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Descripción

Es bien conocida la parábola bíblica que compara el grano de mostaza con el Reino de los Cielos. Mediante esa narración breve y simbólica se compara algo terrenal, pequeño e insignificante, con algo celestial y eterno. La pequeña semilla cultivada en suelo fértil  hace crecer un árbol formidable que puede dar sombra a los caminantes y cobijo a las aves entre sus frondosas ramas. De este recurso comparativo se pueden extraer varias enseñanzas y es muy utilizado para destacar que lo más ínfimo tiene un portentoso valor y significación para el ser humano y para Dios. Por la disparidad y el contraste entre lo grande y lo pequeño, lo intrascendente y lo trascendente, se busca destacar algo muy positivo o algo muy negativo, muy bueno o muy malo para el alma.

Transcripción

En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso.

Hola, hoy queremos compartir contigo este nuevo episodio que hemos titulado: El grano de cebada.

Es bien conocida la parábola bíblica que compara el grano de mostaza con el Reino de los Cielos. Mediante esa narración breve y simbólica se compara algo terrenal, pequeño e insignificante, con algo celestial y eterno. La pequeña semilla cultivada en suelo fértil  hace crecer un árbol formidable que puede dar sombra a los caminantes y cobijo a las aves entre sus frondosas ramas. De este recurso comparativo se pueden extraer varias enseñanzas y es muy utilizado para destacar que lo más ínfimo tiene un portentoso valor y significación para el ser humano y para Dios. Por la disparidad y el contraste entre lo grande y lo pequeño, lo intrascendente y lo trascendente, se busca destacar algo muy positivo o algo muy negativo, muy bueno o muy malo para el alma.

Por ejemplo, el Imam Alí (la paz sea con él) dijo: “Por Dios, si se me dieran los siete mundos y todo lo que haya bajo su cielo para desobedecer a Dios en algo del tamaño del salvado de un grano de cebada que se encuentra en la boca de una langosta, no lo haría”.

En este caso el salvado de un grano de cebada es mucho más insignificante que la semilla de mostaza. Es el resultado de la molienda de los granos de cereales, proceso mediante el cual se extrae su capa exterior. Esta comparación entre un potencial pecado y lo insustancial de esa partícula sirve para destacar el grado de pureza e infalibilidad del imam y de la gente de la casa del Profeta (la paz y las bendiciones sean con ellos). Se refiere a la imposibilidad de cometer cualquier pecado o vicio, por más insignificante que este sea, por parte de estas personas a quienes escogió Dios como guías para la purificación y perfección de nuestras almas. Fueron y serán siendo ejemplos a seguir por su obediencia, complacencia, conocimiento y sabiduría a toda prueba. Nada ni nadie pudo corromper las perfectas virtudes de un imam ni quebrantar su sumisión a Dios. Jamás cometieron un acto que contraviniera su amor hacia su Creador, ni siquiera una falta intrascendente, comparable a una partícula de cascarilla de cebada en la boca de un insecto.

En cambio, los creyentes no somos infalibles, no hemos sido escogidos para llevar una vida con esa cualidad divina de los profetas e imames. Por el contrario, experimentamos en nuestro interior el constante choque y las tensiones entre poderosas y antagónicas fuerzas morales. La ira, la concupiscencia y la ignorancia tratan de imponerse en nuestra alma por encima de la razón y la justicia. Sin embargo, mediante el autodesarrollo las personas podemos alcanzar la perfección humana y someter las inclinaciones malignas mediante al gobierno del intelecto, la sabiduría y el conocimiento.

Si así conducimos nuestra vida estaremos más cerca de Dios. Si luchamos por imponer la razón, ser pacientes ante las adversidades y actuar con justicia para el bien propio y ajeno estaremos consolidando nuestra fe y de seguro alcanzaremos el Paraíso. De allí la narración mediante la cual el Mensajero de Dios ofrece su intercesión para favorecer a las personas de fe, aunque esta tenga la dimensión de un grano de mostaza: “El día del levantamiento intercederé y diré: ¡Señor Mío! ¡Haz que acceda al Paraíso todo aquel que albergaba (el tamaño de) un grano de mostaza de fe en su corazón! Y entonces entrarán”. Incluso el poder de la fe puede revertir el castigo del Fuego, aun cuando esa fe tenga la proporción de un simple grano de cebada. Al respecto, se narra que el Profeta recibió de Dios el permiso para ese tipo de intercesión: “Ve y saca del infierno a todo aquel que albergue en su corazón el peso de un grano de cebada de fe”.

Hemos llegado al final de este episodio. Nos despedimos de ti con profundo afecto y respeto, seguros de que cada día compartirás con nosotros estas enseñanzas que abrirán tu corazón y tu pensamiento. ¡Hasta mañana!

