En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso.
Hola, hoy queremos compartir contigo este nuevo episodio que hemos titulado: El amor a los padres. La gratitud.
La ingratitud del hijo hacia los padres es un acto repudiable. Las sociedades en las que se ha enquistado este mal se dirigen directamente a la decadencia moral y a su extinción. Aquel que no asume ninguna responsabilidad u obligación con sus padres ni respeta ninguno de sus derechos hará lo mismo con el resto de la sociedad.
“Oh, Dios! Establéceme en un estado tal que tenga miedo de mis padres tal como temo a un sultán opresor, y los trate bien, con amabilidad, tal como una madre benévola trata a su hijo. Haz que mi obediencia y buena conducta hacia mis padres, sean para mis ojos más placenteros y gratos que el descanso de quien tiene mucho sueño, y más agradable para mi corazón que el agua fresca para quien tiene mucha sed, prefiriendo sus deseos sobre los míos, y anteponiendo su complacencia a la mía, eligiéndola y considerando el bien que ellos me hacen como abundante aunque sea escaso, y considerando el bien que yo les hago como insignificante aunque sea abundante”.
En este extracto de la conmovedora plegaria del imam Sayyad (la paz sea con él), vemos cómo antepone a sus propios intereses los derechos, deseos y complacencia de la madre y el padre. Su humildad, generosidad y carencia de egoísmo revela su apego al amor de Dios. La obediencia, el buen trato y la buena conducta hacia los progenitores fueron establecidas por Dios en el Generoso Corán y la sola posibilidad de incumplir ese mandato debería causar enorme temor a los creyentes.
Dijo el Mensajero de Dios (la paz y las bendiciones sean con él y su familia): “La complacencia de Dios está en la complacencia de los padres, y Su enfado se encuentra en el enfado de ambos”.
Quienes siguen bendecidos por presencia física de sus padres no pueden desaprovechar ningún momento para agradecerles, con afectos y atenciones, por la paciencia, el sacrificio y la abnegación y el amor puestos en los cuidados que tuvieron con ellos. No hay razón alguna, ni generacional, ni de clase o estatus, ni rencor o resentimiento que justifique el desprecio y la ingratitud hacia los padres.
El imam Sadiq dijo (la paz sea con él): “Dios no hizo responsable al profeta que envía sino por fortalecer el vínculo de parentesco, ser benevolente con los padres y ser tolerante con los que se equivocan, hasta que vuelvan a Dios, Imponente y Majestuoso”.
La gratitud no se debe expresar solo mediante la dotación de alimentos, ropa, pago de servicios y bienes materiales. La sociedad consumista y deshumanizada ha mercantilizado la vida y las relaciones humanas, de tal manera que la gente creer poder pagar con dinero el amor lo que adeudamos afectivamente a quienes nos dieron la vida por la Gracia de Dios. Los padres, sobre todo los que están en edad avanzada necesitan de nuestro cariño, comprensión, bondad y paciencia.
Hemos llegado al final de este episodio. Nos despedimos de ti con profundo afecto y respeto, seguros de que cada día compartirás con nosotros estas enseñanzas que abrirán tu corazón y tu pensamiento. ¡Hasta mañana!