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Dijo el Mensajero de Dios (la paz sea con él y con su familia): “La complacencia de Dios está en la complacencia de los padres, y Su enfado se encuentra en el enfado de ambos.” No cabe ninguna antipatía o resentimiento hacia los progenitores. A Dios le place que el creyente profundice y consolide los lazos de parentesco en todos los momentos de su vida. Pide que retribuya con afecto y buen trato los cuidados y protección que recibió de su padre y de su madre, incluso cuando estos hayan actuado equivocadamente. El imam Sadiq dijo: “Quien mire a sus padres con una mirada de odio, a pesar de que ellos le hubiesen tiranizado, Dios no le aceptará ninguna oración.”

Transcripción

Hola, hoy queremos compartir contigo este nuevo episodio que hemos titulado: Los vínculos de parentesco. La excepción.

Dijo el Mensajero de Dios (la paz sea con él y con su familia): “La complacencia de Dios está en la complacencia de los padres, y Su enfado se encuentra en el enfado de ambos.” No cabe ninguna antipatía o resentimiento hacia los progenitores. A Dios le place que el creyente profundice y consolide los lazos de parentesco en todos los momentos de su vida. Pide que retribuya con afecto y buen trato los cuidados y protección que recibió de su padre y de su madre, incluso cuando estos hayan actuado equivocadamente. El imam Sadiq dijo: “Quien mire a sus padres con una mirada de odio, a pesar de que ellos le hubiesen tiranizado, Dios no le aceptará ninguna oración.”

Es tal la importancia que Dios, a través del Corán, le otorga a las buenas relaciones con los padres y parientes que adquiere carácter de decreto o disposición divina. A Dios debemos recordarlo como recordamos a nuestros padres. Por eso, no ser desobedientes ni arrogantes es un asunto de gran relevancia para la vida del ser humano y en nuestra relación con el Altísimo:

“Tu Señor ha decretado que no adoréis nada excepto a Él y que tengáis el mejor comportamiento con vuestros padres. Si se hace mayor junto a ti uno de ellos o ambos, no les digas ´Uf´ ni les grites, sino que, más bien, háblales con palabras dulces y tiernas. Y baja para ellos con misericordia las alas de la humildad y di: ´¡Señor mío!´ ¡Ten misericordia de ellos igual que ellos me cuidaron cuando yo era pequeño!” (Capítulo 17, versículos 23 y 24).

Si bien en este versículo se hace mucho énfasis en todas las consideraciones, cuidados, gratitud y generosidad que debemos tener con quienes nos engendraron y engendraron a nuestros padres, también nos advierte que ese sentimiento tiene un límite. Se ha ordenado o dispuesto que los seres humanos obedezcan a sus padres, pero solo si estos no son  transgresores. Está permitido no obedecerles si ellos pierdan la guía y quieren llevar a sus hijos y familia por ese mismo extravío:

“Pero si ellos se esfuerzan para que asocies en tu adoración a Mí algo de lo que tú no tienes conocimiento, entonces no les obedezcas.” (Capítulo 29: versículo 8).

Tampoco está permitido que subestimemos a Dios. Querer a nuestros familiares y parientes por encima del mismísimo Creador, situarlo a Él por debajo de los bienes materiales y de las personas, es sin duda una transgresión:

“Di: Si vuestros padres y vuestros hijos, vuestros hermanos, vuestras esposas, vuestro clan, los bienes que habéis obtenido, los negocios por cuyos beneficios teméis y las casas que os satisfacen, os son más queridos que Dios y Su Mensajero y que el esfuerzo por Su causa, entonces aguardad hasta que Dios emita Su veredicto, pues Dios no guía a la gente transgresora.” (Capítulo 9: versículo 24).

Hemos llegado al final de este episodio. Nos despedimos de ti con profundo afecto y respeto, seguros de que cada día compartirás con nosotros estas enseñanzas que abrirán tu corazón y tu pensamiento. ¡Hasta mañana!

