El Mundo No Te Engaña, Tú Te Dejas Engañar
En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso.
Hola, soy Heba Smith, y te doy la bienvenida a Voces de la Fe.
Hoy vamos a hablar de algo que toca el centro mismo de nuestro ser: las enfermedades del alma.
Cuando nuestro corazón se enferma —de ira, de envidia, de soberbia— no solo sufrimos nosotros: también sufren quienes nos rodean. Muchas crisis sociales, familiares e incluso espirituales, nacen en lo más profundo del alma humana.
En este episodio, vamos a reflexionar juntos sobre una de las enfermedades más peligrosas: el orgullo que nos engaña, ese sentimiento que puede alejarnos de Dios sin que lo notemos.
Acompáñame a descubrir, desde la sabiduría del Corán y las enseñanzas de los Profetas y los Imames, cómo identificar este mal… y cómo sanarlo.
Cuando hablamos de la salud humana, solemos pensar en el cuerpo. Pero… ¿qué pasa con la mente y el corazón?
La verdad es que una mente enferma y un alma perturbada pueden causar más daño que cualquier herida física. Y no solo al individuo, sino también a quienes lo rodean.
¿Has notado cómo el odio, los celos, la ira o la desconfianza pueden destruir familias, amistades y hasta sociedades enteras?
Un crimen no nace de la nada: muchas veces es fruto de un corazón dominado por la ira o por los deseos incontrolados.
Las discusiones familiares, las rupturas, el desprecio por los demás… todo eso, en el fondo, tiene raíces en trastornos del alma.
Lo que vive en nuestro interior —ya sea noble o destructivo— siempre termina manifestándose en el mundo exterior. Por eso, curar el alma es también una forma de sanar la sociedad.
El Príncipe de los Creyentes, la paz sea con él, dijo:
«الْفِكْرُ مِرْآةٌ صَافِيَةٌ؛ وَالِاعْتِبَارُ مُنْذِرٌ نَاصِحٌ؛ وَ كَفَى أَدَباً لِنَفْسِكَ، تَجَنُّبُكَ مَا كَرِهْتَهُ لِغَيْرِكَ.»
(Fuente: Bihar al-Anwar, tomo 68, página 328)
"El pensamiento es un espejo claro y límpido; el tomar lección de los sucesos es un advertidor y consejero sincero; y basta, como educación para el alma, evitar lo que detestarías que otros hicieran contigo."
Nuestra mente y corazón son como un espejo.
Si está limpio, refleja la verdad.
Pero si se llena de polvo, se oxida o se pinta... deja de reflejar lo real.
El Sagrado Corán dice:
﴿كَلَّا ۖ بَلْ ۜ رَانَ عَلَىٰ قُلُوبِهِم مَّا كَانُوا يَكْسِبُونَ﴾
“¡Pero no! Lo que han cometido ha cubierto de herrumbre sus corazones.”
(Corán, sura 83, versículo 14)
Y cuando el corazón está cubierto por esa oscuridad, ya no siente ni ve con claridad.
¿Cómo puede una persona perder toda compasión? ¿Cómo es posible que alguien entierre viva a su hija —como ocurrió en tiempos de la ignorancia preislámica— o que hoy, en nuestros días, cometa crímenes atroces sin remordimiento?
Porque el espejo del alma se ha manchado. Se ha endurecido.
Y por eso, necesitamos reconocer y tratar estas enfermedades internas.
Hoy hablaremos de una de las más graves:
el orgullo.
El Orgullo Engañoso (Ghurur en árabe)
El término ghurūr (غُرور) en árabe no se refiere simplemente al orgullo como soberbia, sino a un engaño peligroso que ciega al ser humano. A menudo confundimos ghurūr con el simple hecho de "creerse superior", pero en realidad describe un estado de ilusión donde la persona cae en su propia trampa mental. Una persona maghrūr es alguien que ha caído en una trampa, muchas veces sin saberlo.
