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Descripción

Hoy escucharemos la historia de un sirviente que quería intercambiar su servidumbre con el Imam Sadigh, a cambio de una gran y diversa riqueza, pero el Imam le mostró la posición de sus seguidores y gracias a ello este sirvientes finalmente renunció a su decisión.

Transcripción

En el nombre de Dios, hola, sean Bienvenidos al programa LOS CUENTOS DE LA SEMANA de FatimaTV.

Hoy es sábado y como siempre te hemos preparado una historia nueva, la cual sabemos contiene saberes que iluminan el alma y enriquecen el conocimiento.

¿Estás listo? Adelante, vamos juntos a escuchar el cuento de esta semana

Criado coronado

Muhammad ibn Walid Kermani relató una vez:

“Llegué a donde se encontraba el Imam Al Yawad (P) y en el patio posterior de la casa concurría una gran multitud, de entre la cual me abrí paso y seguido me dirigí hacia un viajero que ahí se encontraba y me senté junto a él, hasta que llegó el mediodía y nos levantamos para orar. Cuando terminamos la oración del mediodía, escuché una voz que venía desde mis espaldas y en ese instante volteé la cabeza y de repente vi al Imam Al Yawad (P) justo detrás mío. En eso me acerqué a él y le besé la mano, siendo que en seguida el Imam se sentó y me preguntó sobre la forma en que había llegado a ese lugar y luego dijo:

“¡Di la última salutación del rezo!”

Contesté: “¡Oh Imam ofrezco mi vida por ti, he hecho la salutación!”

El Imam seguido entonces repitió 3 veces más la frase: “¡Di la última salutación del rezo!”

Entonces le dije al Imam: “Oh Imam pues sí, de hecho ha ocurrido algo en mi corazón respecto a la validez de mi oración”.

Luego de decir esto, el honorable Imam Al Yawad (P) sonrió y volvió a repetir: “Entonces, ¡recita la salutación de tu oración!” Y así tal como él me lo ordenó, lo hice y luego dije:

“¡Oh, hijo del Mensajero de Dios! Vale, he llevado a cabo tu orden de hacer la salutación y a razón de esto ya me siento satisfecho“.

Así fue como esa duda que llevaba en mi corazón se disipó de tal manera que, aunque otra vez intentara volver a dudar, no podría.

Al día siguiente, muy temprano nuevamente me dirigí a dónde se encontraba el Imam Al Yawad (P), esta vez no entré por la puerta en la que había entrado el día anterior, sino que entré por otra y me encontré frente a los jinetes y detrás de mí no había nadie que conociera.

Tenía la esperanza de encontrar a alguien que me guiara hacia Imam Al  Yawad (P), sin embargo no encontré a nadie, hasta que la temperatura subió y sentí hambre; pasé momentos muy difíciles al grado en que constantemente bebía agua para saciar esa sed y aminorar el hambre que sentía. En ese momento se me acercó un sirviente que llevaba una bandeja llena de alimentos variados y coloridos y otro sirviente con una palangana y una jarra de agua, los cuales colocaron en el suelo frente a mí, y dijeron:

“El Imam Al Yawad (P) nos ha ordenado que te sirviésemos que comer”.

Así que comí y cuando aún todavía no había terminado, este honorable llegó y me puse de pie. En eso el Imam ordenó que me sentara y continuara comiendo y así lo hice, cumpliendo con su petición,  de inmediato el Imam miró al sirviente que estaba ahí y dijo: “Come con él para que le sea agradable y no se sienta solo”.

Finalmente quedé satisfecho y retiraron la bandeja. El sirviente fue a recoger lo que en el suelo había caído de la bandeja de comida, pero el Imam le dijo: “¡Detente, mientras comes fuera de casa o en un desierto, cualquier comida que se cae al suelo, déjala, aunque sea la pierna de una oveja! En cambio, mientras comes en la casa si se cae algo del plato recógelo”

Luego el Imam Al Yawad (P) me dijo: “¡Haz tu pregunta!”

Yo tenía una duda, referente al uso del almizcle, el cual es un perfume bastante lujoso, y quería saber si era permitido usar esta sustancia tan cara para todo creyente devoto, así que pregunté a Imam (P):

“¡Dios me sacrifique por ti!, ¿qué opina respecto al almizcle?

El Imam Al Yawad (P) contestó: “Mi padre el Imam Rida (P) ordenó que se le preparara almizcle en un recipiente, cuando Fazl ibn Sahl (quien era el ministro de califa Maamun, personaje que perpetuó el martirio del Imam Rida), en son de critica escribió al Imam Rida que la gente consideraba su solicitud de preparar almizcle como un defecto.

