En el nombre de Dios, hola.
Hola Una vez más les saludo, dándoles la más cordial bienvenida al cuento de esta semana, el cual trae una nueva historia cargada de valores y enseñanzas que sin duda, nos iluminarán el alma. Así que sin más preámbulos vamos a escuchar el cuento de esta semana.
Buscando el refugio de Dios
Los musulmanes que se vieron forzados a emigrar de la Meca a Etiopía debido a las agresiones y torturas llevadas a cabo por los Quraishitas, durante su exilio, continuamente esperaban noticias de la Meca y de su gente, quienes a pesar (ellos y sus allegados) de seguir la misma bandera del monoteísmo y la justicia, eran ciertamente, una minoría comparados con sus enemigos y opositores, los idólatras y quienes buscaban la perpetuación del sistema vigente en ese momento.
No obstante, ellos estaban seguros de que su número se incrementaba día tras día mientras, el de sus enemigos y opositores mermaba. Inclusive no perdían las esperanzas de que los Quraishitas pronto dejasen el rumbo de la negligencia y alcanzasen el camino recto, tal como ellos habían logrado abandonar la idolatría para abrazar el Islam.
Mientras ellos esperaban con ansias este asunto, les llegó un rumor de que los Quraishitas habían abrazado el Islam. Aunque la noticia no había sido confirmada oficialmente, la fe y esperanzas que ellos tenían en el Islam era tan grandes y su confianza en el triunfo final tan intensa, que un grupo de ellos no esperó para corroborar la información por parte de las autoridades de Etiopía y partió hacia la Meca.
Uno de estos hombres fue Uzmán ibn Mad’un, un famoso compañero que era querido por el Profeta (BPD) de manera extraordinaria y quien era muy respetado por los musulmanes. Cuando él llegó a cierta distancia de la Meca, se dio cuenta de que esa noticia era falsa y que los Quraishitas no sólo no habían aceptado el Islam, sino que habían endurecido sus posturas e incrementando sus agresiones hacia los musulmanes.
Él se encontraba en una situación en la cual no podía regresar a Etiopía, pues estaba muy lejos, y tampoco podía ingresar a la Meca, pues caería víctima de las agresiones de los enemigos. Luego de analizar con detenimiento la situación, vio que podía aprovechar la costumbre de los árabes y pedir protección de uno de los grandes y eminentes miembros de la tribu de Quraish.
Según la costumbre, si alguien pedía protección y amparo se consideraba una gran ignominia rechazarle, aunque el solicitante fuera un enemigo y cuando se brindaba la protección ningún otro lo podía tocar, quedando bajo una defensa completa.
Es así como entonces Uzmán en medio de la noche ingresó a la Meca y fue directamente a la casa de Ualid ibn Mugheira Majzumi, una gran personalidad de Quraish y un hombre muy rico, estando frente a su casa, llamó a la puerta y entonces le pidió refugio y este aceptó brindárselo.
Al día siguiente, cuando los eminentes de Quraish estaban reunidos en Masyidul Haram o la Mezquita Sagrada, Ualid se presentó con Uzmán y anunció formalmente que Uzmán se encontraba bajo su protección y que cualquiera que lo agrediese, lo agredía directamente a él. Los Quraishitas respetaban la norma de la protección y no molestaron a Uzmán, por lo que él podía moverse con libertad y sin problemas entre la gente e incluso participaba en las reuniones de los Quraishitas, tal como uno de ellos.
Pero ellos continuaban sus agresiones contra los musulmanes, lo cual era insoportable para Uzmán, quien no podía permanecer tranquilo mientras otros sufrían por el comportamiento de los Qurasih.
Un día, reflexionando sobre su situación y en el hecho de que él no podía permanecer bajo el amparo de un asociador mientras sus hermanos en la religión padecían de agresiones y torturas, fue ante Ualid y le dijo:
“Te agradezco por haberme dado refugio y protección, pero de ahora en más quiero salir de tu amparo para ir ante mis amigos y que me suceda a mí lo mismo que le sucede a ellos. Quiero compartir sus penurias y sufrir lo que ellos sufren.” Él le dijo: “¡Oh, primo! Quizás no hayas estado bien en mi presencia y mi amparo no ha sido capaz de protegerte correctamente.” A lo que Uzman dijo: “¡No, por favor! ¡No es así! Estoy tranquilo y satisfecho con tu refugio pero no quiero seguir así. Quiero vivir exclusivamente bajo el refugio de Dios.” “Bien: ya que has tomado esta decisión, debo llevarte a Masyidul Haram como el primer día y anunciar formalmente ante la asamblea de Quraish la salida de mi refugio y el final de mi protección.” A lo que Uzman Ibn Ma´dun dijo: “Muy bien: no hay problema.”
