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Descripción

Ante al Profeta Muhammad (BPD) se presentó un pobre hombre en extrema necesidad quien le solicitó al propio Mensajero de Dios, pudiese ayudarle para saciar su hambre, ante lo cual el mismo buscó la manera de hacerlo, siendo que en su casa no había forma de hacerlo, sin embargo su hermano, tal como el Profeta llamaba al Príncipe de los Creyentes, se ofreció en hacerlo, logrando un hecho que valió una gran recompensa Divina, por lo que te invito a escuchar este cuento el cual deja una gran enseñanza y una reflexión única.

Transcripción

En el Nombre de Dios, hola, hoy es sábado y una vez más nos encontramos junto a ti, con un nuevo cuento en este tu espacio del “Cuento de la Semana” el cual creamos exclusivamente para traerte saberes que iluminan el alma y enriquecen el conocimiento.

En efecto, nos encontramos en los días del aniversario del nacimiento del “alma del Profeta”, “esposo de Fátima”, “el Príncipe de los Creyentes”, es decir el imam ‘Ali (P).

¡Es por ello que te deseamos muchas felicidades en esta bendita época e invito a escuchar juntos, el cuento de esta semana!

Invitar a un pobre hambriento

Un hombre indigente se presentó ante el Mensajero de Dios (BPD) y dijo:

Estoy muy hambriento y no tengo recursos, ¡por favor, preparen para mi algo de comida y sácienme!

El Mensajero de Dios comenzó consigo mismo y envió a un mensajero a las casas de sus esposas. Pero ellas en respuesta dijeron, que en casa no tenían nada más que agua.

Era de noche y el indigente aún esperaba encontrar algún alimento para no dormir con hambre, cuando el Mensajero de Dios se percató que en casa no tenía nada para dar a este necesitado, por lo que se volvió hacia sus Compañeros y les preguntó:

¿Quién esta noche puede invitar a su casa a este hombre hambriento?

En eso el Imam ‘Ali (P), quien siempre se mostraba ansioso por ser el primero en cumplir las órdenes del Profeta, dijo:

¡Oh Mensajero de Dios, yo lo invito!”

Entonces el Imam ‘Ali (P) acompañado por el pobre hombre indigente, se dirigieron a su hogar lleno de misericordia. Cuando el Imam ‘Ali llegó a casa, dijo a su esposa Fátima (P) lo siguiente:

¡Oh hija del Mensajero de Dios! mi queridísima Fátima, ¿tenemos comida en casa? ¡Tenemos un invitado!”

A lo que la honorable Fátima dijo:

“¡Si hay! Pero sólo en la medida de lo que comen los niños, pero al invitado lo consideramos antes que a nosotros mismos”.

En efecto, Fátima, aunque era madre y la madre siempre está muy atenta en que sus hijos no queden hambrientos y vaya calidad de hijos, Hassan y Hussein, - los Señores de los jóvenes de la gente del Paraíso, - decidió a pesar de esto, sacrificarse y dio a entender al Príncipe de los Creyentes que “no dejaría que este hombre en dificultad saliese de su bendita casa con hambre”.

Por lo que el Imam ‘Ali (P) dijo:

¡Mi querida Fátima!, entonces duerme a los niños y apaga las luces.

Fátima durmió a sus hijos con balbuceos maternales amorosos, luego abrió el mantel, para luego apagar las luces con tal de que el hombre indigente no se diera cuenta de que en la casa no había comida suficiente ni siquiera para ellos mismos.

‘Ali y Fátima se comportaron de tal manera en esa oscuridad que el invitado supuso que ellos también estaban comiendo.

El invitado finalmente sació su hambre con esa comida y se fue, mientras que ‘Ali, Fátima y sus niños pasaban esa noche con hambre.

Después de que el invitado partiese, Fátima encendió las luces y de repente vio que en su casa había una canasta llena de gracia y misericordia divina, la cual estaba llena de comida celestial.

La noche había terminado y se escuchó la voz del muecín recitando el llamado a la oración. Sí, era finalmente la hora de la oración del alba por lo que el Imam ‘Ali cargado de ese deseo constante que siempre mostraba lleno de amor, se fue a ver al Mensajero de Dios y oró con él. Después de dar el saludo de la oración, el Mensajero de Dios miró a ‘Ali, lloró y dijo:

El sacrificio vuestro de anoche es asombroso.

