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Descripción

¡Bienvenidos a otro emocionante episodio de "LOS CUENTOS DE LA SEMANA" en FátimaTV! Hoy nos adentramos en una narrativa que desafía las convenciones de la riqueza y la pobreza, llevándonos más allá de los confines de lo material hacia un tesoro mucho más preciado.
En este relato, inspirado por una antigua historia transmitida por el Imam As Sadiq (P), exploramos la vida de un hombre que, a primera vista, podría ser considerado pobre por las normas terrenales. Sin embargo, a medida que desentrañamos su historia, descubrimos un tesoro invaluable que trasciende las riquezas mundanas.
Este hombre, en su encuentro con el sabio Imam, se enfrenta a la cuestión de su propia pobreza. Pero a medida que la conversación progresa, nos damos cuenta de que su verdadera riqueza no se mide en monedas de oro o plata, sino en algo mucho más profundo: su lealtad, su amor y su devoción inquebrantables hacia sus creencias y sus seres queridos.
A través de las palabras del Imam Sadiq, somos llevados a reflexionar sobre el verdadero valor de las posesiones materiales en comparación con la riqueza del espíritu humano. ¿Qué significa ser verdaderamente rico en un mundo obsesionado con la acumulación de bienes materiales? Este relato nos desafía a repensar nuestras nociones de riqueza y pobreza, recordándonos que el tesoro más valioso puede residir dentro de nosotros mismos.
Al final, nos encontramos con una poderosa verdad: aquellos que poseen un amor inquebrantable, una fe incuestionable y una lealtad incondicional son, en realidad, los más ricos entre nosotros. Así que, amigos y amigas, hermanas y hermanos, les insto a cuidar y valorar ese tesoro interno que no tiene precio, porque en él reside la verdadera riqueza que trasciende el tiempo y el espacio.
Con esto concluimos nuestro relato de esta semana. ¡Que las bendiciones de la vida los acompañen siempre, y nos encontraremos nuevamente la próxima semana para más historias que alimentan el alma! ¡Hasta entonces, cuídense y sean fieles a vuestros tesoros más preciosos!

Transcripción

 En el nombre de Dios.

Sean una vez más bienvenidos a esta sección “LOS CUENTOS DE LA SEMANA” de FátimaTV, el cual busca traerte saberes que iluminen el alma y enriquezcan el conocimiento.

A lo largo de la historia humana y desde la antigüedad, siempre han existido diferentes estratos sociales y económicos, en las que las personas o han sido pobres o ricas, siempre habiendo unos más que otros en comparación entre sí.

La riqueza se ha manifestado en su forma más obvia en oro o plata, así como en dinero y crédito, siendo que la propiedad de las personas, aumentaba o disminuía a medida que fluctuaban en cantidad esos elementos.

Pero también ha habido capitales que no son conformados en oro ni en plata, pero cuyos dueños no están dispuestos a ceder ni por todo el oro plata que se les ponga en frente.

Quizás hayas visto en muchos museos, obras o colecciones a las que no se les ha fijado precio o valor económico, aunque dicha obra o colección pueda ser transaccionable.

Pero existen capitales y bienes, a los que no se les puede poner un precio determinado y venderlos a cambio de dinero o propiedades, aunque sea en una cantidad a ser todo el dinero o propiedades del mundo, aun así, el venderlos por eso, resultaría en una pérdida.

Así que hoy con el cuento de esta semana, juntos, revisaremos la historia de uno de estos capitales más valiosos que pueda estar en manos de cualquier ser humano para que tal vez de esta manera, apreciando este capital que posiblemente esté en nuestro haber, nos esforcemos más en preservarlo y seamos así también, aún más agradecidos.

 

El Pobre rico

 

ما، ، [الأمالي للشيخ الطوسي] ، اَلْفَحَّامُ عَنِ اَلْمَنْصُورِيِّ عَنْ عَمِّ أَبِيهِ عَنْ أَبِي اَلْحَسَنِ اَلثَّالِثِ عَنْ آبَائِهِ عَنْ مُوسَى بْنِ جَعْفَرٍ عَلَيْهِمَا السَّلاَمُ قَالَ: إِنَّ رَجُلاً جَاءَ إِلَى سَيِّدِنَا اَلصَّادِقِ عَلَيْهِ السَّلاَمُ فَشَكَا إِلَيْهِ اَلْفَقْرَ

 

En el libro Al-ʾAmālī (árabe: الأمالي), Sheij Tusi - طوسی Se cuenta que el Imam Al-Hadi (P), narró de sus padres, que el Imam Musa Al Kazem (P) contó la historia de un hombre pobre que estaba cansado y entristecido por la pobreza en la que estaba sumido, siendo que su historia dice así:

 

“Un día, un hombre se acercó al Imam As Sadiq (P) y se quejó de su pobreza y privaciones.

