En el nombre de Dios, hola.
Una vez más les saludo, dándoles la más cordial bienvenida al cuento de esta semana, el cual trae una nueva historia cargada de valores y enseñanzas que sin duda, nos iluminarán el alma. Así que sin más preámbulos vamos a escuchar el cuento de esta semana.
El derecho de la madre.
Un joven llamado Zacarías Ibn Ibrahim era de una familia de cristianos, pero su corazón se inclinó al Islam. Su conciencia y alma lo invitaban al Islam y finalmente en contra de los deseos de su familia, él se convirtió al Islam y comenzó a obedecer los mandatos islámicos.
En la época del Hayy o peregrinación a la Meca, el joven con intenciones de peregrinar, salió de Kufa y llegó a Medina, donde se presentó ante el Imam Sadiq (P).
Zacarías le contó sobre su historia y el Imam (P) le preguntó:
“¿Qué cosa te atrajo más del Islam?”
El joven respondió:
“La palabra que Dios le dice al Profeta (BPD) en el Sagrado Corán: ‘¡Oh, Profeta! Tú no sabías lo que eran la Escritura y la fe, pero Hemos hecho de él una luz con la que guiamos a quienes queremos de Nuestros siervos. Ciertamente tú guías a los hombres a una Vía Recta.’
Esta aleya me corresponde a mí.”
El Imam (P) dijo: “Ciertamente Dios te Ha guiado.”
Entonces el Imam (P) suplicó tres veces: “¡Oh, Dios! ¡Mantenlo en la Buena Guía!” , “¡Oh, Dios! ¡Mantenlo en la Buena Guía!”, “¡Oh, Dios Mantenlo en la Buena Guía! ¡ Oh, Dios ciertamente Mantenlo en la Buena Guía!”
Después le dijo al joven: “¡Oh, hijo mío! ¡Pregúntame lo que quieras preguntar!”
El joven dijo: “Mis padres y toda mi familia son cristianos. Mi madre es ciega. Yo me reúno con ellos y necesariamente como junto con ellos. ¿Cuál es mi obligación al respecto?”
A lo que el Imam (P) le preguntó: “¿Ellos consumen carne de cerdo?”
Y el joven respondió: “No, ¡oh, hijo del Mensajero de Dios! Ellos no consumen carne de cerdo.”
A lo que el Imam (P) le dijo: “Tú no tienes vedado reunirte con ellos.” (En relación a la comida)
Y le dijo: “¡Oh, hijo mío! ¡Cuida a tu madre y trátala con bondad mientras ella viva! Y cuando muera, no dejes su cadáver para otras personas: encárgate personalmente de esto (en otras palabras, del entierro).”
Luego el Imam (P) le dijo: “No le cuentes a nadie que te has reunido conmigo. Yo también viajo a la Meca y si Dios quiere nos reuniremos en Mina”.
En Mina, el joven preguntó por el Imam (P) y lo encontró con mucha gente a su alrededor, como alumnos entorno a su maestro, que sin pausa le preguntaban una cosa detrás de la otra todo el tiempo, y el Imam (P) les contestaba.
Una vez que terminó el tiempo del Hayy y el joven regresó a Kufa, a su hogar y siempre tuvo presente la recomendación del Imam Sadiq (P), por lo que de esta manera, empezó a servir a su madre ciega, sin dejar pasar una oportunidad para brindarle una caricia y un favor.
Con sus propias manos la alimentaba, limpiaba su cuerpo y sus ropas. Este cambio en la actitud del muchacho, especialmente luego de regresar de la Meca, llamó la atención de su madre, quien le dijo:
“¡Oh, hijo mío! Antes cuando tú eras de mi religión, no me acariciabas tanto ni me tratabas así. Ahora que tenemos religiones diferentes, tú me tratas mejor que antes.”
A lo que el joven le respondió: “Querida madre: un hombre de los descendientes de nuestro Profeta (BPD) me ordenó obrar así.”
La madre inquirió: “¿Él también es un Profeta?”
A lo que el joven respondió: “No, pero es descendiente del Profeta Muhammad (BPD).”
