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Descripción

El imam Alí (la paz sea con él), Príncipe de los Creyentes, el primer varón en abrazar el Islam, el hermano del Mensajero de Dios (la paz y las bendiciones sean con él y su familia), la Puerta de la Ciudad de su Conocimiento y el padre de sus nietos. Esta relación tan cercana permitió que el primero de los imames nutriera su alma con las virtudes, valores e ideales del Profeta: ¡Oh Ali! Tú ocupas en relación a mí la misma posición que Aaron ocupaba en relación a Moisés, sólo que después de mí no habrá más profeta. De hecho, fue su apoyo, su representante y el virtuoso sucesor que guió a su comunidad de creyentes.

Transcripción

Hola, hoy queremos compartir contigo este nuevo episodio que hemos titulado: Consejos del buen padre.

El imam Alí (la paz sea con él), Príncipe de los Creyentes, el primer varón en abrazar el Islam, el hermano del Mensajero de Dios (la paz y las bendiciones sean con él y su familia), la Puerta de la Ciudad de su Conocimiento y el padre de sus nietos. Esta relación tan cercana permitió que el primero de los imames nutriera su alma con las virtudes, valores e ideales del Profeta: ¡Oh Ali! Tú ocupas en relación a mí la misma posición que Aaron ocupaba en relación a Moisés, sólo que después de mí no habrá más profeta. De hecho, fue su apoyo, su representante y el virtuoso sucesor que guió a su comunidad de creyentes.  

Él y Fatimah (la paz sea con ella) son la raíz del imamato, ambos son máximos exponentes y ejemplos para la humanidad como padres y esposos. De hecho, en Irán, el Día del Padre se celebra el mismo día en que nació el imam Alí; y el Día de la Madre y de la Mujer Musulmana el mismo día en que nació Fatimah, Señora de las Mujeres del Universo, la Madre de los Imames Inmaculados de la Casa del Profeta.

Entre todas las cualidades y nobles virtudes que caracterizaban al imam destaca la de haber sido un padre amoroso y ejemplar. Atesoraba un gran caudal de conocimientos y experiencias que había acopiado en medio de grandes sacrificios y calamidades a lo largo de su inmaculada vida. Esto le permitió pronunciar tan sabios consejos a sus hijos, que hoy día siguen siendo una guía educativa para los más jóvenes del mundo. Sus palabras, por ser ciertas y profundas calan en el alma de quienes se inician en el camino y regala para ellos todo el conocimiento y los más sublimes valores morales heredados del Profeta.

En sus consejos a su hijo Al-Hasan (la paz sea con él) le pide colocarse a sí mismo como referente en su relación con los demás: ¡Oh hijo mío! Disponte a ti mismo como referente en tu relación con los demás, de manera que desees para otro lo que deseas para ti mismo, y aborrezcas para él lo que aborreces para ti mismo. No oprimas así como no deseas ser oprimido; actúa con benevolencia tal como deseas ser objeto de la misma; considera malo en tu persona lo que consideras malo en otro; y complácete de la gente con aquello que te complace que surja de ti para ellos.

Y este otro fragmento tomado de los consejos ofrecidos a su hijo Al-Husain (la paz sea con él): ¡Oh hijo mío! Te recomiendo el temor a Dios tanto en la riqueza como en la pobreza; hablar con la verdad tanto en la complacencia como en el enojo; la moderación tanto en la riqueza como en la pobreza; la justicia tanto para con el amigo como para con el enemigo; realizar (buenas) obras tanto durante el estado de agilidad como en el de languidez; y estar complacido de Dios tanto en la dureza como en la prosperidad.

O este otro dirigido al mismo imam: Quien desenvaina la espada de la iniquidad acaba muerto mediante la misma. Quien cava un pozo para su hermano cae en el mismo. Quien desgarra la cubierta de otro, son puestas al descubierto las vergüenzas de su propia casa. Quien se olvida de sus errores considera inmensos los de los demás. Quien se abruma de asuntos termina agotado. Y quien se precipita en las dificultades se ahoga.

Cuántos valores éticos encerrados en tan breves pero hermosas palabras: la verdad, la humildad, la justicia, la obediencia a Dios y la benevolencia como llaves de la felicidad y la salvación. En verdad, estos consejos constituyen un programa para llevar adelante una existencia digna, honorable y elevada; una vida plena de serenidad, desahogo y paz, resguardada de peligros y vicios.

