En el nombre de Dios.
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Muchas veces sentimos el deseo de corregir a alguien.
A una persona que no reza, que miente, que no lleva velo, que bebe alcohol...
Queremos ayudarla a mejorar, porque nos importa, porque su felicidad nos interesa, porque queremos salvarla.

Pero… ¿cómo debemos hacerlo?

El Príncipe de los Creyentes, Alí —la paz sea con él— nos da una clave poderosa:

أَصْلِحِ اَلْمُسِيءَ بِحُسْنِ فِعَالِكَ

"Corrige al que actúa mal con la belleza de tus acciones."
(Gurar al-Hikam wa Durar al-Kalim, tomo 1, pág. 134)

Y también el Imam Sadiq —la paz sea con él— nos dice:

كُونُوا دُعَاةً لِلنَّاسِ بِغَيْرِ أَلْسِنَتِكُمْ لِيَرَوْا مِنْكُمُ اَلْوَرَعَ وَ اَلاِجْتِهَادَ وَ اَلصَّلاَةَ وَ اَلْخَيْرَ فَإِنَّ ذَلِكَ دَاعِيَةٌ.

"Invitad a la gente sin usar vuestras lenguas (es decir, a través de vuestras acciones). Ellos deben ver en vosotros la piedad, el esfuerzo, la oración y las buenas obras, ya que estas son motivaciones."
(Al-Kafi, tomo 2, pág. 78)

Es decir, si un padre en casa es constante en la oración, poco a poco su hijo también lo será.
Si una madre es recatada y lleva el velo con dignidad, su hija se verá influenciada positivamente.

Más que nuestras palabras, lo que impacta es nuestra conducta.
Cuando actúo correctamente, quien está a mi lado se siente más motivado a corregirse a sí mismo, mucho más que si solo digo cosas bonitas.

Y fíjate en lo que dice el Profeta Muhammad —la paz y bendiciones sean con él y su bendita familia— sobre esto:

مَنْ سَنَّ سُنَّةً حَسَنَةً فَلَهُ أَجْرُهَا وَ أَجْرُ مَنْ عَمِلَ بِهَا إِلَى يَوْمِ اَلْقِيَامَةِ مِنْ غَيْرِ أَنْ يُنْقَصَ مِنْ أُجُورِهِمْ شَيْءٌ
 

"Quien establezca una buena práctica tendrá su recompensa y la recompensa de quienes la sigan hasta el Día de la Resurrección, sin que se disminuya nada de sus recompensas."
(Al-Kafi, tomo 5, pág. 9)

Es decir, quien inicia un camino de bondad, se lleva su recompensa… ¡y también la de cada persona que lo siga hasta el fin de los tiempos!

💫 Ahora déjame contarte una historia real y muy hermosa:

Un día, un hombre estaba haciendo mal la ablución (wudú).
Los imames Hasan y Husein —la paz sea con ambos—, que eran apenas unos niños, se acercaron a él y le dijeron con amabilidad:
“Queremos hacer la ablución. ¿Puedes observarnos y decirnos cuál de los dos lo hace mejor?”

Ambos hicieron su ablución correctamente.

Aquel hombre, al ver cómo lo hacían, se dio cuenta de su propio error.
No fue corregido con reproches ni humillación, sino con respeto, elegancia y un ejemplo práctico.

Eso es exactamente lo que significa “Invitad sin palabras”.

✨ Así que si deseas corregir a alguien… empieza por ti.
Sé tú, primero, lo que quieres que los demás sean.

📿 ¡Oh Dios! Danos el honor de invitar a la bondad y la verdad a través de nuestras acciones, no solo con nuestras palabras.

Hasta el próximo podcast…
¡Que Dios te acompañe!