فَقَالَ لَيْسَ اَلْأَمْرُ كَمَا ذَكَرْتَ وَ مَا أَعْرِفُكَ فَقِيراً

 

Por lo que el Imam As Sadiq le dijo a este pobre hombre lo siguiente:

 

“¡No! ¡Tu asunto no es como lo has planteado! ¡No te considero pobre!

 

Por lo que luego de oír esto del Imam, este hombre humilde, el cual estaba sorprendido por las palabras del Imam (P), pensó para sí mismo que debía hablar más sobre su condición y pobreza para que así el Imam Sadiq (P) reconociera que realmente él, era un hombre pobre y que sus quejas y declaraciones eran válidas y certeras.

 

قَالَ وَ اَللَّهِ يَا سَيِّدِي مَا اِسْتَبَنْتَ وَ ذَكَرَ مِنَ اَلْفَقْرِ قِطْعَةً وَ اَلصَّادِقُ عَلَيْهِ السَّلاَمُ يُكَذِّبُهُ إِلَى أَنْ قَالَ خَبِّرْنِي لَوْ أُعْطِيتَ بِالْبَرَاءَةِ مِنَّا مِائَةَ دِينَارٍ كُنْتَ تَأْخُذُ قَالَ لاَ إِلَى أَنْ ذَكَرَ أُلُوفَ دَنَانِيرَ وَ اَلرَّجُلُ يَحْلِفُ أَنَّهُ لاَ يَفْعَلُ فَقَالَ لَهُ مَنْ مَعَهُ سِلْعَةٌ يُعْطَى هَذَا اَلْمَالَ لاَ يَبِيعُهَا هُوَ فَقِيرٌ؟.

 

Por esa razón, éste se volvió hacia el Imam y dijo:

 

“Lo juro por Dios, mi querido señor, [quizás] mi caso no le ha sido revelado como debiese ser.”

(Y es que es evidente que este hombre humilde, no prestó la atención debida en ese momento, de que estaba hablando con un Imam (P) al cual Dios, todo poderoso, no oculta nada.)

 

Fue entonces, que este pobre hombre comenzó a contarle la historia de su pobreza al Imam y desde ya podemos adivinar de qué habló. La mayoría de nosotros hemos tocado algún grado de pobreza y no es difícil empatizar con alguien que se encuentra en tal situación, así que, en resumen, este hombre le contó al Imam sobre sus dificultades y carencias, pero el Imam todavía no aceptaba sus palabras y dijo que no, que simplemente el, no era pobre, siendo así que finalmente el Imam Sadiq (P) se volvió hacia esta persona y dijo:

 

“Dime, si te dieran cien dinares a cambio de tu inocencia y tu odio hacia nosotros, ¿lo tomarías y aceptarías el odiarnos?”

 

A lo que este hombre inmediatamente dijo: “Por supuesto que no.”

 

A modo de resumir un poco el cuento, el Imam Sadiq siguió aumentando el hipotético precio o valor de dinero al que podría el vender su alianza o fidelidad al Ahlul Bait (P) hasta que llegó a los miles de dinares, pero a pesar de este hipotético caso y en medio de su condición de pobreza, este hombre aún juraba con total certeza y firmeza que él nunca vendería su amor y lealtad a la familia del Profeta Muhammad (BPD).

 

Después de escuchar la respuesta del hombre, el Imam Sadiq dijo:

 

“Entonces [dime] ¿Aquella persona que tiene un bien tan preciado, por el cual no está dispuesto a renunciar jamás, por ninguna cantidad tan enorme de dinero ni riquezas, se puede considerar pobre?

En otras palabras, ¿Alguien que tenga tal capital tan invaluable que no puede ser comprado por riqueza alguna, puede ser considerado como alguien pobre?

 

Y es que la respuesta es que esa persona, posee un bien que es incomparable, no puede ser jamás tasado ni valorado con las riquezas materiales, por lo cual entonces es en sí, una de las personas más ricas del mundo.

 

Y es que ante ese preciado capital que defiende y que por nada de lo evidente en riqueza del mundo entero, se despojaría, es muestra de que el valor de ese amor y fidelidad es más valioso que la suma de todos los bienes y riquezas juntas del mundo y de todos los seres humanos, puesto que también tiene la certeza de que todo ese oro y plata, posesiones o dinero, al final de cuentas son posesiones efímeras que no serán duraderas, así que amigos y amigas, hermanas y hermanos, cuidemos nuestro capital, y comprendamos el valor de aquello que en nuestra fe, certeza y corazón se resguarda, ya que existen malvados bandidos que están sentados en cada paso con la esperanza de podernos saquear.

 

Hemos llegado al final del cuento de esta semana. No me despido sin antes desearte lo mejor de esta y la otra vida, tanto a ti, como a tus seres queridos, por favor cuídense y hasta la otra semana.  