El Imam Alí (la paz sea con él) dijo:
«طُوبى لِمَن لَم تَقتُلْهُ قاتِلاتُ الغُرورِ»
“Feliz aquel a quien no lo destruyen las trampas del engaño.”
(Fuente: Gurar al-Hikam, n.º 5973)
Para aclarar mejor este concepto, profundicemos un poco: En árabe distinguimos:
Ghurur (غُرور): el engaño.
Gharur (غَرور): el que engaña.
Por eso uno de los nombres de Satanás es Al-Gharur (el Gran Engañador).
El Corán nos advierte:
«فَلَا تَغُرَّنَّكُمُ الْحَيَاةُ الدُّنْيَا وَلَا يَغُرَّنَّكُم بِاللَّهِ الْغَرُورُ»
"Que no os engañe la vida mundanal, ni os seduzca el Engañador (Satanás) con falsas promesas sobre Dios."
(Corán, 31:33)
En resumen: quien engaña es gharur; quien cae en el engaño es maghrūr;
y ghurur es el acto o estado de ser engañado. Ambas formas (ghurur y gharur) aparecen en el Corán, cada una con matices distintos.
En el Día del Juicio, cuando los buenos y los malos se separen —los justos dirigiéndose hacia el Paraíso y los hipócritas y malvados hacia el Infierno—, los hipócritas se dirigirán a las personas buenas que conocieron en la vida y les preguntarán:
"¿Acaso no estábamos juntos en el mundo?"
Por ejemplo, en el día de Ashura hubo dos hermanos presentes en el campo de batalla: uno había encontrado la guía y estaba en el ejército del Imam Husain (la paz sea con él), mientras que el otro estaba en las filas de Yazid. Uno se encontraba entre los mejores de la humanidad y el otro entre los peores.
El Corán, en la Sura 57, aleya 14, describe esta escena: los malvados y los hipócritas dirán a los justos: "¿Acaso no estábamos juntos?" Como diciendo: “¿No éramos hermanos? ¿No éramos padre e hijo? ¿No éramos vecinos o compañeros de trabajo?”
Del versículo entendemos que en el mundo habían tenido algún tipo de relación. Preguntarán: “¿No vivíamos en el mismo barrio o ciudad? ¿No estudiamos juntos? ¿Por qué vosotros vais al Paraíso y nosotros al Infierno?”
Los habitantes del Paraíso les responderán:
—Sí, es cierto, eras nuestro hermano, vecino o compañero. Pero había cinco fallos en vuestro comportamiento.
Te invito a escuchar este versículo del Corán y a reflexionar juntos sobre cuáles son esos cinco errores, para que nunca los tengamos en nuestra vida:
«يُنَادُونَهُمْ أَلَمْ نَكُن مَّعَكُمْ قَالُوا بَلَىٰ وَلَٰكِنَّكُمْ فَتَنتُمْ أَنفُسَكُمْ وَتَرَبَّصْتُمْ وَارْتَبْتُمْ وَغَرَّتْكُمُ الْأَمَانِيُّ حَتَّىٰ جَاءَ أَمْرُ اللَّهِ وَغَرَّكُم بِاللَّهِ الْغَرُورُ»
Ellos los llamarán: “¿Acaso no estábamos con vosotros?”
Les responderán: “Sí, pero vosotros os arrojasteis a la tentación, esperasteis [la muerte del Profeta], dudasteis de todo, y las largas esperanzas os engañaron hasta que llegó el mandato de Dios, y el Engañador (Satanás) os engañó respecto a Dios.”
(Corán, 57:14)
Ahora voy a explicar estos cinco errores con ejemplos sencillos:
1. «وَلَٰكِنَّكُمْ فَتَنتُمْ أَنفُسَكُمْ»
Primero, fracasasteis en las pruebas divinas y no obtuvisteis la calificación necesaria.
Como cualquier estudiante que suspende un examen no puede avanzar al siguiente nivel, así vosotros no superasteis las pruebas que Dios os puso.
