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Descripción

Hagamos un repaso acerca de algunas de las manifestaciones del amor, tanto en su dimensión Divina como humana. Aunque breve e incompleto, este ejercicio nos podría ayudar al menos un poco en la comprensión de algunos valores y virtudes relativos a nuestra relación con Dios, el mundo, el prójimo e incluso nuestros padres y familiares.

Transcripción

En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso.

Hola, hoy queremos compartir contigo este nuevo episodio que hemos titulado: El amor. Su dimensión humana y Divina.

Hagamos un repaso acerca de algunas de las manifestaciones del amor, tanto en su dimensión Divina como humana. Aunque breve e incompleto, este ejercicio nos podría ayudar al menos un poco en la comprensión de algunos valores y virtudes relativos a nuestra relación con Dios, el mundo, el prójimo e incluso nuestros padres y familiares.

Como sabemos, el amor representa un papel esencial en nuestras vidas. Forma parte del antagonismo entre el bien y el mal, lo bueno y lo malo. Amamos las cosas bellas y buenas, pero odiamos aquello que es vil y repulsivo. De manera general, podemos afirmar que aquello que es objeto de nuestro amor provoca en nosotros un estremecimiento al percibir su belleza y perfección.

Uno de los nombres de Dios es precisamente Aquel que ama. Por ello debemos considerar también el amor de Dios hacia sus criaturas. Se trata del amor Divino que dio origen a la vida. Somos creación de Dios. Dice el Sagrado Corán: ¡Vuestra única divinidad es Dios –Aquel aparte del cual no existe deidad, [y que] abarca todo en Su conocimiento! (Sura 20, aleya 98). En tal sentido, el amor Divino abarca todo lo existente y muy especialmente a los seres humanos; y es tan magnánimo, que incluso la ira es manifestación de ese amor hacia su propia obra. Es como la cólera de los padres cuando se enfadan con sus hijos. Es decir, el enojo de un padre no es otra cosa que amor; del mismo modo, la cólera de Dios es amor Divino. Por consiguiente, todo amor es sublime y generoso porque es incluyente, abarca por igual a quienes obran bien como a los que obran mal.

Finalmente, está el amor del ser humano. En esa dimensión terrenal el amor debe ser sublime pero racional, gobernado en todo momento por la razón. No podemos permitir que el amor que sintamos eventualmente hacia otras cosas y seres se convierta en un arrebato que nos distancie de nuestra proximidad con el Altísimo. Esto se debe a que el amor a Dios es el mayor amor que podemos expresar y manifestar como personas. Debe ocupar el primer lugar en nuestro corazón. Ningún otro amor puede estar por encima de ese sagrado vínculo.

 

Dicho esto, el secreto y fundamento del verdadero amor reside en el conocimiento. "El amor se desprende del conocimiento profundo”, dijo el imam Sadiq (la paz sea con él). Solo por medio del conocimiento y su práctica podemos establecer un vínculo entre las personas y consolidar nuestro amor a Dios. Sin embargo, tal y como dijimos al principio, en este mundo habita gente sin conocimiento, dedicada a obrar en detrimento del bien común. Al respecto, el Sagrado Corán dice:

 

“Así explicamos en detalle las señales para gente que razona. Pero los opresores siguen sus propias pasiones sin conocimiento alguno. Así pues ¿Quién puede guiar a quien Dios extravía? Y ellos no tendrán quien les auxilie” (Sura 30, aleyas 28 y 29).

 

Hemos llegado al final de este episodio. Nos despedimos de ti con profundo afecto y respeto, seguros de que cada día compartirás con nosotros estas enseñanzas que abrirán tu corazón y tu pensamiento. ¡Hasta mañana!

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Hagamos un repaso acerca de algunas de las manifestaciones del amor, tanto en su dimensión Divina como humana. Aunque breve e incompleto, este ejercicio nos podría ayudar al menos un poco en la comprensión de algunos valores y virtudes relativos a nuestra relación con Dios, el mundo, el prójimo e incluso nuestros padres y familiares.

En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso.

Hola, hoy queremos compartir contigo este nuevo episodio que hemos titulado: El amor. Su dimensión humana y Divina.

Hagamos un repaso acerca de algunas de las manifestaciones del amor, tanto en su dimensión Divina como humana. Aunque breve e incompleto, este ejercicio nos podría ayudar al menos un poco en la comprensión de algunos valores y virtudes relativos a nuestra relación con Dios, el mundo, el prójimo e incluso nuestros padres y familiares.

Como sabemos, el amor representa un papel esencial en nuestras vidas. Forma parte del antagonismo entre el bien y el mal, lo bueno y lo malo. Amamos las cosas bellas y buenas, pero odiamos aquello que es vil y repulsivo. De manera general, podemos afirmar que aquello que es objeto de nuestro amor provoca en nosotros un estremecimiento al percibir su belleza y perfección.

Uno de los nombres de Dios es precisamente Aquel que ama. Por ello debemos considerar también el amor de Dios hacia sus criaturas. Se trata del amor Divino que dio origen a la vida. Somos creación de Dios. Dice el Sagrado Corán: ¡Vuestra única divinidad es Dios –Aquel aparte del cual no existe deidad, [y que] abarca todo en Su conocimiento! (Sura 20, aleya 98). En tal sentido, el amor Divino abarca todo lo existente y muy especialmente a los seres humanos; y es tan magnánimo, que incluso la ira es manifestación de ese amor hacia su propia obra. Es como la cólera de los padres cuando se enfadan con sus hijos. Es decir, el enojo de un padre no es otra cosa que amor; del mismo modo, la cólera de Dios es amor Divino. Por consiguiente, todo amor es sublime y generoso porque es incluyente, abarca por igual a quienes obran bien como a los que obran mal.

Finalmente, está el amor del ser humano. En esa dimensión terrenal el amor debe ser sublime pero racional, gobernado en todo momento por la razón. No podemos permitir que el amor que sintamos eventualmente hacia otras cosas y seres se convierta en un arrebato que nos distancie de nuestra proximidad con el Altísimo. Esto se debe a que el amor a Dios es el mayor amor que podemos expresar y manifestar como personas. Debe ocupar el primer lugar en nuestro corazón. Ningún otro amor puede estar por encima de ese sagrado vínculo.

 

Dicho esto, el secreto y fundamento del verdadero amor reside en el conocimiento. "El amor se desprende del conocimiento profundo”, dijo el imam Sadiq (la paz sea con él). Solo por medio del conocimiento y su práctica podemos establecer un vínculo entre las personas y consolidar nuestro amor a Dios. Sin embargo, tal y como dijimos al principio, en este mundo habita gente sin conocimiento, dedicada a obrar en detrimento del bien común. Al respecto, el Sagrado Corán dice:

 

“Así explicamos en detalle las señales para gente que razona. Pero los opresores siguen sus propias pasiones sin conocimiento alguno. Así pues ¿Quién puede guiar a quien Dios extravía? Y ellos no tendrán quien les auxilie” (Sura 30, aleyas 28 y 29).

 

Hemos llegado al final de este episodio. Nos despedimos de ti con profundo afecto y respeto, seguros de que cada día compartirás con nosotros estas enseñanzas que abrirán tu corazón y tu pensamiento. ¡Hasta mañana!