En este capítulo el Corán nos habla del peligro de enorgullecerse por lo que Dios nos otorga de pertenencias, ya que el Corán deja claro que todo pertenece a Dios, y el ser humano no es más que un depositario en esta vida.
Estas aleyas nos hablan de una realidad que afecta a muchos y que tiene que ver con creer que los bienes o las riquezas significan, en sí, un valor humano y son motivo de orgullo.
El Imam Hadi, la paz sea con él, dijo:
Las personas en este mundo se valoran por las riquezas, y en el Más Allá por las acciones que han hecho.