2. «وَتَرَبَّصْتُمْ»
Segundo, esperabais la derrota de otros y alimentabais la envidia.
Algunos hipócritas decían: “O el asunto del Profeta se acabará en esta batalla, o se acabará en la siguiente”.
El Corán señala que, aunque falsamente os llamabais musulmanes, prometíais a vuestros aliados que en tal guerra el Profeta sería derrotado o muerto. Esa era vuestra esperanza.
3. «وَارْتَبْتُمْ»
Tercero, dudabais de vuestras propias creencias, mientras que nosotros, los creyentes, no dudábamos: confiábamos en Dios y en Su Mensajero.
Pero vosotros, hipócritas, unas veces decíais: “Dios no existe”, otras: “El Profeta no existe”, y otras: “¿Para qué rezar?”.
Las preguntas y dudas que llevan a investigar y a alcanzar claridad de pensamiento no son malas; de hecho, son sanas.
Lo que condena este versículo es la siembra deliberada de dudas, el entretener la mente con cuestionamientos sin fundamento. Veíais mil pruebas claras, pero aun así negabais las órdenes del Profeta y os negabais a obedecer.
4. «وَغَرَّتْكُمُ الْأَمَانِيُّ»
Las falsas esperanzas os engañaron.
El anhelo excesivo de logros mundanos y ambiciones desmedidas os sedujo y os apartó de la verdad.
5. «وَغَرَّكُم بِاللَّهِ الْغَرُورُ»
Os dejasteis engañar respecto a Dios.
Satanás hizo que cayerais en el autoengaño, y por ello terminasteis rechazando la verdad.
En dos versículos del Corán se habla de dejarse engañar respecto a Dios, es decir, que Satanás logre que uno se ilusione falsamente en relación con Él.
Uno de estos versículos es el que acabamos de leer, y el otro está en la sura 82, aleya 6:
«يَا أَيُّهَا الْإِنسَانُ مَا غَرَّكَ بِرَبِّكَ الْكَرِيمِ»
“¡Oh ser humano! ¿Qué te ha engañado acerca de tu generoso Señor?”
¿Por qué os llenasteis de arrogancia frente a Dios? ¿Por qué os dejasteis engañar por Satanás en lo que respecta a Él?
En el libro Nahŷ al-Balāgha, en el que el Emir de los Creyentes, ‘Alī ibn Abī Ṭālib (la paz sea con él) interpreta algunos versículos, encontramos explicaciones sumamente bellas.
En este libro se citan más de 140 aleyas, y en algunos casos, un sermón entero es la interpretación de una sola aleya o incluso de una sura completa.
La aleya que os he leído fue interpretada por el Imam ‘Alī en el sermón 223 del Nahŷ al-Balāgha, y no existe comentario más profundo que el suyo, pues él estuvo siempre con el Profeta en el momento de la revelación del Corán: sabía dónde descendía cada versículo, sobre quién lo hacía y en qué contexto.
Aquí voy a explicar, de forma sencilla, solo una pequeña parte de esta exégesis del Imam ‘Alī, en la que él dijo:
وَ حَقّاً أَقُولُ، مَا الدُّنْيَا غَرَّتْكَ وَ لَكِنْ بِهَا اغْتَرَرْتَ، وَ لَقَدْ كَاشَفَتْكَ الْعِظَاتِ وَ آذَنَتْكَ عَلَى سَوَاءٍ وَ لَهِيَ بِمَا تَعِدُكَ مِنْ نُزُولِ الْبَلَاءِ بِجِسْمِكَ وَ [النَّقْضِ] النَّقْصِ فِي قُوَّتِكَ أَصْدَقُ وَ أَوْفَى مِنْ أَنْ تَكْذِبَكَ أَوْ تَغُرَّكَ
Y digo con verdad: No es que el mundo te haya engañado, sino que tú te has dejado engañar por él. En verdad, las amonestaciones te han sido expuestas claramente y te han advertido abiertamente. Y lo que el mundo te promete —la llegada de calamidades sobre tu cuerpo y la disminución de tu fuerza— es más veraz y fiel que para que te mienta o te engañe.