El Imam Rida en respuesta aclaró:

“¡Oh, Fazl! ¿No sabes que el Profeta José (P) solía vestir hermosas ropas decoradas con oro y sentarse en sillas de oro?, y estas cosas no disminuyeron en nada de su sabiduría. El Profeta Salomón era igual”.

Después de eso, el Imam ordenó que hicieran una especie de perfume especial para él por cuatro mil dírhams.

En seguida planteé mi segunda pregunta:

“¿Qué beneficio llevan tus seguidores por obedecerlo?

En este instante Imam Al Yawad (P) contó una de las historias de su bisabuelo el imam Sadigh (P), quien tuvo un mucamo quien solía cuidar de su montura cuando entraba en la mezquita.

En una ocasión, cuando este sirviente se encontraba sentado afuera de la mezquita con la mula del Imam Sadigh (P), vio que venían algunos de sus amigos del Khorasán.

En eso uno de ellos dijo al sirviente: “¿Puedes pedirle a tu señor que me ponga en tu lugar para que yo le sirva? A cambio de esto, te daré toda mi riqueza, ya que cuento con una gran y diversa fortuna. Vete y todos estos tesoros serán tuyos. Yo me quedo aquí en tu lugar.

El mucamo dijo: “Le preguntaré al Imam Sadigh”.

En ese momento se dirigió a donde se encontraba el Imam y dijo: “¡Ofrezco mi vida por ti! Conoces mi servicio y conoces el largo tiempo que he estado a tu servicio. Dime, si Dios me envía algunos bienes, ¿me los impedirás?”

El Imam dijo: “¡Te daré de lo mío, para impedirte necesitar a los demás!” Entonces le contó a Imam Sadigh lo que el hombre del Khorasán le había propuesto.

Entonces El Imam dijo: “Si has perdido interés en servirnos y ese hombre está interesado en nosotros, lo aceptaremos y te dejaremos ir”.

Cuando volvió para ser relevado del servicio del Imam, este honorable lo llamó y le dijo: “Debido a tus grandes servicios, te doy un consejo, pero la elección de aceptarlo o no, es tuya.   Cuando llegue el Día del Juicio, el Mensajero de Dios se encontrará suspendido de la luz de Dios. ‘Ali, el Emir de los Creyentes, se encontrará suspendido de la luz del Profeta. Los Imames se encontrarán suspendidos de la luz del Príncipe de los Creyentes el Imam Ali, y nuestros shi’itas o seguidores también se encontrarán suspendidos de nosotros. Todos ellos entrarán por donde nosotros entramos y tomarán lugar en donde nosotros lo tomamos”.

En ese momento el mucamo dijo al Imam: “Me quedo a tu servicio y prefiero la vida eterna del otro mundo que este mundo”.

Acto seguido el sirviente salió para ver al hombre de Khorasán.

El hombre de Khorasán dijo: “No saliste con el mismo estado con el que entraste en la mezquita”. El mucamo repitió al hombre de khorasán las palabras que le había dicho el Imam y lo llevó ante este honorable.

El Imam Sadiq aceptó el servicio del hombre khorasaní y también ordenó que entregaran mil dinares al mucamo. Entonces se puso de pie y se despidió. El hombre pidió a este honorable que suplicara por él y así lo hizo el Imam.

Después de haber escuchado este relato, Muhammad ibn Walid Kermani le dijo al Imam Yawad:

“¡Oh, mi señor! Si mi esposa y mis hijos no estuvieran en La Meca, me hubiera gustado quedarme más frente a la puerta de tu casa. Así que me daría permiso para marcharme”.

A lo que el Imam Al Yawad (P) dijo: “¡Pues trisecarás!”

Luego le entregué al Imam Al Yawad (P) una cantidad de dinero que le debía, pero el Imam Al Yawad (P) me ordenó que lo tomara.

Al principio me negué y pensé que este honorable no lo aceptaba por enojo.

 Entonces el Imam sonrió y dijo: “Tómalo, ya que lo vas a necesitar”.

Regresé a mi ciudad y en cuando entré en La Meca tal cual me había dicho mi señor lo necesité mucho.