Entonces ambos se presentaron ahí cuando estaban los eminentes de Quraish, todos ellos reunidos y Ualid anunció que Uzmán ya no estaba bajo su protección. “Ualid dice la verdad y yo he venido para confirmar eso”, agregó Uzmán.
“Él me ha protegido muy bien y yo estoy satisfecho de esto. La razón de esta salida es que desde ahora sólo quiero estar bajo el amparo de Dios nada más. Por lo tanto, el tiempo de su protección ha concluido y queda cancelado.” No obstante, Uzmán a pesar de haber salido de la protección de Ualid, continuó su vida de la misma manera, incluso participando de las reuniones de Quraish, tal como antes.
Por casualidad, ese día había llegado a la Meca el famoso poeta Lubeid ibn Rabiah, quien era considerado uno de los mejores poetas de la época preislámica, y se encontraba presente para recitar su nueva composición. Su cásida comenzaba con la frase:
“Sabed que todas las cosas excepto Dios son inválidas” Sobre esta expresión, el Profeta Muhammad (BPD) había dicho: “Es la poesía más veraz que los árabes hayan compuesto”.
Lubeid fue ante la asamblea de Quraish y todos estaban dispuestos a escuchar su nueva oda. Entonces él comenzó con mucho honor y orgullo a recitar su obra maestra diciendo “Sabed que todas las cosas excepto Dios son inválidas”… Uzmán, que estaba a su lado, sin dejar que él continuara la recitación, exclamó con señales de aprobación: “¡Bravo! ¡Es muy cierto! Lo que has dicho es verdad: la realidad es así.” Entonces Lubeid continuó su recitación diciendo: “Cada merced ha de desaparecer, lo quieran o no.”
Entonces Uzmán gritó: “¡Esto que dices es mentiras! No todas las mercedes desaparecen: eso es válido sólo para las mercedes del mundo, pero las mercedes del más allá son eternas.” Todos los presentes clavaron sus miradas en esta persona tan atrevida.
Nadie esperaba que ante la presencia de los eminentes de Quraish cuando un poeta famoso como Lubeid había llegado de tan lejos para recitar su cásida, un hombre común como Uzmán que poco antes estaba bajo el refugio de otro y ahora ya no contaba con esto, dijera algo así cuando él mismo no contaba con hacienda ni seguridad en su vida y todos los que estaban en su misma religión están padeciendo torturas y agresiones.
¡¿Cómo se atrevía a manifestar su opinión de esa manera?! Los presentes le solicitaron a Lubeid que repitiera su recitación y volvió a ocurrir la misma reacción de Uzmán ante la primera parte y ante la segunda. Entonces el mismo poeta se enojó mucho y dijo:
“¡Oh, gente de Quraish! ¡Por Dios, que antes vuestras reuniones no eran así! No había entre vosotros personas atrevidas y sin educación. ¿Qué ha pasado que esta clase de personas aparecen entre vosotros?”
Uno de los presentes, para animarlo a que continuase con su recitación, le dijo: “Por favor no te enojes con lo que ha dicho este hombre. Él es un tonto y no está sólo: existen otros tontos como él en la ciudad y comparten sus mismas creencias. Ellos abandonaron nuestra forma de vida y han elegido para sí mismos otra religión.” Uzmán entonces le dio una respuesta muy fuerte a este hombre y el mismo no lo soportó, se puso de pie y lo abofeteó con un golpe muy fuerte de tal modo que uno de los ojos de Uzmán se puso blanco.
Otro de los presentes se acercó a él y le dijo: “¿Has evaluado que estabas bajo el amparo de una buena persona y si hubieras seguido así, tu ojo no hubiera sufrido esto?”
A lo que Uzmán respondió: “El refugio de Dios es más seguro y confiable que el refugio de cualquier otro, sea quien fuese. En cuanto a mis ojos, espero que el que aún está sano reciba el mismo honor que recibió el otro.” Ualid ibn Mugheirah al ver lo ocurrido, se adelantó y dijo: “¡Oh, Uzmán! Yo estoy dispuesto a renovar mi refugio para ti.” Y Uzmán le contestó: “Yo he decidido no aceptar ningún refugio excepto el de Dios.”
Uzman Ibn Ma´dun comprendió que estando sus iguales en condiciones de peligro, agresión y miseria, los cuales eran perpetrados por los mismos Quraish y estando él bajo un trato especial, no tenía la capacidad de soportar ver toda esa gran injusticia sin hacer nada o seguir bajo la protección privilegiada de un amparo que al final de cuentas era irreal e injusto, decidiendo dejar la protección y abocarse a buscar la justicia en Dios mismo, sin temer por su propia integridad, dejando claro su verdadera e irrompible fe.
Hasta aquí el cuento de esta semana, ruego a Dios Misericordioso, les otorgue lo mejor de esta y la otra vida a ustedes y a sus seres queridos, por favor cuídense y hasta la otra semana.