Y trae ejemplos para que no haya excusas:
Si el mundo engañara por sí mismo, ¿por qué no engañó a Sulaymán? ¿Por qué no engañó a Maryam, la madre de ‘Īsā? ¿Por qué no engañó a Ayyūb (la paz sea con ellos)?
En la narración se menciona que, en el Día del Juicio, cuando la gente sea reunida en el llano de la Resurrección y se les pregunte: “¿Por qué pecasteis?”, algunos hombres dirán: “Yo era joven, soltero, y por eso no tengo la culpa… era atractivo y las mujeres me buscaban”.
Entonces se ordenará: “Traed a Yūsuf”. Él será presentado y se dirá: “Mirad, él era aún más joven, más bello y más atractivo, y además estaba solo y lejos de su familia. ¿Por qué, entonces, no siguió el camino de la lujuria?”
Si una mujer dice: “Yo era joven, soltera y hermosa”, se dirá: “Traed a Maryam”.
Maryam, con toda su pureza y grandeza, cuando vio acercarse al ángel —sin saber que era un ángel y creyendo que era un hombre— le dijo: “¡Apártate y teme a Dios!”. Ella misma sintió temor y, al mismo tiempo, ordenó el bien y prohibió el mal. Dijo: “Me refugio en Dios”.
El Imam ‘Alī concluye: “El mundo no engaña a nadie. Quien se engaña, eres tú mismo. (مَا الدُّنْيَا غَرَّتْكَ وَلَكِنْ بِهَا اغْتَرَرْتَ)”.
Estos dos versículos del Corán sobre el tema del ghurūr (engaño y vanidad) se encuentran en la sura 57 [al-Ḥadīd] y en la sura 82 [al-Infiṭār].
Ahora vamos a hablar de un dicho muy importante del Profeta Muhammad (la paz sea con él y su familia purificada), donde menciona seis cosas a las que debemos prestar mucha atención para no dejarnos engañar por ellas. Este dicho fue dirigido a Abdullah ibn Mas’ud, uno de los compañeros del Profeta.
El Mensajero de Dios dijo:
«¡Oh hijo de Mas’ud! No te dejes engañar respecto a Dios, ni por tu propia bondad, conocimiento, actos, piedad o adoración.»
(Makarim al-Akhlaq, tomo 1, página 446)
El Profeta nos advierte: ¿por qué no debemos dejarnos engañar? Porque a veces las personas se sienten confiadas o arrogantes respecto a Dios.
¿Es posible que alguien se sienta orgulloso o confiado respecto a Dios? Sí, ocurre cuando una persona peca y piensa: "Dios es grande, perdona todo", o cuando dice: "Muchos han pecado, yo solo soy uno más".
Este orgullo respecto a Dios significa pecar con descaro.
Pecar es malo, pero después de cometer un pecado, la persona puede actuar de dos maneras:
- Una persona se arrepiente, siente vergüenza y busca cambiar, esperando el perdón de Dios.
- Otra persona se vuelve descarada, y cuando le preguntan: "¿Por qué mentiste?", responde: "Se lo merecía, tenía que mentirle". O "¿Por qué hiciste algo malo?" responde: "¡Se lo merecía!".
Esta audacia para pecar es el verdadero orgullo contra Dios.
Quien peca y luego con arrogancia dice: "Si nosotros no vamos al Paraíso, ¿quién irá? Si Dios no nos lleva al Paraíso, ¿a quién llevará?" — eso es tener una actitud exigente y altiva, como si se sintiera con derecho a todo.
Uthman ibn Maz’oon عثمان بن مظعون falleció. Era muy piadoso, creyente y siempre ayunaba. El Profeta se paró junto a su tumba y dijo: “¡Qué dichoso eres! Que el Paraíso sea para ti.”