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Transcripción

Es bien conocida la parábola bíblica que compara el grano de mostaza con el Reino de los Cielos. Mediante esa narración breve y simbólica se compara algo terrenal, pequeño e insignificante, con algo celestial y eterno. La pequeña semilla cultivada en suelo fértil  hace crecer un árbol formidable que puede dar sombra a los caminantes y cobijo a las aves entre sus frondosas ramas. De este recurso comparativo se pueden extraer varias enseñanzas y es muy utilizado para destacar que lo más ínfimo tiene un portentoso valor y significación para el ser humano y para Dios. Por la disparidad y el contraste entre lo grande y lo pequeño, lo intrascendente y lo trascendente, se busca destacar algo muy positivo o algo muy negativo, muy bueno o muy malo para el alma.

En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso.

Hola, hoy queremos compartir contigo este nuevo episodio que hemos titulado: El grano de cebada.

Es bien conocida la parábola bíblica que compara el grano de mostaza con el Reino de los Cielos. Mediante esa narración breve y simbólica se compara algo terrenal, pequeño e insignificante, con algo celestial y eterno. La pequeña semilla cultivada en suelo fértil  hace crecer un árbol formidable que puede dar sombra a los caminantes y cobijo a las aves entre sus frondosas ramas. De este recurso comparativo se pueden extraer varias enseñanzas y es muy utilizado para destacar que lo más ínfimo tiene un portentoso valor y significación para el ser humano y para Dios. Por la disparidad y el contraste entre lo grande y lo pequeño, lo intrascendente y lo trascendente, se busca destacar algo muy positivo o algo muy negativo, muy bueno o muy malo para el alma.

Por ejemplo, el Imam Alí (la paz sea con él) dijo: “Por Dios, si se me dieran los siete mundos y todo lo que haya bajo su cielo para desobedecer a Dios en algo del tamaño del salvado de un grano de cebada que se encuentra en la boca de una langosta, no lo haría”.

En este caso el salvado de un grano de cebada es mucho más insignificante que la semilla de mostaza. Es el resultado de la molienda de los granos de cereales, proceso mediante el cual se extrae su capa exterior. Esta comparación entre un potencial pecado y lo insustancial de esa partícula sirve para destacar el grado de pureza e infalibilidad del imam y de la gente de la casa del Profeta (la paz y las bendiciones sean con ellos). Se refiere a la imposibilidad de cometer cualquier pecado o vicio, por más insignificante que este sea, por parte de estas personas a quienes escogió Dios como guías para la purificación y perfección de nuestras almas. Fueron y serán siendo ejemplos a seguir por su obediencia, complacencia, conocimiento y sabiduría a toda prueba. Nada ni nadie pudo corromper las perfectas virtudes de un imam ni quebrantar su sumisión a Dios. Jamás cometieron un acto que contraviniera su amor hacia su Creador, ni siquiera una falta intrascendente, comparable a una partícula de cascarilla de cebada en la boca de un insecto.

En cambio, los creyentes no somos infalibles, no hemos sido escogidos para llevar una vida con esa cualidad divina de los profetas e imames. Por el contrario, experimentamos en nuestro interior el constante choque y las tensiones entre poderosas y antagónicas fuerzas morales. La ira, la concupiscencia y la ignorancia tratan de imponerse en nuestra alma por encima de la razón y la justicia. Sin embargo, mediante el autodesarrollo las personas podemos alcanzar la perfección humana y someter las inclinaciones malignas mediante al gobierno del intelecto, la sabiduría y el conocimiento.

Si así conducimos nuestra vida estaremos más cerca de Dios. Si luchamos por imponer la razón, ser pacientes ante las adversidades y actuar con justicia para el bien propio y ajeno estaremos consolidando nuestra fe y de seguro alcanzaremos el Paraíso. De allí la narración mediante la cual el Mensajero de Dios ofrece su intercesión para favorecer a las personas de fe, aunque esta tenga la dimensión de un grano de mostaza: “El día del levantamiento intercederé y diré: ¡Señor Mío! ¡Haz que acceda al Paraíso todo aquel que albergaba (el tamaño de) un grano de mostaza de fe en su corazón! Y entonces entrarán”. Incluso el poder de la fe puede revertir el castigo del Fuego, aun cuando esa fe tenga la proporción de un simple grano de cebada. Al respecto, se narra que el Profeta recibió de Dios el permiso para ese tipo de intercesión: “Ve y saca del infierno a todo aquel que albergue en su corazón el peso de un grano de cebada de fe”.

Hemos llegado al final de este episodio. Nos despedimos de ti con profundo afecto y respeto, seguros de que cada día compartirás con nosotros estas enseñanzas que abrirán tu corazón y tu pensamiento. ¡Hasta mañana!