La tribu de los Hijos de Israel después de tener fe en el Profeta Moisés (P) y tras la destrucción de Faraón y sus tropas en el mar, se instalaron en el desierto y Dios hizo descender para ellos el maná y las codornices del Paraíso para que se alimentaran de ello. Ellos ingerían comidas del Paraíso pero después de un tiempo dijeron al Profeta Moisés:

﴿وَ إِذْ قُلْتُمْ يا مُوسى لَنْ نَصْبِرَ عَلى طَعامٍ واحِدٍ فَادْعُ لَنا رَبَّكَ يُخْرِجْ لَنا مِمَّا تُنْبِتُ الْأَرْضُ مِنْ بَقْلِها وَ قِثَّائِها وَ فُومِها وَ عَدَسِها وَ بَصَلِها

“¡Oh Moisés! No soportamos comer siempre lo mismo. Ruega por nosotros a tu Señor que haga salir para nosotros de lo que da la tierra, algo de verduras, pepinos, ajos, lentejas y cebollas”.

 

Moisés les contestó:

﴿قالَ أَتَسْتَبْدِلُونَ الَّذي هُوَ أَدْنى بِالَّذي هُوَ خَيْرٌ

“¿Cambiaréis lo que es mejor por lo que es peor?”

 

El Imam Hasan (P) también en respuesta a la carta de Hasan Basri escribió:

“Como mencionaste (en la carta), nosotros, la familia del Profeta poseemos un rango ante Dios y Sus santos. Pero si nosotros fuéramos ante ti y tus compañeros como has escrito en tu carta, no se adelantarían a nosotros, no se considerarían superiores a nosotros ni nos reemplazarían con otros; Dios ha dado un ejemplo de ustedes en el Corán, ahí donde dice:

﴿أَ تَسْتَبْدِلُونَ الَّذی هُوَ أَدْنی بِالَّذی هُوَ خَیْر

“¿Cambiaréis lo que es mejor por lo que es peor?”

Esto es en respuesta a tus amigos con respecto a la pregunta que hicieron, y también se aplica a ustedes, que colocaron a otros en nuestro lugar.

Querida audiencia, en resumen, asumir la wilayah o soberanía de Ahlul-Bait y servir a esta familia alabada, es un gran tesoro incomparable e incambiable con cualquier cosa de este mundo.

 

Hemos llegado al final del cuento de esta semana, esperamos haya sido de beneficio para tí, esperamos juntos de nuevo encontrarnos el próximo sábado con una nueva y fascinante historia cargada de saberes que iluminan el alma y enriquecen el conocimiento.

No me voy sin antes rogar a Dios, Todopoderoso, te otorgue a tí y a tus seres queridos lo mejor de esta y la otra vida, por favor cuídate y hasta pronto.

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Hoy escucharemos la historia de un sirviente que quería intercambiar su servidumbre con el Imam Sadigh, a cambio de una gran y diversa riqueza, pero el Imam le mostró la posición de sus seguidores y gracias a ello este sirvientes finalmente renunció a su decisión.

En el nombre de Dios, hola, sean Bienvenidos al programa LOS CUENTOS DE LA SEMANA de FatimaTV.

Hoy es sábado y como siempre te hemos preparado una historia nueva, la cual sabemos contiene saberes que iluminan el alma y enriquecen el conocimiento.

¿Estás listo? Adelante, vamos juntos a escuchar el cuento de esta semana

Criado coronado

Muhammad ibn Walid Kermani relató una vez:

“Llegué a donde se encontraba el Imam Al Yawad (P) y en el patio posterior de la casa concurría una gran multitud, de entre la cual me abrí paso y seguido me dirigí hacia un viajero que ahí se encontraba y me senté junto a él, hasta que llegó el mediodía y nos levantamos para orar. Cuando terminamos la oración del mediodía, escuché una voz que venía desde mis espaldas y en ese instante volteé la cabeza y de repente vi al Imam Al Yawad (P) justo detrás mío. En eso me acerqué a él y le besé la mano, siendo que en seguida el Imam se sentó y me preguntó sobre la forma en que había llegado a ese lugar y luego dijo:

“¡Di la última salutación del rezo!”

Contesté: “¡Oh Imam ofrezco mi vida por ti, he hecho la salutación!”

El Imam seguido entonces repitió 3 veces más la frase: “¡Di la última salutación del rezo!”

Entonces le dije al Imam: “Oh Imam pues sí, de hecho ha ocurrido algo en mi corazón respecto a la validez de mi oración”.

Luego de decir esto, el honorable Imam Al Yawad (P) sonrió y volvió a repetir: “Entonces, ¡recita la salutación de tu oración!” Y así tal como él me lo ordenó, lo hice y luego dije:

“¡Oh, hijo del Mensajero de Dios! Vale, he llevado a cabo tu orden de hacer la salutación y a razón de esto ya me siento satisfecho“.

Así fue como esa duda que llevaba en mi corazón se disipó de tal manera que, aunque otra vez intentara volver a dudar, no podría.

