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Descripción

La falta de esperanza en la misericordia de Dios es el resultado de una creencia errónea y un dogma equivocado respecto al Dios Todopoderoso.
Un defecto como éste en la fe en Dios puede conducir al hombre a la incredulidad.
Hoy escuchamos la historia del juicio sabio del Imam Hassan (P) sobre un asesino que no se desesperó de la misericordia de Dios y no permitió que un pecado causara otro pecado y regresó hacia Dios.

Transcripción

En el nombre de Dios, ¡Hola, hoy quiero darte de nuevo la bienvenida a nuestra sección “Los cuentos de la semana de FátimaTV” con una nueva historia que sabemos enriquecerá tu alma e iluminará tu corazón.

 

قُلْ يَا عِبَادِيَ الَّذِينَ أَسْرَفُوا عَلَى أَنْفُسِهِمْ لَا تَقْنَطُوا مِنْ رَحْمَةِ اللَّهِ إِنَّ اللَّهَ يَغْفِرُ الذُّنُوبَ جَمِيعًا إِنَّهُ هُوَ الْغَفُورُ الرَّحِيمُ

 

Di: «¡Oh, siervos Míos (pecadores) que os habéis excedido (del límite y habéis cometido un delito) con vosotros mismos! ¡No desesperéis de la misericordia de Dios! ¡En verdad, Dios perdona todos los pecados! En verdad, Él es el Perdonador, el Misericordiosísimo»”.

 

La falta de esperanza en la misericordia de Dios es el resultado de una creencia errónea y un dogma equivocado respecto al Dios Todopoderoso.

 

Un defecto como éste en la fe en Dios puede conducir al hombre a la incredulidad.

 

La desesperanza en la misericordia divina trae consigo muy malas consecuencias; quien pierde la esperanza en la salvación, nunca piensa en compensar el pasado, ya que lo considera imposible.

 

Una persona que se siente desilusionada de la misericordia de Dios y ha perdido las esperanzas en la salvación, se dice a sí misma: “Yo tendré una mala vida después de la muerte; por lo tanto, no debo privarme de los placeres del mundo”.

 

Con este pensamiento erróneo, se le hace fácil pecar, se ahoga en un mar de rebelión y no elude ninguna falta,  pero como también cree en el Más Allá, los placeres de sus pecados van acompañados de tristezas y al final, con cada placer experimenta amargura.

Entonces la persona que ha perdido la esperanza en la misericordia de Dios, además del infortunio en el Más Allá y de su propia vida eterna, tampoco siente placer real de su vida fugaz en el mundo, quizás por ello es que el hombre desilusionado de la misericordia de Dios, además del castigo por sus pecados, soportará también el castigo por su falta de esperanza.

 

En efecto, en la religión del islam y las narraciones que nos han legado los infalibles, se enfatiza que, la desilusión y falta de esperanzas de la misericordia de Dios, es un gran pecado.

 

Después de esta introducción, vamos juntos a oír el cuento de esta semana

 

EL VERDADERO ASESINO.

 

Era la época del califato del Imam Ali (la paz sea con él), cuando vieron a un carnicero con cuchillo en mano manchado de sangre en un lugar desolado y junto a él se encontraba un cadáver ensangrentado, siendo evidente para algunos que la escena demostraba que el carnicero era el asesino, por lo que luego de ser detenido lo llevaron ante el Imam Ali para ser juzgado.

 

Entonces el Imam Ali preguntó al carnicero:

 

“¿Qué opinas respecto al asesinato de ese hombre?

 “Yo lo maté” respondió el carnicero.

 

El Imam basándose en las pruebas y en la confesión del carnicero, ordenó que se lo llevaran y le impusieran la ley del talión.

 

Al mismo tiempo que los encargados llevaban al carnicero a la escena del crimen, el verdadero homicida corrió apresurado hacia los comisionados y les dijo: “¡No se apresuren! Y lleven de vuelta a este carnicero ante el Imam Ali”.

 

El verdadero asesino se presentó ante el Imam Ali y confesó:

 

“¡Oh, Príncipe de los Creyentes! Juro por Dios que el asesino de ese hombre no es este carnicero, sino que ¡yo ha sido quién lo mató!

 

El Imam Ali preguntó al carnicero:

 

“¿Qué fue lo que hizo que atestiguaras que tú, habías matado a ese hombre?

 

A lo que el carnicero respondió:

 

Me encontraba en un callejón sin salida y no me quedaba otro camino más que éste, ya que personas como estos comisionados me encontraron con cuchillo en mano, junto al cuerpo ensangrentado (de ese hombre). Todo mostraba que yo había asesinado a ese hombre. Temí que no aceptaran mis palabras, por ello confesé un pecado que no había cometido y me puse en manos de Dios”.

 

“¡Cometiste un grave error! le reclamó el Imam Ali al carnicero.

