En el nombre de Dios, el Clemente el Misericordioso
Sufrimiento o veneración
“Durante los días de su vida Dios Todopoderoso envía brisas de misericordia, entonces pónganse a ustedes mismos frente a éstas”.[1] (Del Profeta –la paz y las bendiciones de Dios sean con él y su bendita familia).
Para un creyente el mes santo de Ramadán es el período espiritual más importante del año. El vocablo Ramadán se deriva de la raíz “ramada” que significa: arder las raíces de las malas hierbas y las espinas (de las plantas); y “Puesto que este mes quema los pecados y los destruye, lo llamaron Ramadán,”.[2] El Profeta dice: Dios eligió este mes como el mes para Su fiesta en el cual recibe a Sus siervos de una manera especial. ¡Los recibe con hambre, sed y el ayuno!
Sin embargo, para esta hambre y sed se han considerado muchos beneficios físicos y médicos, y se ha hablado sobre sus efectos en el sistema digestivo, el corazón, el cerebro, etc.[3], así también han escrito mucho respecto a sus efectos sociales tales como prestar atención a los pobres y necesitados de la sociedad y sentir empatía y compasión entre las demás personas de las diversas clases sociales, pero el mayor efecto del ayuno debe buscarse en el alma del creyente.
Librarse de las pertenencias
Ayunar significa abstenerse, significa evitar la satisfacción de las necesidades materiales a las que el hombre está acostumbrado a aprovechar continuamente. Abstenerse de realizar los deseos y las necesidades, naturalmente provoca la libertad del ser humano y crea una especie de liberación, abandono e independencia de las necesidades naturales y diarias. En el mes de Ramadán el hombre practica a desobedecer o, dicho en otras palabras, a rechazar. Como resultado de esta práctica la persona puede dar la espalda a todas sus necesidades y negarse a realizarlas, cuando sea necesario.
La emancipación de las necesidades naturales como el comer, además de que brinda al ser humano la oportunidad de pensar y reflexionar, afina su alma y espíritu para recapacitar. Ramadán es el mes de la reflexión y el conocimiento. Dios, dirigiéndose a Muhammad, el sello de los Profetas, en la noche de la Ascensión dijo: “¡Oh, Ahmad! ¿Sabrías qué efectos tiene el ayuno?” El Profeta contestó: “No”. Dios Todopoderoso dijo: “El legado del ayuno es comer poco y hablar poco. Y el hablar poco y el silencio, preceden a la sabiduría; y la sabiduría tiene como consecuencia la cognición y el conocimiento”.[4]
El hambre no sólo abre la puerta de la reflexión, sino que prepara también el terreno y el material para la reflexión del creyente recordándole su hambre y privaciones en el Día del Juicio.[5]
Y esta reflexión, es esa misma proporción que existe entre la revelación del Corán en el mes de Ramadán y el ayuno. Por una parte, el Corán es el Libro del conocimiento y la guía y
﴿وَنَزَّلْنَا عَلَيْكَ الْكِتَابَ تِبْيَانًا لِّكُلِّ شَيْءٍ وَهُدًى وَرَحْمَةً وَبُشْرَى لِلْمُسْلِمِينَ﴾
“Hicimos descender sobre ti la Escritura que explica claramente todas las cosas y que es guía, misericordia y buena nueva para los sometidos.”;
y, por otra, el ayuno es una oportunidad de oro para reflexionar y cavilar. Que bello dijo Dios Todopoderoso en el versículo 183 del capítulo La Vaca:
﴿يا أَيُّهَا الَّذينَ آمَنُوا كُتِبَ عَلَيْكُمُ الصِّيامُ كَما كُتِبَ عَلَى الَّذينَ مِنْ قَبْلِكُمْ لَعَلَّكُمْ تَتَّقُون﴾
“¡Oh, los que creéis! Se os ha ordenado que ayunéis, de la misma manera que fue ordenado a quienes os precedieron. Quizás así seáis temerosos de Dios”.
En el siguiente versículo, el Corán dice que el ayuno es obligatorio en días determinados y en el tercer versículo determina su tiempo. El Corán pudo haber dicho que la temporada del ayuno es en el mes de Ramadán, pero dice así:
﴿شَهْرُ رَمَضانَ الَّذي أُنْزِلَ فيهِ الْقُرْآنُ هُدىً لِلنَّاسِ وَ بَيِّناتٍ مِنَ الْهُدى وَ الْفُرْقان﴾
“El mes de Ramadán, en el cual fue hecho descender el Corán, como una guía para la gente, como indicaciones claras de la Guía y del Discernimiento”.
