En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso.
Hola, hoy queremos compartir contigo este nuevo episodio que hemos titulado: El grano de mostaza. La certeza.
Comparar cualquier cosa con un grano de mostaza es afirmar que posee un tamaño diminuto, casi imperceptible. Sin embargo, tanto el Sagrado Corán, como el Profeta (la paz y las bendiciones sean con él y su familia) y los imames (la paz sea con ellos) recurrieron a esta analogía para advertirnos que nada en este mundo es realmente insignificante a los ojos de Dios. Los pequeños extravíos y los actos de benevolencia aparentemente ínfimos no serán desdeñados por Dios. Él será extremadamente preciso y riguroso al momento de colocarlos en Su balanza el Día del Juicio Final.
“(…) Ese día (El Día Juicio Final), regresarán los seres humanos en grupos con estados diferentes, para que les sean mostradas sus acciones. Así pues, quien haga el peso de un átomo de bien, lo verá y quien haga el peso de un átomo de mal, lo verá”. (Sagrado Corán, 99:8).
Nuestros actos serán tomados en cuenta aunque parezcan una partícula de polvo como las que vemos flotar en nuestra habitación al abrir las ventanas por la mañana. Esto se ha establecido así para lograr un mayor efecto educativo sobre los creyentes. De esta manera tendrán certeza sobre los efectos de sus acciones y se ocuparán de velar más por ellas. Quien presta atención y da valor a cada gesto y acción por más pequeña que sea demuestra una gran comprensión de la real naturaleza de las cosas. La certeza forma parte de la fe. Implica poner el intelecto al servicio del alma mediante el ejercicio de la observación, la interpretación; ser consecuente con el ejemplo y la tradición de las más sublimes virtudes morales y éticas. Dijo el imam Alí:
"La fe está sobre cuatro pilares: la paciencia, la certeza, la justicia y la lucha. En cuanto a la certeza, se divide en cuatro partes: la observación con inteligencia, la interpretación con sabiduría, la advertencia con el ejemplo y la tradición de los primeros. Quien observa con inteligencia, se le dilucida la sabiduría. Y a quien se le aclara la sabiduría, conoce el ejemplo. Y quien conoce el ejemplo, entonces es como si estuviera entre los primeros."
De acuerdo con una narración sobre el imam Al Yawad (la paz sea con él) un hombre que tenía una deuda con su gobernante le solicitó al imam que escribiera una nota para obtener comprensión y generosidad de aquel:
“¡Que yo sea sacrificado por ti! Nuestro gobernante os expresa afecto a vosotros (la descendencia del Profeta, la gente de su casa) y yo le debo impuestos. Si es que lo consideras apropiado, ¡que yo sea sacrificado por ti!, escríbele de manera que sea benefactor conmigo”.
El Imam primero se excusó, pero aceptó hacerlo después de que supo que el gobernante profesaba el Imamato. Es así que después de la invocación del nombre de Dios escribió:
“El que lleva este escrito mío ha mencionado que profesas una hermosa escuela, que es la de (la gente de la casa del Profeta Muhammad). Las acciones que permanecen contigo son aquellas en las que actúas con benevolencia; así pues, sé benevolente con tus hermanos. Debes saber que Dios, Glorificado Sea, te preguntará (incluso) acerca de una insignificante partícula y de un grano de mostaza”.
El Imam escribe la nota confiado en la certeza del gobernante de quien se sabe es seguidor del ejemplo del Profeta y de la gente de su casa. Apela a su fe y a su sentido de justicia que se supone ha tomado de la tradición profética. Él imam sabe que si es un buen creyente interpretará con sabiduría sus palabras y dará cumplimiento a un simple y pequeño acto de benevolencia para con su prójimo, quien está imposibilitado de pagar el impuesto.
Hemos llegado al final de este episodio. Nos despedimos de ti con profundo afecto y respeto, seguros de que cada día compartirás con nosotros estas enseñanzas que abrirán tu corazón y tu pensamiento. ¡Hasta mañana!