En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso.
Hola, hoy queremos compartir contigo este nuevo episodio que hemos titulado: El grano de mostaza. La justicia.
Todas las virtudes se fundamentan en la justicia. Esta cualidad pone a salvo al ser humano. Lo mantiene alejado de las desviaciones, en su centro relativo. Sin excesos ni deficiencias. La facultad de la justicia otorga moderación e inclina a las personas a favorecer al prójimo. No existe un alma noble y ensimismada. Sin embargo, no podemos ayudar a otras personas sin reformarnos a nosotros mismos. Quien es justo logra el equilibrio de sus pasiones, su ira y somete su carácter a la razón, pero lo hace con incidencia tanto en las cuestiones personales como sociales.
Entre los tipos de justicia existentes nos interesa destacar la que se establece entre el ser humano y Dios. Como es sabido, la purificación del alma se logra mediante la adquisición y práctica de las más sublimes virtudes éticas y morales. El conocimiento y el amor a Dios nos permiten alcanzar la perfección. En eso consiste la verdadera felicidad. Cuando esto se logra el alma se ilumina con el fulgor y la belleza celestial que emanan del Altísimo.
Cuando asumimos el autodesarrollo, la autopurificación ocurre dentro de nosotros una feroz lucha. Al nacer, el alma es como un lienzo en blanco. En el discurrir de la vida se van dibujando en ella nuestros rasgos de carácter y personalidad. Los vicios y las virtudes pugnan por imponerse hasta que se revela nuestra verdadera naturaleza moral. Si la persona logra doblegar los vicios mediante el intelecto y la razón su vida se inclinará hacia conductas completamente alejadas de la maldad: coraje, castidad (generosidad), justicia. De no ser así, es posible que los sombríos colores de la perversidad, la cobardía, la lujuria y la ignorancia pinten el lienzo de nuestra alma.
Esta definición en el plano ético determina el destino del individuo en el Más Allá. Dios dispensa al ser humano castigos y recompensas por sus actos, según estos sean buenos o malos. Las almas virtuosas obtendrán la Vida Eterna y vivirán por siempre en el Jardín de la Bienaventuranza. En cambio, si son perversas serán castigas y lanzadas al dolor y sufrimiento perpetuos. Los vicios y buenos actos serán revelados por Dios y dictaminará por cada uno de ellos el castigo o premio merecido sin importar que sean tan minúsculos y aparentemente inapreciables como un grano de mostaza:
“¡Oh, hijito mío! Aunque tus actos tengan el peso de un grano de mostaza y estén bajo una piedra o en los cielos o en la Tierra, Dios los traerá. En verdad, Dios es sutil, está bien informado. (Corán 31:16).
Hemos llegado al final de este episodio. Nos despedimos de ti con profundo afecto y respeto, seguros de que cada día compartirás con nosotros estas enseñanzas que abrirán tu corazón y tu pensamiento. ¡Hasta mañana!