¡En efecto! El Sagrado Corán, un Libro que contiene las verdades celestiales y del mundo de la creación, está estrechamente relacionado con el mes de Ramadán y el ayuno. El ayuno, en esa misma medida que controla los placeres y las necesidades materiales y fortalece la voluntad humana, igualmente abre el intelecto y el pensamiento y eleva el nivel espiritual del ser humano para poder comprender los elevados significados de los versículos del Corán. Es por eso que una de las mejores prácticas de este mes es recitar el Corán.
Además de liberar al ser humano y abrirle las puertas de la reflexión, el ayuno es una práctica para la sinceridad, y purificación de la intención de hacer cualquier cosa excepto para Dios. El ayuno es el único culto que no tiene ninguna manifestación externa y es puramente un asunto interno. El fundamento del ayuno se basa en la intención, y la intención es un vínculo secreto entre un creyente y su Dios. ‘Ali, el Príncipe de los Creyentes (la paz sea con él), y la honorable Fátima Zahra (la paz sea con ella) los dos han mencionado este importante punto. Fátima Zahra en su famoso sermón dado en la mezquita y conocido como el “Jutbat-ul-Fadakiyya”, dijo: “Dios hizo obligatorio el ayuno para estabilizar la sinceridad”.[6] Y cuando el siervo creyente se somete sinceramente al mandato divino y renuncia a sus necesidades naturales, Dios mismo recompensa al ayunante. “Todas las prácticas del ser humano le pertenecen a él mismo, menos el ayuno, que es para Dios y Dios es quien lo recompensa”. (Del Profeta)[7]
Las tres etapas del ayuno
Se han mencionado tres etapas para el ayuno:
La primera etapa, es el ayuno general bajo el significado de abstenerse de comer y beber, así como de realizar otras prohibiciones.
La segunda etapa del ayuno, es abstenerse de pecar, y el creyente en esta etapa además de abstenerse de comer y beber controla todas las partes de cuerpo para no pecar.[8] La honorable Fátima Zahra dijo: “¿Cuál será el beneficio que recibirá el ser humano por haber ayunado, en caso de no haber controlado su lengua, oídos, ojos y otras partes de su cuerpo de cometer pecado?”
La tercera etapa es abstenerse de cualquier cosa que distraiga la mente y conciencia del ser humano del recuerdo de Dios. Ésta es la etapa más elevada del ayuno que Dios Todopoderoso a su respecto dijo: “El ayuno hace surgir las fuentes de la sabiduría en el corazón”. Cuando la sabiduría domina el corazón, surge ese conocimiento iluminado y brillante. Y el conocimiento conlleva la misma certeza que Abraham aspiraba de Dios Todopoderoso, y que frecuentemente se solicita en las oraciones del mes de Ramadán. Cuando uno tiene certeza, todas las dificultades de la vida se vuelven fáciles para él y éste se vuelve invencible ante los acontecimientos. ¡Vean qué importancia tiene! El hombre que desea seguir un camino hacia la sublimidad y evolución durante los años de su vida, se vuelve inquebrantable ante los problemas, los accidentes y los obstáculos de ésta. La certeza le otorga al ser humano ese estado. En esta etapa todo lo que priva al ser humano del recuerdo de Dios, es perjudicial para el ayuno.
Teniendo en cuenta todo lo dicho, ¿se puede considerar al ayuno simplemente como una terea difícil? En absoluto. El ayuno no es un deber, sino que es veneración y honor. Formalidades del sistema divino para el creyente; y cuánto debemos agradecerle por haberlo hecho obligatorio para nosotros la comunidad islámica.
[1]. –Avali al-La‘aly 4:118.
[2]. Bihar al-Anwar 55:346.
[3]. Se han escrito muchas obras a este respecto, como ejemplo recurrir a: “La curación por el ayuno” escrito por Alexi Suvorin, famoso científico ruso.
[4]. Al-Vafa 26:147.
[5]. Ilal al-Sharayi’ 1:270, el Imam Rida (la paz sea con él) dijo: “Dios ordeno la realización del ayuno para que los seres humanos experimentan el hambre y la sed, y entendieran su pobreza en el Más Allá”.
[6]. Miraz al-Hikmah 7:3206.
[7]. Bihar al-Anwar, 93:294.
[8]