Era alguien que vivió toda su vida con piedad. El Profeta, el Imam Ali (la paz sea con él) y los compañeros participaron en su funeral. El Noble Profeta del Islam (la paz y las bendiciones sean con él y su familia purificada) dijo:
«وَمَا أَدْرِي مَا يُفْعَلُ بِي وَلَا بِكُمْ»
No sé lo que será de mí, ni lo que será de vosotros; (es decir, temo por nuestro destino ante Dios.)
Hermanos y hermanas, no digan con certeza absoluta “Estoy seguro,” sino digan: “Si Dios quiere, que me conceda el Paraíso.”
Los profetas, los Imames y los cercanos de Dios siempre estaban preocupados por su destino final. Siempre luchaban por acercarse a Dios y hacían súplicas.
Miren el capítulo 26, verso 83, donde el profeta Abraham pide:
«وَأَلْحِقْنِي بِالصَّالِحِينَ»
“Haz que me una a los justos.”
El Profeta José (la paz sea con él) también suplicaba:
تَوَفَّنِي مُسْلِمًا وَأَلْحِقْنِي بِالصَّالِحِينَ
¡Haz que cuando muera lo haga sometido a Ti y me reúna con los justos! (Corán, Sura 12: verso 101)
Escuchen las oraciones del Imam Ali, por ejemplo la oración de Kumail, que en FátimaTV hemos publicado como podcast en YouTube y otras plataformas. Es una oración que el Imam Ali enseñó a uno de sus compañeros llamado Kumail, por eso lleva ese nombre.
También pueden escuchar las súplicas del Imam Sayyad, recopiladas en un libro llamado Sahifa Sayyadiya. Estas personas eran infalibles y inmaculados, sin pecado, pero así hablaban con Dios, pidiendo su misericordia y perdón.
Por eso, tampoco nosotros debemos ser orgullosos ni confiados.
El Noble Corán dice en el capítulo 3, verso 24:
Los judíos decían: “Nosotros no iremos al Infierno y estamos seguros de que el Infierno no es para nosotros. Y si Dios quisiera enviarnos al Infierno, ¡sería solo por unos pocos días!” Ni siquiera decían un año, tenían mucha arrogancia.
«ذَٰلِكَ بِأَنَّهُمْ قَالُوا لَن تَمَسَّنَا النَّارُ إِلَّا أَيَّامًا مَّعْدُودَاتٍ ۖ وَغَرَّهُمْ فِي دِينِهِم مَّا كَانُوا يَفْتَرُونَ»
(Eso es porque dijeron: "El fuego [del Infierno] no nos alcanzará sino por unos pocos días".) Esta mentira que atribuían a Dios los hizo orgullosos en su religión.
(Sura 3: versículo 24)
En algunas interpretaciones se dice que los judíos pensaban que serían castigados como máximo cuarenta días. Aquellos que cometieron pecados o mataron personas pensaban que pasarían solo poco tiempo en el Infierno. Pero el Corán dice que este pensamiento es erróneo. ¿Quién lo dijo?
En el capítulo 2, verso 80, Dios dice:
«وَقَالُوا لَن تَمَسَّنَا النَّارُ إِلَّا أَيَّامًا مَّعْدُودَةً ۚ قُلْ أَتَّخَذْتُمْ عِندَ اللَّهِ عَهْدًا فَلَن يُخْلِفَ اللَّهُ عَهْدَهُ ۖ أَمْ تَقُولُونَ عَلَى اللَّهِ مَا لَا تَعْلَمُونَ»
(Y dijeron: “El fuego del Infierno no nos tocará salvo por unos pocos días.” Di: “¿Habéis hecho un pacto con Dios? Dios no incumplirá su pacto. ¿O decís sobre Dios lo que no sabéis?”)
(Sura 2: versículo 80)
El Imam Reza (la paz sea con él) dijo a su hermano: “Si pecas, tienes que ir al Infierno, aunque seas hijo del Imam Kazem (la paz sea con él).”
