Imam Hassan Señor de los jóvenes del Paraíso
Aniversario de su nacimiento
Hola, ¿Cómo estás?
Hoy es miércoles, pero tenemos un cuento especial que deseamos compartir contigo en este día tan significativo. Se trata de una historia que te ayudará a conocer un poco más acerca del primer hijo de la Señora Fátima (la paz sea con ella). Pero no te preocupes, el próximo sábado, como siempre, volveremos con un cuento nuevo e interesante. Ven, amos a escuchar juntos esta interesante narración.
Cuando Fátima Zahra (la paz sea con ella) dio a luz a su primer hijo, pidió a su esposo, el Imam Ali (la paz sea con él) que eligiera un nombre apropiado para su primogénito.
El Imam Ali dijo: “Nunca vamos por delante del Mensajero de Dios en esto”.
Cuando el Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios con él y su bendita familia) entró en la casa, colocaron al niño en las manos de este honorable.
El Profeta, dirigiéndose al Imam Ali, preguntó: “¿Han elegido ya algún nombre para él?”
A lo que Ali respondió: “¡Oh, Mensajero de Dios! No vamos por delante de usted en esto”. Y el Profeta dijo: “Y yo tampoco voy por delante de mi Dios en la realización de esto”.
En esos momentos, Dios envió una revelación por medio de Gabriel: “¡Oh, Muhammad! Ya que Ali, hijo de Abu Talib, es para ti como Aarón lo fue para Moisés, entonces llama a este infante con el mismo nombre que el hijo de Aarón”.
El Profeta preguntó: “¿Qué nombre tenía el hijo de Aarón?”
Gabriel dijo: “Shobbar”.
El Profeta indicó: “Mi lengua es el árabe y la lengua de Aarón era hebreo”. Gabriel respondió: “Llámalo Hasan”.
(Aquí queremos aclarar que el nombre “Hasan” es la traducción árabe del nombre hebreo “Shobbar”).
Entonces el Profeta pronunció en el oído derecho de su nieto el “Azan” o primer llamado a la oración, y en el oído izquierdo la “Iqama” o segundo llamado a la oración. En seguida dijo: “¡Oh, Dios! Pongo a este niño bajo Tu protección de todos los males y maldades del maldito Satanás”.
Luego, para proteger al niño de cualquier desgracia o incidente, ordenó que sacrificaran una oveja, y su carne la repartieran entre los indigentes y necesitados.
Así también ordenó que raparan la cabeza del niño y pesaran su cabello, y en ese mismo peso les entregaran plata a los necesitados como limosna.
Ya que hoy es el aniversario del nacimiento del Imam Hasan, queremos hablar más sobre la grandeza y los atributos morales de éste, el segundo Imam, que es el primer hijo de Fátima, la Señora entre las señoras del universo, y el primer nieto del último Mensajero de Dios.
El Imam Hasan no sólo ocupaba una posición selecta y distinguida en términos de conocimiento, posesión de temor de Dios, abstinencia y adoración, sino que fue conocido por su munificencia, generosidad y ayuda a los pobres y necesitados de su época. Su preciada existencia calmaba los corazones de los afligidos y era refugio de los pobres y necesitados, así como un punto de esperanza para los desamparados.
Ningún necesitado salía de la casa de este honorable con las manos vacías. Ningún hombre de corazón ofendido contaba sus angustias ante él sin que el Imam le proporcionara, al menos, algún remedio para sanar sus dolores. A veces, antes de que algún necesitado expresara su necesidad y vertiera el sudor de la vergüenza, satisfacía sus necesidades y no le permitía que se humillara para pedirlas.
El Imam Hasan era un hombre sinigual en cuanto a buenas cualidades. Los historiadores han registrado que este honorable, durante su preciada y bendecida vida, tres veces dividió sus riquezas y pertenencias, en tal forma que tomaba un par de zapatos para sí mismo y les daba un par a los necesitados.
Un día, un hombre de grotesco aspecto se sentó junto al mantel del Imam e ingirió y terminó por codicia toda la comida que había allí. Al Imam Hasan, cuya dignidad era conocida por todos, le gustó cómo el hombre se comía y se alegró, luego mientras comía le preguntó: “¿Estás casado o soltero?” El hombre respondió: “Estoy casado”. Dijo: “¿Cuántos hijos tienes?” Le contestó: “Ocho hijas que yo en cuanto a aspecto soy más bello que todas ellas, pero ellas comen más que yo”. El Imam sonrió y ordenó que le entregaran una suma de diez mil dírhems; luego dijo: “Esto es para ti, tu esposa y tus ocho hijas”.
