Hola, hoy queremos compartir contigo este nuevo episodio que hemos titulado: El padre, el hijo y el hermano. Sus derechos.
El imam Sayyad (la paz sea con él) en el apartado intitulado “Los derechos de los parientes” que forma parte de su Tratado sobre los derechos, examina nuestras responsabilidades como hijos hacia nuestro padre, y como padres hacia nuestros hijos y como hermanos hacia nuestros hermanos de sangre.
Luego de una extraordinaria relación de las virtudes de la madre y nuestras obligaciones con ella, nos recuerda que el padre es nuestro origen y nosotros su ramificación. Representa la simiente que nos ha otorgado la existencia por la Gracia de Dios Misericordioso. Todo aquello que nos agrade de nosotros mismos tiene su raíz en el padre. Constituye nuestra heredad: el carácter, los rasgos fisonómicos, las gestualidades, el tono de voz, el modo de andar, el trato que dispensamos a los otros, nuestros valores éticos, la inclinación hacia un oficio. Todo ello debe considerarse una bendición que nos debe mover al agradecimiento mediante la adoración a Dios.
En cuanto a la figura del hijo las reflexiones del imam adquieren un tono mucho más elevado y sus palabras provocan emoción debido a la importancia que le concede al aspecto educativo:
“Tú eres responsable por eso que te ha sido confiado, respecto a su buena educación, la orientación hacia su Señor, y a ayudarle a obedecer a Dios, tanto por ti como por él mismo, ya que será tanto recompensado como castigado”.
El hecho de que nuestros hijos provengan de nosotros nos confiere gran número de responsabilidades y obligaciones trascendentes. Nuestros actos y la forma en que los educamos como personas y creyentes marcará una impronta en sus almas y entendimientos que los acompañará de por vida. De alguna manera seremos artífices de sus faltas y de sus aciertos, responsables de sus castigos y sus recompensas. Todo ello será computado a favor o en contra nuestra, según sea el caso:
“Haz a su respecto como quien quiere engalanarse mediante su buena influencia sobre él en (el período de) esta vida pasajera, y como quien tiene la disculpa ante su Señor por el trato que con él tuviste al detenerle y sujetarle con buena forma y propósito. No hay Fuerza sino en Dios.”
Por último, el imam Sayyad cuando se refiere a los derechos de nuestros hermanos consanguíneos recurre a un lenguaje emotivo, conmovedor, casi poético: “él es tu mano la cual extiendes, tu espalda en la cual te refugias y confías, tu fuerza en la cual te apoyas, tu poder con el cual atacas.”
El lazo de hermandad debe ser considerado un complemento, una extensión de nosotros para nuestro resguardo y fortaleza. Nunca debe ser utilizado este poderoso vínculo para obrar de mala manera: “No lo tomes como un arma mediante la cual desobedecer a Dios, ni como un elemento mediante el cual oprimir a las criaturas de Dios.” En retribución, nosotros no debemos dejar de “ampararle aún de sí mismo, ni de ayudarle contra su enemigo, ni de interponerte entre él y sus demonios, ni de aconsejarle, ni de interesarte en su persona en el camino de Dios”.
Hemos llegado al final de este episodio. Nos despedimos de ti con profundo afecto y respeto, seguros de que cada día compartirás con nosotros estas enseñanzas que abrirán tu corazón y tu pensamiento. ¡Hasta mañana!