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Descripción

El imam Sadiq (la paz sea con él) dijo: "La religión es el amor, y el amor es la religión". Nuestro amor hacia Dios debe llenar por completo nuestro corazón y estar por encima de todo. Efectivamente, la fe se sustenta en ello. Pero la fe no se alcanza a través del mero conocimiento de los preceptos religiosos, sino cuando se logra amar y practicar la religión. Solo así nos convertimos en verdaderos creyentes. Esta relación indisoluble entre fe, amor, conocimiento y praxis nos debe acompañar durante todo nuestro viaje por la vida. 

Transcripción

En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso.
Hola, hoy queremos compartir contigo este nuevo episodio que hemos titulado: El amor a los padres. La pugna.
El imam Sadiq (la paz sea con él) dijo: "La religión es el amor, y el amor es la religión". Nuestro amor hacia Dios debe llenar por completo nuestro corazón y estar por encima de todo. Efectivamente, la fe se sustenta en ello. Pero la fe no se alcanza a través del mero conocimiento de los preceptos religiosos, sino cuando se logra amar y practicar la religión. Solo así nos convertimos en verdaderos creyentes. Esta relación indisoluble entre fe, amor, conocimiento y praxis nos debe acompañar durante todo nuestro viaje por la vida. 
Por otra parte, el amor de Dios hacia nosotros y de nosotros por Él determina nuestra forma de amar al prójimo y a la Creación misma. Si amamos a Dios amamos a la humanidad y las buenas acciones. El amor a Dios determina nuestro carácter y comportamiento, la manera de relacionarnos con la sociedad y nuestros familiares; incluso de ello depende el tratamiento que nos damos hacia lo interno y externo, la forma en que nos reconocemos y amamos a nosotros mismos. 
Es natural que amemos a quien nos ama y procura nuestro bienestar. Toda relación fundamentada en el amor conlleva al agradecimiento, ambos prosperan en la misma medida en que nos alejamos de la soberbia y el egoísmo.
Sin embargo, el creyente debe coexistir con personas carentes de conocimiento y que están completamente alejadas del bien y del abrazo amoroso de Dios. El soberbio, el canalla, el maledicente, el vanidoso, el egoísta, el arrogante, el opresor y todo aquel que actúa malévolamente de forma consciente recorrerá el camino hacia la muerte sin más destino que el castigo doloroso: 

“Entre la gente hay quien disputa sobre Dios sin conocimiento y sin guía y sin una Escritura luminosa, apartándose con arrogancia para desviar [a la gente] del camino de Dios. Será humillado en esta vida y el Día del Levantamiento le haremos probar el castigo abrasador” (Sura 22, aleya 8 y 9).

Lamentablemente, la sociedad moderna, particularmente la Occidental y en aquellos países que han adoptado sus costumbres, observamos que se incentiva la pugna generacional. Los padres y ancianos se convierten en seres desechables, en una especie de inventario inactivo, con fecha de caducidad. De repente, y de la forma más cruel e injusta, cualquier adulto deja de tener importancia y valor dentro de la familia y en la sociedad cuando pasan a formar parte de lo que las sociedades consumistas consideran masas improductivas. 

Por su parte, los hijos vienen acuñando de forma más o menos silente toda una cultura y un sistema de valores que se corresponde con esa concepción totalmente deshumanizada y deshumanizadora. Apenas encuentran una fisura o diferencia entre sus padres y ellos, adoptan una conducta hostil, vejatoria y opresora hacia sus progenitores:

“De igual forma, en verdad, Dios ordena la justicia, el bien y la generosidad con los familiares y prohíbe la indecencia, los malos actos y la opresión. Él os amonesta para que, quizás así, reflexionéis” (Sura 16, aleya 90).

Hemos llegado al final de este episodio. Nos despedimos de ti con profundo afecto y respeto, seguros de que cada día compartirás con nosotros estas enseñanzas que abrirán tu corazón y tu pensamiento. ¡Hasta mañana!
 