El amor y la compasión del Imam no eran exclusivos para las personas, sino también para los animales. En realidad, para todos los seres. Por ejemplo, en una ocasión, cuando el Imam se encontraba comiendo se le acercó un perro y se paró frente a él. El Imam, por cada bocado que comía echaba un bocado frente al perro. Un hombre le preguntó: “¡Oh, hijo del Mensajero de Dios!, ¿me permite que ahuyente a este animal?” El Imam le contestó:
«دَعْهُ إِنِّی لَأَسْتَحْیی مِنَا للَّهِ عَزَّ وَ جَلَّ أَنْ یکونَ ذُو رُوحٍ ینْظُرُ فِی وَجْهِی وَ أَنَا آکلُ ثُمَّ لَا أُطْعِمُهُ».
“¡No, déjalo! Me avergüenzo ante Dios que un animal me mire a la cara cuando estoy comiendo y yo no comparta mi comida con él”.
Se relata que el Imam Hasan nunca rechazó a ningún mendigo ni tampoco dijo “No” a su solicitud, y siempre les daba limosna y donativos. Cuando le preguntaron al Imam: “¿Cómo es que nunca rechaza a los necesitados?” este honorable contestó:
“Soy un necesitado y mendigo ante Dios; estoy ansioso por presentarme ante él, pero siento vergüenza, siendo yo mismo un necesitado, rechazar a alguien que viene a pedirme algo. Dios me ha acostumbrado a que descienda Sus bendiciones sobre mí, y yo también me he acostumbrado ante Dios a prestarle atención a la gente y entregarles las bendiciones de Dios”.
Un hombre tocó a la puerta de la casa del Imam Hasan, y dirigiéndose a este honorable dijo:
«لَمْ یَبْقَ لى شَىْءٌ یُباعُ بِدِرْهَمٍ یَکْفیکَ مَنْظَرُ حالَتى عَنْ مُخْبِرى الّا بَقایا ماءُ وَجْهى صُنْتُهُ الّا یُباعَ وَقَدْ وَجَدْتُکَ مُشْتَرى».
“¡Oh, hijo del Mensajero de Dios! No me ha quedado nada para venderlo por dírhams. Mi aspecto confirma lo que digo, y atestigua la veracidad de mis palabras. Por supuesto tengo un poco de honor, el cuál he protegido (hasta encontrar a un buen comprador) y ahora que te considero un buen comprador te lo ofrezco”.
El Imam Hasan llamó a su tesorero y le preguntó: “¿Cuánto dinero hay?” Le contestó que había doce mil dírhams. El Imam dijo: “Entrega esa suma al hombre necesitado”. Entonces llamó al hombre, y después de pedirle perdón, agregó: “No te dimos lo que merecías. Pero te entregamos todo lo que teníamos”. Entonces en respuesta a la solicitud del hombre dijo:
«خُذِ الْقَلیلَ وَ کُنْ کَأَنَّکَ لَمْ تَبِعْ ما صُنْتَهُ وَ کَأَنَّنا لَمْ نَشْتَرِ».
“Toma esta pequeña suma, como si no hubieses vendido nada, ni tampoco nosotros comprado nada”. (Es decir yo no veo a tu cara para así proteger tu honor).
Esta es la mejor forma para entregar una caridad y la mejor manera para ayudar a los necesitados. Por lo tanto, o la persona no ayuda al necesitado y se disculpa amablemente; o si lo ayuda y gana la recompensa (espiritual), intenta preservar esta bondad y no la arruina con reproches y ofensas.
Dios dice en Su Libro Sagrado:
﴿لَاتُبْطِلُوا صَدَقَاتِکُمْ بِالْمَنِّ وَالْأَذَى﴾
“…No arruinéis vuestros actos de caridad con reproches y ofensas”
Hay personas entre los seres humanos que tienen una visión materialista y lo ven todo desde esa perspectiva material sin pensar en el Más Allá. Estas personas consideran que tener honor significa poseer riquezas y fortunas, y si le dan dinero a alguien, lo consideran una pérdida. De hecho, ellos están enfermos de avaricia. Pero la verdad es que el dinero que se gasta en el sendero de Dios es duradero y permanece para el hombre. El Imam Hasan a este respecto dijo:
“Me sorprenden aquellos que piensan en el alimento de su cuerpo, pero descuidan el alimento de su alma y espíritu. Protegen sus estómagos de las comidas dañinas, mientras no temen que los malos pensamientos entren en los actos y funciones de sus mentes”.
El día 15 del sagrado mes de Ramadán celebramos el aniversario del nacimiento del Imam Hasan. El Mensajero de Dios. respecto al Imam Hasan y su hermano Imam Husein dice:
«الحسن و الحسین سیدی شباب اهل الجنة».
“Hasan y Husein son los Señores de los jóvenes del Paraíso”. [1]
[1]. Shaij Saduq, Al-Amali p.57.