Entonces la madre dijo: “¡Oh, hijo mío! Yo pienso que él también es un Profeta, pues estas indicaciones sólo surgen de personas que son Profetas, no de otros.”
El joven le dijo: “No madre, ten por seguro que no es un Profeta, sino, es un descendiente de uno. Básicamente después de nuestro Profeta Muhammad (BPD) no hay (ni habrá) otro Profeta.”
Por lo que la madre declaró: “¡Oh, hijo mío! Tu religión es excelente y es mejor que otras religiones. Por favor, preséntamela.”
Es entonces cuando el joven Zacarías le explicó a su madre los dos testimonios de fe y la madre entonces, comprendido esto, aceptó el Islam.
Luego con mucho amor y paciencia el noble Zacarías le enseñó las reglas de la oración y la madre rezó el mediodía y la tarde, a como también al anochecer, y el ocaso y sin duda la oración de la noche, pero tiempo después de esto la condición de salud y física de la madre de Zacarías empeoró de repente y enfermó sin que mediara remedio humano alguno.
Ella llamó a su hijo y le dijo: “¡Oh, hijo mío! Por favor: repíteme lo que me enseñaste.”
El joven Zacarías le repitió los dos Testimonios de fe y los Fundamentos básicos del Islam que son la creencia en Dios, en los Profetas (P), en los ángeles, en los Libros Sagrados y en el otro mundo, siendo que la noble madre repitió y aceptó estos Fundamentos y luego de ello, su alma abandonó su cuerpo (y pereció).
Al día siguiente por la mañana, los musulmanes participaron de la preparación del cuerpo y el funeral de la mujer, siendo que el joven Zacarías, tal como lo había indicado el Imam Sadiq (P), en persona realizó la oración del difunto y con sus manos puso el cuerpo de su madre en el sepulcro para finalmente despedirse de ella.
Con esta historia, nos adentramos a uno de los valores que Islam promulga entre sus seguidores y es el del respeto y amor a los padres y en especial al de la madre.
Se cuenta una tradición narrada del Imam As Sadiq (P) lo siguiente:
“Un hombre se presentó ante el Noble Profeta (BPD) y le dijo: “¡Oh Enviado de Dios! ¿Con quién debemos ser benevolentes?”. Respondió el Profeta (BPD): “Con tu madre”. Preguntó el hombre de vuelta: “¿Tras ella quién tiene primacía?”. El Profeta respondió (BPD): “Tu madre”. Entonces repitió la pregunta por tercera vez, y nuevamente el Profeta del Islam respondió (BPD): “Tu madre”. Y la cuarta vez que fue reiterada la pregunta, respondió (BPD): “Tu padre”.
Otra narración del Profeta del Islam dice respecto al derecho del padre y la madre:
“El derecho de tu padre es que lo obedezcas durante toda la vida, pero en cuanto al derecho de tu madre, no podrás retribuirlo jamás. Aún si te pusieras a su servicio durante días, en la cantidad de las arenas del desierto y de las gotas de lluvia ello, no retribuirá los grandes esfuerzos que hizo (por ti) durante el período de embarazo”.
Con esto, vemos la elevada posición de la madre en el Islam y de la mujer como sostén de la sociedad. Comprendemos el deber para con ella, quien nos trajo al mundo y con sus penas nos enseñó a andar por la vida, y hemos aprendido a reconocer ese nuestro deber de honrarle en vida y luego cuando parta, enviarles a ellas, nuestros regalos espirituales para apaciguar su estado en el otro mundo.
Nos despedimos con este versículo del Sagrado Corán la Aleya número 14 de la Sura 31 titulada como Luqman que dice:
«Y recomendamos al hombre benevolencia para con sus padres. Su madre le concibe, pena tras pena y su destete es a los dos años. Y le dijimos: “Sé agradecido conmigo y con tus padres, porque el retorno será a Mí”»
Hasta aquí el cuento de la semana, ruego a Dios Misericordioso, les otorgue lo mejor de esta y la otra vida a ustedes y a sus seres queridos, por favor cuídense y hasta la otra semana.
FatimaTV
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