Fue entonces cuando esta noble aleya fue revelada al Profeta (BPD), quien a su vez la recitó al imam Ali (P):

﴿وَيُؤْثِرُونَ عَلَى أَنْفُسِهِمْ وَلَوْ كَانَ بِهِمْ خَصَاصَةٌ وَمَنْ يُوقَ شُحَّ نَفْسِهِ فَأُولَئِكَ هُمُ الْمُفْلِحُونَ

“y (a los necesitados) les prefieren a sí mismos, aunque se encuentre en una extrema necesidad. Y quienes están a salvo de su propia avaricia, ellos son los triunfadores”

Hemos llegado al final de esta parte pero, antes de despedirme, me gustaría mucho regalarles una narración del Imam Yawad (P) con motivo de estos días benditos. Creo que es muy oportuno y beneficioso para nosotros leer o enviar a los demás como obsequios las aleyas del Corán y las palabras luminosas provenientes de la familia del Profeta del Islam, el Ahlul-Bayt (P), ya que no hay nada superior para estos dos preciosos tesoros que el Mensajero ha confiado a su comunidad.

El Imam Yawad (P), desde el inicio de la noche hasta la madrugada, sólo recitaba una súplica:

«اللّهُمّ قِني شُحَّ نَفسِي»

¡Oh, Dios! Protégeme de mi propia avaricia”.

El narrador de esta narración cuento que le dijo al Imam lo siguiente:

¡Ofrezco mi vida por ti Oh Imam!, ¡de tí no he escuchado ninguna otra súplica!

A lo que el Imam (P) contestó:

«فاى شىء اشد من الشح»

¿Qué es más peligroso que ser avaro? Dios Todopoderoso dice:

﴿ومَنْ يُوقَ شُحَّ نَفْسِهِ فَأُولئِكَ هُمُ المُفْلِحُونَ

“Quienes se mantuvieron alejados de la codicia y su propia avaricia, ¡esos son los triunfadores!”.

Que Dios, aumente el amor y afecto por el Corán y el Ahlul-Bayt en los corazones de todos nosotros.

No te olvides de seguirnos en nuestro canal de YouTube.com/FatimaTVes, y hazte miembro para no perderte de ninguna historia.

No me despido sin antes rogar a Dios Todopoderoso de que te otorgue a ti y a tus seres queridos lo mejor de esta y la otra vida, por favor cuídate y hasta el próximo sábado.

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Ante al Profeta Muhammad (BPD) se presentó un pobre hombre en extrema necesidad quien le solicitó al propio Mensajero de Dios, pudiese ayudarle para saciar su hambre, ante lo cual el mismo buscó la manera de hacerlo, siendo que en su casa no había forma de hacerlo, sin embargo su hermano, tal como el Profeta llamaba al Príncipe de los Creyentes, se ofreció en hacerlo, logrando un hecho que valió una gran recompensa Divina, por lo que te invito a escuchar este cuento el cual deja una gran enseñanza y una reflexión única.

En el Nombre de Dios, hola, hoy es sábado y una vez más nos encontramos junto a ti, con un nuevo cuento en este tu espacio del “Cuento de la Semana” el cual creamos exclusivamente para traerte saberes que iluminan el alma y enriquecen el conocimiento.

En efecto, nos encontramos en los días del aniversario del nacimiento del “alma del Profeta”, “esposo de Fátima”, “el Príncipe de los Creyentes”, es decir el imam ‘Ali (P).

¡Es por ello que te deseamos muchas felicidades en esta bendita época e invito a escuchar juntos, el cuento de esta semana!

Invitar a un pobre hambriento

Un hombre indigente se presentó ante el Mensajero de Dios (BPD) y dijo:

Estoy muy hambriento y no tengo recursos, ¡por favor, preparen para mi algo de comida y sácienme!

El Mensajero de Dios comenzó consigo mismo y envió a un mensajero a las casas de sus esposas. Pero ellas en respuesta dijeron, que en casa no tenían nada más que agua.

Era de noche y el indigente aún esperaba encontrar algún alimento para no dormir con hambre, cuando el Mensajero de Dios se percató que en casa no tenía nada para dar a este necesitado, por lo que se volvió hacia sus Compañeros y les preguntó:

¿Quién esta noche puede invitar a su casa a este hombre hambriento?

En eso el Imam ‘Ali (P), quien siempre se mostraba ansioso por ser el primero en cumplir las órdenes del Profeta, dijo:

¡Oh Mensajero de Dios, yo lo invito!”