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El imam Sadiq (la paz sea con él) dijo: "La religión es el amor, y el amor es la religión". Nuestro amor hacia Dios debe llenar por completo nuestro corazón y estar por encima de todo. Efectivamente, la fe se sustenta en ello. Pero la fe no se alcanza a través del mero conocimiento de los preceptos religiosos, sino cuando se logra amar y practicar la religión. Solo así nos convertimos en verdaderos creyentes. Esta relación indisoluble entre fe, amor, conocimiento y praxis nos debe acompañar durante todo nuestro viaje por la vida. 

En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso.
Hola, hoy queremos compartir contigo este nuevo episodio que hemos titulado: El amor a los padres. La pugna.
El imam Sadiq (la paz sea con él) dijo: "La religión es el amor, y el amor es la religión". Nuestro amor hacia Dios debe llenar por completo nuestro corazón y estar por encima de todo. Efectivamente, la fe se sustenta en ello. Pero la fe no se alcanza a través del mero conocimiento de los preceptos religiosos, sino cuando se logra amar y practicar la religión. Solo así nos convertimos en verdaderos creyentes. Esta relación indisoluble entre fe, amor, conocimiento y praxis nos debe acompañar durante todo nuestro viaje por la vida. 
Por otra parte, el amor de Dios hacia nosotros y de nosotros por Él determina nuestra forma de amar al prójimo y a la Creación misma. Si amamos a Dios amamos a la humanidad y las buenas acciones. El amor a Dios determina nuestro carácter y comportamiento, la manera de relacionarnos con la sociedad y nuestros familiares; incluso de ello depende el tratamiento que nos damos hacia lo interno y externo, la forma en que nos reconocemos y amamos a nosotros mismos. 
Es natural que amemos a quien nos ama y procura nuestro bienestar. Toda relación fundamentada en el amor conlleva al agradecimiento, ambos prosperan en la misma medida en que nos alejamos de la soberbia y el egoísmo.
Sin embargo, el creyente debe coexistir con personas carentes de conocimiento y que están completamente alejadas del bien y del abrazo amoroso de Dios. El soberbio, el canalla, el maledicente, el vanidoso, el egoísta, el arrogante, el opresor y todo aquel que actúa malévolamente de forma consciente recorrerá el camino hacia la muerte sin más destino que el castigo doloroso: 

“Entre la gente hay quien disputa sobre Dios sin conocimiento y sin guía y sin una Escritura luminosa, apartándose con arrogancia para desviar [a la gente] del camino de Dios. Será humillado en esta vida y el Día del Levantamiento le haremos probar el castigo abrasador” (Sura 22, aleya 8 y 9).

Lamentablemente, la sociedad moderna, particularmente la Occidental y en aquellos países que han adoptado sus costumbres, observamos que se incentiva la pugna generacional. Los padres y ancianos se convierten en seres desechables, en una especie de inventario inactivo, con fecha de caducidad. De repente, y de la forma más cruel e injusta, cualquier adulto deja de tener importancia y valor dentro de la familia y en la sociedad cuando pasan a formar parte de lo que las sociedades consumistas consideran masas improductivas. 

Por su parte, los hijos vienen acuñando de forma más o menos silente toda una cultura y un sistema de valores que se corresponde con esa concepción totalmente deshumanizada y deshumanizadora. Apenas encuentran una fisura o diferencia entre sus padres y ellos, adoptan una conducta hostil, vejatoria y opresora hacia sus progenitores:

“De igual forma, en verdad, Dios ordena la justicia, el bien y la generosidad con los familiares y prohíbe la indecencia, los malos actos y la opresión. Él os amonesta para que, quizás así, reflexionéis” (Sura 16, aleya 90).

Hemos llegado al final de este episodio. Nos despedimos de ti con profundo afecto y respeto, seguros de que cada día compartirás con nosotros estas enseñanzas que abrirán tu corazón y tu pensamiento. ¡Hasta mañana!