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Descripción

La ayuda que le brindamos a los demás de manera desinteresada y sincera, incrementa la posibilidad de alcanzar un alto grado de perfección moral. Cuando contribuimos con los otros a realizar sus tareas, aliviamos su carga y nos acercamos más a Dios.

Transcripción

Hola, Hola, Hola

Bienvenido al programa LOS CUENTOS DE LA SEMANA. Sí, todos los sábados te contamos un cuento interesante, un cuento que podría hacerte pensar en cómo tener una vida mejor y, ciertamente, tener una vida mejor depende de cómo tratemos a los demás. Hoy queremos compartir contigo dos historias cortas que pueden mostrarnos la importancia de los temas morales. Escuchémoslas juntos.

 

Un hombre que había regresado recientemente de la Kaaba, la Casa de Dios, relataba para el Imam Sadiq (la paz sea con él) la historia de su viaje. Hacía especial énfasis en uno de sus compañeros, de quien hablaba muy bien diciendo que era muy ilustre. Decía:

 

–Estábamos muy felices de estar con él. Siempre estaba rezando. Cuando llegábamos a un lugar, inmediatamente se ponía a rezar.

– ¿Y quién hacía sus cosas y preparaba su comida? – preguntó el Imam Sadiq.

–Nosotros, por supuesto – le dijo el hombre. – Y lo hacíamos con mucho gusto. Él siempre estaba ocupado con sus cosas santas y no tenía nada que ver con otros asuntos.

–Entonces ustedes son mejores que él – le dijo el Imam Sadiq.

Como pueden ver, el Imam Sadiq considera que ayudar a los demás tiene mucha más importancia que adorar únicamente. Es por eso que le dice a la persona que ayudó al adorador a realizar sus tareas que tiene una posición más alta ante Dios en comparación con aquella que solo piensa en rezar y no ayuda a los demás.

 

Una caravana de musulmanes se dirigía hacia Meca. Cuando llegaron a Medina, se detuvieron en la ciudad para descansar y luego continuaron su marcha.

 

En la ruta de Medina a Meca se encontraron con un hombre conocido, quien advirtió la presencia en la caravana de una persona con el rostro de los honestos, el cual con agilidad y buen ánimo servía y ayudaba a la gente de la caravana.

 

El hombre enseguida lo reconoció y con mucho asombro le preguntó a la gente de la caravana: “¿Acaso ustedes conocen a esta persona que los está sirviendo y ayudando?” La gente le contestó: “No, no lo conocemos. Él se unió a la caravana en Medina y es un hombre honesto, abstinente y piadoso. Nosotros no le pedimos que trabajara para nosotros, sino que él nos sirve por su cuenta, porque le gusta ayudar a la gente.”

 

El hombre les dijo: “¡Por supuesto que no lo conocen! Si supieran quién es nunca permitirían que trabaje como un servidor para ustedes.” La gente de la caravana preguntó: “¿Y quién es este hombre?” Él es el Imam Alí ibn Husein Zain Al Abidin (el cuarto Imam de los musulmanes) Las personas empezaron a agitarse e inquietarse, y para disculparse con el Imam (la paz sea con él) comenzaron a besarle las manos y los pies, diciéndole: “¿Por qué se comportó así usted con nosotros? Es posible que Dios se disguste por nuestra falta de respeto hacia usted y nos cargue con una gran culpa.”

 

El Imam les dijo: “Intencionalmente los elegí para viajar, porque no me conocían. Cuando puedo, viajo con gente que no me conoce. Las personas que me conocen, por el Profeta de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él y su familia), me respetan mucho y no me permiten ayudarlos ni servirlos. Por eso, para viajar, prefiero escoger a un grupo que no me conozca. Tampoco me presento a la gente para no perder la bendición de servir a los amigos.”[1]

 

En verdad AYUDAR A LOS DEMÁS agrada a Dios y nos acerca a Él. Por ello, el cuarto Imam, Alí ibn Husein, ingresaba a las caravanas de manera anónima. Debía ser así, porque al reconocerlo no le permitirían ayudar en las tareas, debido al respeto que le tenían.

Espero que te hayan gustado estos dos cuentos.

¿Cuánto te gusta ayudar a los demás? Cuéntanos cómo te sientes cuando ayudas a otros. Estamos esperando tus comentarios ¡Hasta otro cuento, adiós!

