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Descripción

La usura es un vicio en el que la gente se deja arrastrar fácilmente. Aprovecharse de la carestía de los demás para lucrarse desproporcionadamente es un acto moralmente vergonzoso. Por eso es que las vicisitudes de la guerra y el uso de la espada pueden ser menos exigentes que el trabajo lícito.

Transcripción

La familia del Imam Sadiq (la paz sea con él) había aumentado y sus gastos se incrementaron. Entonces el Imam (P) decidió a recuperar su capital a través del comercio y obtener dinero para cubrir estos gastos. Preparó mil dinares y los dio a su sirviente, que se llamaba Mosadef, y le dijo: ‘Prepárate para viajar a Egipto y negociar.’ Mosadef, con ese dinero, compró mercancía de la que generalmente llevaban a Egipto para vender y se incorporó a una caravana de comerciantes que también llevaba la misma mercadería. Así emprendieron el viaje hacia Egipto. 
Cuando estaban cerca de su destino, encontraron otra caravana que estaba volviendo de aquel país. Entablaron conversaciones con ellos, quienes les hicieron saber que la mercadería que Mosadef y sus compañeros llevaban estaba escaseando en esos momentos en Egipto, por lo que tendrían un excelente mercado para comercializar. Entonces los dueños de la mercancía se pusieron muy contentos por su suerte y por coincidir casualmente con las necesidades del pueblo, lo cual les permitía fijar cualquier precio ya que la gente tenía que comprarles lo que llevaban de cualquier modo. Entonces acordaron no vender la mercadería por una ganancia menor del cien por ciento (es decir, al doble de su costo).
La caravana entró a Egipto y corroboraron que aquello que habían escuchado era verdad. Así que, según lo que habían acordado, establecieron un mercado negro y no vendieron la mercancía a menos del doble de lo que les había costado. Mosadef volvió a Medina con mil dinares de ganancia. Estaba muy contento y fue a visitar al Imam Sadiq (la paz sea con él) y colocó dos costales delante de él. El Imam (P) le preguntó: ‘¿Qué es esto?’ Mosadef le contestó: ‘Uno es el capital que usted me dio y el otro es la ganancia, la cual es del mismo monto que el capital inicial. Es la ganancia que hemos obtenido.’ El Imam (P) le dijo: ‘La ganancia es demasiado alta. Dime cómo pudieron obtener tanta ganancia.’ Mosadef le explicó todo que había ocurrido: ‘Antes de entrar a Egipto nos avisaron que la mercancía escaseaba y por eso acordamos no venderla por una ganancia menor al cien por ciento, y eso hicimos.’ El Imam (P) dijo: ‘¡Subhanna Allah! ¿Y ustedes hicieron esto? ¿Se pusieron de acuerdo para establecer un mercado negro entre los musulmanes? ¿Se comprometieron entre ustedes a no vender la mercancía por una ganancia menor del doble? ¡Yo nunca aprobé este tipo de comercio ni esta ganancia!’ Después el Imam (P) tomó uno de los costales y dijo: ‘Este es mi capital. El otro no me pertenece y yo no voy a tocarlo en absoluto.’ Y agregó: ‘Combatir con la espada es mucho más fácil que el trabajo “halal” (lícito y honesto, que la religión permite).” 
 Al Bihar, tomo XI, pag. 121

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La usura es un vicio en el que la gente se deja arrastrar fácilmente. Aprovecharse de la carestía de los demás para lucrarse desproporcionadamente es un acto moralmente vergonzoso. Por eso es que las vicisitudes de la guerra y el uso de la espada pueden ser menos exigentes que el trabajo lícito.

La familia del Imam Sadiq (la paz sea con él) había aumentado y sus gastos se incrementaron. Entonces el Imam (P) decidió a recuperar su capital a través del comercio y obtener dinero para cubrir estos gastos. Preparó mil dinares y los dio a su sirviente, que se llamaba Mosadef, y le dijo: ‘Prepárate para viajar a Egipto y negociar.’ Mosadef, con ese dinero, compró mercancía de la que generalmente llevaban a Egipto para vender y se incorporó a una caravana de comerciantes que también llevaba la misma mercadería. Así emprendieron el viaje hacia Egipto. 
Cuando estaban cerca de su destino, encontraron otra caravana que estaba volviendo de aquel país. Entablaron conversaciones con ellos, quienes les hicieron saber que la mercadería que Mosadef y sus compañeros llevaban estaba escaseando en esos momentos en Egipto, por lo que tendrían un excelente mercado para comercializar. Entonces los dueños de la mercancía se pusieron muy contentos por su suerte y por coincidir casualmente con las necesidades del pueblo, lo cual les permitía fijar cualquier precio ya que la gente tenía que comprarles lo que llevaban de cualquier modo. Entonces acordaron no vender la mercadería por una ganancia menor del cien por ciento (es decir, al doble de su costo).
La caravana entró a Egipto y corroboraron que aquello que habían escuchado era verdad. Así que, según lo que habían acordado, establecieron un mercado negro y no vendieron la mercancía a menos del doble de lo que les había costado. Mosadef volvió a Medina con mil dinares de ganancia. Estaba muy contento y fue a visitar al Imam Sadiq (la paz sea con él) y colocó dos costales delante de él. El Imam (P) le preguntó: ‘¿Qué es esto?’ Mosadef le contestó: ‘Uno es el capital que usted me dio y el otro es la ganancia, la cual es del mismo monto que el capital inicial. Es la ganancia que hemos obtenido.’ El Imam (P) le dijo: ‘La ganancia es demasiado alta. Dime cómo pudieron obtener tanta ganancia.’ Mosadef le explicó todo que había ocurrido: ‘Antes de entrar a Egipto nos avisaron que la mercancía escaseaba y por eso acordamos no venderla por una ganancia menor al cien por ciento, y eso hicimos.’ El Imam (P) dijo: ‘¡Subhanna Allah! ¿Y ustedes hicieron esto? ¿Se pusieron de acuerdo para establecer un mercado negro entre los musulmanes? ¿Se comprometieron entre ustedes a no vender la mercancía por una ganancia menor del doble? ¡Yo nunca aprobé este tipo de comercio ni esta ganancia!’ Después el Imam (P) tomó uno de los costales y dijo: ‘Este es mi capital. El otro no me pertenece y yo no voy a tocarlo en absoluto.’ Y agregó: ‘Combatir con la espada es mucho más fácil que el trabajo “halal” (lícito y honesto, que la religión permite).” 
 Al Bihar, tomo XI, pag. 121