Entonces el Imam ‘Ali (P) acompañado por el pobre hombre indigente, se dirigieron a su hogar lleno de misericordia. Cuando el Imam ‘Ali llegó a casa, dijo a su esposa Fátima (P) lo siguiente:

¡Oh hija del Mensajero de Dios! mi queridísima Fátima, ¿tenemos comida en casa? ¡Tenemos un invitado!”

A lo que la honorable Fátima dijo:

“¡Si hay! Pero sólo en la medida de lo que comen los niños, pero al invitado lo consideramos antes que a nosotros mismos”.

En efecto, Fátima, aunque era madre y la madre siempre está muy atenta en que sus hijos no queden hambrientos y vaya calidad de hijos, Hassan y Hussein, - los Señores de los jóvenes de la gente del Paraíso, - decidió a pesar de esto, sacrificarse y dio a entender al Príncipe de los Creyentes que “no dejaría que este hombre en dificultad saliese de su bendita casa con hambre”.

Por lo que el Imam ‘Ali (P) dijo:

¡Mi querida Fátima!, entonces duerme a los niños y apaga las luces.

Fátima durmió a sus hijos con balbuceos maternales amorosos, luego abrió el mantel, para luego apagar las luces con tal de que el hombre indigente no se diera cuenta de que en la casa no había comida suficiente ni siquiera para ellos mismos.

‘Ali y Fátima se comportaron de tal manera en esa oscuridad que el invitado supuso que ellos también estaban comiendo.

El invitado finalmente sació su hambre con esa comida y se fue, mientras que ‘Ali, Fátima y sus niños pasaban esa noche con hambre.

Después de que el invitado partiese, Fátima encendió las luces y de repente vio que en su casa había una canasta llena de gracia y misericordia divina, la cual estaba llena de comida celestial.

La noche había terminado y se escuchó la voz del muecín recitando el llamado a la oración. Sí, era finalmente la hora de la oración del alba por lo que el Imam ‘Ali cargado de ese deseo constante que siempre mostraba lleno de amor, se fue a ver al Mensajero de Dios y oró con él. Después de dar el saludo de la oración, el Mensajero de Dios miró a ‘Ali, lloró y dijo:

El sacrificio vuestro de anoche es asombroso.

Fue entonces cuando esta noble aleya fue revelada al Profeta (BPD), quien a su vez la recitó al imam Ali (P):

﴿وَيُؤْثِرُونَ عَلَى أَنْفُسِهِمْ وَلَوْ كَانَ بِهِمْ خَصَاصَةٌ وَمَنْ يُوقَ شُحَّ نَفْسِهِ فَأُولَئِكَ هُمُ الْمُفْلِحُونَ

“y (a los necesitados) les prefieren a sí mismos, aunque se encuentre en una extrema necesidad. Y quienes están a salvo de su propia avaricia, ellos son los triunfadores”

Hemos llegado al final de esta parte pero, antes de despedirme, me gustaría mucho regalarles una narración del Imam Yawad (P) con motivo de estos días benditos. Creo que es muy oportuno y beneficioso para nosotros leer o enviar a los demás como obsequios las aleyas del Corán y las palabras luminosas provenientes de la familia del Profeta del Islam, el Ahlul-Bayt (P), ya que no hay nada superior para estos dos preciosos tesoros que el Mensajero ha confiado a su comunidad.

El Imam Yawad (P), desde el inicio de la noche hasta la madrugada, sólo recitaba una súplica:

«اللّهُمّ قِني شُحَّ نَفسِي»

¡Oh, Dios! Protégeme de mi propia avaricia”.

El narrador de esta narración cuento que le dijo al Imam lo siguiente:

¡Ofrezco mi vida por ti Oh Imam!, ¡de tí no he escuchado ninguna otra súplica!

A lo que el Imam (P) contestó:

«فاى شىء اشد من الشح»

¿Qué es más peligroso que ser avaro? Dios Todopoderoso dice:

﴿ومَنْ يُوقَ شُحَّ نَفْسِهِ فَأُولئِكَ هُمُ المُفْلِحُونَ

“Quienes se mantuvieron alejados de la codicia y su propia avaricia, ¡esos son los triunfadores!”.

Que Dios, aumente el amor y afecto por el Corán y el Ahlul-Bayt en los corazones de todos nosotros.

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No me despido sin antes rogar a Dios Todopoderoso de que te otorgue a ti y a tus seres queridos lo mejor de esta y la otra vida, por favor cuídate y hasta el próximo sábado.