De otra forma, esto no tiene lógica. ¿Cómo alguien que se dice ser del Profeta y su familia, pero peca, no reza, bebe alcohol, no ayuna, podría entrar al Paraíso? Eso es imposible.
Si en tu comunidad o entre tus amigos eres conocido como una persona religiosa, o si eres el único musulmán que reza en tu ciudad, no te sientas orgulloso ni seguro. No te enorgullezcas de tu piedad. Porque en la historia, muchos hombres justos terminaron cayendo en la trampa del Diablo. No seas orgulloso de ser justo.
Jesús (la paz sea con él) es un profeta de Dios. Él lavaba los pies de sus discípulos. Es el Espíritu de Dios y puede devolver la vida a los muertos. Los apóstoles le decían: “¡Oh Jesús! ¿Por qué haces eso?” Él respondía: “Quiero evitar que el orgullo me domine.” Con humildad, lavaba los pies de sus seguidores.
En las tradiciones y hadices se menciona que es recomendable que cuando la novia entra a la casa del novio, él le lave los pies. Es una de las costumbres recomendadas en las bodas que, la primera noche, al llegar la novia a la casa del novio, este le lave los pies. Quizás la razón de esta recomendación sea fortalecer el espíritu de humildad y ternura hacia la esposa.
Debemos dejar a un lado el orgullo y la arrogancia. Así como Jesús lavaba los pies de sus discípulos, nosotros también debemos aprender humildad de estos grandes ejemplos.
En el hadiz que mencionamos, el Profeta nos enseñó a no dejarnos engañar por nuestra propia pureza, conocimiento, obras, bondad y adoración.
¿Dónde está nuestra obra en comparación con la obra de la familia purificada del Profeta? ¿Dónde está nuestra obra en comparación con la de los creyentes verdaderos? No debemos ser orgullosos.
Cuando preguntaron al Imam Sayyad (la paz sea con él) cuánto adoraba, él respondió: “Mi adoración no se compara con la de mi abuelo, el Amir de los Creyentes (la paz sea con él). Su adoración era mucho mayor que la mía.”
Tampoco debemos estar orgullosos de nuestra caridad o de lo que damos, por mucho que sea. Nuestra dádiva no se compara con la de la señora Fátima Zahra (la paz sea con ella), a quien se le reveló un capítulo entero del Corán por su generosidad.
Puedes escuchar esta historia en el programa “Cuentos de la semana” de FátimaTV. El nombre de la historia es Tres toques a la puerta de la generosidad. Puedes buscarlo y escucharlo en YouTube.
Estos seis factores que mencioné en la narración del Profeta pueden ser las causas del orgullo y del engaño en una persona:
- El conocimiento,
- La adoración,
- La generosidad,
- Las obras,
- La fama y el título,
- Y el orgullo respecto a Dios.
En una sola frase: el orgullo, el engañar y ser engañado son características del Diablo, porque él se enorgulleció de sí mismo y de su creación, y se negó a postrarse ante el primer ser humano, Adán (la paz sea con él).
El Sagrado Corán, al explicar esta característica, también nos muestra la solución para salir de este veneno del alma. Esta solución consiste en que, por un lado, reconozcamos la grandeza de Dios y Sus bendiciones, y, por otro lado, no olvidemos nuestra propia pequeñez. Este camino nos aleja de la fascinación y del engaño del mundo. No olvidemos la muerte y el Día del Juicio, y volvamos siempre a Dios con sinceridad.
La “vuelta a Dios” (inabá) significa regresar a Él, estar en constante recuerdo y no permitir que el mal del orgullo entre en nuestra vida.
¡Oh Dios! Concede a todos nosotros la gracia de la humildad, la modestia y el aprovechamiento de Tus bendiciones.
Gracias por acompañarnos en este episodio. Que Dios nos guíe siempre por el camino de la humildad y nos proteja del orgullo. Hasta la próxima, ¡que tengan un día lleno de paz y bendiciones