Esta última reflexión resume quizás todo lo dicho anteriormente y se refiere a uno de los peores males de nuestra contemporaneidad, la soberbia, que impulsa a las personas a proceder de manera vil para obtener un beneficio: Y quien se envanece con su propia opinión se extravía; quien se contenta con su intelecto cae en tropiezos; quien se ensoberbece ante la gente acaba humillado. Quien es impertinente es maldecido; quien asume malos procederes es objeto de sospecha; quien se entremezcla con los viles es menospreciado, y quien se reúne con los sabios es respetado.

El buen padre ama y protege a sus hijos cubriéndolos de sabiduría, colmando su intelecto con palabras que tienen el poder de transformar el alma. El buen padre desea que su hijo o hija sea de buen proceder, sea precavido ante las amenazas, reconozca la maldad y opte por el bien, que sus acciones no afecten a otros ni sea motivo de vergüenza. Pero el buen padre ofrece también valiosos consejos a sus compañeros, ve en ellos el rostro de sus hijos, se sacrifica por ellos y siente un especial afecto. Es así como el imam Alí le regala este magnífico consejo a Al-Hâriz Al-Hamdânî:

 

Y precávete de toda acción cuyo autor se complace de la misma para sí mismo pero le desagrada para la generalidad de los musulmanes. Precávete de toda acción que es realizada en secreto y cuya realización en público provoca vergüenza. Precávete de toda acción que cuando se le pregunta sobre la misma a su autor, la niega o se excusa por ella. No dispongas tu honor como blanco de los dardos de las palabras (de los demás); no comentes con la gente todo lo que escuchaste, ya que eso te sería suficiente como mentira, ni niegues todo lo que la gente te diga, ya que eso te sería suficiente como ignorancia. Apacigua tu ira; deja pasar (comportamientos inadecuados) mientras sea posible, y sé tolerante ante el enojo.

Estas son algunas de las máximas morales del imam Alí, el primero de los imames. Él mismo fue emblema de máxima elevación personal, de virtudes excelsas, de épico heroísmo. Sus consejos paternales aparecen en su testamento como pautas para que sus hijos desarrollaran la más sublime ética. Todos estamos llamados a leerlos, practicarlos y transmitirlos como un hermoso legado para nuestros hijos y nietos.

Hemos llegado al final de este episodio. Nos despedimos de ti con profundo afecto y respeto, seguros de que cada día compartirás con nosotros estas enseñanzas que abrirán tu corazón y tu pensamiento. ¡Hasta mañana!

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Transcripción

El imam Alí (la paz sea con él), Príncipe de los Creyentes, el primer varón en abrazar el Islam, el hermano del Mensajero de Dios (la paz y las bendiciones sean con él y su familia), la Puerta de la Ciudad de su Conocimiento y el padre de sus nietos. Esta relación tan cercana permitió que el primero de los imames nutriera su alma con las virtudes, valores e ideales del Profeta: ¡Oh Ali! Tú ocupas en relación a mí la misma posición que Aaron ocupaba en relación a Moisés, sólo que después de mí no habrá más profeta. De hecho, fue su apoyo, su representante y el virtuoso sucesor que guió a su comunidad de creyentes.

Hola, hoy queremos compartir contigo este nuevo episodio que hemos titulado: Consejos del buen padre.

El imam Alí (la paz sea con él), Príncipe de los Creyentes, el primer varón en abrazar el Islam, el hermano del Mensajero de Dios (la paz y las bendiciones sean con él y su familia), la Puerta de la Ciudad de su Conocimiento y el padre de sus nietos. Esta relación tan cercana permitió que el primero de los imames nutriera su alma con las virtudes, valores e ideales del Profeta: ¡Oh Ali! Tú ocupas en relación a mí la misma posición que Aaron ocupaba en relación a Moisés, sólo que después de mí no habrá más profeta. De hecho, fue su apoyo, su representante y el virtuoso sucesor que guió a su comunidad de creyentes.  

Él y Fatimah (la paz sea con ella) son la raíz del imamato, ambos son máximos exponentes y ejemplos para la humanidad como padres y esposos. De hecho, en Irán, el Día del Padre se celebra el mismo día en que nació el imam Alí; y el Día de la Madre y de la Mujer Musulmana el mismo día en que nació Fatimah, Señora de las Mujeres del Universo, la Madre de los Imames Inmaculados de la Casa del Profeta.

Entre todas las cualidades y nobles virtudes que caracterizaban al imam destaca la de haber sido un padre amoroso y ejemplar. Atesoraba un gran caudal de conocimientos y experiencias que había acopiado en medio de grandes sacrificios y calamidades a lo largo de su inmaculada vida. Esto le permitió pronunciar tan sabios consejos a sus hijos, que hoy día siguen siendo una guía educativa para los más jóvenes del mundo. Sus palabras, por ser ciertas y profundas calan en el alma de quienes se inician en el camino y regala para ellos todo el conocimiento y los más sublimes valores morales heredados del Profeta.