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Dijo el Mensajero de Dios (la paz sea con él y con su familia): “La complacencia de Dios está en la complacencia de los padres, y Su enfado se encuentra en el enfado de ambos.” No cabe ninguna antipatía o resentimiento hacia los progenitores. A Dios le place que el creyente profundice y consolide los lazos de parentesco en todos los momentos de su vida. Pide que retribuya con afecto y buen trato los cuidados y protección que recibió de su padre y de su madre, incluso cuando estos hayan actuado equivocadamente. El imam Sadiq dijo: “Quien mire a sus padres con una mirada de odio, a pesar de que ellos le hubiesen tiranizado, Dios no le aceptará ninguna oración.”

Hola, hoy queremos compartir contigo este nuevo episodio que hemos titulado: Los vínculos de parentesco. La excepción.

Dijo el Mensajero de Dios (la paz sea con él y con su familia): “La complacencia de Dios está en la complacencia de los padres, y Su enfado se encuentra en el enfado de ambos.” No cabe ninguna antipatía o resentimiento hacia los progenitores. A Dios le place que el creyente profundice y consolide los lazos de parentesco en todos los momentos de su vida. Pide que retribuya con afecto y buen trato los cuidados y protección que recibió de su padre y de su madre, incluso cuando estos hayan actuado equivocadamente. El imam Sadiq dijo: “Quien mire a sus padres con una mirada de odio, a pesar de que ellos le hubiesen tiranizado, Dios no le aceptará ninguna oración.”

Es tal la importancia que Dios, a través del Corán, le otorga a las buenas relaciones con los padres y parientes que adquiere carácter de decreto o disposición divina. A Dios debemos recordarlo como recordamos a nuestros padres. Por eso, no ser desobedientes ni arrogantes es un asunto de gran relevancia para la vida del ser humano y en nuestra relación con el Altísimo:

“Tu Señor ha decretado que no adoréis nada excepto a Él y que tengáis el mejor comportamiento con vuestros padres. Si se hace mayor junto a ti uno de ellos o ambos, no les digas ´Uf´ ni les grites, sino que, más bien, háblales con palabras dulces y tiernas. Y baja para ellos con misericordia las alas de la humildad y di: ´¡Señor mío!´ ¡Ten misericordia de ellos igual que ellos me cuidaron cuando yo era pequeño!” (Capítulo 17, versículos 23 y 24).

Si bien en este versículo se hace mucho énfasis en todas las consideraciones, cuidados, gratitud y generosidad que debemos tener con quienes nos engendraron y engendraron a nuestros padres, también nos advierte que ese sentimiento tiene un límite. Se ha ordenado o dispuesto que los seres humanos obedezcan a sus padres, pero solo si estos no son  transgresores. Está permitido no obedecerles si ellos pierdan la guía y quieren llevar a sus hijos y familia por ese mismo extravío:

“Pero si ellos se esfuerzan para que asocies en tu adoración a Mí algo de lo que tú no tienes conocimiento, entonces no les obedezcas.” (Capítulo 29: versículo 8).

Tampoco está permitido que subestimemos a Dios. Querer a nuestros familiares y parientes por encima del mismísimo Creador, situarlo a Él por debajo de los bienes materiales y de las personas, es sin duda una transgresión:

“Di: Si vuestros padres y vuestros hijos, vuestros hermanos, vuestras esposas, vuestro clan, los bienes que habéis obtenido, los negocios por cuyos beneficios teméis y las casas que os satisfacen, os son más queridos que Dios y Su Mensajero y que el esfuerzo por Su causa, entonces aguardad hasta que Dios emita Su veredicto, pues Dios no guía a la gente transgresora.” (Capítulo 9: versículo 24).

Hemos llegado al final de este episodio. Nos despedimos de ti con profundo afecto y respeto, seguros de que cada día compartirás con nosotros estas enseñanzas que abrirán tu corazón y tu pensamiento. ¡Hasta mañana!