 

Pero la verdad es que cerca de ese lugar, en medio del desierto maté un cordero, entonces sentí la necesidad de orinar y para saciar esta necesidad, ensangrentado y con cuchillo en mano, me dirigí a ese lugar baldío, en donde encontré el cuerpo ensangrentado de ese hombre asesinado por lo que me levanté horrorizado y fue en ese preciso momento que llegó ese grupo y me arrestaron como criminal”.

 

Acto seguido el Imam Ali volteó hacia el criminal y le preguntó:

 

“¿Cuál es tu historia?

 

El asesino dijo:

 

El demonio me engaño y codicié la propiedad de la víctima y entonces lo maté. Luego sentí que un grupo se acercaba por ello salí de ese lugar en ruinas, fue que cuando el grupo llegó encontraron en ese lugar al carnicero junto al cuerpo. Pero fue cuando usted Oh Señor, que ordenó que se impusiera la ley del talión basándose en la confesión del carnicero, vi de nuevo la sangre de una persona la cual había sido derramada por mí y es así que decidí confesar lo sucedido para salvar la vida del carnicero inocente”.

 

El Imam Ali después de escuchar lo ocurrido, volteó hacia su hijo el Imam Al Hassan (la paz sea con él) y preguntó: “¿Qué dictamen hay en este caso?

 

El Imam Al Hassan dijo:

 

“¡Oh, Príncipe de los Creyentes! Aunque este hombre es un criminal, mató a ese hombre, pero en su lugar salvó de la muerte la vida del carnicero. Y Dios Todopoderoso dice en Su Libro:

 

وَمَنْ أَحْيَاهَا فَكَأَنَّمَا أَحْيَا النَّاسَ جَمِيعًا

“…y quien salvase a un ser humano, es como quién salva a toda la humanidad”.

 

 

Entonces el Imam Ali puso en libertad tanto al asesino como al carnicero, y entregó a sus herederos una suma por la sangre del asesinado, y fue así como consintieron el perdonar la sangre derramada de la víctima.

 

Por la gracia de Dios, el juicio sabio del Imam Al Hassan (P) incluyó el caso de este asesino que no permitió que un pecado causara otro pecado y volvió a él para evitar quedar lejos de la misericordia de Dios.

 

Hemos llegado al final de este cuento, te deseo mucho éxito, que Dios, Todopoderoso, te brinde a tí a y los que amas lo mejor del esta vida y la otra, por favor cuídense y nos volvemos a ver la próxima semana con un nuevo cuento. Hasta luego.

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La falta de esperanza en la misericordia de Dios es el resultado de una creencia errónea y un dogma equivocado respecto al Dios Todopoderoso.
Un defecto como éste en la fe en Dios puede conducir al hombre a la incredulidad.
Hoy escuchamos la historia del juicio sabio del Imam Hassan (P) sobre un asesino que no se desesperó de la misericordia de Dios y no permitió que un pecado causara otro pecado y regresó hacia Dios.

En el nombre de Dios, ¡Hola, hoy quiero darte de nuevo la bienvenida a nuestra sección “Los cuentos de la semana de FátimaTV” con una nueva historia que sabemos enriquecerá tu alma e iluminará tu corazón.

 

قُلْ يَا عِبَادِيَ الَّذِينَ أَسْرَفُوا عَلَى أَنْفُسِهِمْ لَا تَقْنَطُوا مِنْ رَحْمَةِ اللَّهِ إِنَّ اللَّهَ يَغْفِرُ الذُّنُوبَ جَمِيعًا إِنَّهُ هُوَ الْغَفُورُ الرَّحِيمُ

 

Di: «¡Oh, siervos Míos (pecadores) que os habéis excedido (del límite y habéis cometido un delito) con vosotros mismos! ¡No desesperéis de la misericordia de Dios! ¡En verdad, Dios perdona todos los pecados! En verdad, Él es el Perdonador, el Misericordiosísimo»”.

 

La falta de esperanza en la misericordia de Dios es el resultado de una creencia errónea y un dogma equivocado respecto al Dios Todopoderoso.

 

Un defecto como éste en la fe en Dios puede conducir al hombre a la incredulidad.

 

La desesperanza en la misericordia divina trae consigo muy malas consecuencias; quien pierde la esperanza en la salvación, nunca piensa en compensar el pasado, ya que lo considera imposible.

 

Una persona que se siente desilusionada de la misericordia de Dios y ha perdido las esperanzas en la salvación, se dice a sí misma: “Yo tendré una mala vida después de la muerte; por lo tanto, no debo privarme de los placeres del mundo”.

 

Con este pensamiento erróneo, se le hace fácil pecar, se ahoga en un mar de rebelión y no elude ninguna falta,  pero como también cree en el Más Allá, los placeres de sus pecados van acompañados de tristezas y al final, con cada placer experimenta amargura.