En sus consejos a su hijo Al-Hasan (la paz sea con él) le pide colocarse a sí mismo como referente en su relación con los demás: ¡Oh hijo mío! Disponte a ti mismo como referente en tu relación con los demás, de manera que desees para otro lo que deseas para ti mismo, y aborrezcas para él lo que aborreces para ti mismo. No oprimas así como no deseas ser oprimido; actúa con benevolencia tal como deseas ser objeto de la misma; considera malo en tu persona lo que consideras malo en otro; y complácete de la gente con aquello que te complace que surja de ti para ellos.

Y este otro fragmento tomado de los consejos ofrecidos a su hijo Al-Husain (la paz sea con él): ¡Oh hijo mío! Te recomiendo el temor a Dios tanto en la riqueza como en la pobreza; hablar con la verdad tanto en la complacencia como en el enojo; la moderación tanto en la riqueza como en la pobreza; la justicia tanto para con el amigo como para con el enemigo; realizar (buenas) obras tanto durante el estado de agilidad como en el de languidez; y estar complacido de Dios tanto en la dureza como en la prosperidad.

O este otro dirigido al mismo imam: Quien desenvaina la espada de la iniquidad acaba muerto mediante la misma. Quien cava un pozo para su hermano cae en el mismo. Quien desgarra la cubierta de otro, son puestas al descubierto las vergüenzas de su propia casa. Quien se olvida de sus errores considera inmensos los de los demás. Quien se abruma de asuntos termina agotado. Y quien se precipita en las dificultades se ahoga.

Cuántos valores éticos encerrados en tan breves pero hermosas palabras: la verdad, la humildad, la justicia, la obediencia a Dios y la benevolencia como llaves de la felicidad y la salvación. En verdad, estos consejos constituyen un programa para llevar adelante una existencia digna, honorable y elevada; una vida plena de serenidad, desahogo y paz, resguardada de peligros y vicios.

Esta última reflexión resume quizás todo lo dicho anteriormente y se refiere a uno de los peores males de nuestra contemporaneidad, la soberbia, que impulsa a las personas a proceder de manera vil para obtener un beneficio: Y quien se envanece con su propia opinión se extravía; quien se contenta con su intelecto cae en tropiezos; quien se ensoberbece ante la gente acaba humillado. Quien es impertinente es maldecido; quien asume malos procederes es objeto de sospecha; quien se entremezcla con los viles es menospreciado, y quien se reúne con los sabios es respetado.

El buen padre ama y protege a sus hijos cubriéndolos de sabiduría, colmando su intelecto con palabras que tienen el poder de transformar el alma. El buen padre desea que su hijo o hija sea de buen proceder, sea precavido ante las amenazas, reconozca la maldad y opte por el bien, que sus acciones no afecten a otros ni sea motivo de vergüenza. Pero el buen padre ofrece también valiosos consejos a sus compañeros, ve en ellos el rostro de sus hijos, se sacrifica por ellos y siente un especial afecto. Es así como el imam Alí le regala este magnífico consejo a Al-Hâriz Al-Hamdânî:

 

Y precávete de toda acción cuyo autor se complace de la misma para sí mismo pero le desagrada para la generalidad de los musulmanes. Precávete de toda acción que es realizada en secreto y cuya realización en público provoca vergüenza. Precávete de toda acción que cuando se le pregunta sobre la misma a su autor, la niega o se excusa por ella. No dispongas tu honor como blanco de los dardos de las palabras (de los demás); no comentes con la gente todo lo que escuchaste, ya que eso te sería suficiente como mentira, ni niegues todo lo que la gente te diga, ya que eso te sería suficiente como ignorancia. Apacigua tu ira; deja pasar (comportamientos inadecuados) mientras sea posible, y sé tolerante ante el enojo.

Estas son algunas de las máximas morales del imam Alí, el primero de los imames. Él mismo fue emblema de máxima elevación personal, de virtudes excelsas, de épico heroísmo. Sus consejos paternales aparecen en su testamento como pautas para que sus hijos desarrollaran la más sublime ética. Todos estamos llamados a leerlos, practicarlos y transmitirlos como un hermoso legado para nuestros hijos y nietos.

Hemos llegado al final de este episodio. Nos despedimos de ti con profundo afecto y respeto, seguros de que cada día compartirás con nosotros estas enseñanzas que abrirán tu corazón y tu pensamiento. ¡Hasta mañana!