Haz Cinco Cosas; Luego, Comete Cualquier Pecado Que Desees
En el nombre de Dios. Hola, soy Heba Smith, la voz de FátimaTV. Me encantaría escuchar también tu voz en FátimaTV. Si quieres ser parte de este camino, mándanos un mensaje. Quizás tú seas la próxima voz de FátimaTV.
El relato cuenta que un hombre que servía al venerado Imam Husain, hijo del Príncipe de los Creyentes, el Imam Ali, y de la Señora Fátima —que la paz de Dios sea con todos ellos—, se acercó a él y le dijo:
“Soy un hombre pecador, y no puedo dejar de pecar. Por favor, dame un consejo que me ayude”.
El Imam Husain (la paz sea con él) le respondió:
اِفْعَلْ خَمْسَةَ أَشْيَاءَ وَ أَذْنِبْ مَا شِئْتَ:
“Haz cinco cosas, y luego comete los pecados que quieras:
فَأَوَّلُ ذَلِكَ لاَ تَأْكُلْ رِزْقَ اَللَّهِ وَ أَذْنِبْ مَا شِئْتَ
Primero: no comas del sustento de Dios, y peca cuanto quieras.
وَ اَلثَّانِي اُخْرُجْ مِنْ وَلاَيَةِ اَللَّهِ وَ أَذْنِبْ مَا شِئْتَ
Segundo: sal de la protección y el dominio de Dios, y entonces peca cuanto quieras.
وَ اَلثَّالِثُ اُطْلُبْ مَوْضِعاً لاَ يَرَاكَ اَللَّهُ وَ أَذْنِبْ مَا شِئْتَ
Tercero: busca un lugar donde Dios no te vea, y peca cuanto quieras.
وَ اَلرَّابِعُ إِذَا جَاءَ مَلَكُ اَلْمَوْتِ لِيَقْبِضَ رُوحَكَ فَادْفَعْهُ عَنْ نَفْسِكَ وَ أَذْنِبْ مَا شِئْتَ
Cuarto: cuando el ángel de la muerte venga a quitarte el alma, aléjalo de ti, y peca cuanto quieras.
وَ اَلْخَامِسُ إِذَا أَدْخَلَكَ مَالِكٌ فِي اَلنَّارِ فَلاَ تَدْخُلْ فِي اَلنَّارِ وَ أَذْنِبْ مَا شِئْتَ
Quinto: cuando el guardián del Infierno te quiera hacer entrar en él, no entres... y entonces peca cuanto quieras.”
📚 Fuente: Bihar al-Anwar, tomo 75, página 126.
En este relato se presenta un razonamiento profundo y muy claro.
El ser humano vive constantemente en cinco situaciones que, por sí solas, deberían bastarle para mantenerse lejos del pecado.
Primero, siempre está disfrutando del sustento de Dios y utilizando Su provisión. ¿Puede su conciencia permitirle cometer un pecado mientras está beneficiándose de lo que Dios le da?
Segundo, vive bajo la protección de Dios, y hay ángeles enviados por Él para custodiarlo. ¿No resulta vergonzoso desobedecer al Señor mientras uno está bajo Su cuidado?
Tercero, todo el universo está en la presencia de Dios. ¿Cómo puede alguien pecar abiertamente ante los ojos de su Creador?
Y cuarto y quinto: ningún pecador puede evitar que el ángel de la muerte venga a tomar su alma, ni podrá oponerse al guardián del Infierno si se le ordena entrar. Sabiendo que está bajo su poder, ¿cómo puede alguien permitirse vivir en abierta desobediencia y mancharse con distintos tipos de pecado?
Reflexionar sobre estas realidades basta para contener al ser humano y alejarlo del pecado.
El pecado, en cualquier forma, es una falta grave. Pero la peor clase de desobediencia es cuando una persona convierte las bendiciones que Dios le ha dado en instrumentos para rebelarse contra Él.
También se ha transmitido una enseñanza del Príncipe de los Creyentes, el Imam Ali —la paz sea con él—, que dice:
أَقَلُّ مَا يَلْزَمُكُمْ لِلَّهِ أَلاَّ تَسْتَعِينُوا بِنِعَمِهِ عَلَى مَعَاصِيهِ
"El mínimo derecho que Dios tiene sobre vosotros es que no utilicéis Sus bendiciones para desobedecerlo."
(Bihar al-Anwar, tomo 70, página 364)
Esta frase corta, pero profunda, nos muestra un punto fundamental:
El ser humano, al recibir todas las bendiciones de Dios, tiene al menos la obligación de no usarlas como instrumentos para desobedecerle.
Además, esta sabiduría nos recuerda otra realidad:
Cada pecado que el ser humano comete, lo hace usando una de las bendiciones divinas.
Los ojos, los oídos, las manos, los pies, la mente, el poder, la voluntad… todos son regalos de Dios.
Y no existe pecado que se cometa sin emplear al menos uno de ellos.
Por eso, un ser humano consciente y justo debería abstenerse completamente del pecado.
Porque cada desobediencia, en el fondo, es un acto de ingratitud: es usar lo que Dios nos ha dado… contra Él mismo.
Que estas palabras nos sirvan como recordatorio para no usar nunca las bendiciones de Dios en Su desobediencia.
Pidamos al Altísimo que nos conceda claridad, fuerza y vergüenza ante el pecado.
Hasta el próximo encuentro, que la paz de Dios esté contigo.