El imam Husein (la paz sea con él) pronunció un elocuente, visionario y emotivo sermón, mediante el cual anunciaba que partiría desde la Meca hacia Irak e invitaba al pueblo a seguirle en este sacrificio. La traducción de aquella noble arenga es la siguiente:
“Alabado sea Dios, lo que Dios quiera será, no hay fuerza que gobierne excepto por la voluntad de Dios; la paz, las bendiciones de Dios sean con Su Mensajero. La muerte fue dispuesta como algo necesario para los hijos de Adán, al igual que el collar que llevan en el cuello las niñas. Qué gran anhelo tengo de visitar a mis ancestros, el mismo anhelo que sentía Jacobo por ver a José. Se me ha designado un lugar para morir y en el cual descenderé. Es como si con mis propios ojos viese cómo los lobos del desierto (ejércitos de Kufa), en una región entre Nawawis y Karbala, descuartizan nuestros cuerpos, sacian sus panzas hambrientas y llenan sus morrales. Por el suceso escrito con el cálamo del destino no hay solución ni escapatoria. Nosotros, Ahlul Bayt, estamos satisfechos y contentos con lo que Dios está satisfecho, somos pacientes y perseverantes ante el desastre y Su prueba, y Él nos remunerará con la recompensa de los pacientes. Nunca habrá separación entre el Profeta y sus hijos (descendientes) y ellos estarán en el Paraíso Supremo junto a él, puesto que sus ojos se iluminarán para ellos y su promesa también se realizará por medio de ellos. Cualquiera de ustedes que esté dispuesto a ofrecer su sangre por nuestra causa, a dar su vida en el sendero del martirio y sacrificarse para encontrarse con Dios que venga conmigo, que mañana temprano me pondré en marcha, si Dios quiere.”
El Imam sabía que no podía quedarse en la Meca, porque su asesinato sería inevitable si no cedía a las presiones y pactaba con Yazid. De modo que el día 8 de Dhul Hiÿÿah, se puso en marcha al frente de su caravana rumbo a Kufa (Irak), pero el gobernador de la Meca quiso impedirle su salida. Lo mismo le había ocurrido en Medina. Así que no hizo caso a las amenazas y continuó su camino a pesar de que los soldados quisieron cerrarle el paso.
Con esta actitud decidida y firme, el imam quería evitar un ataque por parte de los soldados del gobernador, ya que un derramamiento de sangre iría en contra del mandato divino. Estaban en el mes Dhul Hiÿÿah, que es un mes en el que está prohibido combatir y causar heridas o la muerte a otros. Al mismo tiempo, no está permitido mancillar la Mezquita de Al Haram con ningún acto de violencia, debido a que allí se encuentra la Kabba, la Casa de Dios. Además de estas razones, el Imam estaba obligado a atender la invitación que la gente de Kufa le había hecho a través de innumerables cartas; en ellas le ofrecían de manera irrestricta toda la ayuda y el acompañamiento necesario para llevar a cabo la lucha contra la tiranía del gobierno omeya, que era la verdadera causa por la cual el Imam se dirigía hacia Irak.
El propósito principal del levantamiento del Imam fue proteger el islam. Ciertamente, si ese gobierno de Yazid hubiese continuado, el islam original se hubiese perdido por completo, ya que bajo el nombre de la Religión se cometían todo tipo de atropellos y delitos. Fue el imam Husein quien, al verter su sangre y la de su familia, puso al descubierto esta infamia. Con su sacrificio y martirio contribuyó a derrotar la opresión, la hipocresía, la corrupción moral y la desvergonzada violación de los preceptos de Dios por parte de Yazid y los omeyas.