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¡Bienvenidos a otro emocionante episodio de "LOS CUENTOS DE LA SEMANA" en FátimaTV! Hoy nos adentramos en una narrativa que desafía las convenciones de la riqueza y la pobreza, llevándonos más allá de los confines de lo material hacia un tesoro mucho más preciado.
En este relato, inspirado por una antigua historia transmitida por el Imam As Sadiq (P), exploramos la vida de un hombre que, a primera vista, podría ser considerado pobre por las normas terrenales. Sin embargo, a medida que desentrañamos su historia, descubrimos un tesoro invaluable que trasciende las riquezas mundanas.
Este hombre, en su encuentro con el sabio Imam, se enfrenta a la cuestión de su propia pobreza. Pero a medida que la conversación progresa, nos damos cuenta de que su verdadera riqueza no se mide en monedas de oro o plata, sino en algo mucho más profundo: su lealtad, su amor y su devoción inquebrantables hacia sus creencias y sus seres queridos.
A través de las palabras del Imam Sadiq, somos llevados a reflexionar sobre el verdadero valor de las posesiones materiales en comparación con la riqueza del espíritu humano. ¿Qué significa ser verdaderamente rico en un mundo obsesionado con la acumulación de bienes materiales? Este relato nos desafía a repensar nuestras nociones de riqueza y pobreza, recordándonos que el tesoro más valioso puede residir dentro de nosotros mismos.
Al final, nos encontramos con una poderosa verdad: aquellos que poseen un amor inquebrantable, una fe incuestionable y una lealtad incondicional son, en realidad, los más ricos entre nosotros. Así que, amigos y amigas, hermanas y hermanos, les insto a cuidar y valorar ese tesoro interno que no tiene precio, porque en él reside la verdadera riqueza que trasciende el tiempo y el espacio.
Con esto concluimos nuestro relato de esta semana. ¡Que las bendiciones de la vida los acompañen siempre, y nos encontraremos nuevamente la próxima semana para más historias que alimentan el alma! ¡Hasta entonces, cuídense y sean fieles a vuestros tesoros más preciosos!

 En el nombre de Dios.

Sean una vez más bienvenidos a esta sección “LOS CUENTOS DE LA SEMANA” de FátimaTV, el cual busca traerte saberes que iluminen el alma y enriquezcan el conocimiento.

A lo largo de la historia humana y desde la antigüedad, siempre han existido diferentes estratos sociales y económicos, en las que las personas o han sido pobres o ricas, siempre habiendo unos más que otros en comparación entre sí.

La riqueza se ha manifestado en su forma más obvia en oro o plata, así como en dinero y crédito, siendo que la propiedad de las personas, aumentaba o disminuía a medida que fluctuaban en cantidad esos elementos.

Pero también ha habido capitales que no son conformados en oro ni en plata, pero cuyos dueños no están dispuestos a ceder ni por todo el oro plata que se les ponga en frente.

Quizás hayas visto en muchos museos, obras o colecciones a las que no se les ha fijado precio o valor económico, aunque dicha obra o colección pueda ser transaccionable.

Pero existen capitales y bienes, a los que no se les puede poner un precio determinado y venderlos a cambio de dinero o propiedades, aunque sea en una cantidad a ser todo el dinero o propiedades del mundo, aun así, el venderlos por eso, resultaría en una pérdida.

Así que hoy con el cuento de esta semana, juntos, revisaremos la historia de uno de estos capitales más valiosos que pueda estar en manos de cualquier ser humano para que tal vez de esta manera, apreciando este capital que posiblemente esté en nuestro haber, nos esforcemos más en preservarlo y seamos así también, aún más agradecidos.

 

El Pobre rico

 

ما، ، [الأمالي للشيخ الطوسي] ، اَلْفَحَّامُ عَنِ اَلْمَنْصُورِيِّ عَنْ عَمِّ أَبِيهِ عَنْ أَبِي اَلْحَسَنِ اَلثَّالِثِ عَنْ آبَائِهِ عَنْ مُوسَى بْنِ جَعْفَرٍ عَلَيْهِمَا السَّلاَمُ قَالَ: إِنَّ رَجُلاً جَاءَ إِلَى سَيِّدِنَا اَلصَّادِقِ عَلَيْهِ السَّلاَمُ فَشَكَا إِلَيْهِ اَلْفَقْرَ

 

En el libro Al-ʾAmālī (árabe: الأمالي), Sheij Tusi - طوسی Se cuenta que el Imam Al-Hadi (P), narró de sus padres, que el Imam Musa Al Kazem (P) contó la historia de un hombre pobre que estaba cansado y entristecido por la pobreza en la que estaba sumido, siendo que su historia dice así:

 

“Un día, un hombre se acercó al Imam As Sadiq (P) y se quejó de su pobreza y privaciones.

