo. Siempre brindaron amparo al huérfano, cuidaron de él y fueron para ellos como unos padres.
Hemos llegado al final de este episodio. Nos despedimos de ti con profundo afecto y respeto, seguros de que cada día compartirás con nosotros estas enseñanzas que abrirán tu corazón y tu pensamiento. ¡Hasta mañana!