La Importancia de la Oración
Traducción
Texto original
Glosario
El Príncipe de los Creyentes, Ali, la paz sea con él, dijo:
Comprometeos con la oración, cuidadla y multiplicadla (es decir, realizad las oraciones recomendables abundantemente). Acercaos a Dios a través de la oración, ya que
كَانَتْ عَلَى الْمُؤْمِنِينَ كِتَابًا مَّوْقُوتًا
ha sido prescrita a los creyentes en tiempos determinados. [Corán 4:103]
¿Acaso no habéis escuchado la respuesta de los moradores del Fuego cuando se les preguntó:
مَا سَلَكَكُمْ فِي سَقَرَ؟ قَالُوا لَمْ نَكُ مِنَ الْمُصَلِّينَ
¿Qué os hizo seguir el camino de Saqar (que es uno de los pisos mas ardientes del Infierno)?
Dijeron: No éramos de los que rezaban. [Corán 74:42,43]
تَعَاهَدُوا أَمْرَ الصَّلَاةِ وَ حَافِظُوا عَلَيْهَا وَ اسْتَكْثِرُوا مِنْهَا وَ تَقَرَّبُوا بِهَا، فَإِنَّهَا «كانَتْ عَلَى الْمُؤْمِنِينَ كِتاباً مَوْقُوتاً»؛ أَلَا تَسْمَعُونَ إِلَى جَوَابِ أَهْلِ النَّارِ حِينَ سُئِلُوا: «ما سَلَكَكُمْ فِي سَقَرَ؟ قالُوا لَمْ نَكُ مِنَ الْمُصَلِّينَ»
خطب أمير المؤمنين عليه السلام : 199
- تَعَاهَدُوا (Ta'ahadu) - Comprometeos
- أَمْرَ الصَّلَاةِ (Amr al-Salat) - con la orden de la oración
- حَافِظُوا (Hafizu) - cuidadla
- عَلَيْهَا (Alayha) - sobre ella
- وَ اسْتَكْثِرُوا (Wa Astakthiru) - y multiplicadla
- تَقَرَّبُوا بِهَا (Taqrabu biha) - Acercaos a través de ella
- إِنَّهَا (Innaha) - ya que
- كانَتْ (Kanat) - ha sido
- عَلَى (‘Ala) - a
- الْمُؤْمِنِينَ (al-Mu'minin) - los creyentes
- كِتَابًا (Kitaban) - un libro
- مَّوْقُوتًا (Mawqutan) - en tiempos determinados
- أَلَا تَسْمَعُونَ (Ala Tasma'uuna) - ¿Acaso no habéis escuchado?
- جَوَابِ (Jawabi) - la respuesta de
- أَهْلِ النَّارِ (Ahl al-Nar) - los moradores del Fuego
- حِينَ (Hina) - cuando
- سُئِلُوا (Su'ilu) - se les preguntó
- مَا (Ma) - ¿Qué?
- سَلَكَكُمْ (Salakakum) - os hizo seguir
- فِي (Fi) - en
- سَقَرَ (Saqar) - Saqar (nombre de un piso ardiente del Infierno)
- قَالُوا (Qalu) - Dijeron
- لَمْ (Lam) - No
- نَكُ (Nakum) - éramos
- مِنَ (Mina) - de
- الْمُصَلِّينَ (al-Musallin) - los que rezaban
Fuente
Nahyul Balaga, Sermón 199