Al día siguiente, muy temprano nuevamente me dirigí a dónde se encontraba el Imam Al Yawad (P), esta vez no entré por la puerta en la que había entrado el día anterior, sino que entré por otra y me encontré frente a los jinetes y detrás de mí no había nadie que conociera.

Tenía la esperanza de encontrar a alguien que me guiara hacia Imam Al  Yawad (P), sin embargo no encontré a nadie, hasta que la temperatura subió y sentí hambre; pasé momentos muy difíciles al grado en que constantemente bebía agua para saciar esa sed y aminorar el hambre que sentía. En ese momento se me acercó un sirviente que llevaba una bandeja llena de alimentos variados y coloridos y otro sirviente con una palangana y una jarra de agua, los cuales colocaron en el suelo frente a mí, y dijeron:

“El Imam Al Yawad (P) nos ha ordenado que te sirviésemos que comer”.

Así que comí y cuando aún todavía no había terminado, este honorable llegó y me puse de pie. En eso el Imam ordenó que me sentara y continuara comiendo y así lo hice, cumpliendo con su petición,  de inmediato el Imam miró al sirviente que estaba ahí y dijo: “Come con él para que le sea agradable y no se sienta solo”.

Finalmente quedé satisfecho y retiraron la bandeja. El sirviente fue a recoger lo que en el suelo había caído de la bandeja de comida, pero el Imam le dijo: “¡Detente, mientras comes fuera de casa o en un desierto, cualquier comida que se cae al suelo, déjala, aunque sea la pierna de una oveja! En cambio, mientras comes en la casa si se cae algo del plato recógelo”

Luego el Imam Al Yawad (P) me dijo: “¡Haz tu pregunta!”

Yo tenía una duda, referente al uso del almizcle, el cual es un perfume bastante lujoso, y quería saber si era permitido usar esta sustancia tan cara para todo creyente devoto, así que pregunté a Imam (P):

“¡Dios me sacrifique por ti!, ¿qué opina respecto al almizcle?

El Imam Al Yawad (P) contestó: “Mi padre el Imam Rida (P) ordenó que se le preparara almizcle en un recipiente, cuando Fazl ibn Sahl (quien era el ministro de califa Maamun, personaje que perpetuó el martirio del Imam Rida), en son de critica escribió al Imam Rida que la gente consideraba su solicitud de preparar almizcle como un defecto.

El Imam Rida en respuesta aclaró:

“¡Oh, Fazl! ¿No sabes que el Profeta José (P) solía vestir hermosas ropas decoradas con oro y sentarse en sillas de oro?, y estas cosas no disminuyeron en nada de su sabiduría. El Profeta Salomón era igual”.

Después de eso, el Imam ordenó que hicieran una especie de perfume especial para él por cuatro mil dírhams.

En seguida planteé mi segunda pregunta:

“¿Qué beneficio llevan tus seguidores por obedecerlo?

En este instante Imam Al Yawad (P) contó una de las historias de su bisabuelo el imam Sadigh (P), quien tuvo un mucamo quien solía cuidar de su montura cuando entraba en la mezquita.

En una ocasión, cuando este sirviente se encontraba sentado afuera de la mezquita con la mula del Imam Sadigh (P), vio que venían algunos de sus amigos del Khorasán.

En eso uno de ellos dijo al sirviente: “¿Puedes pedirle a tu señor que me ponga en tu lugar para que yo le sirva? A cambio de esto, te daré toda mi riqueza, ya que cuento con una gran y diversa fortuna. Vete y todos estos tesoros serán tuyos. Yo me quedo aquí en tu lugar.

El mucamo dijo: “Le preguntaré al Imam Sadigh”.

En ese momento se dirigió a donde se encontraba el Imam y dijo: “¡Ofrezco mi vida por ti! Conoces mi servicio y conoces el largo tiempo que he estado a tu servicio. Dime, si Dios me envía algunos bienes, ¿me los impedirás?”

El Imam dijo: “¡Te daré de lo mío, para impedirte necesitar a los demás!” Entonces le contó a Imam Sadigh lo que el hombre del Khorasán le había propuesto.

Entonces El Imam dijo: “Si has perdido interés en servirnos y ese hombre está interesado en nosotros, lo aceptaremos y te dejaremos ir”.

Cuando volvió para ser relevado del servicio del Imam, este honorable lo llamó y le dijo: “Debido a tus grandes servicios, te doy un consejo, pero la elección de aceptarlo o no, es tuya.   Cuando llegue el Día del Juicio, el Mensajero de Dios se encontrará suspendido de la luz de Dios. ‘Ali, el Emir de los Creyentes, se encontrará suspendido de la luz del Profeta. Los Imames se encontrarán suspendidos de la luz del Príncipe de los Creyentes el Imam Ali, y nuestros shi’itas o seguidores también se encontrarán suspendidos de nosotros. Todos ellos entrarán por donde nosotros entramos y tomarán lugar en donde nosotros lo tomamos”.