 


[1] Al Bihar, tomo XI, pag. 21

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La ayuda que le brindamos a los demás de manera desinteresada y sincera, incrementa la posibilidad de alcanzar un alto grado de perfección moral. Cuando contribuimos con los otros a realizar sus tareas, aliviamos su carga y nos acercamos más a Dios.

Hola, Hola, Hola

Bienvenido al programa LOS CUENTOS DE LA SEMANA. Sí, todos los sábados te contamos un cuento interesante, un cuento que podría hacerte pensar en cómo tener una vida mejor y, ciertamente, tener una vida mejor depende de cómo tratemos a los demás. Hoy queremos compartir contigo dos historias cortas que pueden mostrarnos la importancia de los temas morales. Escuchémoslas juntos.

 

Un hombre que había regresado recientemente de la Kaaba, la Casa de Dios, relataba para el Imam Sadiq (la paz sea con él) la historia de su viaje. Hacía especial énfasis en uno de sus compañeros, de quien hablaba muy bien diciendo que era muy ilustre. Decía:

 

–Estábamos muy felices de estar con él. Siempre estaba rezando. Cuando llegábamos a un lugar, inmediatamente se ponía a rezar.

– ¿Y quién hacía sus cosas y preparaba su comida? – preguntó el Imam Sadiq.

–Nosotros, por supuesto – le dijo el hombre. – Y lo hacíamos con mucho gusto. Él siempre estaba ocupado con sus cosas santas y no tenía nada que ver con otros asuntos.

–Entonces ustedes son mejores que él – le dijo el Imam Sadiq.

Como pueden ver, el Imam Sadiq considera que ayudar a los demás tiene mucha más importancia que adorar únicamente. Es por eso que le dice a la persona que ayudó al adorador a realizar sus tareas que tiene una posición más alta ante Dios en comparación con aquella que solo piensa en rezar y no ayuda a los demás.

 

Una caravana de musulmanes se dirigía hacia Meca. Cuando llegaron a Medina, se detuvieron en la ciudad para descansar y luego continuaron su marcha.

 

En la ruta de Medina a Meca se encontraron con un hombre conocido, quien advirtió la presencia en la caravana de una persona con el rostro de los honestos, el cual con agilidad y buen ánimo servía y ayudaba a la gente de la caravana.

 

El hombre enseguida lo reconoció y con mucho asombro le preguntó a la gente de la caravana: “¿Acaso ustedes conocen a esta persona que los está sirviendo y ayudando?” La gente le contestó: “No, no lo conocemos. Él se unió a la caravana en Medina y es un hombre honesto, abstinente y piadoso. Nosotros no le pedimos que trabajara para nosotros, sino que él nos sirve por su cuenta, porque le gusta ayudar a la gente.”

 

El hombre les dijo: “¡Por supuesto que no lo conocen! Si supieran quién es nunca permitirían que trabaje como un servidor para ustedes.” La gente de la caravana preguntó: “¿Y quién es este hombre?” Él es el Imam Alí ibn Husein Zain Al Abidin (el cuarto Imam de los musulmanes) Las personas empezaron a agitarse e inquietarse, y para disculparse con el Imam (la paz sea con él) comenzaron a besarle las manos y los pies, diciéndole: “¿Por qué se comportó así usted con nosotros? Es posible que Dios se disguste por nuestra falta de respeto hacia usted y nos cargue con una gran culpa.”

 

El Imam les dijo: “Intencionalmente los elegí para viajar, porque no me conocían. Cuando puedo, viajo con gente que no me conoce. Las personas que me conocen, por el Profeta de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él y su familia), me respetan mucho y no me permiten ayudarlos ni servirlos. Por eso, para viajar, prefiero escoger a un grupo que no me conozca. Tampoco me presento a la gente para no perder la bendición de servir a los amigos.”[1]

 

En verdad AYUDAR A LOS DEMÁS agrada a Dios y nos acerca a Él. Por ello, el cuarto Imam, Alí ibn Husein, ingresaba a las caravanas de manera anónima. Debía ser así, porque al reconocerlo no le permitirían ayudar en las tareas, debido al respeto que le tenían.

Espero que te hayan gustado estos dos cuentos.

¿Cuánto te gusta ayudar a los demás? Cuéntanos cómo te sientes cuando ayudas a otros. Estamos esperando tus comentarios ¡Hasta otro cuento, adiós!

 


[1] Al Bihar, tomo XI, pag. 21