Entonces la persona que ha perdido la esperanza en la misericordia de Dios, además del infortunio en el Más Allá y de su propia vida eterna, tampoco siente placer real de su vida fugaz en el mundo, quizás por ello es que el hombre desilusionado de la misericordia de Dios, además del castigo por sus pecados, soportará también el castigo por su falta de esperanza.

 

En efecto, en la religión del islam y las narraciones que nos han legado los infalibles, se enfatiza que, la desilusión y falta de esperanzas de la misericordia de Dios, es un gran pecado.

 

Después de esta introducción, vamos juntos a oír el cuento de esta semana

 

EL VERDADERO ASESINO.

 

Era la época del califato del Imam Ali (la paz sea con él), cuando vieron a un carnicero con cuchillo en mano manchado de sangre en un lugar desolado y junto a él se encontraba un cadáver ensangrentado, siendo evidente para algunos que la escena demostraba que el carnicero era el asesino, por lo que luego de ser detenido lo llevaron ante el Imam Ali para ser juzgado.

 

Entonces el Imam Ali preguntó al carnicero:

 

“¿Qué opinas respecto al asesinato de ese hombre?

 “Yo lo maté” respondió el carnicero.

 

El Imam basándose en las pruebas y en la confesión del carnicero, ordenó que se lo llevaran y le impusieran la ley del talión.

 

Al mismo tiempo que los encargados llevaban al carnicero a la escena del crimen, el verdadero homicida corrió apresurado hacia los comisionados y les dijo: “¡No se apresuren! Y lleven de vuelta a este carnicero ante el Imam Ali”.

 

El verdadero asesino se presentó ante el Imam Ali y confesó:

 

“¡Oh, Príncipe de los Creyentes! Juro por Dios que el asesino de ese hombre no es este carnicero, sino que ¡yo ha sido quién lo mató!

 

El Imam Ali preguntó al carnicero:

 

“¿Qué fue lo que hizo que atestiguaras que tú, habías matado a ese hombre?

 

A lo que el carnicero respondió:

 

Me encontraba en un callejón sin salida y no me quedaba otro camino más que éste, ya que personas como estos comisionados me encontraron con cuchillo en mano, junto al cuerpo ensangrentado (de ese hombre). Todo mostraba que yo había asesinado a ese hombre. Temí que no aceptaran mis palabras, por ello confesé un pecado que no había cometido y me puse en manos de Dios”.

 

“¡Cometiste un grave error! le reclamó el Imam Ali al carnicero.

 

Pero la verdad es que cerca de ese lugar, en medio del desierto maté un cordero, entonces sentí la necesidad de orinar y para saciar esta necesidad, ensangrentado y con cuchillo en mano, me dirigí a ese lugar baldío, en donde encontré el cuerpo ensangrentado de ese hombre asesinado por lo que me levanté horrorizado y fue en ese preciso momento que llegó ese grupo y me arrestaron como criminal”.

 

Acto seguido el Imam Ali volteó hacia el criminal y le preguntó:

 

“¿Cuál es tu historia?

 

El asesino dijo:

 

El demonio me engaño y codicié la propiedad de la víctima y entonces lo maté. Luego sentí que un grupo se acercaba por ello salí de ese lugar en ruinas, fue que cuando el grupo llegó encontraron en ese lugar al carnicero junto al cuerpo. Pero fue cuando usted Oh Señor, que ordenó que se impusiera la ley del talión basándose en la confesión del carnicero, vi de nuevo la sangre de una persona la cual había sido derramada por mí y es así que decidí confesar lo sucedido para salvar la vida del carnicero inocente”.

 

El Imam Ali después de escuchar lo ocurrido, volteó hacia su hijo el Imam Al Hassan (la paz sea con él) y preguntó: “¿Qué dictamen hay en este caso?

 

El Imam Al Hassan dijo:

 

“¡Oh, Príncipe de los Creyentes! Aunque este hombre es un criminal, mató a ese hombre, pero en su lugar salvó de la muerte la vida del carnicero. Y Dios Todopoderoso dice en Su Libro:

 

وَمَنْ أَحْيَاهَا فَكَأَنَّمَا أَحْيَا النَّاسَ جَمِيعًا

“…y quien salvase a un ser humano, es como quién salva a toda la humanidad”.

 

 

Entonces el Imam Ali puso en libertad tanto al asesino como al carnicero, y entregó a sus herederos una suma por la sangre del asesinado, y fue así como consintieron el perdonar la sangre derramada de la víctima.

 

Por la gracia de Dios, el juicio sabio del Imam Al Hassan (P) incluyó el caso de este asesino que no permitió que un pecado causara otro pecado y volvió a él para evitar quedar lejos de la misericordia de Dios.

 

Hemos llegado al final de este cuento, te deseo mucho éxito, que Dios, Todopoderoso, te brinde a tí a y los que amas lo mejor del esta vida y la otra, por favor cuídense y nos volvemos a ver la próxima semana con un nuevo cuento. Hasta luego.

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