En ese momento el mucamo dijo al Imam: “Me quedo a tu servicio y prefiero la vida eterna del otro mundo que este mundo”.

Acto seguido el sirviente salió para ver al hombre de Khorasán.

El hombre de Khorasán dijo: “No saliste con el mismo estado con el que entraste en la mezquita”. El mucamo repitió al hombre de khorasán las palabras que le había dicho el Imam y lo llevó ante este honorable.

El Imam Sadiq aceptó el servicio del hombre khorasaní y también ordenó que entregaran mil dinares al mucamo. Entonces se puso de pie y se despidió. El hombre pidió a este honorable que suplicara por él y así lo hizo el Imam.

Después de haber escuchado este relato, Muhammad ibn Walid Kermani le dijo al Imam Yawad:

“¡Oh, mi señor! Si mi esposa y mis hijos no estuvieran en La Meca, me hubiera gustado quedarme más frente a la puerta de tu casa. Así que me daría permiso para marcharme”.

A lo que el Imam Al Yawad (P) dijo: “¡Pues trisecarás!”

Luego le entregué al Imam Al Yawad (P) una cantidad de dinero que le debía, pero el Imam Al Yawad (P) me ordenó que lo tomara.

Al principio me negué y pensé que este honorable no lo aceptaba por enojo.

 Entonces el Imam sonrió y dijo: “Tómalo, ya que lo vas a necesitar”.

Regresé a mi ciudad y en cuando entré en La Meca tal cual me había dicho mi señor lo necesité mucho.

La tribu de los Hijos de Israel después de tener fe en el Profeta Moisés (P) y tras la destrucción de Faraón y sus tropas en el mar, se instalaron en el desierto y Dios hizo descender para ellos el maná y las codornices del Paraíso para que se alimentaran de ello. Ellos ingerían comidas del Paraíso pero después de un tiempo dijeron al Profeta Moisés:

﴿وَ إِذْ قُلْتُمْ يا مُوسى لَنْ نَصْبِرَ عَلى طَعامٍ واحِدٍ فَادْعُ لَنا رَبَّكَ يُخْرِجْ لَنا مِمَّا تُنْبِتُ الْأَرْضُ مِنْ بَقْلِها وَ قِثَّائِها وَ فُومِها وَ عَدَسِها وَ بَصَلِها

“¡Oh Moisés! No soportamos comer siempre lo mismo. Ruega por nosotros a tu Señor que haga salir para nosotros de lo que da la tierra, algo de verduras, pepinos, ajos, lentejas y cebollas”.

 

Moisés les contestó:

﴿قالَ أَتَسْتَبْدِلُونَ الَّذي هُوَ أَدْنى بِالَّذي هُوَ خَيْرٌ

“¿Cambiaréis lo que es mejor por lo que es peor?”

 

El Imam Hasan (P) también en respuesta a la carta de Hasan Basri escribió:

“Como mencionaste (en la carta), nosotros, la familia del Profeta poseemos un rango ante Dios y Sus santos. Pero si nosotros fuéramos ante ti y tus compañeros como has escrito en tu carta, no se adelantarían a nosotros, no se considerarían superiores a nosotros ni nos reemplazarían con otros; Dios ha dado un ejemplo de ustedes en el Corán, ahí donde dice:

﴿أَ تَسْتَبْدِلُونَ الَّذی هُوَ أَدْنی بِالَّذی هُوَ خَیْر

“¿Cambiaréis lo que es mejor por lo que es peor?”

Esto es en respuesta a tus amigos con respecto a la pregunta que hicieron, y también se aplica a ustedes, que colocaron a otros en nuestro lugar.

Querida audiencia, en resumen, asumir la wilayah o soberanía de Ahlul-Bait y servir a esta familia alabada, es un gran tesoro incomparable e incambiable con cualquier cosa de este mundo.

 

Hemos llegado al final del cuento de esta semana, esperamos haya sido de beneficio para tí, esperamos juntos de nuevo encontrarnos el próximo sábado con una nueva y fascinante historia cargada de saberes que iluminan el alma y enriquecen el conocimiento.

No me voy sin antes rogar a Dios, Todopoderoso, te otorgue a tí y a tus seres queridos lo mejor de esta y la otra vida, por favor cuídate y hasta pronto.

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