فَقَالَ لَيْسَ اَلْأَمْرُ كَمَا ذَكَرْتَ وَ مَا أَعْرِفُكَ فَقِيراً

 

Por lo que el Imam As Sadiq le dijo a este pobre hombre lo siguiente:

 

“¡No! ¡Tu asunto no es como lo has planteado! ¡No te considero pobre!

 

Por lo que luego de oír esto del Imam, este hombre humilde, el cual estaba sorprendido por las palabras del Imam (P), pensó para sí mismo que debía hablar más sobre su condición y pobreza para que así el Imam Sadiq (P) reconociera que realmente él, era un hombre pobre y que sus quejas y declaraciones eran válidas y certeras.

 

قَالَ وَ اَللَّهِ يَا سَيِّدِي مَا اِسْتَبَنْتَ وَ ذَكَرَ مِنَ اَلْفَقْرِ قِطْعَةً وَ اَلصَّادِقُ عَلَيْهِ السَّلاَمُ يُكَذِّبُهُ إِلَى أَنْ قَالَ خَبِّرْنِي لَوْ أُعْطِيتَ بِالْبَرَاءَةِ مِنَّا مِائَةَ دِينَارٍ كُنْتَ تَأْخُذُ قَالَ لاَ إِلَى أَنْ ذَكَرَ أُلُوفَ دَنَانِيرَ وَ اَلرَّجُلُ يَحْلِفُ أَنَّهُ لاَ يَفْعَلُ فَقَالَ لَهُ مَنْ مَعَهُ سِلْعَةٌ يُعْطَى هَذَا اَلْمَالَ لاَ يَبِيعُهَا هُوَ فَقِيرٌ؟.

 

Por esa razón, éste se volvió hacia el Imam y dijo:

 

“Lo juro por Dios, mi querido señor, [quizás] mi caso no le ha sido revelado como debiese ser.”

(Y es que es evidente que este hombre humilde, no prestó la atención debida en ese momento, de que estaba hablando con un Imam (P) al cual Dios, todo poderoso, no oculta nada.)

 

Fue entonces, que este pobre hombre comenzó a contarle la historia de su pobreza al Imam y desde ya podemos adivinar de qué habló. La mayoría de nosotros hemos tocado algún grado de pobreza y no es difícil empatizar con alguien que se encuentra en tal situación, así que, en resumen, este hombre le contó al Imam sobre sus dificultades y carencias, pero el Imam todavía no aceptaba sus palabras y dijo que no, que simplemente el, no era pobre, siendo así que finalmente el Imam Sadiq (P) se volvió hacia esta persona y dijo:

 

“Dime, si te dieran cien dinares a cambio de tu inocencia y tu odio hacia nosotros, ¿lo tomarías y aceptarías el odiarnos?”

 

A lo que este hombre inmediatamente dijo: “Por supuesto que no.”

 

A modo de resumir un poco el cuento, el Imam Sadiq siguió aumentando el hipotético precio o valor de dinero al que podría el vender su alianza o fidelidad al Ahlul Bait (P) hasta que llegó a los miles de dinares, pero a pesar de este hipotético caso y en medio de su condición de pobreza, este hombre aún juraba con total certeza y firmeza que él nunca vendería su amor y lealtad a la familia del Profeta Muhammad (BPD).

 

Después de escuchar la respuesta del hombre, el Imam Sadiq dijo:

 

“Entonces [dime] ¿Aquella persona que tiene un bien tan preciado, por el cual no está dispuesto a renunciar jamás, por ninguna cantidad tan enorme de dinero ni riquezas, se puede considerar pobre?

En otras palabras, ¿Alguien que tenga tal capital tan invaluable que no puede ser comprado por riqueza alguna, puede ser considerado como alguien pobre?

 

Y es que la respuesta es que esa persona, posee un bien que es incomparable, no puede ser jamás tasado ni valorado con las riquezas materiales, por lo cual entonces es en sí, una de las personas más ricas del mundo.

 

Y es que ante ese preciado capital que defiende y que por nada de lo evidente en riqueza del mundo entero, se despojaría, es muestra de que el valor de ese amor y fidelidad es más valioso que la suma de todos los bienes y riquezas juntas del mundo y de todos los seres humanos, puesto que también tiene la certeza de que todo ese oro y plata, posesiones o dinero, al final de cuentas son posesiones efímeras que no serán duraderas, así que amigos y amigas, hermanas y hermanos, cuidemos nuestro capital, y comprendamos el valor de aquello que en nuestra fe, certeza y corazón se resguarda, ya que existen malvados bandidos que están sentados en cada paso con la esperanza de podernos saquear.

 

Hemos llegado al final del cuento de esta semana. No me despido sin antes desearte lo mejor de esta y la otra vida, tanto a ti, como a tus seres queridos, por favor cuídense y hasta la otra semana.